05-04-15- El Comercio - Chosica, A Un Hervor de La Tragedia 1

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A8 l País El Comercio domingo 5 de abril del 2015 A un hervor de la tragedia RAZONES DE LA LENTA REACCIÓN DEL ESTADO El 15 de agosto del 2007, a las 6:40 p.m., mientras el cura José Torres Mota celebraba la euca- ristía en la iglesia San Clemen- te de Pisco, la costa peruana se empezó a remecer. Fueron casi tres minutos de desconcierto, angustia y lamentos coronados por el resquebrajo del techo del templo. Minutos después, el presi- dente Alan García anunciaba que los daños por el terremoto no habían ocasionado una gran catástrofe. Sin embargo, al amanecer la realidad era otra: casi 600 personas habían per- dido la vida, más de 1.200 es- taban heridas, había 665.000 damnificados y 70.000 vivien- das habían colapsado. Casi 8 años han pasado y la situación en Pisco sigue siendo lamentable. Poco hizo el Estado para reaccionar ante esta crisis y poco ha hecho para recons- truir los pueblos azotados por el terremoto. Los recientes huaicos de Cho- sica y Santa Eulalia, donde hubo 9 muertos y se destruyeron va- rias viviendas, tienen algo en co- mún con el terremoto de Pisco: la lenta reacción del Estado. ¿Por qué el Estado se demora tanto en responder ante los de- sastres naturales? Para enten- der esta letanía, es útil recordar lo ocurrido en Pisco y hacer una comparación con las experien- cias luego del terremoto de Chi- le en el 2010 y del tsunami de Indonesia en el 2004. LA RANCIA REALIDAD El Perú es un país propenso a sufrir daños de gran magnitud en desastres naturales porque, entre otros factores, a lo largo de los años el territorio ha sido ocupado de manera informal y sin planificación. Esta situación se ha agra- vado debido a que, en muchos casos, las municipalidades han legitimado la mala ubicación de estas viviendas al otorgar tí- tulos de propiedad sobre zonas de riesgo –como el caso de Cho- sica–. Según el Ministerio del Ambiente, el 46% del territorio nacional está en condiciones de vulnerabilidad alta a muy alta, y el 36,2% de la población na- cional ocupa este espacio. Esta realidad endémica, además, genera que en estas zo- nas los servicios básicos termi- nen siendo costosos y escasos. La falta de acceso al agua po- table y la inexistencia de des- agües inciden en la tasa de muertes luego de los desastres naturales, ya que las infecciones y epidemias se propagan en las zonas afectadas. Los protocolos de respuesta rápida del Estado ante de- sastres natu- rales son el único Para implementar un mecanismo de respuesta rápida se necesita un equipo de profesionales altamente calificados con acceso directo al presidente y con presupuesto para tomar las decisiones más eficientes. En el Perú existen todas las condiciones para que un desastre natural tenga un impacto apocalíptico. GABRIEL DALY* Editor de Informes Especiales medio que puede evitar este ti- po de circunstancias. RECETAS CLARAS Si se revisa con detenimiento los procedimientos de una empre- sa minera o de hidrocarburos, llama la atención la cantidad de protocolos que tienen para ca- da posible evento. Si –por ejem- plo– hay un derrame de crudo, los empleados saben cómo reac- cionar, no tienen que inventar nada, lo cual es de vital impor- tancia cuando el tiempo juega en contra. La ayuda internacional es importante, pero si no está coordinada con una política nacional, puede ser contraproducente para el país. Cuando cesó el terremoto de Pisco, las autoridades no supieron cómo reaccionar y la desorganización era reinante: no estaba claro quién era res- ponsable de qué y quién debía liderar la situación. De hecho, fue este desorden el que llevó al presidente García a nom- brar a un grupo de notables para que se encargara de la re- cuperación. Si bien actualmente conta- mos con los lineamientos esta- blecidos en el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desas- tres (Sinagerd) para prevenir y responder ante desastres na- turales, muchas veces las enti- dades encargadas de llevar los procesos carecen del músculo para poder implementarlos rá- pidamente. ESPAGUETI ESTATAL En la gestión de riesgos, la coor- dinación en el Estado resulta vital. Esto implica una armoni- zación en dos campos: primero, de manera transversal entre los distintos sectores del gobierno central y luego entre el gobierno central y los gobiernos locales y regionales. Pero, lamentable- mente, esta articulación repre- senta todo un reto para nuestros funcionarios. En el caso de Pisco, las discu- siones entre las distintas autori- dades involucradas eran exce- sivamente largas. Cada alcalde buscaba satisfacer sus propias necesidades. No existió, pues, una visión integral del problema por parte de los encargados de la ILUSTRACIóN : GIOVANNI TAZZA

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A8 l País —El Comercio —domingo 5 de abril del 2015

A un hervor de la tragedia

razones de la lenta reacción del estado

El 15 de agosto del 2007, a las 6:40 p.m., mientras el cura José Torres Mota celebraba la euca-ristía en la iglesia San Clemen-te de Pisco, la costa peruana se empezó a remecer. Fueron casi tres minutos de desconcierto, angustia y lamentos coronados por el resquebrajo del techo del templo.

