1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si...

37

Transcript of 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si...

Page 1: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

1 www.avelamia.com

Page 2: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

2 www.avelamia.com

DIRECTORIO

Julio 2018 Año 6, número 69

Director José Luis Barrera Mora

Editor

Luciano Pérez

Coordinador Gráfico Juvenal García Flores

Asistente de editor

Norma Leticia Vázquez González

Web Master Gabriel Rojas Ruiz

Consejo Editorial Agustín Cadena

Alejandro Pérez Cruz Alejandra Silva

Fabián Guerrero Fernando Medina Hernández

Ave Lamia es un esfuerzo editorial de:

Director

Juvenal Delgado Ramírez

www.avelamia.com

Reserva de Derechos: 04 – 2013 – 030514223300 - 023

Síguenos en:

Ave Lamia

@ave_lamia

ÍNDICE

EDITORIAL 3

IMAGEN DEL MES “DESNUDO”

Fotógrafo: Antonio Barsse Modelo: Luna Oz 5

YELLOW SUBMARINE Luciano Pérez 6

INGMAR BERGMAN,

El retratista interior del ser humano

José Luis Barrera 11

LA COSIFICACIÓN DE LA MUJER

EN UN CUENTO DE CHÉJOV

Adán Echeverría 16

AL BORDE DEL ABISMO

F. Alberto González 20

EL CUERVO Y LOS TROQUES

DE TRIGO

Alma Preciado 22

EL TAMBO

Marta Aragón R. 24

CUATRO DESDE LA DIPSOMANIA

José Luis Barrera 28

POSEIDÓN SIN ALEGORÍA

Luciano Pérez 31

SOBRE LOS AUTORES 34

Page 3: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

3 www.avelamia.com

Para cuando el lector tenga ante

sus ojos nuestra revista de julio,

el panorama político de México

o habrá cambiado, o se habrá

confirmado que nuestro país es-

tá condenado a no cambiar nun-

ca. En una situación, o en la o-

tra, sabemos que en una demo-

cracia alguien gana y alguien

pierde, y el que ganó y no había

ganado nunca, merece la opor-

tunidad de gobernar, y el que

ganó y su partido ya había go-

bernado, pues tendremos que

soportarlo en bien del juego lim-

pio. Si es que hubo éste, por su-

puesto, porque si otra vez hubo

trucos y trampas “haiga sido co-

mo haiga sido”, nada podrá es-

tar bien, así las oligarquías del

poder y del dinero estén jubi-

losas de destruirnos otro sexe-

nio más.

Ave Lamia tiene puesto un ojo en el transcurrir del presente, y otro en lo que fue el pasado. Y

éste sigue significando mucho para nuestra actualidad, por más que una gran cantidad de personas

se empeñe en el olvido, para que así nadie se percate de la realidad actual. Porque ésta también se

compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si

bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera, siempre hay

una lección, o un ejemplo, que asumir. No hay por qué ser arrogante, vale la pena escuchar lo que el

pasado nos dice.

Y si bien ya nunca habrá Edad de Oro, que ya tuvo su momento, si lo queremos es posible

que nos la pasemos de la mejor manera. Y para esto nada como la cultura, que, sobre todo cuando

Page 4: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

4 www.avelamia.com

no tiene que ver con la oficial, resulta el más grande regalo que la vida puede darnos como

obsequio. Sea que pintemos, compongamos música, o escribamos cuentos y poemas, la cultura es

un hecho personal que día a día nos convierte en mejores personas. No importa si no tenemos

becas ni premios, la tarea de crear arte nos hace semejantes a los dioses, quienes en su lejana

bienaventuranza están celosos de los verdaderos artistas y los condenan a veces a éstos a no

recibir nada a cambio de su trabajo. Pero, ¿acaso hay que preocuparse por eso? Por supuesto que

no. Adelante, Ave Lamia, sigue contándonos en imágenes y en palabras lo que el mundo es y ha

sido.

Loki Petersen

Page 5: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

5 www.avelamia.com

Desnudo

Fo

tógra

fo: A

nto

nio

Ba

rsse

, M

ode

lo: L

un

a O

z

Lo

ca

ció

n:

Ha

cie

nda

de S

an

ta M

arí

a R

egla

, H

ua

sca

de

Oca

mp

o, H

ida

lgo

-

Page 6: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

6 www.avelamia.com

l de 1968 fue uno de

los más productivos

en la carrera de The

Beatles, que a mediados de

1969 concluiría como gru-

po. Pero hace cincuenta a-

ños no parecía notorio que

hubiera alguna fisura que

llevase a la separación,

pero a medida que avanza-

ra 1968 habría fricciones in-

teriores durante la graba-

ción del “White Album”. Lo

que estaba sucediendo es

que cada uno de los Bea-

tles empezaba a hacerse

más individual en cuanto a

sus intereses artísticos y

también personales. En los

primeros días de enero de

1968, George Harrison fue

a la India para grabar el

soundtrack de una película

inglesa llamada “Wonder-

wall”, hoy de culto, que par-

ticipó en el Festival de Ca-

nnes y fue estrenada en

Londres un año después,

en enero de 1969. El disco,

con el título de “Wonderwall

Music” y una atractiva por-

tada, fue lanzado en no-

viembre de 1968. Ninguno

de los otros tres Beatles

participó en esto, así que

fue de hecho el primer disco

solista hecho por un Beatle.

En él la música de George

fusiona sonidos de la India

y de Occidente, todo en una

atmósfera muy de vanguar-

dia.

A su regreso de la In-

dia, Harrison trajo una pre-

ciosa canción india que

compuso para el soundtrack

de la mencionada película,

pero decidió que merecía

ser para los Beatles, “The

inner light”, a la que George

le puso voz y John y Paul

hacen coro. Pasó a ser el

lado B de un disco sencillo

que apareció en marzo de

1968, cuyo lado A era una

de las más emblemáticas

canciones beatles, “Lady

Madonna”, escrita y canta-

da por McCartney, con sa-

bor a blues y foxtrot.

Ahora retrocedamos

a 1966, cuando se gestó un

proyecto secreto: hacer una

película de los Beatles en

dibujos animados. En los a-

ños de la beatlemanía se hi-

zo popular una serie de ca-

ricaturas para la televisión,

con el grupo de Liverpool

como personajes de sus

propias aventuras y cantan-

do canciones. Un amigo de

los productores de esta se-

rie, Al Brodax, tuvo la idea

de hacer un largometraje de

E

Yellow

Submarine

Luciano Pérez

Page 7: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

7 www.avelamia.com

caricaturas beatles, bajo el

título de una de las cancio-

nes incluidas en el disco

“Revólver” de ese año, “Ye-

llow Submarine”, y todas las

aventuras del film tendrían

origen en este submarino

amarillo, que sería tripulado

por los cuatro liverpoolia-

nos. Cuando el proyecto fue

presentado a la United Ar-

tists, con la cual había el

compromiso de otra película

beatle, esa compañía se

mostró entusiasmada y dio

luz verde. Los Beatles tam-

bién estuvieron de acuerdo,

contentos de no tener que

hacer casi nada, a diferen-

cia de las películas que rea-

lizaron antes, “A hard day's

night” en 1964 y “Help” en

1965; muy divertidas am-

bas, pero muy estresantes

para el grupo. Sólo apare-

cerían en un breve segmen-

to al final de la película, y

entregarían cuatro cancio-

nes nuevas (que como dijo

Lennon, eran sobrantes de

otros discos).

Brodax se puso a tra-

bajar en un guión, pero

mandó llamar a un escritor

profesional para que asu-

miese la escritura formal del

texto, a Erich Segal (un ca-

so curioso: hijo de rabino,

se hizo experto en letras

griegas y latinas, y terminó

como autor de bestsellers).

