Post on 03-Jun-2018
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
1/90
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I,IBNO
95{50)951 /Ol
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1
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021
PLANTA
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
2/90
eloft73Ex
:
PmRnp Vrlan
MpuonIA,
HISToRIA
HISTORIADORES
Traduccin
y
edicin
de
Arn
Cohen
l
luqAeLt,'s
nolf
4lo
LLu*ruERsrDAD
oe
GneNee
UNrvsnsrtet
p
VarBNcre
2004
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i
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
3/90
Reservados
todos los derechas.
Est:
prohibido
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o
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esta
publicacin,
total
o
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por
cualquier
medio,
sin la
a,utorizacin
expresa
de
Editorial
Universidad de
Granada,
bajo las
sanciones
establecidas en las Leyes.
PIERRVILAR.
UNIVERSIDAD
DE
GRANADA.
UNIVERSITAT
DE
VALNCIA.
MEMORIA,
HISTORIA
E HISTORIADORES.
ISBN:
84-338-3072-4.
ISBN:
84-370-5857-0,
Depsito
legal:
GR.i 116-2004.
Edita:
Editorial
Universidad
de Granada,
Campus
Universitario
de Cartuja,
Ortntd,
Fotocomposicin:
Natale's
S,L. Granada,
Imprime:
Imprenta
Comcrcial,
Motril,
0rnnnd,
@
@
@
Printed in
Spain
Impreto
en
Etpalla
NOTA PRELIMINAR
Con
la
generosidad
y
la
gentile
za
qtJLe
en l
son
habituales, Pierre
Vilar dio
todas las
facilidades
cuando,
en las Navidades
de
2002,
le transmit
el
deseo
de
Rafael G. Peinado
Santaella, director
de la Editorial
Universidad
de
Granada, de reunir
diversos trabajos
suyos en un
pequeo
volumen.
Se incluyen
en este
libro
cuatro
textos
del
gran
historiador
e
hispanista
francs
y
una amplia
trans-
cripcin
de una entrevista
videograbada
a finales
de
1997,
a
raiz
de otra amable
deferencia
de Pierre Vilar
con una anterior
solicitud
de la
Universidad de
Gra-
nada.
El
conjunto
es una muestra,
modestsima
sin
duda,
pero
cohesionada,
de.
una obra
sencillamente
inmensa. Los
cuatro
trabajos traducidos
comparten
un triple
comn denominador:
de
un lado,
o bien se
carecia de versin
en castellano
(caso
de dos
de ellos:
un artculo necrolgico
sobre
Fernand
Braudel
y
unos
comentarios sobre las
conmemoraciones
del bicente-
nario de la Revolucin
francesa
en 1989), o la
exis-
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tente
(mexicana,
de los
otros dos:
unas
reflexiones
sobre la significacin de algunas
aportaciones
de
Ernest
Labrousse
y
una critica
de
ciertos usos
ahistricos
en
los medios de comunicacin
de
masas
y
en
algunas
modas en
el
campo
de las ) no
resultaba
de
fcil
acceso
en
E,spaa.
Por otra
parte,
las fechas de elaboracin
de
los
cuatro textos abarcan
un
intervalo
de
tiempo
relativamente corto
(entre
fi-
nales de 1985
y
mediados
de 1989)
en
la
etapa de los
ltimos
trabajos
de
Pierre
Vilar.
Por
ltirno,
la unidad
de
los
contenidos es
notable:
su consagracin directa
o indirecta
a
obras de
grandes
historiadores, incluida
su
prolongacin al mbito
de las instituciones
profe-
sionales,
componen
una
sugestiva
reflexin
historio-
grfica;
la
exigente atencin a las
cuestiones tericas
y
metodolgicas,
constante en
la
obra de Pierre
Vilar,
est
presente en cada
uno
de
los trabajos, incluido el
recurso a
observaciones
y
recuerdos personales que
se
combinan
continuamente
con las referencias
a tex-
tos; el dilogo
franco
con
todas
las ,
desde
el reconocimiento
de
las
grandes
obras
fundadoras
a
la
crtica de algunas
tentaciones
en boga.
Y,
siempre,
asociando
las
consideraciones
sobre
au-
tores, obras
y escuelas
a
la
observacin rigurosa
y
percpicaz
sobre su poca,
el siglo
XX
y
sus
inflexiones.
Recuerdos,
referencias
a algunos
hitos
del
propio
itinerario
intelectual,
reflexin
sobre una forma
de
entender
y
defender la
historia
y
aplicaciones
a
rca-
lidades de finales del siglo XX dan
tambin
cucrpo
al
texto
que
cierra el volumen:
una
entrevista
quc
no
estaba destinada
a la
difusin
escrita,
para
cuys
roa-
lizacin el
autor
de estas
llneas habla
eonteclo
con
la
-8-
-9 -
colaboracin
de Pablo
L'rna, amigo
y
compaero
en
los
seminarios
de Pierre
Vilar,
y
a la
que
pudo
sumar-
se tambin
Rosa Congost,
presente
esos
das de di-
ciembre de
1997
en
Pars, artfice de una
magnfica
edicin
anotada
del libro
de
Pierre
Yllar Pensar
his-
tricamente. Reflexiones
y
recuerdos, ctya versin
en castellano
acababa entonces de ver
la
htz.
As,
pues,
lo
que
el lector
tiene ante
s
son distin-
tos
trabajos
fechados
-,
se
podra
aadir-,
pero
cuyo
inters
permanece
ms
all
de las
en
las
que
se inspiraron.
Ilustran 7a valtdez
y
la
coherencia
de
la
historia
en-
tendida
antes
que
nada
como tn modo
de
pensar:
la
>, la
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clinica
de Saint-Palais, a
la
edad de
97
aos. A
quie-
nes
tuvimos
la
fortuna
y
el
privilegio
de conocerle
como maestro
y
como amigo
entraable
nos
queda,
aparte
de la tristeza,
un vaco
irreparable.
El historia-
dor
seguir
presente
en las lecciones
de su obra ejem-
plar.
Esta
pequea
recopilacin
ser,
por
desgracia,
pstuma y
su
ttulo,
provisional,
no tendr la confir-
macin
del
autor.
-
10-
-
11-
LA
FIGURA
DE FERNAND
BRAUDEL
*
Jueves,
28
de noviembre
de 1985.
Cinco de
la
tarde.
En el
moderno
edificio del
bulevar
Raspail que
ha reemplazad,o a
la
vieja
prisin
de
Cherche-Midi,
y
que
alberga
a la Maison
des Sciences
de
l'Homme
y
a
la
cole
des Hautes
tudes en
Sciences Sociales,
terminaba el seminario
en
el
que
me
sigue
gustando
reunir,
en
la libertad
y
por
placer, a algunos
aprendi-
ces de historiador.
Una
voz nos llega del
pasillo:
Braudel ha
muerto.
No me
sorprendi
emocionarme.
Pero
lo
hice
por
la sensacin
de vaco,
de ausencia, que
me
invadi al
conocer la
noticia,
a
pesar
de
que nunca
he sido
un
ntimo
de
Fernand
Braudel
y
de
que
*
,
Rvolution, 29
de
noviembre
de
1985.
Existe
una
traduccin
al
cataln en Pierre
Yllar, Reflexions
d'un historiador,
Valencia,
Servei de Publicacions
Universitat de Valncia, 1992,
pp.