Minutos después, el presi-dente Alan García anunciaba que los daños por el terremoto no habían ocasionado una gran catástrofe. Sin embargo, al amanecer la realidad era otra: casi 600 personas habían per-dido la vida, más de 1.200 es-taban heridas, había 665.000 damnificados y 70.000 vivien-das habían colapsado.

Casi 8 años han pasado y la situación en Pisco sigue siendo lamentable. Poco hizo el Estado para reaccionar ante esta crisis y poco ha hecho para recons-truir los pueblos azotados por el terremoto.

Los recientes huaicos de Cho-sica y Santa Eulalia, donde hubo 9 muertos y se destruyeron va-rias viviendas, tienen algo en co-mún con el terremoto de Pisco: la lenta reacción del Estado.

¿Por qué el Estado se demora tanto en responder ante los de-sastres naturales? Para enten-der esta letanía, es útil recordar lo ocurrido en Pisco y hacer una comparación con las experien-cias luego del terremoto de Chi-le en el 2010 y del tsunami de Indonesia en el 2004.

La rancia reaLidadEl Perú es un país propenso a sufrir daños de gran magnitud en desastres naturales porque, entre otros factores, a lo largo de los años el territorio ha sido ocupado de manera informal y sin planificación.

Esta situación se ha agra-vado debido a que, en muchos casos, las municipalidades han legitimado la mala ubicación de estas viviendas al otorgar tí-tulos de propiedad sobre zonas de riesgo –como el caso de Cho-sica–. Según el Ministerio del Ambiente, el 46% del territorio nacional está en condiciones de vulnerabilidad alta a muy alta, y el 36,2% de la población na-cional ocupa este espacio.

Esta realidad endémica, además, genera que en estas zo-nas los servicios básicos termi-nen siendo costosos y escasos.

La falta de acceso al agua po-table y la inexistencia de des-agües inciden en la tasa de muertes luego de los desastres naturales, ya que las infecciones y epidemias se propagan en las zonas afectadas.

Los protocolos de respuesta rápida del Estado ante de-sastres natu-rales son el único

Para implementar un mecanismo de respuesta rápida se necesita un equipo de profesionales altamente calificados con acceso directo al presidente y con presupuesto para tomar las decisiones más eficientes.

En el Perú existen todas las condiciones para que un desastre natural tenga un impacto apocalíptico.

Gabriel Daly*Editor de Informes Especiales

medio que puede evitar este ti-po de circunstancias.

recetas cLarasSi se revisa con detenimiento los procedimientos de una empre-sa minera o de hidrocarburos, llama la atención la cantidad de protocolos que tienen para ca-da posible evento. Si –por ejem-plo– hay un derrame de crudo, los empleados saben cómo reac-cionar, no tienen que inventar nada, lo cual es de vital impor-tancia cuando el tiempo juega en contra.

La ayuda internacional es importante, pero si no está coordinada con una política nacional, puede ser contraproducente para el país.

Cuando cesó el terremoto de Pisco, las autoridades no supieron cómo reaccionar y la desorganización era reinante: no estaba claro quién era res-ponsable de qué y quién debía liderar la situación. De hecho, fue este desorden el que llevó al presidente García a nom-brar a un grupo de notables para que se encargara de la re-cuperación.

Si bien actualmente conta-mos con los lineamientos esta-blecidos en el Sistema Nacional

de Gestión del Riesgo de Desas-tres (Sinagerd) para prevenir y responder ante desastres na-turales, muchas veces las enti-dades encargadas de llevar los procesos carecen del músculo para poder implementarlos rá-pidamente.

espagueti estataLEn la gestión de riesgos, la coor-dinación en el Estado resulta vital. Esto implica una armoni-zación en dos campos: primero, de manera transversal entre los

distintos sectores del gobierno central y luego entre el gobierno central y los gobiernos locales y regionales. Pero, lamentable-mente, esta articulación repre-senta todo un reto para nuestros funcionarios.

En el caso de Pisco, las discu-siones entre las distintas autori-dades involucradas eran exce-sivamente largas. Cada alcalde buscaba satisfacer sus propias necesidades. No existió, pues, una visión integral del problema por parte de los encargados de la

ilustrACión : giovAnni tAzzA