Segal, quien en 1970 alcan-

zaría fama mundial con su

novela “Love Story”, de la

que se hizo una famosa pe-

lícula, ganaría 16 mil dóla-

res por su trabajo en el

guión de “Yellow Submari-

ne”. Este film tendría que

ser algo muy diferente a

todo lo antes visto, y ya en

1967 tomó el aura sicodé-

lica del Sargento Pimienta y

del Viaje Mágico y Misterio-

so. De hecho los Beatles en

caricatura aparecerían tal

como era el grupo en cuan-

to a vestuario y apariencia

en esos días de 1967. La

verdad es que para 1968 e-

llos habían superado por

completo esa etapa y se en-

contraban en otra cosa, así

que ya no se parecían a los

coloridos muñecos que se

verían en el film.

Brodax necesitaba

no sólo un buen guión, sino

también un estupendo e-

quipo de animadores. El tra-

bajo, que era mucho, fue di-

vidido entre varios diseña-

dores: Fred Wolf, Dennis

Rich, Heinz Edelmann y

Charlie Jekins, todos bajo la

batuta de los directores de

animación, Bob Balsar y

Jack Stroker. Hubo final-

mente un total de cuarenta

animadores y 140 técnicos

para hacerse cargo de las

diversas y muy coloridas

Page 8: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

8 www.avelamia.com

secuencias de las caricatu-

ras. Se utilizaron diversos

estilos de animación, uno

de ellos, muy famoso, el

disneyense de rotoscopia-

do, que consiste en ir dibu-

jando y pintando a mano las

secuencias una por una.

El núcleo de la trama

consiste en que los malos,

unos monstruos azules lla-

mados Blue Meanies, inva-

den Pepperland (la Tierra

de la Pimienta) para impo-

ner una dictadura, pero la

Banda de los Corazones

Solitarios del Sargento Pi-

mienta, los buenos, habrá

de impedirlo, avalados por

el amor, que es todo lo que

se necesita. Para quienes

ya no creemos, o nunca he-

mos creído, en dividir el

mundo en buenos y malos,

nada de eso suena convin-

cente, pero al público le fas-

cina ese tipo de visión. Apa-

recen diversos personajes,

como el malvado Guante

Volador, como Jack the Ni-

pper, de manos como dien-

tes de tiburón; o como el

Nowhere Man, solitario y ar-

tista; los turcos tortugas y

los persuadidores ocultos,

etc. Pero los personajes e-

senciales son los Blue Mea-

nies (o Malitos Azules), de

orejas como de Mickey

Mouse, antifaces negros y

grandes botas; y por su-

puesto los propios Beatles,

que llegan a salvar a Pe-

pperland tripulando el famo-

so submarino amarillo.

Lo ideal hubiera sido

que los propios liverpoolia-

nos hicieran sus voces para

el personaje correspondien-

te, pero no había tiempo pa-

ra eso, y fueron contratados

cuatro actores para reali-

zarlas: John Clive la voz de

John, Geoff Hughes la de

Paul, Peter Batten la de

George, y Paul Angelis la

de Ringo. En cuanto a las

canciones, las cuatro nue-

vas fueron: “Hey bulldog”,

escrita por Lennon, donde

todos terminan ladrando y

gritando como perros; “All

together now”, de McCart-

ney, que años después se

haría famosa en “Plaza Sé-

samo” (en español se le

conoció como “Todos juntos

ya”); y dos de Harrison,

“Only a Northern Song”, ori-

ginalmente parte del disco

del Sargento Pimienta, pero

que fue desechada, y “It's

all too much”, una de las

canciones más largas de

los Beatles, de casi ocho

minutos de duración. Am-

bas piezas de George están

llenas de la sicodelia, con

efectos de sonido, instru-

mentos distorsionados, to-

nos que cambian...

Sin embargo, fueron

incluidas otras canciones ya

aparecidas en otros discos,

principiando con la que le

da título a la película,

Page 9: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

9 www.avelamia.com

inspirada en una droga lla-

mada submarino, y que por

ser una pastilla amarilla, fue

inevitable que Paul, el autor

de la canción, lanzara con

ello un mensaje de alucina-

ción. Luego él dijo que no

fue así, que se trataba de u-

na melodía para niños, pero

la verdad es que es ideal

para ser cantada por hi-

ppies borrachos, la voz de

Ringo, que es quien la can-

ta, se presta bien para eso.

Otras canciones fueron

“Eleanor Rigby” (quizá la

mejor secuencia de la pelí-

cula), “Lucy in the sky with

diamonds”, “When I'm sixty-

four”, y la que no podía fal-

tar, “All you need is love”.

Pero además se necesitaba

música instrumental, y en-

tonces George Martin, el

productor de los Beatles, y

que era un notable compo-

sitor, se encargó de eso,

para lo cual compuso seis

piezas, a saber: “Pepper-

land”, “Sea of Holes”, “Sea

of Monsters”, “March of the

Meanies”, “Pepperland Laid

Waste”, y “Yellow Subma-

rine in Pepperland”, tocadas

todas por la Orquesta Sinfó-

nica de Londres.

Y mientras se estaba

por finalizar la hechura del

film (se planeaba estrenarla

en julio), los Beatles se fue-

ron a la India. A fines de

febrero de 1968 el grupo se

trasladó a Rishikesh, junto

al Ganges y al pie de las

montañas Himalaya, para

que su consejero espiritual,

el Maharishi Mahesh Yogi,

les inculcase los secretos

de la meditación trascen-

dental. Fue un viaje muy

publicitado, donde además

participaron la actriz Mia

Farrow y su hermana Pru-

dence, y el cantante Dono-

van. Para George y John

fueron días exaltados, pues

estaban tomando en serio

las enseñanzas del Mahari-

shi; pero Paul y Ringo no

estaban muy convencidos,

y en marzo se regresaron a

Inglaterra. Harrison y Le-

nnon continuaron hasta a-

bril, pero ocurrió un hecho

que los hizo decepcionarse

de su maestro, cuando se

supo que el el mentor de la

meditación andaba asedian-

do a las hermanas Farrow.

Desengañados, salieron de

la India y volvieron a su

país.

Al margen de lo que

aprendieron, que parece no

fue poco, lo que resultó im-

portante del viaje vino a ser

el gran botín artístico que

se logró, la gran cantidad

de canciones que fueron

compuestas en ese lapso y

que formarían parte del pró-

Page 10: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

10 www.avelamia.com

ximo álbum doble. Tan sólo

por eso valió la pena el que

hayan ido tan lejos. Y en-

tonces llegó la fecha del es-

treno de la película “Yellow

Submarine”, el 17 de julio

de 1968, en el London Pa-

vilion, con la asistencia de

los propios Beatles. Sin em-

bargo, el disco con el

soundtrack de la película

tardó mucho en ser lanza-

do, hasta enero de 1969.

“Yellow Submarine” es un

perfecto ejemplo de la cultu-

ra pop, así haya llegado en

un tiempo en que la sicode-

lia ya se había esfumado,

quizá porque el momento

político y social ya era otro,

el de los movimientos y

protestas estudiantiles, y el

del recrudecimiento de la

guerra de Vietnam. En

cuanto a los Beatles, se in-

dividualizaban cada vez

más y ya se sentían encajo-

nados como grupo. La crisis

que llevaría a la separación

se estaba acercando...