91-95.
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haca aos
que
slo me vea
con l
en contadas
ocasiones.
Sin
duda,
mi impresin
no
era
ajena
al
lugar
en el
que
me encontraba:
Braudel
haba sido
su creador
y
su presencia
en l
segua
siendo
difu-
sa.
Tambin influa
el efecto de
1o
inesperado: ha-
ban
pasado pocos
das desde
la
fiesta
que
sus
disc-
pulos
le
haban
ofrecido en
un
Chateauvallon
mediterrneo;
y
an menos
desde
Ia larga
entrevis-
ta
que Fernand Braudel haba concedido
a
Maria
Antonietta Macciocchi,
con ocasin de
las
jornadas
((europeas))
de
Madrid.
Algunos
hombres transmiten
la ilusin
-y,
tal vez,
sobre todo a
quienes
son
de
su
misma
edad-
de
que
nunca dejarn de estar entre
nosotros.
Sin embargo, no
poda
ignorar
que
mi
emocin
tena
races
ms
profundas:
cuarenta
aos de camino
compartido,
a 7a vez
amistoso
y
conflictivo,
en el
que
Braudel
sola alternar
el
gruido
con la ternura
(y
yo
las irritaciones
con la admiracin),
por
los
tortuosos
senderos de las
instituciones
universitarias
y
las
altu-
ras
(no
siempre serenas)
de
la
epistemologa
y
la
prctica
histricas.
Nos
conocirnos
en 1945, cuando
los
dos, como
en
la cancin,
en busca del maravilloso
callejeo
de los /ocos
aos. Hasta intelectualmente
seguamos
vas inver-
sas,
pero
que
deban
cruzarse:
de
un
proyecto
de
historia
diplomtica, 1
iba
a hacer
surgir
la
;
yo
me
fui
gegrafo
a Espaa
y
volv historia-
dor.
Nuestras
curiosidades,
nuestros
entusiasmos
se
encontraron un dia,
aunque
para
conclusiones
y
ca-
rreras muy diferentes. Cuestin,
sobre
todo, de
tem-
peramentos.
No
obstante,
fue lejos del Mediterrneo
donde
Braudel encontr su destino.
En Brasil.
All
coinci-
di, hacia 1937,
con
el
gegrafo
Monbeig,
el soci-
logo Gurvitch, el etnlogo
Lvi-Strauss:
primera
en-
crucijada
para
las .
Y,
en un
lento retorno
por
mar, estableci
con Lucien
Febvre
la relacin
que
l
llam
y
que
decidi
toda
su
vida.
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1914,
su
Histoire
de
Belgiquer
en
cuadernos
de esco-
lar.
Yo,
que
en las
mismas
condiciones,
slo
pude
esbozar
una Historia
de
Espaaz
de ciento
veinte
pginas,
me
siento
muy
humilde
ante
tan
grandes
mayores.
Pero
tambin,
por
supuesto,
muy
fraternal.
A
comienzos
de 1948,
cuando
la diplomacia
fran-
cesa
me
juzg6
demasiado
poco
franquista
para
dejar-
me
en
Espaa
y
estuvo
a
punto
de
comprometer
la
terminacin
de
mis
trabajos,
Braudel
se
asoci
activa
y
muy amablemente
a mis
ms
viejos maestros
para
ayudarme
a superar
este
mal
paso.
Fue
entonces
cuando
lo conoc
mejor,
en
su trabajo
en
los
Annales
y
en la
puesta
en
marcha
de
la
>, que
hizo
un
sitio
en
la
Escuela
de
a las
ciencias
sociales.
l las
entenda
en
un
sentido
amplio
y
pen-
saba ya
en
la
eleccin
de
las
personas.
Recuerdo
una
reunin
a
la que
me
haba
invitado
para
discutir
con
1, ante
un
numeroso
auditorio,
sobre
el tema:
.
Por
diversin,
se me
ocurri
apli-
car la
nocin
de >
al
largo
de
la falda femenina.
Era la
poca
de la
minifalda.
Ya no poda
subir
ms
alto. Por
lo
tanto volvera
a
bajar,
despus
otra
vez
a
subir...
Al
fondo
de
la sala,
rrna
voz
tmida
dijo:
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es que supo
defenderse
bien. Paul
Fabra le encontr
con los
economistas; me
parece
que
l
saba
por
qu.
Por
ltimo
y
sobre
todo,
se
ha identi-
ficado continuamente
a Braudel con
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historiadores
opone a La
Mditerrane
de
Braudel
mis
mtodos de anlisis.
En
efecto,
los
creo
muy
diferen-
tes. Pero, sin
La
Mditerrane,
habria
yo
captado,
en
sus
pesadas permanencias
y
sus modificaciones
sutiles, esos entrelazamientos
entre
vida
salvaje
de
las
montaas
y
refinamientos
de las ciudades, entre
vas
terrestres
amenazadas por
bandoleros
y
vas
martimas
amenazadas
por piratas,
entre avideces ma-
teriales
y
choques de
religiones,
que
marcan
el
adve-
nimiento
de
los
>
en
el
Medite-
rrneo?
Se
me
dir: todo
eso
(ya
lo sabamos>.
Tal
vez. Pero
por
retazos
y
bocetos.
Hay
un valor de
revelacin
en la
sntesis deslumbrante
que
ofrece
Braudel.
Entonces,
la HISTORIA,
es
ciencia
o litera-
tura?
De esta
forma, el
problema est
mal
planteado.
Tuve
un
da
un
mal
pensamiento.
Mostrndome
un
libro
de Fernand
Braudel,
Ernest Labrousse rne
dijo:
.
Yo
pens
6.
No
lo
dije. Afortunadamente,
pues
era
una
tontera.
Como
el
de
Gide, al
que
la
celebracin
del
ao de Hugo
acaba
felizmente
de
hacer
justicia.
En
alguna
parte
un
economista >
ha
recono-
cido
que
un
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construcciones
institucionales,
con
las otras
,
no
pudo
ignorar
las aportaciones
(y
las
;
por
qu
no
mecanis-
mos
dominantes
de la
produccin
y
del
intercambio
y
relaciones
sociales
correspondientes,
con sus superes-
tructuras
ideolgicas
y
mentales,
pero con evolucid-
nes desiguales
y, por
ello,
en
combinaciones
diversas
a
travs
del
espacio
y
a travs
del
tiempo?
La
rela-
cin
de
Braudel
con
Marx es discutible,
sutil.
Pero
estaba
tan
lejos
de
la
asombrosa
ignorancia
de Marx
por
parte
de
Febvre
y
de
Marc
Bloch
(a
pesar de
estar
a veces
tan
cercanos
de
l)
como del
irrisorio
desdn
que fingen hacia
Marx
todos
los
mediocres
de
las
jvenes
generaciones.
3)
y
con
Por
ltimo,
con
sus
creaciones
institucionales
sus
xitos
mediticos
de estos ltirnos
aos,
el
-20
-
-21-
propio
Fernand
Braudel
se
erige
en
problema.
Existe
un
decan sus
amigos ingleses- Braudel
tuvo
que
bus-
car
lejos
de
Francia
los
medios
que
sta
no
ofrece
ms
que
con bastante
parsimonia
a
sus
investigadores
universitarios.
