2010

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TRAJE DE GITANA. Es el año de la Exposición. La Feria ha de trasladarse al Sector Sur. Entre ganaderos, taberneros, truhanes y ganapanes, las mujeres calés comienzan a imponer su estilo. De sus viejas batas de trabajo nacerá, tras pasar por el embudo de la moda, el traje de gitana. En esta imagen de 1930 se muestran dos de ellas en su peculiar "caseta" ferial tocadas con mantoncillo, peina y algún que otro volante

LA PRIMERA PORTADA. La Pasarela. Así se llamó incluso al recinto del Prado durante las dos primeras décadas del siglo XX. Aquella vieja Portada, instalada en 1896, estaba iluminada por 798 luces de gas y un arco voltaico de batería en su cúpula. Fue demolida en 1920. Sus 81.297 kilos de hierro fueron vendidos como chatarra a un empresario almeriense por dos reales el kilo.

CASETA DE CARTEL. En el primer año del nuevo siglo, un joven pintor llamado Gonzalo Bilbao se llevó las 500 pesetas del premio al mejor cartel de la Feria. Aquel año de 1900, este patio plateresco del Prado de San Sebastián ganó el premio a la mejor caseta. Una caseta de cartel.

LA VENTA DEL ENANO. Con be. Benta del Enano. Así se llamaba uno de los negocios que rondaban la venta del ganado a principios de siglo, fecha en la que ya colgaban del aire algunos farolillos. La estética ferial comienza a tomar forma. La venta murió a finales de los cuarenta.

CABALLOS SIN PASEO. La explanada del Prado, extrarradio de una Sevilla con epicentro en el alminar, era una turbamulta de caballos en los años treinta del siglo XX. Compra y venta. Tratantes y compradores. Y en medio, "Mi bar Paloma", una furgoneta en la que un charlatán pregonaba la pócima ferial: fino de Jerez.

COCHES Y CABALLOS. En 1850 había ya 93 tabernas sirviendo vino con licencia en el Prado. En 1893 se pusieron las primeras casetas. El mercado ganadero y la Feria dejaron de ser la misma cosa. Lo prueba esta imagen de 1929, donde la Pasarela, que ya había sido demolida, está atestada de coches y caballos.

EL MANTÓN. De Manila. Con la seda filipina en la que se envolvía el tabaco que a Sevilla llegaba desde Oriente, las cigarreras se pusieron pintureras. Costumbristas. De un retal, una joya de prenda. La historia del mantón es, en fin, exacta a la de la feria: de un tinglado, una ciudad efímera. Estas señoras de los años veinte ya conocieron la joya y la ciudad.

FAROLILLOS DE VENECIA. Fue la primera vez que la reina Isabel II vino a la Feria. Año 1877. Año de los farolillos venecianos. Las bombillas se recubren con este exorno típico del carnaval italiano. Hoy todo el mundo piensa que no hay nada más sevillano que un farolillo. Sirva este dato -y esta imagen- para sanar el ombligo.

SILLAS DE MESÓN. Se habla de la enea como milenario asiento sevillano. Se piensa que las sillas siempre fueron verdes o rojas. En 1920 la caseta del Centro de Bellas Artes tenía este aspecto. Sillas de madera. De viejo mesón. Ni un farolillo. Uralita por lona. Café a dos céntimos. Porque nada hay en la Feria que no haya sido víctima de la evolución.

LA CALLE SAN FERNANDO. De Sevilla a la Feria. Ésta era la calle principal de entrada al recinto. Muchas cosas han cambiado desde 1910. Tras los árboles de la izquierda está la Universidad. A la derecha, la calle se abre a los Jardines de Murillo. La foto está tomada desde la propia Feria.

EL REY EN SU HOTEL. Se inauguró en abril de 1928. Con farolillos. Cartas iban y venían desde Londres a Madrid. El Hotel Alfonso XIII se adornó siguiendo el modelo que Gustavo Bacarissas había creado en 1919 para las casetas para recibir al Rey que da nombre al edificio. Por sevillanas: qué bien parecen doña Victoria Eugenia y Alfonso XIII.

TRANVÍA A LA FERIA. Las vueltas que da la vida. Después de mil vicisitudes, esta vista de la calle San Fernando a principios del siglo XX apenas se diferencia de una imagen actual. Universidad, raíles, catenarias... La única diferencia es que ahora a la Feria se va por el puente.

MANTILLAS BLANCAS. En dos semanas, del negro al blanco. En la mantilla. de Jueves Santo a jueves de Feria. La caseta del Ateneo tenía este aspecto en 1929. Mujeres de mantilla, flamencos con zahones y vino, mucho vino. Botas de vino.