Page 11: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

11 www.avelamia.com

ablar de Ingmar

Bergman no es

nada sencillo, ya

que este director y guionista

cinematográfico hace un ci-

ne personalista que a la vez

nos confronta con la misma

historia y con nuestra propia

naturaleza humana. En sí

su producción se podría di-

vidir en tres periodos creati-

vos: el primero hasta 1950,

de un cine con una profun-

da influencia del impresio-

nismo naturalista; uno se-

gundo con historias clara-

mente pesimistas pero que

no carecen de una felicidad,

aunque siempre como un

pequeño oasis en medio de

todas las inclemencias de la

vida; y el tercero, que es el

que le da una mayor tras-

cendencia a su obra, ya que

es un trabajo mucho más

complejo y profundo. Los

que conocemos la obra de

Ingmar Bergman, sin lugar

a dudas hemos de referir a

lo sumo Fresas silvestres

(Smultronstället, 1957) y

Fanny y Alexander (Fanny

och Alexander, 1982), y ya

con un poco de mayor co-

nocimiento, Escenas de un

Matrimonio (Scener ut ett

äktenskap, 1973) y El sépti-

mo sello (Det Sjunde

inseglet. 1956). Y sólo unos

cuantos hablarán de alguna

o algunas otras.

A motu proprio, he de

decir que la primera película

que conocí ─y que en sí

pertenece a la tercera épo-

ca que menciono─, me dejó

verdaderamente afectado

por la historia intimista de

los dos hermanos que tie-

nen que irse a vivir con su

madre a Uppsala, en una

vieja, oscura y rigurosa ca-

sa perteneciente al obispo

Vergerus, a causa de la

muerte de su padre (un di-

rector de teatro que sucum-

be en un ensayo de la obra

Hamlet de Shakespeare).

Allí viven situaciones tor-

mentosas: intolerancias, hu-

millaciones, y traiciones, sin

que en ningún momento

pierdan su esencia infantil,

lo que los lleva a escaparse

del lugar en medio de una

confusión. El ambiente

sombrío, de verdad mueve

sentímientos no necesaria-

mente agradables y deja u-

na extraña sensación al tér-

mino del filme. Esta fue la

última película dirigida por

el artista, para dedicarse de

lleno al teatro, labor que

nunca abandonó, y con ella

cerró con broche de oro su

carrera ganando el Globo

de Oro, así como el Óscar a

la mejor película extranjera.

Esta película la vi

cuando trabajé en un cine-

club donde programé la re-

trospectiva del autor, que

algunos años después tuve

oportunidad de disfrutar en

H

Ingmar Bergman, el retratista interior del

ser humano José Luis Barrera

Page 12: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

12 www.avelamia.com

la Cineteca Nacional (por

supuesto con más recursos

y con un programa más ex-

tenso).

En aquel ciclo, por

supuesto estaban progra-

madas las antes menciona-

das, y otra que me proveyó

El Museo de Culturas Popu-

lares (quienes me apoya-

ban con el material en 18

mm. para las proyecciones).

Se trataba de El rostro, (An-

siktet, 1958) ─la única in-

cursión del autor en el cine

de misterio mezclado con

humor negro─, una inquie-

tante película sobre una

compañía teatral ambulante

llamada Teatro Magnético y

Terapéutico de M Vogler

que tiene que pernoctar en

una turbadora mansión,

pues al parecer uno de sus

miembros parece estar

muerto. En esta obra predo-

mina el lenguaje simbólico y

se muestra un magistral uso

del close up, por parte del

director, en donde la reitera-

da utilización de esta téc-

nica cinematográfica en los

rostros de sus actores es en

sí un acercamiento un tanto

incomodo que hace crecer

la tensión y el espectador

puede ver y prácticamente

sentir toda una serie de mo-

mentos de crisis existencial,

mientras el sujeto se ve re-

ducido a ojos, pelo, nariz,

boca y piel. Este experi-

mento bergmaniano, me re-

trocedía a mis años infanti-

les en que me quedaba

viendo a detalle las caras

de mis familiares, hasta que

en tan profunda disección

terminaba por desconocer

sus facciones. Tal vez por

eso la fascinación por la

película. Con ella obtiene el

premio Bafta, y aunque no

fue tan popular ni tan bien

considerada por la crítica es

uno de los titulares más rei-

vindicados por el propio

Bergman ya maduro y por

su consumado admirador,

Woody Allen.

No podía omitir en el

ciclo, por supuesto, El sép-

timo sello ─que junto con la

anterior pertenece al según-

do periodo─, y que trata de

una historia apocalíptica en

donde Antonius Blok, un ca-

ballero medieval que regre-

sa de las cruzadas acom-

pañado de su escudero, en-

cuentra que la peste incura-

ble está asolando todo el te-

rritorio. De pronto la Muerte

se le presenta al caballero,

quien aboga por un plazo

más de vida, no por el te-

mor a morir sino porque

considera que le falta mayor

conocimiento. La muerte

entonces le propone jugar

un partida de ajedrez con e-

lla. A decir del propio autor,

el caballero quiere saber el

secreto, y romper el sépti-

mo sello, que de acuerdo al

Apocalípsis, cierra el rollo

que Dios tiene en su mano

en el Día del Juicio Final. El

tema y las características

técnicas (específicamente

el expresionismo), así como

Page 13: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

13 www.avelamia.com

la partida de ajedrez y las

connotaciones bíblicas,

conjugadas de manera ge-

nial, hace de esta película

una de las obras fundamen-

tales en la historia de la ci-

nematografía universal.

Por supuesto que

también proyecté Fresas

salvajes. Esta es la historia

del médico Isak Borg, quien

el día anterior a su investí-

dura como Doctor Honoris

Causa, siente la necesidad

de analizar su vida. Enton-

ces, acompañado por la es-

posa de su único hijo, em-

prende un viaje en automó-

vil desde Estocolmo a Luna;

durante el trayecto visita la

casa en la que pasó su ni-

ñez y asiste como especta-

dor a varios episodios acon-

tecidos a lo largo de su vi-

da, y encuentra cierto para-

lelismo con la vida de su hi-

jo con su esposa, y la que

el mismo Borg vivió con

quien fue su mujer. Este re-

corrido por el pasado inclu-

ye en el presente. Estas

son de las películas que tie-

ne uno que ver sin distrac-

ciones, porque en cualquier

momento se queda uno a-

trapado en el pasado o en

presente sin poder seguir el

“hilo” de la trama.

Cerraba este ciclo u-

na película que no encontré

en el formato de 18 mm. y

tuve que comprarla VHS,

para reproducirla en video y

así no faltara Gritos y Susu-

rros (Viskningar och rop

1972). El punto de partida

de este filme es la agonía

de una mujer ante sus dos

hermanas y su sirvienta.

María y Agnes que se citan

en la vieja mansión familiar

tras ser avisadas por el mé-

dico de la grave situación

de la tercera de ellas. Pero

esa base sencilla y lineal se

ve interrumpida por una se-

rie de secuencias que en

parte consisten en recuer-

dos de las protagonistas y

en parte representan fanta-

sías que sintetizan sus más

profundas angustias y te-

mores, además de una co-

mún incapacidad de expre-

sar afecto. Cabe decir que

pocas veces, en la historia

del cine, el primer plano ha

sido utilizado con tanta con-

centración dramática, gra-

cias a la elocuencia de un

elenco prodigioso y un di-

rector detallista y genial.

Ingmar Bergman na-

ció en Uppsala, el 14 de ju-

lio de 1918, hace cien años

Page 14: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

14 www.avelamia.com

y falleció el 30 de julio de

2007, apenas cumplidos

sus 89 años de edad, en

Farö, ambas en Suecia. Co-

mo dato curioso, cabe se-

ñalar que en alguna ocasión

el autor dijo con ironía: “Es-

pero nunca ser tan viejo

como para volverme religio-

so”, y llegó a viejo y no se

volvió religioso, aunque en

su filmografía uno de los te-

mas recurrentes es el con-

flicto entre el hombre que

deja de creer y el entorno

de la culpa. Siendo hijo de

Erik Bergman, un severo

pastor luterano, el realiza-

dor parece plasmar los trau-

mas de una presencia divi-

na, más asociada con la a-

menaza que con la espe-

ranza.