Personalmente,
y
aunque
yo
pertene-
ciera,
con
Braudel,
a la
institucin
original,
nunca
supe
muy
bien
-sin
duda
porque
tampoco
es
que
me
interesara mucho
saberlo-
cmo se
. Me
parece
(pero
en esto soy
muy
prudente)
que
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nosotros,
desde
hace
algn
tiempo,
se
lleve
tratar de
esta
revolucin
epistemolgica
segn
la
frmula
courtelinescat'.
Es
verdad
que,
en
1938,
cinco
aos
despus
de
la
publicacin
de la
primera obra
de Ernest
Labrousse,
un
joven
filsofo
haba
>
de su
existencia.
Ni
de
la
de Lucien
Febvre.
Ni
de
la
de
Marc
Bloch. Y
eso
que
pretenda
definir
1o
que
es el conocimiento
histrico
Sus
nicas
refe-
rencias?
Los
filsofos
alemanes
de
1880.
Debe
de ser
por
esa
raz6n
por
lo
que
el
lugar
donde
ahora
se
fija
y
da
esplendor
al new look
de la
historiografa
fran-
cesa se
llama
.
Ya he dicho
que no conceda
a esto
excesiva
importancia.
A
veces las
modas
resultan di-
vertidas.
Y,
aunque
persistentemente
se obstinen
en
drselas
del ltimo
grito, se exponen
al ridculo'
Sin
embargo,
no
es
en absoluto
aventurado
pensar clue el
regreso
a
1880
no ser
denunciado
por
los
(mass
media>
porque
responde
bien
al
estilo
y
encaja
en el
nivel
deI
tipo
de historia
que ellos
mismos
transmiten.
Pero
no cabe duda
de
que
la investigacin
y
la
ensean-
za universitarias
deberan
considerar
que
ya
es
hora
de
reaccionar.
El itinerario
y
la obra
de
Emest
Labrousse
1. Courteline
es
el seudnimo
de Georges
Moinaux
(1858-
1929),
popular autol' teatral
francs
que
cultiv
1a
stira
antimilitarista.
Vase
la
nota de
Rosa Congost
en
Pierle Vilar,
Pensar histricamente.
Reflexiones
y
recuerdos,
Barcelona,
Cr-
tica,
1997
(edicin preparada
y
anotada
por
Rosa Congost),
p.
rs6.
(A.
c.).
-24 -
-25-
nos invitan a ello.
Me disculparn
por
asociarlos
a
algunos recuerdos
personales
y
a las
grandes
conmo-
ciones
con
que
mi
generacin, para
su
desgracia,
tuvo
clue medirse.
Retrocedo
hasta 1929. Me estoy viendo en
la
calle de Ulm2, en
el
hueco de una de
las
ventanrs,
hojeando el
primer
nmero
de
los
Annales
d'h;
ioire
conomique et
sociale
(que
pronto
se
convertiran
en
3
-la
revolucin
de la
que
hay
2.
Sede de
la
cole Normale Suprieure, a la
que
Vilar
estuvo
vinculado
como
estudiante
residente entre
1925
y
1929.
Vilar ha resumido
el
significado de
esta
institucin
y
de
su
experiencia en ella en el
captulo
2 de Pensar histricamente...,
p.
64
y
ss.
(A.
C.).
3. Es e1
ttulo
de uno de los 27 volmenes
(1932-1946)
de
Les Hommes de bonne volont, epopeya ncivelstica de Jules Romains,
a la cual Vilar reserv siempre
particular
atencin.
(A
C
).
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el autor de los
Caractres
originauxs:
amable
agrade-
cimiento
y
observaciones agudas. Este era
el espritu
de los
Annales; no
se
preguntaba
a
un
investigador
si
era
gegrafo
o
historiador, medievalista
o
contem-
poranesta,
curioso de las cifras
o
apasionado
de
las
.
Se
le
preguntaba:
puede
ayudar
(o
desea ser ayudado)
a
resolver
problemas?
Juego
pe-
ligroso, nos
haba advertido el viejo
Seignobos.
Y,
sin
embargo,
1
mismo
deseaba
que
los
problemas
fueran
planteados.
Pero
no faltaban, ni en
el mbito
de
la
edicin
ni
en la Universidad, los
fieles
de
la
historia
relato,
del
>,
de
>
(o
lo diplomtico o lo
militar),
ni
los
historiadores
.
Contra todo esto, los Annales emprendieron
un
combate cuyas heridas,
visiblemente,
no han cicatri-
zado completamente. Pero se
trat
slo de una
re-
vuelta. Lo
que
me
he
permitido
llamar
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
15/90
herente
a Ia
vez,
el
ao
central
-1936-
nos regerv
simblicas
coincidencias:
Frente
Popular
en Francia,
Guerra
Civil
en
Espaa,
extraos Juegos
Olimpicos
en
Berln,
en
Cambridgela
Teora
general
de Keynesro,
en Nueva
York los
Tiempos
Modernos de
Chaplin.
Contradicciones
en
el seno de las
estructuras, altemancias
en las coyunturas;
profunda
unidad
entre
lo
econmi-
co,
10
social, lo
poltico y
lo mental:
cuntos
descu-
brimientos
para
el
historiador
Aunque,
en 1938,
Raymond
Aron
prescribiera ocuparse solamente
de
.
Afortunadamente, para
ob-
servar
>
hasta
los
ltimos aos
20,
Simiand
se
bati en solitario
por la
causa
de
una
sociologa
,
estadsticamente
fundamen-
tada
sobre
largas
reconstrucciones.
Atacaba
con
du-
reza
a:
1)
la historia
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
16/90
Revue
historique,
a
las enseanzas
del
gran
libro so-
bre
Le
salaire...r2, editado en 1932 en una
forma
digna del
autor. Ese
mismo
ao Simiand haba
ingre-
sado
en
el Collge
de France.
Y
un
llbrito,
Les
fluctuations
conomiques
d
longue priode
et
la
crise
mondialet3,lo
haca
por
primera
vez accesible
al
gran
pblico.
En
1935,
alcanzada
por
fin la notoriedad,
Simiand
desapareca a la edad
de
sesenta
y
dos aos.
Pero,
durante
cerca
de
cuarenta aos,
sus
temas
favoritos,
y
en su
propio
vocabulario
(,
la
economa
(pura),
la
tenta-
12. Frangois
Simiand, Le Salaire, l'volution sociale
et
la
monnaie, essai de thorie
exprimentale du salaire, introduction
et
tude
globale,
Pars,
F.
Alcan, 1932.
(A.
C.).
13.
Frangois
Simiand, Les Fluctuations conomiques d longue
priode
et la crise mondiale, Pars,
F.
Alcan,
1932.
(A.
C.).
-32-
-33-
cin
, o
una
geografia
que
ha
pasado
de
sus
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
17/90
Un
hombre
le
sucede
en
la
ctedra
de la
Sorbona,
y
acaba
de
publicar
La
crise
de l,conomiefrangaise
d
lafin
de
I'Ancien
Rgime
et
au
dbut
de la
RvolutionlT
(para
los
historiadores,
simplemente
).
Por
vocacin,
este
hombre
es
profundamente
historia_
dor. Pero
ha
adquirido
una
formacin
de
economista
y
una
tcnica
de
estadstico.