CASETA DE CASTILLA LA VIEJA. Años treinta. Ya se habían visto por ahí la mantilla, la flor y la peineta. Falta el collar de perlas. He aquí. La moda ferial femenina sigue evolucionando. La masculina, intacta. Traje y corbata frente a volantes de seda. Y para seguir sumando, a la izquierda un tamborilero del Rocío.

SEVILLANAS DEL LAÚD. La vieja seguidilla manchega se hizo baile en Sevilla. Baile bolero. Baile del pueblo. Baile de escuela que salió a la calle. Compás de tres por cuatro que se acompaña con lo que se pueda. Guitarra,palmas, caña o laúd. Baile que se baila mientras Sevilla se mira al espejo.

HOMENAJE A MARTÍN NOEL. Había diseñado el Pabellón de Argentina en la Exposición Iberoamericana. Este porteño -abajo en el centro con sombrero de ala ancha- fue uno de los bastiones de la arquitectura neocolonial. Hombre clave para la Sevilla del 29. Sevillano adoptivo. Recibió un homenaje en la caseta de la Asociación de la Prensa en 1926, donde, a tenor de la imagen, se dio un soberano homenaje de Feria.

LA REPÚBLICA. Entre caballos y uniformes, avanza un coche en el que viajan Niceto Alcalá Zamora y Lluis Companys. Qué bonita está Triana cuando le ponen al puente banderas republicanas. Faltaban sólo tres días para la inauguración de la Feria de 1931 cuando se proclamó la II República. Fue un 14 de abril. El Ayuntamiento de Sevilla tuvo que hacer un esfuerzo para conseguir tantas banderas tricolores como farolillos. Para lograrlo tuvo que gastarse 13.250 pesetas. Una "millonada" de la época.

LA CASETA REAL. En 1917 la caseta del Círculo de Labradores consiguió el título de "Real". Fue la primera en lograrlo. La estética de estos tinglados había sido definida años antes, en 1904, por los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Pero aún quedaba mucho para llegar a la caseta real, a la de hoy. Esta imagen de la de la Asociación de la Prensa de 1917 es significativa. Demasiado ladrillo.

GITANAS CASTELLANAS. Los harapos con los que las calés se habían ataviado a principios del siglo XX se sometieron a la alta costura hispalense. En 1940 las mujeres ya iban a la Feria con estos trajes. No hay patrón inamovible. Cada cual lleva el talle donde gusta, lunares del tamaño que le place y volantes personales. El mantoncillo es prenda generalizada. Desaparece la mantilla para dar paso a la peina y la flor.

LA NUEVA PASARELA. En 1928 don Alfonso XIII visitó Sevilla en abril para inaugurar el hotel que hoy lleva su nombre. La Pasarela, que había sido demolida en 1920, renació. Se montó un inmenso quiosco bajo el que la Familia Real accedió a la Feria a caballo desde la calle San Fernando.

LA FERIA DE NOCHE. La foto es de 1928. Las luces son de gas. Las justas. Al caer la noche, el Prado de San Sebastián traza una cruz. De San Fernando a la Enramadilla. De San Telmo a Recaredo. Desde 1885 existe el "alumbrao". En aquel tiempo, consistía en treinta y cuatro arcos con globos de cristal que contenían luces de gas ardiendo.

EL ORIGEN DE LA PORTADA. Hasta 1949, poco más de un siglo después de su inauguración, la Feria de Sevilla no tuvo Portada. Otra tradición moderna. Pero la mole de hierro y madera tiene antecedentes. Hasta 1920, la Portada fue la Pasarela. Una vez demolida ésta se levantaron diferentes estructuras metálicas como esta de 1933. Porque la Feria de Abril era un campo con puertas.

UN CARRUAJE GANADOR. Coches enjaezados al modo andaluz. Ninguno hubo como éste en 1927. El cuarto día de la Feria se celebró un concurso. El primer premio, llamado Copa de Oro de los duques de Andhra, se lo llevó este carruaje de loza cartujana. Pertenecía a Carlos Pickman.

SEVILLANAS DE GALES. Sobre al jaramagal, allá por 1927, se bailan sevillanas en galaico. O en inglés de Buckingham. Eduardo de Windsor, el Príncipe de Gales, visita la Feria. Estas sevillanas se bailaron en su honor. Atención a esta curiosidad: sólo bailan las mujeres.