En la época de la Se-

gunda Guerra Mundial, Ing-

mar ya distanciado de su fa-

milia, inició su carrera en el

Teatro de la Ópera Real de

Estocolmo, y concibe su pri-

mer guión cinematográfico

en 1944 a partir de un cuen-

to suyo. La película se lla-

mó Tortura (Hets), la cual

fue dirigida por el director

sueco Alf Sjöber. Ahí co-

mienza una de las más bri-

llantes carreras en la indus-

tria del cine. Su primer reco-

nocimiento internacional lo

obtiene por Sommarlek (cu-

ya traducción varía: en Es-

paña se llamó Juegos de

verano y en Argentina y

Uruguay, Juventud divino

tesoro). Es justamente en

este último país, en dónde

obtiene el premio del Fes-

tival de Cine de Punta del

Este en 1952.

Como ya decía an-

tes, hay gente que nunca

ha oído hablar de Ingmar

Bergman, y los que recono-

cemos su obra difícilmente

habremos visto más de cin-

Page 15: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

15 www.avelamia.com

co o seis, y básicamente

porque no es un autor co-

mercial y por lo tanto sus

películas son difíciles de

conseguir.

Se dice que es un ci-

ne difícil y complicado, pero

la verdad es que lo que hizo

Bergman fue retratar al ser

humano desde adentro, con

todos sus temores, dudas y

traumas, y por ello resulta

difícil, porque siempre lo es

entender la profundidad de

la naturaleza humana. Pero

con sentido crítico no resul-

ta un cine que no se pueda

entender, sin pretender que

haya lugares comunes ni

fórmulas de fácil digestión

cognitiva. En general, el ci-

ne de Bergman no permite

distracciones del especta-

dor.

Page 16: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

16 www.avelamia.com

o que le pasa a Aniu-

ta tiene que ver con

la pobreza. Imaginár-

sela lanzada a la calle en u-

na noche nevada, porque

Klochkov, el estudiante de

medicina, con quien ha es-

tado viviendo, siente ver-

güenza por las críticas a su

habitación y a su descuida-

do aspecto que le ha hecho

el pintor Festisov: “vive us-

ted... como un cerdo.”

“Aniuta”, cuento de An-

tón Chéjov (1860-1904) es,

como muchas de sus narra-

ciones, un texto que causa

un efecto emocional inme-

diato. ¿Pero cómo logra tal

efecto el autor? Porque nos

hace mirar dentro del cuarto

mismo donde se desarrollan

los diálogos de las cuatro

escenas: Klochov usando a

Aniuta como maniquí de a-

natomía, la entrada de Fe-

tisov para pedir prestado a

Aniuta, el monólogo del es-

tudiante de medicina para

decidir el futuro de la chica,

el regreso de Aniuta para

escuchar que le digan que

se vaya y después que pue-

de quedarse si lo desea.

Maestro de la dramatur-

gia, Chéjov recurre a esas

descripciones escenográfi-

cas, tan bien modeladas a-

hora con el uso de las cá-

maras de vídeo, para el ci-

ne o la televisión, y desarro-

lladas magistralmente en el

siglo XIX. Uno mira cómo la

delgada Aniuta es usada,

prestada, sacada de la ha-

bitación y al final perdona-

da. Nos conduele la mujer-

florero en que percibimos a

esta chica. Chéjov nos ha

evidenciado el machismo

ruin de aquella época, un

machismo clasista, que o-

curre desde la universidad:

la mujer ignorante le sirve a

los juveniles hombres de la

historia.

Aniuta es una joven

“morenilla de unos veinticin-

co años, muy delgada, muy

pálida, de dulces ojos gri-

ses”, que para sobrevivir al

frío del clima, al hambre y a

la soledad, vive con univer-

sitarios en cuartos rentados

de estudiantes. Al momento

de la narración, el autor nos

L

La

cosificación de

la mujer en un

cuento de

Chéjov

Adán Echeverría

Page 17: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

17 www.avelamia.com

cuenta que Klochkov es el

sexto joven universitario

con quien la chica ha vivido

en los recientes 6 o 7 años.

Desde los 19 años Aniuta

ha tenido necesidad de

compartir cuarto, colchón y

sexo, con estos esporádi-

cos amantes, a los que en-

trega cariño, voluntad y a-

poyo, y de los que recibe, al

parecer semen, alguna cari-

cia, compañía, durante el

tiempo que duren los estu-

dios de los universitarios, y

luego es olvidada, desecha-

da.

Chéjov es capaz de evi-

denciar a esta mujer sumida

en la pobreza y cómo es uti-

lizada por estos jóvenes,

para servirse de su compa-

ñía durante sus estudios,

para presumirla un poco:

“Todos sus amigos anterio-

res habían ya acabado sus

estudios universitarios, ha-

bían ya concluido su carre-

ra, y, naturalmente, la ha-

bían olvidado hacía tiempo.

Uno de ellos vivía en París,

otros dos eran médicos, el

cuarto era pintor de fama, el

quinto había llegado a cate-

drático.”

Klochkov es menor que

ella, alrededor de los 20,

cuando mucho 22 años; nos

dicen que no es un gran es-

tudiante, y que tampoco es

un personaje pudiente eco-

nómicamente: “Mi padre no

me manda más que doce

rublos al mes, y con ese di-

nero no se puede vivir muy

decorosamente”. Pero ser

estudiante lo pone por enci-

ma de la chica, porque pue-

de pagarse un techo, y A-

niuta al parecer no. El des-

tino de la chica nos pega en

el intelecto, saber de su fra-

gilidad, que no tiene los me-

dios, ni la educación para

resolver por ella misma la

situación en que se encuen-

tra y que será dejada de la-

do en poco tiempo: “Klo-

chkov no tardaría en ter-

minar también sus estudios.

Le esperaba, sin duda, un

bonito porvenir, acaso la ce-

lebridad; pero a la sazón se

hallaba en la miseria. No te-

nían ni azúcar, ni té, ni ta-

baco. Aniuta apresuraba

cuanto podía su labor para

llevarla al almacén, cobrar

los veinticinco copecs y

comprar tabaco, té y azú-

car”.

Klochkov la utiliza para

repasar un tema de anato-

mía, checar la posición de

los pulmones en el cuerpo

de la chica. La chica se

Page 18: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

18 www.avelamia.com

desnuda para esta opera-

ción, a pesar del frío que

deja caer la nieve en la ven-

tana. El estudiante ni siquie-

ra se fija que la chica está

quedando azul por la hipo-

termia a que es sometida.

Quiere ser dedicada, pien-

sa, dentro de su ignorante

pobreza que el chico está

muy por encima de ella, y lo

respeta al grado de querer

ayudarlo sin molestarlo ni

distraerlo: “Si no me estoy

quieta ─pensaba─ no sal-

drá bien de los exámenes.”

Para Klochkov ella es

apenas una chica para te-

ner en casa, calentarse,

desfogarse sexualmente, u-

tilizarla como maniquí, para

que limpie la casa, para

presumir a sus vecinos, o

en este caso, para prestar-

sela al vecino pintor para

que pose para él, desnuda

claro, aunque Aniuta se

queje, apenas.

“─ ¿Cree usted que es

un placer para mí? ─mur-

muró ella.

─ ¡Pero mujer! ─excla-

mó Klochkov─. Es por el ar-

te... Bien puedes hacer ese

pequeño sacrificio”.

A pesar de todo lo que

Aniuta hace por los dos,

aún cuando coopera con su

compañero de cuarto,

Klochkov la corre de casa.

Le dice que las cosas ya no

pueden seguir así, la acusa

de sucia, de desobligada,

de tener la casa hecha un

asco, y que las cosas no

iban a durar de todas ma-

neras: “Escucha, querida...

Siéntate y atiende. Tene-

mos que separarnos. Yo no

puedo ni quiero ya vivir con-

tigo”.