Corresponde
ahora
decir
quin
fue, y
lo
que
fue
para
nosotros,
Ernest
Labrousse.
Pero
no
era
intil
evocar
su poca.
Ha
transcurrido
ya
un
ao
desde
que
Ernest
Labrousse
nos
dej,
tras
un
largo y
demasiado
discreto
retiro.
Su
desaparicin
pas
poco
menos
que
desapercibida
para
el gran
p_
blico.
A
1,
constatarlo
le habra
dejado,
creo,
bastn_
te
indiferente.
Habra
sonredo
(rea
poco
y
sonrea
mucho).
Los
honores
oficiales
eran
para
l
cosa
se_
cundaria.
No
era
lo
bastante
pretencioso
para
recha_
zarlos.
Solicitarlos
le
parecia,
sin
duda,
impensable.
No
ingres,
puoS,
en
ninguna
Academia.
De
modo
que
este
hombre,
de
una elocuencia
y
una presencia
dotadas
de
excepcional
fuerza,
fue
muy poco
solici-
tado
por
los
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
18/90
-
siado
parcial
del hombre
y
de
la
obra
corre
el
riesgo
de
no
dejar
captar
bien el
rasgo
principal: la
unidad
entre una vida
y
un
pensamiento.
Es
normal
que
nos emocionramos
hasta llegar
a
las lgrimas
al volver a ver
por
ltima vez .
Pero
si
las
jvenes
ge-
neraciones
jtzgarun
a Labrousse
slo a
partir de
esta
imagen,
podran
ver
en
1,
sobre
todo,
a un hombre de
gabinete y
a
un
,
a la
vez
intimi-
dante
y
amable.
Es verdad que
lo
fue,
y
se
le
imagina
mal
lejos
de un horizonte
de
libros.
Pero, aparte de
sus opciones
de
juventud,
nunca
dej
de atender,
con
esperanza
o ansiedad,
a
la marcha
del
mundo,
y,
d
menudo,
ante una
exigencia
moral,
de asumir respon-
sabilidades
en ella.
Especialnente
en
la
Universidad
y
en los congresos
internacionales,
manifestaba
la
conciencia
de
un
papel
posible y
necesario
del histo-
riador
y
del
profesor:
esforzarse
en acostumbrar
a las
mentes
a
situarse
en
la
historia.
Entre
1945
y
1970,
ramos unos
cuantos
los
que
esperbamos
ayudarle
a
ello.
Pero
Labrousse
no
era
ni
hombre
de
institucin
ni
autoritario
jefe
de
escuela.
En
la
edificacin
de
la
de Hautes
tudes, apoy
con
su reco-
nocida
autoridad a Lucien
Febvre y
a
Fernand
Braudel,
que
le
respetaban
y
le
admiraban, aunque
no
se
le
parecan.
No
era un ,
e
ironi-
zar sobre
su competencia
en
economa.
El
viejo
maestro
se encoga
de
hombros.
Creo
que no
se
enfadaba
porque
se supiera
que
su
opinin
sobre la
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
19/90
Labrousse
despus
de
1917,
su
colaboracin
en
L'Humanit, su amistad
con
Amde
Dunois,
un so-
cialista romntico muy
relacionado
con
los
grandes
revolucionarios de
comienzos
de
siglo.
Por lo
dems,
jams
reneg
de estos
episodios, ni escondi
sus opciones
ulteriores,
dominadas por
su devocin
por
Jean
Jaurs.
Era
legtimo
que
estos aspectos
salieran
a relucir
a
raiz
de
su
muerte. Sera,
en cambio,
peligroso
privi-
legiarlos
y
realizar
la
semblanza de
un
Labrousse
.
Recurdese, en
efecto,
que
Raymond
Aron
(siempre
1 ), en 1938,
haba
excluido de la
condi-
cin
de
historiador
a la mayor
parte
de
los
especialis-
tas
en la Revolucin
francesa
por
su .
Es la misma
sugerencia,
ms hipcrita,
de
los
silencios
actuales en
tomo a la obra
de Emest Labrousse
cuando se
evoca
la
historiografa
de
1789.
Por
eso,
importa
recordar,
y
es
fcil
de demostrar, que
la
obra
de
Labrousse
se
edific
a
partir
de
una crtica
y
no
de la
aceptacin de
las
tes.is
ya
sea romanticas
o
simplificadoras
sobre los orgenes
de la
Revolucin.
No es
en
l
donde
se
sita
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
20/90
((casualmente>>,la
calle
est agitada,
pues
el
pan
est
caro.
En este
punto
otro escollo
amenaza
a
la
inves-
tigacin .
La
Revolucin
francesa
proclam
a
los hombres
.
Pero
cmo
ignorar
que
masas humanas
en
el
carecian
de trabajo
y
de pan, particu-
larmente
en los momentos
de crisis
agudas? Bajo
el
Antiguo
Rgimen,
institucionalmente,
la Iglesia tena
a
su
cargo
a
.
Se
haba
soado con
sustituir
esta
por
un
proyecto
de
.
Pero
cmo
tomar
la medi-
da
de tales
problemas
sin
precisar
la
profundidad de
las
miserias,
el
ritmo
de las
crisis,
los
medios
fiscales
y
monetarios
del
Estado? As, Labrousse,
como Simiand,
sinti
la
necesidad
de hacer hablar
a
las
cifras.
Por lo
dems,
iba a erigirse
en
una
de
las
grandes preocupaciones
del
gremio
de
los
historiadores.
Sin
embargo,
Henri
Hauser, responsa-
ble
francs
en
la
materia, adverta:
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
21/90
todo
esto
siga ensendose
en las
escuelas.
Pero
me
sigue divirtiendo
mucho releer
los
dos
prefacios
al
Esquisse,
del historiador Henri
Se
y
el
economista
Roger
Picard. Ambos
captaron
muy claramente
el
sentido
del
enorme acontecimiento
metodolgico
que
representa
la obra.
Resaltan
sus frases
clave. Pero se
muestran
como sorprendidos,
algo
asustados. As
es
como
Henri
Se
cita
y
comenta
a Labrousse:
.
Esta
visin
su-
gerente
reclama
la
atencin
de los historiadores.
No
es
que
el Sr.
Labrousse
se
presente
coro un
partidario
sin
reservas
de la doctrina
(sic)
del
materialismo
histrico...
En cuanto
a Roger
Picard:
El Sr.
Labrousse
observa curiosamente
(l)
que
la
Revolucin
del 89 estall en el
momento
justo
en
qLle
se conjugaban
el movimiento cclico,
el mo-
vimiento estacional
y
el mximo
de
la
tendencia
secular,
de modo
que
se hizo intolerable
para
los
desheredados
sociales
la
presin
de las
fuerzas
econmicas.
Y un
poco
ms abajo:
Estas
constataciones
(...)
permiten
apreciar
desde
una
perspectiva particularmente
esclarecedora las
doctrinas de los
econornistas
de
la
poca,
desde
los
Fisicratas
a
Ricardo. No
son ms que
el
reflejo de los acontecimientos,
las
condiciones
y
las
circunstancias
que
rodeaban
a estos autores.
-42-
-43-
Imagnese
que
estas
relaciones
(causales)
y
esta
(teora
del reflejo>
hubieran
sido expuestas, de
la
forma
que
hemos
visto,
por
algn
>:
qu
no se habra
dicho Por
suerte, Labrousse
fue
mejor ledo
por
los historiadores
-y
por
los
gran-
des -
de
los aos
30.