LA SEVILLA DE LA PANDERETA. En 1912, la Caseta de la Asociación de la Prensa, que por entonces tenía en la ciudad a representantes como Chaves Nogales, se disfrazó de la Sevilla de la pandereta, la de la fiesta y el jolgorio. La del tópico. Sevilla costumbrista. De Galerín. Tambor y pandereta que se tocaban con pluma y lápiz. Y un dato que contextualiza: detrás de la guitarra se aprecia una esquina del famoso cartel de García Ramos.

JURA DE BANDERA. El Prado de San Sebastián, tan marcado en el siglo XVIII por la gitanería, cobró aire de alta aristocracia con el cambio de siglo. En el año 1909, la reina Victoria Eugenia de España, consorte de Alfonso XIII, presidió una jura de bandera mientras se celebraba la Feria.

ALLÁ EN LA HUERTA. Aquel año, por petición de los comerciantes, la Feria pasó de tres a cinco días de duración. Su extensión aún era escasa. La venta del ganado todavía era primordial. Pero ya había casetas para celebrar el negocio. Sevilla a lo lejos. Desde la huerta, el gran fotógrafo Levy tomó esta imagen en 1888.

POSANDO POR SEVILLANAS. El remate, ese momento tan esencial del baile, duerme en la cámara de Sánchez del Pando, que reflejó esta estampa por sevillanas en una caseta de la Feria de 1934. Desplante de bailaoras viejas. Los pies ni aparecen. Sólo importan los brazos. Aquellos brazos en los que Pastora Imperio puso los cimientos de la Escuela Sevillana del Baile.

LA BUÑOLERA. Acreditada buñolera del Salvador. Así se anunciaba la gitana. En 1850 ya había 15 buñoleras con licencia en la Feria. Buñuelos, niño, buñuelos. Siempre los hubo en esta fiesta donde los farolillos son de Venecia. Antes que la enea, la lona, la portada o la mantilla, el buñuelo. Buñuelo frito sobre hornete de barro y servido en palangana caló.

EL POZO DE LOS MILAGROS. El clavel del moño junto al pozo. Sevillanas corraleras. Lo tiré al pozo. Quién sabe si el origen de la letra está en esta caseta, "El Cortijo de los Pepinales de la Peña Bética", que obtuvo el tercer premio en 1935 por la colocación de este pozo, denominado "Pozo de los milagros". Porque, aún entonces, había corrales en Triana. Y bajo la lona.

TODA CLASE DE GANADO. Ovejas, vacas, burros, caballos, mulos, cochinos. De todo hay en esta imagen. Incluso una pancarta que anuncia seguros. Las primeras casetas, el Circo Price a los pies de la Giralda gracias a la perspectiva y Sevilla.

EL TIOVIVO. Se dice que lo inventó un tal Sebastiani, francés, en 1812. Cuatro caballos de madera movidos por una rueda. Coromines dice que la etimología de esta palabra hace referencia a la "viveza" del "tío" que lo inventó. La explicación sirve para Sevilla, donde hasta el montaje era seguido con viveza por la chiquillería en los años cuarenta. Lo que ocurre es que aquí nunca hubo tiovivos, sino cacharritos.

A LO ÁRABE. Al principio, la Feria se construía nueva cada año. En 1904, la Caseta del Círculo Mercantil se levantó siguiendo el estilo arquitectónico japonés. En 1905, como muestra la imagen, tomó un aire más arabesco. Siempre obtuvo el primer premio hasta que se cruzó en su camino un dúo de dramaturgos de Utrera.

LOS QUINTERO Y LA CANZONETISTA. Serafín y Joaquín impusieron la estética que hoy predomina en la feria a partir de un cuadro de Bacarissas. Tipismo hispalense. Corrales de comedia de hierro y lona. Por su caseta pasaron grandes personalidades de principios de siglo, como la emparaguada cantante Paquita Escribano, una de las canzonetistas más famosas de la Historia.

LAS MADROÑERAS. Mantillas de Feria. Mujeres enjaezadas al estilo de los caballos. Prenda goyesca. Sólo las potentadas estaban en disposición de acicalarse con este tocado. En este caso, además, las tres féminas están envueltas en ostentosos mantones de seda de Filipinas.

LOS MOSQUITOS DE LA FERIA. Allá donde hay ganado tiene que haber mosquitos. Y si es en abril y cerca del río, aún más. En la Feria están documentados desde 1912, fecha en la que nace la "Peña Los Mosquitos", caseta que ganó el tercer premio municipal. Su emblema era el siguiente: "Obra del Mosquito Mayor del Reino".