Aniuta resignada deci-

de irse, para no importunar-

lo. Y entonces Klochkov se

muestra magnánimo, deján-

dola quedarse un tiempo

más: “A Klochkov le dio lás-

tima... „Podría tenerla ─pen-

só─ una semana más con-

migo. ¡Sí, que se quede!

Dentro de una semana le

diré que se vaya‟”.

Un cuento que eviden-

cia las clases sociales del

siglo XIX, las necesidades

que existían para diferen-

ciarnos en cuanto a la eco-

nomía y carencias. En una

ciudad donde cae la nieve

gran parte del año, tener te-

cho es necesario, tener leña

y poder calentarse, un lugar

donde dormir. No sabemos

Page 19: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

19 www.avelamia.com

la vida anterior de Aniuta

más allá de los últimos seis

o siete años en que su vida

ha sido similar a la que nos

presenta el texto, es usada

por estudiantes, ella pone

de su parte, pero aún así la

dejan; ella ha decidido vivir

con chicos universitarios

que la traten como cosa.

El dibujo que Chéjov

nos evidencia que no le ha

quedado de otra. Vive con

ellos como una idea de su-

pervivencia. ¿Qué puede

hacer, irse a la calle y morir

de frío? ¿Buscar un alber-

gue donde algún ebrio de

los „sin casa‟ la doblegue?

¿Trabajar en un burdel? Al

menos estos chicos son

más limpios, sanos chicos

de familia que hasta se

sienten hombrecitos mante-

niendo a una mujer con

ellos.

Los ojos dulces que

Chéjov asigna a Aniuta ha-

blan de esa ternura que si-

gue presente en ella a pe-

sar de las separaciones que

ocurren cuando los estu-

diantes la abandonan. Su

modus operandi ha sido el

mismo, por la sobrevivencia

consigue habitación para no

morir de frío. Y sin embargo

es cosificada por los estu-

diantes, por Klochkov, por

el pintor Fetisov: “¿Tendría

usted la bondad de prestar-

me, por un par de horas, a

su gentil amiga?”

Aniuta, que no tiene

más destino que el que

Chéjov deja escrito, no tie-

ne posibilidad de salir ade-

lante. Por lo menos se que-

dará dos semanas más con

Klochkov, ¿y luego? Sin

embargo Aniuta es capaz

de desearles lo mejor, de

compartir con ellos: “Aniuta

se puso de nuevo el abrigo

en silencio, envolvió su la-

bor en un periódico, cogió

las agujas, el hilo... ─ Esto

es de usted ─dijo, apartan-

do unos cuantos terrones

de azúcar”.

¿Cómo se percibe la

mujer en el siglo XXI? Su

comportamiento las ha ale-

jado de ser diferentes a A-

niuta. Y en lograrlo debe-

mos cifrar nuestro deseo.

Page 20: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

20 www.avelamia.com

e había citado

con un amigo

en una cafete-

ría, porque teníamos que

hablar unos asuntos. Or-

dené café y esperé que lle-

gara.

A los pocos minutos lo

hizo. Nos saludamos, y en-

cendí un cigarro mientras

empezábamos nuestra plá-

tica. Le di un sorbo a mi ca-

fé y empecé a fumar; en e-

se preciso instante sentí

que en mi garganta se me

había pegado un polvo muy

fino que no pude quitar. To-

sí, tomé café, y no se me

quitó. Mis pulmones esta-

ban congestionados, y no

funcionaban como debían.

Con grandes dificultades

para respirar, empecé a

sentirme terriblemente mal,

y le pedí a mi amigo me lle-

vara inmediatamente a mi

casa. Me preguntó:

―¿No prefieres te lleve

a la Cruz Roja ―, pero pen-

sé que si me iba a morir

prefería hacerlo en mi casa.

Al llegar casa, pude

darme cuenta de que esta-

ban mi madre y mi herma-

na, e inmediatamente les di-

je que me sentía muy enfer-

mo, que me dieran una co-

bija y me tumbé en el sofá.

Me sentía fatal, con acce-

sos de tos, los pulmones

congestionados, una inmen-

sa debilidad y una sensa-

ción desconocida. En los úl-

timos días, cuando fumaba,

veía el humo del cigarro de

color azul. Eso me causaba

un temor, pero no puedo

explicar por qué. Después

de un rato, me sentí peor y

caí súbitamente desvaneci-

do en el sofá.

Ante mí apareció un

gran pasillo, como si estu-

viera en un hospital, largo

muy largo, quizás de 200

metros de largo. Completa-

mente a obscuras me vi

dentro del famoso "túnel". A

lo lejos, al final una luz bri-

M

Al borde del abismo F. Alberto González

Page 21: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

21 www.avelamia.com

llante, intensamente blanca;

esa luz me cegaba. No me

gustaba estar allí, quería

salir como fuese de tal lu-

gar. Comprendí que si no

salía de allí, nunca iba a

poder hacerlo, significaba la

muerte. Supe que era la en-

trada hacia el “más allá”.

Quería alcanzar la luz y em-

pecé a correr a gran veloci-

dad, como jamás me ima-

giné que pudiera hacerlo,

como si fuese un atleta o-

límpico de alto rendimiento

en una prueba de 100 me-

tros planos. Me acerqué

muy rápido. Justo, sólo an-

tes de poder alcanzar tal

resplandor, y después de u-

na cantidad de tiempo que

no puedo precisar, terminé

abriendo los ojos. Sentí un

grandísimo dolor, exacta-

mente en el centro de mi

cabeza.

Estuve una semana su-

mido en un sueño profundo,

tendido sobre un sofá. Des-

pués del sexto o séptimo

día vencí al inmenso mal

que me había atacado. Per-

dí 14 kilos de peso y empe-

cé a recuperarme. Había

sufrido un paro respiratorio.

El dolor de cabeza per-

maneció casi dos meses; se

fue diluyendo poco a poco.

Mientras tanto, con una

sensación de extrañeza em-

pecé a notar que ciertos po-

deres mentales se habían

despertado en mí. Podía

predecir los actos de las

personas, con total certeza.

Al paso de los meses,

tales poderes fueron dismi-

nuyendo, pero yo jamás vol-

ví ser el mismo, había naci-

do de nuevo.

Page 22: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

22 www.avelamia.com

na mañana solea-

da de verano, un

hermoso cuervo

sobrevuela el kilómetro 100

de la carretera que une el

poblado Héroes de la Inde-

pendencia con el Valle de la

Trinidad, sobre la carretera

Ensenada-San Felipe, de

Baja California, México. Sus

negras alas brillan bajo la

intensa luz del sol, de una

cálida mañana del mes de

julio, al planear cerca de los

postes de luz que bordean

la carretera; y mientras vue-

la divisa a un gavilán po-

sado en un poste que ob-

serva detenidamente la ca-

rretera. El cuervo desciende

junto a él y con un graznido

pregunta:

─ ¿Qué haces aquí

hermano gavilán, qué tanto

observas?

─ ¿Ves la carretera?

─Sí.

─Por ella pasan mu-

chos troques cargados de

trigo. En su recorrido se les

cae un poco sobre el negro

pavimento.

─ ¡Qué bien! y tú bajas

a la carretera a comértelo.

─Por supuesto que no.

Yo no como semillas. Soy

carnívoro y cazo a las palo-

mas que bajan a comerse el

trigo que estos camiones ti-

ran─, señaló indignado el

gavilán.

─Buen punto─. dijo el

cuervo y se alejó.

Al día siguiente el cuer-

vo regresa al mismo lugar

para ver si es cierto lo que

le ha dicho el gavilán. Em-

pieza a volar cerca de los

postes de energía cuando

divisa a un zopilote posado

en el mismo sitio donde un

día antes ha estado el gavi-

lán. Se acerca y le pregun-

ta.