No estoy seguro,de
que
a
Lucien Febvre
le
gustase
mucho, en
el ttulo
del l-
timo captulo del Esquisse,la
palabra
(la
detestaba);
pero
no
deja de ser
preferible
a
Y
el
contenido del captulo es magistral.
Las
?
No
>, registran
Ia realidad
e inten-
tan teorizarla.
Las
? Tambin
se
con-
frontan con lo real
y querrn
someterlo
a
la
teoria
(Turgot,
Condorcet), o calibran
mejor
sus resistencias
(Necker).
Desde la
ley
de
Le Chapelier
a la del >,
tal vez fue
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
22/90
meses,
en
un
encuentro
en
homenaje
a Labrousse,
hubo
una
comunicacin
consagrada
a >.
No
hall
ninguna
objecin
impor_
tante
que
hacer
a lo
que
all
se
dijo.
pero
Labrousse
desconfiaba
de las
etiquetas,
a
sabiendas
de que
no
siempre
tienen
el
mismo
significado
en
quien
las
acepta
y
quien
las
atribuye.
Al
margen
del
tinte
po_
ltico (en
el sentido
ms
superficial)
que
no
dej
de
darse,
elogiosa
o
peyorativamente,
al
Me
recordaba
a
Lucien Febvre que,
cuando
se
le
hablaba
de
>,
mascullaba:
>
Estas
son
la
clase
de
ocurrencias
que
reve-
lan a
maestros.
No conoc
a Labrousse
como
>.
Sin duda,
otros
mejor
que yo
podran
evocarnos
sus
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
23/90
cionales
en
los
perodos
intercongresuales,
que
hubie-
ron
de tratar
cuestiones
inmensas.
Valdra
la
pena
reunir
(lo
que
no
se
ha
hecho) los
textos que
dan
testimonio
de
esta
actividad
de
Labrousse.
Aadir,
para
confirmar
lo
poco
(especialista>
que
se
senta,
que
cuando
a
los congresos
internacionales
de
cien-
cias
histricas
se
asociaron
encuentros
ms
reserva-
dos
a los
del siglo
XIX capitalista.
Me
respondi
con la
amabilidad
de
siempre que, siendo
l el
ponente,
no
poda
imponer
de antemano su
propia
definicin;
creo
que
le apen
un
poco
haber
sido
acusado
por
m
de
>;
y,
en efecto,
yo
lament mis
palabras:
no ex-
presaban
exactamente la
naturaleza
de
mis temores.
Se
lleg
a
pensar
que
habamos ,
pero,
al da
siguiente
y
durante
los
meses
posteriores, me demos-
tr
ms
amistad
que
nunca.
Y
eso
que
pasaba
por
autoritario
Creo
recordar
clue no
estuvo
presente
en Estocolmo,
en
1960.
All
sostuve,
contra
Hamilton,
mi
preferen-
cia
por
las mercuriales,
y
escuch
con
estupefaccin
a
W. W.
Rostow
descubrir en un
articulo
de Heckscher
una
hiptesis
sobre
algo
que
se
pareca
vagamente
a
la
crisis
de
tipo
antiguo, modelo perfectamente preci-
so en
la
obra de
Labrousse.
Pero
los
economistas
no
le haban ledo.
No
habian ,
me temo
que
no
la
comprendiera
bien.
Y,
sin
embargo,
el
pensamiento
de Labrousse,
en un francs
siempre
denso, era
claro. Pero,
para
20. Wilhelm
Abel, Agrarkrisen
und Agrarkonjunktur,
Bev
ln, Paul Parey,
1966;
trad.
esp.:
La
agricultura: sus
crisis
y
coyutxtur(ts.
Una historia
de
la
agricultura
y
de lct economa
alimentaria en Europa
Central
desde la Alt(t Edad
Media,
Mxi-
co, Fondo de
Cultura Econmica,
1986.
(A.
C.).
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
24/90
seguirlo bien,
sera
preciso
abandonar
ciertos
hbitos
que podramos llamar
-por
qu
no?-
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
25/90
siones
y
derrotas:
las
clases en
el
poder
estn
dis-
puestas
al
compromiso
y,
a veces, si se sienten
ame-
nazadas, a la traicin.
Y
es quien
reasume
al
grupo,
porque
sabe
muy bien
que
es
l
quien
paga-
r
el
precio
de las destrucciones
y
las ocupaciones.
Este
juego
de
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
26/90
REFLEXIONES
SOBRE
LA
CELEBRACIN
DE
UN BICENTENARIO
*
Cuando
supe
(aunque
deba
haberlo
previsto)
que
L'Aveng
iba
a
dedicar,
en
1989,
un nmero monogrfico
a la
Revolucin francesa,
sent el
deseo de colaborar
en 1. No
con la
esperanza
de
decir
algo nuevo
sobre
un
tema
en
el
que
no
soy
en
modo
alguno
especialis-
ta. Pero mi
silencio
poda
tomarse,
ya
como
dimisin
ante
la vejez,
ya
como
falta
de
inters
o como
una
neutralidad ante
ciertos fenmenos
de mi
tiempo
y
de
mi
pas. Fenmenos
de sociedad
y
de
coyuntura.
De
ellos
querra
decir
una
palabras
a mis
amigos
catalanes.
En
1981,
Frangois Mitterrand
fue
elegido
Presi-
dente
de
la Repblica
Francesa.
Por una
mayora
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
27/90
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
28/90
ponsable
actual es un
hombre
de
una
generacin
mucho
ms
joven;
historiador
(fue
alumno
mo en
los aos
60),
Jean-Nol
Jeanneney es
ya
autor
de muy
buenos
trabajos
y
ha
dirigido
durante una
buena
temporada
la
radiodifusin francesa.
Adase
que
es
hijo
de un
ministro
del
general
De Gaulle
y
nieto
de
quien,
en
tanto
que presidente del Senado, fue
la segunda
per-
sonalidad
del Estado bajo
la Tercera
Repblica hasta
la
caida de
sta
(1940).
As, resulta tentador subrayar,
a
la
vez, las
vacilaciones,
las
fragilidades,
de
las
sucesivas
repblicas
francesas,
y
su
continuidad,
por
no decir su sistema
de legitimidad.
Lo
que
plantea
el
problema
de
.
Pero
no
lo haba hecho
ya
en l8B9 o incluso en
1880? Frangois
Furet,
autor del libro
ms anunciado
y
mejor
difundi-
do en
estos compases
finales de 1988,
hatitulado La
Revolucin2,
sin ms, un
fragmento de la
historia
de
Francia
que
abarca desde
1770
hasta
1880.
En vspe-
ras del bicentenario,
el
atajo del
ttulo
es un
poco
publicitario;
algunos
compradores
podrn
sentirse
engaados sobre
la
mercanca si
prestaron
menos aten-
cin al
pequeo
subttulo
que
a la
gran figura de
la
corona
de laurel.
Pero en el fondo la idea
es
justa:
a
toda
corresponde
una
larga
secuencia
de adaptaciones de
la
sociedad
a unas
es-
2. Franqois
Furet,
Ia
Rvolution,
vol.