─ ¿Qué tanto miras, a-

migo zopilote? Parece que

esperas a alguien.

─ Efectivamente. Es-

pero a los troques con lonas

de color, cargados de trigo,

U

El cuervo y los

troques de trigo Alma Preciado

Page 23: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

23 www.avelamia.com

que se dirigen al mar del

oeste.

─ ¿Y para qué los es-

peras?

─Para comer los des-

perdicios de aves que que-

dan esparcidos por el pavi-

mento, cuando las atrope-

llan los carros si bajan a co-

mer el trigo regado por la

carretera.

El cuervo escucha en

silencio, se despide y em-

prende el vuelo pensando.

─ ¡Qué vida se dan el

gavilán y el zopilote!, mien-

tras yo tengo que lidiar con

los feos espantapájaros que

los humanos ponen en sus

siembras; siempre me asus-

tan cuando quiero acercar-

me a comer semillas. Es

una muy buena táctica la de

estos cuates, y como yo me

alimento de granos, o de a-

nimales frescos al igual que

el gavilán, y hasta de carro-

ña como el zopilote, me u-

niré a ellos en esta vida fácil

y sin complicaciones. Seré

fiel seguidor de los troques

de color cargados de trigo.

Voy a contarle a mi mujer, y

mañana nos mudamos para

acá con todo y tiliches ¡Sí,

señor!

A partir de ese día se

pueden observar cuervos

anidar en los postes de luz

alineados sobre esta bella

carretera que recorre la Ba-

ja California de Este a Oes-

te, o de Oeste a Este, se-

gún el viaje. Pero igual se

ha visto a los mapaches de

la región, trepar a los pos-

tes de luz, y darse tremen-

dos banquetes con los hue-

vos de sus nidos. También

los mapaches resultaron a-

fortunados.

Page 24: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

24 www.avelamia.com

algo a colmarme de

noche cuando hay ple-

nilunio. La luz de la lu-

na saca destellos de las

sombras que mueve la brisa

nocturna que a esa hora so-

pla de las montañas al mar.

Mi deleite son las hojas y

ramas secas que crujen ba-

jo mis pasos. Me invaden

los recuerdos cuando todo

se transforma, ahí escon-

dido entre sombras y ruidos

nocturnos: los aleteos, las

ramas que se quiebran, e-

sos movimientos de hoja-

rasca y los extraños suspi-

ros en el cielo que tiemblan

bajo las estrellas que viajan

con la luna, al igual que las

sombras de búhos y lechu-

zas que acechan en la den-

sidad de las frondas espe-

sas de los encinos. Su nom-

bre resuena en mi mente

como un eco oscuro y anti-

guo. Enrique Tambo. El

Tambo, hechicero cucapá,

terror de paipás y kiliwas, a

quienes azoraba con sus

truculencias.

Se decían tantas cosas

de él, nunca comprobadas;

sólo decires que se

pasaban de boca en boca.

Contaban que había venido

al Valle de la Trinidad hu-

yendo del Cerro del Mayor,

en tierra cucapá, porque es-

tuvo envuelto en un delito

que ameritaba cárcel. De

todos era sabido que la he-

chicería era su fuerte; y que

no sólo la conocía, sino que

practicaba el lado más os-

curo y siniestro de ella; ade-

más, era un hombre de po-

der, de gran poder. Cuando

se contaba esta historia, se

hacía entre murmullos ape-

nas salidos de la garganta,

con miedo que aquello lle-

gara a oídos del hechicero,

no fuera a escucharlos el

viento de por sí muy chis-

moso.

Era sabido que el Tam-

bo conocía el lenguaje de

las piedras, las hojas, las

nubes y los vientos. Era di-

fícil que no se enterara si su

nombre y su historia fueron

pronunciados por una boca

indiscreta. Pero pese al

miedo y bajo el goce de lo

prohibido y peligroso, la his-

toria se esparcía como nie-

bla espesa que salía del

mar.

Decían que el Tambo y

otro, habían penetrado en

los abismos de la magia os-

cura, de ésa que fluía de las

profundas venas de la tie-

rra, de oscuras cavernas

sulfurosas, donde habitan

los espíritus malignos que

deambulan las noches. A-

prendieron cómo regresar a

S

El Tambo Marta Aragón R.

Page 25: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

25 www.avelamia.com

un hombre que había baja-

do al inframundo; cómo vol-

verlo a la vida después de

tres días de sepultado. A-

prendieron rituales con o-

tros hombres de poder, ayu-

dados de hierbas podero-

sas que los llevaban a otras

realidades, a los reinos de

demonios y espíritus malva-

dos.

Cuando se sintieron

dueños de semejante po-

der, convencieron a un ter-

cero para que se dejara ma-

tar y los sepultaron por tres

días; ellos, gracias a la ma-

gia lo regresarían a la vida.

Fueron tan convincentes

que el crédulo hombre, se

dejó que le dispararan con

una 38: fue un tiro que lo

hizo caer sobre las arenas

solitarias y calientes del de-

sierto. Los otros dos lo en-

terraron y comenzaron los

rituales que implicaban can-

tos, sonajas, plumas, fuego,

brasas, datura, marihuana y

peyote. No durmieron du-

rante ese tiempo. Los gritos

y sus danzas eran sombras

movedizas en el desierto.

Pero pasaron los tres días y

el hombre no resucitó. De-

sesperados abrieron la pre-

caria tumba de arena y allí

estaba el cuerpo, más

muerto que el primer día,

porque ahora hedía a carro-

ña podrida.

¡Entiérralo de vuelta!

Y vale más que nos va-

yamos juidos de aquí lo

más pronto posible, antes

de que nos caiga la ley.

Estos eran los decires

que revoloteaban alrededor

del Tambo que se vino al

Valle de la Trinidad, en don-

de se acomodó a trabajar

en el Rancho El Carrizo,

propiedad de Enrique Joliff,

su tocayo, a quien la gente

llamaba el Yale.

Era un rancho gana-

dero con un pie de mil ca-

bezas de bovinos. Se ocu-

paban muchos vaqueros a

la hora de las campeadas.

Se tenía que herrar, capar,

señalar y vacunar las crías

nuevas. Mover el ganado a

que subiera a la sierra para

que comiera verde luego de

las lluvias de verano, que

reverdecían los valles de la

sierra. Siempre había traba-

jo. El capataz era Felipe

Jenssen, primo de Joliff, a

quien ayudaba hombro con

hombro su hijo Enrique Jen-

ssen, muchacho muy sim-

pático y el único a quien el

Tambo no lo hacía víctima

de sus trucos por ser ape-

nas un chamaco larguirucho

de enorme sonrisa y chis-

peantes ojos verdes.

Todos los vaqueros te-

mían al Tambo, sobre todo

Page 26: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

26 www.avelamia.com

paipás y kiliwas, a quienes

engañaba.

Mira paisano, voy a

convertir los asientos de tu

café en mierda de pinacate.

Y en mierda de pina-

cate se convertían los a-

sientos del café. Era tanto

el pavor que le tenían los

paisanos, que no pasaban

por los sitios en que hubiera

estado el Tambo. Esa se

volvió la única solución e-

fectiva que tenían Felipe

Jenssen y Enrique Joliff

para ahuyentar a la Chepa,

una mujer kiliwa brava y a-

trevida, que montaba cam-

po para matar el ganado de

Joliff y Jenssen, y alimentar

a todos sus críos. Eran tan

duchos en esto de matar

ganado, que no dejaban el

menor rastro de que allí se

hubiese destazado una res

hasta cecinarla con sal.

Cuando Felipe Jenssen

se enteraba que la Chepa

andaba haciendo de las su-

yas, le decía al joven Enri-

que:

Vete al Carrizo y tráe-

te al Tambo. Dile que la

Chepa y toda su prole están

en El Gárate haciendo de

las suyas.