1.:
La
Rvoluton
.frangaise,
de Turgot
d Napolon
(1770-1814),
vol.2.:
Terminer
la
Rvolution,
de
Louis XVIII
Jules
Feruy
(1814-1880),
Paris,
Hachette,
1988.
(4.
C.).
tructuras
nuevas. Los
comienzos
y
los
finales
de estos
procesos
son siempre difciles
de
datar. Cualquier
eleccin demasiado
precisa
de aos
(y,
con
ms
ra-
z6n, de das)
es,
como acaba de escribir
Fontana, con
gran
contento
por
mi
parte,
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
29/90
Rey>.
Explicaron
al pblico:
no ignoramos
(menos
mal )
que
Luis
XVI
fue
juzgado
por
la
Convencin.
Pero, por
conveniencias
de la
puesta
en escena,
le
haremos
juzgar
por
el
Tribunal
Revolucionario
( )
Y
defender por
el abogado
de Klaus
Barbie,
el letrado
Vergs3.
Este
ltimo
present
su alegato
en
batn,
ante
jueces
engalanados
y
un rey con
peluca.
Por
qu
no?
La
parodia
est
permitida.
,Si
es
genial.
El
espectculo
fue
penoso.
Alegrmonos:
fue
un
fraca-
so; l7
por
ciento
de
espectadores
segn
los controles
de
audiencia
(se
esperaba
el
30). Por supuesto,
los
espectadores
deban
votar
por
telfono la
muerte,
el
exilio o la
absolucin
del Rey. La
absolucin
obtuvo
una ligera
mayora (se
esperaba que
fuera
aplastante);
malas
lenguas
me dijeron que
los votantes
a favor
de
la muerte
siempre
se encontraban
la
lnea
ocupada
y
que
el registro
automtico
estaba reservado
a la abso-
lucin.
Mi
conciencia
de historiador
me
obliga
a
precisar
que
no
he
podido
comprobar
mis
fuentes
sobre
este
punto
Lo
cierto
es
que
se
haban anuncia-
do
varios
espectculos
del
mismo gnero y
parece
que
han
renunciado;
es
un
consuelo
para
el
espritu.
En todo
caso,
la
publicidad
y la esponsorizacin
dominarn
el bicentenario.
Lo
que
no est
mal
cuan-
do
se trata
de tejidos
de imitacin
de las toiles
de
Jouya
3.
En ,
otro de los
textos
inclui-
dos en este
volumen,
Vilar
se
detiene
en el
juicio
celebrado
en
1987
contra
quien
fuera
mximo
responsable
de la
polica
nazi
en
Lyn en 1942.
Cfr. infra.
(A.
C.).
4. Telas
decoradas
con
motivos pastoriles empleadas
para
el
tapizado
de muebles
y
paredes.
(A.
C.).
-58-
-59-
o de
polveras
adornadas
con
gorros
frigios.
Queda
bonito. Recuerdo
que,
cuando el >,
este tipo de cosas
haban alegrado el triste
y
horrible
ai.o
1939.
Pero las radios
repiten tambin
en mlti-
ples
ocasiones
que
tal historiador
es
ya
el nico
que
aporta ideas nuevas
sobre 1789,
y
que
todos los
de-
ms estn .
Exactamente
del mismo modo
que
repiten
que
no hay que privarse
del
Roquefort,
que
se
gana
mucho
con la lotera
o
que
tal
compaa
de
seguros
no
engaa
a
sus
clientes
(1o
que
sugiere
que
otras s
lo
hacen).
Incluso, un
da, el autor
de una
de las tres
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
30/90
raciones.
Querra
referirme
solamente a aquello
que,
en el
>
de Frangois Furet,
caracteriza
a
un
determinado momento
y
a un determinado
mundo.
La
har sin malevolencia
hacia el hombre e incluso
con
cierto afecto
por
1. No
en balde forma
parte
de mi
universo institucional y
amistoso
y
me ha manifesta-
do
siempre una respetuosa amabilidad. Lo
que quiera
significar
polticamente
me importa bastante
poco.
Pero,
para
el
destino de la historiografia,
cmo
acep-
tar
su
propuesta
de una
vuelta
atrs de
casi cien
aos?
Segu
bastante
de cerca los orgenes
de su evolu-
cin. Poco
despus
de
1950, Ernest Labrousse
me
pidi
que
colaborase
en la
preparacin
de los
jvenes
candidatos a
Ia
agregacin
de historia. Me
encontr
ante un
grupo
compacto
y
brillante. Bsteme nombrar
a
Frangois
Furet, Denis Richet,
Emmanuel
Le
Roy
Ladurie, Jacques
Ozouf, Jean Nicolas, Jacques
Chambaz
y
Jean Chesnaux.
De
todos ellos he
guardado,
ms
all de las
diferencias de temperamento
y
de la diver-
sidad de las evoluciones,
un recuerdo afectuoso.
Una
sonrisa, una mirada
al azat de nuestros encuentros,
me dan de vez
en cuando la impresin
de
que
es
algo
recproco.
Pero
esta
generacin
intelectual
de historiadores
ha sufrido
bastantes conmociones.
1956 1968
Al
comienzo, el espectro
de Stalin,
por
supuesto El
grupo
que
acabo
de nombrar
pracficaba
lo
que
se ha
dado
en
llamar
su
:
como Dios o como
profe-
ta, siempre haba
que
citarle. Yo 1o hacia a veces,
y
no me
arrepiento de ello;
tambin
se cita a Cromwell
y
a Pedro el Grande
No
haba esperado tanto, a lo
largo de mi cautiverio, las
victorias de Stalin
para
ponerme
a ver
en ellas
una
catstrofe
a
partir
de
1948
Y el
pensamiento del
hombre
tiene
valor;
los
que
le tratan
de
imbcil
no le
han
ledo.
Como tam-
poco, imagino,
le haban
ledo
(o
comprendido)
otros
jvenes
ms dogmticos
todava
que,
desde
La
Nouvelle
Critique,
atacaban
violentamente
a
Ernest
Labrousse
y
a
Albert
Soboul.
Ya
entonces?
Es
verdad
que
hoy
en da
se
prefiere
el
silencio.
Pero
algunas
continui-
dades,
que
nada
tienen
que
ver
con la
ciencia,
en
las
simpatas
y
antipatas
por los
hombres
y
las
obras
tienen
profundas significaciones.
Entindase
>
en
todo su
sentido
psi'
coanaltico.
1.")
El dogmatismo
no
es
ninguna
doctri-
na; es un
temperamento.
2.") Cuando
en
una
mente
el
Buen
Dios
se convierte
en el
Diablo, la
carga de
la
palabra
se
vuelve
negativa.
1789 se
impregna
de sospecha,
igual
que
1917.
En 1965, si
no
me
falla
la memoria,
Frangois
Furet
publica con
Denis
Richet
una Rvolution
(francesa)
en
dos
volmenes
ilustrados;
me
la
anuncian,
en
una
amable
dedicato-
ria, como
.
Una
nocin,
un
vocabulario
aparecen:
las
revoluciones
estn
sujetas
a
patinazos.
Cuidado,
peligro
No
estoy
en
desacuerdo.
Toda
revolucin
tiende
a llevar
las'cosas
ms
all de
lo
que
los
tiempos
le
permiten
ser
y
a
pedir a los
hombres
ms de
lo
que
pueden
dar.
Es
por
ello
por 1o
que, ms
6.