Sólo el Tambo lograba

que esa india enorme, de

cara tan ancha y oscura co-

mo una luna negra, se fuera

para Kolew Ñimaat a sacar

miel de los enjambres, a

buscar piñones y a preparar

atole de bellotas, y cuando

quisiera comer carne de

res, iría a otros ranchos o

cazaría venados.

Un día, Magui Castro,

un paipá de Santa Catarina

andaba muy lurio con una

pistola nueva. Como todos

aquellos, también Magui era

altanero y presumido; se u-

fanaba de su buen tino, que

donde ponía el ojo, ponía la

bala. Así que se lo pasó ti-

rando a cuanto blanco se le

atravesara, hasta que se le

puso enfrente, parado sobre

un cerco, un gran tecolote,

y el paipá desenfundó pis-

tola y le disparó al ave que

no se inmutó ni se movió de

su lugar, pese a que Magui

Castro vació de tiros el car-

gador de su pistola: tres ve-

ces apuntándole al tecolote

directo al pecho. El ave no

se movió del cerco ni dejó

de mirar al hombre con sus

ojos redondos y amarillos.

Magui Castro se quedó cla-

vado en el suelo, sin ningún

tiro para descerrajárselo al

tecolote, hasta que la última

Page 27: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

27 www.avelamia.com

claridad del día se diluyó en

la oscuridad. Fue entonces

que el tecolote alzó el vuelo

y desapareció en la noche.

¡El Tambo, manito, e-

ra el Tambo! ―, contaba

Magui Castro después ―.

Nunca más pude disparar

con esa pistola; se echó a

perder de a buenas, valeci-

tos; de a buenas se echó a

perder.

Siniestro y oscuro an-

duvo el Tambo algunos a-

ños entre los ranchos El

Carrizo y El Coyote, hacien-

do fechorías y teniendo a la

Chepa a raya con todo e hi-

jos. No volví a verlo. Supe

que había muerto, pero no

me enteré de pormenores,

hasta que muchísimos años

después, el recuerdo del

Tambo salió a relucir dentro

de una conversación:

Sí, valecitos, el Tambo

murió en el Valle de la Tri-

nidad. Lo velaron en Los

Pocitos. Yo fui al velorio;

habíamos sido muy buenos

compas, pero grande fue mi

sorpresa que al llegar al

lugar, en todos los árboles,

piedras y palos que estaban

junto a la casa, se posaron

cientos de tecolotes y le-

chuzas que viven por aquí.

Sonreí al recordarlo.

Hasta mí llegó el ulular de

un búho que cantaba entre

las ramas de un encino

frondoso. Estaba seguro

que por allí andaba el Tam-

bo y que había venido a sa-

ludarme.

Page 28: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

28 www.avelamia.com

1.- Linterna mágica

mprendí el vuelo

dentro de los conf-

ines de la linterna.

Mágica luminiscencia que

devela fantasías. Las mu-

sas, fluyen luminosas en u-

na manta como una virgen:

Greta, Marlene, Ingrid, Jo-

die, Wynona, Nicole ─infi-

nitas y etéreas─. Conquis-

tando mi corazón y mis per-

versiones. Sensualidad tan

diáfana como la propia luz.

Apología del onirismo. En-

trelazando el celuloide en-

tre mis neuronas, la ficción

se apoderó de mi cordura.

La oscuridad siempre ha

sido propicia para los sue-

ños. Los sueños siempre

han sido el opio contra el

áspero entorno. Quien ma-

nosea a una mujer en la

butaca, está amando a Ilsa

o a Scarlett; o simplemente

está en la fontana de Trevi.

El cine, aparentemente tan

irreal, nunca ha sobrado

para mencionar instantes

de la propia vida. Referente

obligado de la existencia.

Hasta antes de Lumiere,

nunca la fantasía estuvo

tan emparentada con la

realidad.

2.- Mi dulce Olivia

La ilusión se muere y llega

la cruda realidad. Urgencia

de encontrar en la hu-

manidad algo bello para to-

lerar el cataclismo. Des-

pués de la mágica epifanía

E

Cuatro desde la dipsomanía

José Luis Barrera

Page 29: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

29 www.avelamia.com

de los juguetes, me entre-

gué al misterio de la mujer

¿Quién iba a saber que la

decadente Lilith de quinto

grado fuera a interrumpir el

proceso natural que se me-

guía? Cruenta despedida

de la inocencia. Aquellos o-

jos azules que eran mi con-

suelo, fueron dardos de ve-

neno a mi autoestima. El

daño estaba hecho ¿Qué

hacer con una carga tan

pesada en mis alforjas?

Llegaron entonces los sue-

ños. El onirismo. Las pre-

sencias platónicas. Las rea-

lidades alternas. Ensoña-

ción etérea. Absorbente i-

rrealidad. En ese trance en-

tre la fantasía y mi entorno,

apareció la sirena de mi a-

nhelo. Imagen casi empírea

de mujer. Belleza casi real

en mis fantasías. Mi amor a

la medida. Irremediableme-

nte fiel a ti ¿Qué importa la

edad en la insania? Qué

mejor placebo que la per-

fección. Ojos repletos de e-

sa magia perdida. Sonrisa

sumergida en mi avidez

sensual. Encuentro con la

mujer en el contrastante

sentido de mi existencia.

Remedio alterno en contra

de la humanidad. Erasmo

de Rótterdam me elogiaría.

Pero nada hermoso es

eterno. Y te fuiste junto

con el espejismo. No obs-

tante, aún te reservo para

mis ausencias. Los años no

pasan en la memoria oní-

rica. Tus ojos y tu sonrisa

persisten inmutables, pero

ya no eres mi amante des-

de que me arropé de la

cordura.

3.- Sirena céltica II

Desde la tierra de la ira, la

sacerdotisa "Cabeza rapa-

da" canta salmos de a-

postasía. No hay nada

peor para un jerarca moral

que una mujer ordenada, y

más aún si esta hace trizas

su fotografía. La sirena cél-

tica del "León y la cobra",

extendió su canto sin

tener que entonar un ca-

prichoso himno imperia-

lista (el mismo imperio que

hizo “carne de cañón” a sus

antepasados). Bienaven-

turados los enemigos del

Tío Sam. A sus detrac-

tores habrá que recordar-

les que la música no es

para "agachones". Nothing

compare to you Sinnead.

En la profundidad de sus

ojos marinos naufragó la

sáfica hechicera de los jar-

dines de Puschkin. Profe-

Page 30: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

30 www.avelamia.com

sando con el rencor en

sus entrañas, muchos le

temen a su espíritu pro-

fano. De manera pre-

ventiva le mantienen

las imágenes sagradas le-

jos de su templo; no vaya

a ser que los nubarrones

de su vida degeneren

de nuevo en alguna tem-

pestad iconoclasta.

4.- Ninfulandia: la tierra prometida

La escuela ─diría mister

Humbert─ es fuente inagota-

ble de nínfulas. Pero yo me

basto con las imprevistas

batallas epicúreas que pro-

curan perversiones. Paraíso

vouyerista. Objetos de culto

fetichista. Juegos de se-

ducción furtiva. No comulgo

con las leyes en senderos de

Afrodita. Sobre geografías e-

rógenas aborrezco la mo-

ral y el tálamo. Admi-

rando la asíntota marina

en brazos adolescentes,

conjuro mis fantasías

frustradas. Entre caricias

y obsesiones, la lluvia e-

mulando sudores. Las ho-

ras negras, discretas celes-

tinas. El bosque o la playa,

orbes emulantes de Pafos.

En el fárrago de letras,

nombres femeninos que hoy

no dicen nada. Las inmar-

cesibles, las musas, guarda-

das en prosas o en versos

nacidos del alma. Presen-

cias con estigma de inmor-

talidad. En Ninfuland la ino-

cencia es camuflaje de

la perversión. Tierra de

veraneo para el otoño

masculino. En Ninfuland

han canonizado a Sergio

Andrade.

Page 31: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

31 www.avelamia.com

oseidón llegó hasta

la mera Amecameca,

para visitar el sitio

donde la monja Joan Agnes

habitó de niña. Ahí, al pie

de los volcanes, el dios me-

ditó en la alegoría del Mar-

qués de la Laguna, virrey

llegado a Nueva España y

loado por la monja de Ame-

cameca en un océano de

colores, una prosa que elo-

gió la feliz entrada a la ciu-

dad del nuevo gobernante,

en un arco triunfal que se

erigió en la Catedral Metro-

politana. Pero no fue sólo

por eso que el eximio griego

vino acá, sino que algún

oráculo le dio a entender

que, donde otrora hubo

Marqués de la Laguna, aho-

ra habría un Marqués del

(nuevo) Aeropuerto. Enton-

ces pasó por Amecameca

para ver si escuchaba del

fantasma de Joan Agnes

para que éste le dijera cuál

era la verdad sobre eso.

Pero la monja no se

manifestó, pues su esque-

leto se encontraba en la ca-

pital mexicana. Poseidón,

aunque sabio, no podía co-

nocer la existencia de un

claustro jerónimo donde ya-

cía enterrada la monja. Los

dioses de la antigüedad no

pueden entrar a lugares así,

impregnados estos últimos

de ese olor que expulsó la

belleza de Europa para im-

poner la iglesia de los pre-

suntos pe(s)cadores. Sin

embargo, el dios griego de-

cidió de todos modos ir a

Mexicópolis, donde alguien

podría informarle acerca de

ese Marqués del Aeropuer-

to. Qué mejor que seguir

con la mirada a los aviones

P

Poseidón sin

alegoría

Luciano Pérez

Page 32: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

32 www.avelamia.com

que llegaban a la ciudad,

para orientarse hacia donde

se ubicaba, por ahora, el

aeropuerto viejo.

Las viejas deidades

reconocen a sus iguales y

semejantes, y así fue que

en plena Colonia Moctezu-

ma, ya cerca de la terminal

aérea, Tezcatlipoca le salió

al encuentro a Poseidón, y

abrazándolo le dijo: “Te co-

nozco bien, lo inundas todo

y también eres creador de

terremotos; aquí ocurren de

éstos mucho, en honor a ti

seguramente”. Poseidón se

alegró de ver a otro dios, y

abrazando a su vez al na-

hua le respondió: “Sí, tam-

bién supe que mis terremo-

tos han llegado acá. Pero

antes que todo soy del mar,

y he oído que donde alguna

vez hubo un gran lago, el

cual fue infamemente de-

secado hace mucho tiempo,

están construyendo un nue-

vo aeropuerto”.

Tezcatlipoca invitó a

Poseidón a subir juntos a lo

alto del Cerro del Peñón. A-

quél dijo: “no saben lo que

hacen, como cuando fue

muerto Adonis. En efecto,

construyen ese aeropuerto

sobre lo que abajo sigue

siendo agua. Ignoran que la

ciudad está destinada a vol-

ver a ser parte de tus domi-

nios, oh Poseidón”. Y éste

contestó: “Sé que una mon-

ja le dio la bienvenida a un

Marqués de la Laguna que

gobernó aquí. Pero, ¿qué

hay del Marqués del Aero-

puerto, de este nuevo que

están haciendo?” Tezcatli-

poca, sonriendo con ironía,

dijo: “Oh, es el hombre más

rico de este que alguna vez

fue mi país. Él es un Pluto

ciego al que se le inundará

de todo a todo su nuevo

aeropuerto. Argumenta que

si no se hace éste, ya no

será posible ningún progre-

so, ningún desarrollo, y el

futuro de México corre un

gran riesgo”. Poseidón ex--

clamó: “¡Malas palabras son

esas! La Edad de Oro fue

hace mucho, y nunca más

habrá otra. Por lo tanto, no

existen ni el progreso ni el

desarrollo, no se va hacia

ningún lado ya”. Y Tez-

catlipoca: “Quizá Pluto lo

sabe, pero con tal de ser

más rico esta dispuesto a

que la ciudad se hunda an-

tes del tiempo previsto por

las Moiras”.

Poseidón se sintió e-

nojado, como en los tiem-

pos de Troya, o como cuan-

do perdió Atenas ante Pa-

las. “¡Cómo quisiera ahogar

a ese Marqués del Aero-

puerto, ensartarlo con mi tri-

dente. ¿Dónde podemos

hallarlo?” Y Tezcatlipoca

respondió: “Eso será muy

difícil, porque Pluto anda

por todo el mundo gastando

dinero y creando empleos

para esclavos. Pero ya que

Page 33: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

33 www.avelamia.com

estás aquí, ¿por qué no

provocas un terremoto y

que se hunda ya, ahora

mismo, todo ese proyecto

aeroportuario?” El griego di-

jo: “En verdad que es un

ciego Pluto el tal Marqués,

cualquiera puede ver que

esta nueva construcción es-

tá condenada a irse abajo.

No tardará eso en suceder,

amigo nahua, las Moiras

son implacables. No nece-

sito hacer nada”.

El dios del mar se

despidió de Tezcatlipoca, y

al volver hacia el Medite-

rráneo, portando el estan-

darte azul de la caballería

naval, pensaba. “Después

de todo, los aviones son co-

mo peces, vuelan dentro del

agua, o mejor dicho, nadan

en lo alto del aire. La monja

lo definió bien cuando dijo

que su México fue 'sobre

las ondas fabricada'. Y por

su devoción hacia Egipto,

ella dijo que mi madre fue

Isis, y que por eso era yo

sabio, al tener tan egregia

madre. Como todas las dio-

sas se llaman, a final de

cuentas, Isis, según seña-

lan unos viejos misterios, es

posible... Pero de Isis supe

que antes fue llamada Io, y

que con cuernos de luna

anduvo errante viajando,

perseguida por una mosca,

y desde el Cáucaso fue a

dar hasta Egipto, que es

donde más la quieren y la

aman. ¿Es mi madre? Toda

diosa puede serlo, así mis

barbas blancas se remojen

en el mar. Ahora bien, si

soy sabio, por eso sé que el

mundo es agua, y donde

hay tierra hay terremotos, y

que México esta expuesto a

eso. 'Porque agua eres y en

agua te convertirás'. Que no

haya más, pues, marqueses

de la Laguna ni del nuevo

Aeropuerto, sino que yo

mismo, Poseidón, sin ningu-

na alegoría, tomaré pose-

sión de México como uno

de mis más preciados domi-

nios acuáticos. Como lo fue

siempre, hasta que llegó el

capitán Cortés. Así que ya

no será el tiempo de inge-

niosos desagües ni de pro-

yectos aeroportuarios para

el progreso y el desarrollo.

¡Alista tu barco negro, ami-

go Tezcatlipoca, para que

naveguemos juntos desde

Xochimilco hasta Chiconau-

tla!”

Page 34: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

34 www.avelamia.com

Page 35: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

35 www.avelamia.com

Page 36: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

36 www.avelamia.com

Page 37: 1 compone de lo que fue el pasado, el cual sigue influyéndonos, siempre y cuando entendamos que, si bien lo que sucedió ya no puede volver a suceder, al menos no de la misma manera,

37 www.avelamia.com

El camino irrevocable de la cultura que se trazó desde

un principio, viene siendo además el verdadero sentir

y gusto de quienes colaboramos en esta revista. Ahora

es agosto y celebramos el número 70 de la misma. Se

enumera fácil, pero sólo con la pasión desbordante

con que la hacemos se podría llegar a este número sin

motivaciones económicas. Seguimos adelante.