Frangois
Furet y
Denis
Richet,
La Rvolution.frangaise,
2 vols.,
Pars,
Hachette,
1965;
existe
trad. esp. de
la segunda
edicin
en
u4
volumen
y
sin
ilustraciones:
La
Revolucin
.fran-
cesa,
Madrtd,
Rialp,
1988.
(A.
C.).
-60-
-61 -
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
31/90
qve
juzgarlas,
hay
que
comprenderlas:
cmo
nacen,
cmo
evolucionan
y
qu
es
lo
que
crean.
Frangois
Furet
no
dej
de preguntrselo,
y
con
perseverancia.
Pero
no
a
partir
de nuevas
problem-
ticas,
de
un
tratamiento
nuevo
de la
documentacin.
Interpret
las
interpretaciones,
repartiendo
buenas
y
malas
notas.
Y
no
siempre
con
continuidad.
As,
penser
la
Rvolution
franqaise
(1978)7
comenta
a
Tocqueville
y
descubre
a Augustin
Cochin,
un
durkheimista
maurassiano
de
comienzos
del siglo
XX
que
resulta
interesante
como
jaln
en las
interpretaciones
reac-
cionarias
de la
Revolucin.
En
sus
obras
ms
recien-
tes,
Furet
parece
haberle
olvidado.
Ms
tarde,
des-
pus
de
que
Marx,
a
causa
del
centenario
de
su
muerte
(1983),
dejara
un
ltimo
destello
en
el cielo
de
la
moda
parisina,
Furet public
un
Marx
et la
Rvolution
franqaise
(1986)8.
El
libro
se abre
con
una
afirmacin
curiosa:
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
32/90
ta al
propio
Furet,
que
intent
escaparse arguyendo
que
Labrousse
segua vivo cuando
se
redact
el
li-
bro
Hay
que
advertir
que
hace mucho tiempo
que
Labrousse
figura en el Pequeo
Larousse,
y
que
Albert
Soboul, desaparecido
hace aos,
tampoco
fue
juzga-
do
digno de figurar
en una rubrica consagrada
a
las
visiones
universitarias
de la Revolucin Yo no abo-
rreca las
justas
entre Albert
Soboul, sus amigos
y
FranEois
Furet,
ni
siquiera
cuando pretendan
ser
malvadas
Pero
el silencio, cuando alguien
se
dirige
a
un
pblico
amplio, es una
desinformacin conscien-
te y, a los
ojos de los profesionales,
un
desprecio
de
la bibliografia poco
habitual
en la
produccin
cient-
fica.
Ahora
bien,
quera
realmente Furet
tratar el tema
que
abordaba
de acuerdo
con criterios cientficos?
Pienso que,
aunque
l no lo
diga, no cree en
el
carc-
ter cientfico
de
la
lnistoria.
La
prueba
es
que
ha
puesto
a
sus equipos
y
su trabajo bajo
el
signo de
Raymond
Aron
(
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
33/90
deja de sugerir
un estudio
por
hacer,
que
no es in-
compatible en absoluto
con el de la Revolucin: en la
sucesin
coyuntural
que
va de los
a
la
crisis
que primero
se
llam
y
ms tarde
,
y posteriormente
a
una esperanza
de
recuperacin
que
aparenta ms
fir-
meza
de la
que
realmente
tiene,
cmo
se han com-
portado
las
que
me
gusta
designar como coyunturas
mentales? En
realidad,
son
solamente
la
obra
de
Labrousse
y
la
figura
de Mathiez las que
se quieren
borrar?
Tambin
Lucien Febvre
y
Marc Bloch
eran
peligrosos
Y
Altamira
Pues,
si empieza usted a
distinguir
una
,
a
preguntarse
si
existe un
derecho
y
un
hecho
y
si la declaracin
de Derechos,
en los Estados
Unidos, coincidi con la
extincin de la esclavitud
y
el final
de
la
segregacin
de los negros en
los
auto-
buses, es usted alguien peligroso.
Si el
>
nos condujera
a reflexionar
un
poco
sobre
estos
puntos, gritaria
con mucho
gusto
Viva
el bicentena-
rio
-66-
-67-
PENSAR
HISTRICAMENTE
*
Es
muy
emocionante
para
m
tomar
la
palabra
aqu, en esta
vila a la
que
tanto
quiso
don Claudio.
Pero
la
institucin
que
me ha honrado
con su
invita-
cin
no fue
fundada
por
don
Claudio como
un lugar
en el
que
se hablara de
1. Es muy comprensible
que
quienes le han conocido
y
querido estn tentados
de
hacerlo. Me
agradara evocar
ampliamente su
prodi-
giosa
erudicin,
su capacidad
de sntesis, su
genio
polmico,
su sentido del
honor como
hombre
pblico,
su don de comunicacin,
su
calurosa
amistad.
*
, conferencia
de clausura
de
los cursos de
verano de la Fundacin
Snchez-Albornoz,
vila,
30
de
julio
de
1987.
Traduccin
del original en
francs
propor-
cionado
por
el
autor.
Una
primera traduccin al
castellano
ha
sido
publicada
en Mxico, dentro
del
ya
citado
volurnen Pierre
Yilar:
Pensar
la
historia,
pp.
20-52. Una
versin
en cataln
forma
parte
del
libro tambin citado:
Pierre Y1lar,
Reflexons
d'un historiador,
pp.
l2l-145.
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
34/90
No voy a
pretender por
ello
que
su
concepcin
de
la historia
y
la mia
fuesen
coincidentes.
Recuerdo una
sesin
del
Ateneo Iberoamericano
de
Pars, en la
que
don Claudio
abord una definicin
del
mtodo de
la
historia.
Yo me encontraba
en
la
primera fila del
auditorio.
En cada una
de sus frases
haba una
clara
alusin
a lo
que
nos
separaba.
l no me
nombraba,
pero yo
segua su mirada.
Fue
muy
divertido
y,
pocas
horas despus,
alrededor
de una
bien
servida
mesa,
rehicimos
juntos
el
itinerario de su
,
preguntndonos cuntos
oyentes
habran
podido
cap-
far
el caracter
alusivo. Comprobbamos
as
hasta
qu
punto dos historiadores
de vocacin
y
de oficio
pue-
den
tener serias discrepancias
sobre
los
mtodos
e
incluso
sobre el
principio
de su disciplina
y,
sin
embargo,
sentirse solidarios,
parientes cercanos,
frente
a
las
pretensiones histricas
de
tal o cual
construccin
lite-
raria,
frente a toda ciencia
ahistrica
de
la sociedad,
o
frente
a
esos
>,
como
deca Unamuno de
los filsofos,
que
creen
hacer
malabarismos
con
,
cuando en
realidad
slo
los hacen con
palabras.
Es de
esta
referencia
a la historia
como modo
de
pensar de lo
que querra hablarles, sobre
todo
para
sealar
los
peligros de
una
no-referencia
(o
de
falsas
referencias)
a .
Quizs
resulte agresivo,
aunque nunca
hacia historiadores
dignos de
ese nom-
bre. Slo
para
reivindicar
un
.
Permtanme otro recuerdo
personal
(ya
saben us-
tedes
que las
personas
mayores
los
prodigan).
Me
lleva a
Atenas, en los aos 60.
Eran
ya
las dos o
las
tres de la
maana. Desde las nueve
de
la noche
ante-
rior,
un debate
sin
descanso tena
lugar
entre
>
griegos
y
franceses.
Ya no recuerdo
qu
es
lo
que
yo
haba
dicho cuando
de
pronto Nikos
Poulantzas,
a
quien me
acababan
de
presentar, ten-
diendo
hacia
m un
ndice acusador,
me interpel
con
voz
tronante:
,
exclam
un
poco humorsticamente.
Cmo
podra
((caer)
en
l?
Yo
nado en
1,
vivo
en
1,
respiro
en
1. Pensar
al
margen
de
la historia
me
resultara
tan
imposible
como
a tn
pez
vivir
fuera del
agua Comprendo
que
un
filsofo
(siempre
ms o menos
telogo)
mire
el
mundo
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
35/90
nifica
situar,
medir
y
datar,
continuamente.
En
la
medida
de 1o posible,
desde
luego
Pero, para
un
determinado
saber,
nada
es
tan necesario
como
tener
conciencia
de sus propios
lmites.
Lo
olvidan
con
frecuencia
saberes
orgullosos
de situarse
fuera
de
la
historia.
En
los
ltimos
tiempos,
me
han
llevado
a
meditar
sobre
estos
temas
un
acontecimiento
signifi-
cativo, algunos
encuentros profesionales
o
institucionales
y
algunas
lecturas.
Estas sern
mis
referencias.
**{),
ante un
nuevo
de
los
vencedores
de
1945
y
un nuevo sueo
de revancha de
los
vencidos.
Recuerdo
cmo, bajo
la
,
en
principio
pacifica,
se levantaron monumentos a los
muertos
de I9I4-19i8 con
la inscripcin
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
40/90
Ni Weber
ni
Durkheim
hablaron
ms
claro.
Y,
para
juzgar
de
este
modo
a su
poca,
a
P
le
bastaba
escu-
char
el discurso
de
sus
contemporneos:
((no
me
can-
sar
de
aconsejar
(...)
,rn culto
al
patriotismo
-escri-
be
Castelar.
La
Patria
es tn
organismo
superior,
una
personalidad
altsima
(...)>
(los subrayados
son mos)'
La
transferencia
de
vocabulario
no
ofrece
ambige-
dad.
Y,
en
1882,
Cnovas
no dudaba:
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
41/90
cin
histrica,
el sentido
y
el
grado de
aceptacin
por
el
grupo
de
esta
personalizacin,
que
atribuye
al
gru-
po los fantasmas
del individuo.
Hace
muchos
aos
que consagro
un
seminario
a
este
tipo
de
problemas.
Sin
duda,
su
mayor
inters
sera
el de
reunir
a
investigadores
1)
de
disciplinas
diversas
y
2)
de comunidades
humanas
tambin
di-
versas.
Como
ahora,
siempre
nos
hemos
esforzado
por
combinar
tres
tipos
de
reflexiones:
reflexin
frs-
tricq
sobre
textos,
reflexin
sugerida
por los
aconte-
cimientos
de actualidad
y reflexin
sobre
las
nume-
rosas
obras
recientes
que
tratan
del
mismo
tema'
Reconozcamos
que
la
copiosa
bibliografia
disponible
decepciona
con
frecuencia'
A1
cabo
de
tantos
aos,
no me creo
preparado,
y
por
tanto
es
seguro
que
no
lo
estar
nunca,
patatratat
honorablemente
del
verda-
dero
problema
de conjunto.
Por
desgracia,
demasia-
das
obras
demuestran
menos
escrpulos:
los
casos
particulares
se
erigen
sin
reServas
en
modelos
gene-
iales
y
las
obras
generales
carecen
a
menudo
de
refe-
rencias
a
lo concreto,
prefiriendo
los
catlogos
de
formas
a
los
anlisis
de
formacin.
En
Espaa,
por
ejemplo,
puede
parecer
curioso
que
el
caso
valencia-
no, complejo
y particular,
haya
podido
dar
lugar
a
pequeas obras
titula
das
Crtica
de
la
nacin
puraa
y
De-
impura
nationes.
Mientras,
las
obras
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
42/90
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
43/90
balance
del
estructuralismo
de
los
aos
sesenta
en
las
ciencias
humanas.
Yo
haba
reflexionado
mucho
so-
bre
el
problema en
los
aos
en
los
que ste
se
plan-
te.
Qued
algo sorprendido
por
la solemnidad
de
la
reunin
y
la
modernidad
de
los
medios
(en
los
locales
de
la
antigua
cole
Polytechnique),
sobre
todo
por
el
contraste
con
la
pobreza
habitual
de
nuestras
Univer-
sidades.
El
pblico
femenino
luca
pieles
y
joyas.
La
(crema))
de
la
intelectualidad
parisina
estaba
en
el
escenario.
Rpidamente
advert cul
era
el
tema
que
iba a
dominar
el
debate:
la
reciente
aparicin
de
la
monumental
Histoire
de
la
psychanalyse
en
France,
de Elisabeth
RoudinescoT.
El
estu-
diado
se
reduca
al
psicoanlisis.
El
psicoanlisis
al
episodio
de
Jacques
Lacan.
Y
casi
al
problema de
su
persona.
Le
gustaba
el
dinero,
como
pareca sugerir
el
libro
de
E.
Roudinesco?
No ,
defendi
largamente
uno
de
los oradores,
yerno
del
Dr.
Lacan'.'
Hasta
en
la
manera
de
abordar
de
un
modo
de
pensamiento
tan
apasionante
como
el
psicoanlisis,
se
reconoca
la obsesin
por
la
ancdota
y por los
personajes.
Jean
Pierre
Verrrant,
que representaba
en
el
escenario
el
modo
histrico
de pensar,
no
pareca
muy feliz.
Una
semana
despus,
en
otra
sesin
del
mismo
gnero, el Collge
International
de
Philosophie
pro-
pona
el tema:
.
El
proble-
ma
formaba
igualmente
parte de mis
preocupaciones.
7.
Elisabeth
Roudinesco,
Histoire
de
la psychanalyse
en
France:
la bataille
de cent
ans,2 vols',
Parls, Seuil,
1986;
nueva
ed.
revisada
y
corregida:
Pars,
Fayard,1994'
(A
C.)
Algunas intervenciones,
pese
al estilo voluntariamen-
te
hermtico, fueron
importantes.
Pero
tambin
omos,
durante
cerca
de'una
hora,
a un
destacado
psicoanalista
(de nuevo )
meditar sobre
lo
que
representaba
para
/ el
problema:
el
pueblo
judo,
es
el elegido
o
simple-
mente
el
aliado
de Dios?
No digo
que
la exposicin
me
dejara
indiferente; todo
problema
teolgico
puede,
a
la vez,
aclarar
la
historia
y
ser
aclarado
por
sta. En
la
misma
semana
en la
que
tena
lugar la
reunin,
yo
haba
tenido la
ocasin de
leer, en una reciente Histdria
de Catalunya, sobre
el
problema
del
adopcionismo,
planteado,
hace
un millar de'aos, en
el
fondo de un
valle
pirenaico, por
un obispo
de Urgell: Jess,
es
el
hijo
verdadero
o slo
el
hijo
adoptivo
de
Dios? No
debemos
rernos; se trataba de
responder
a la
obje-
cin
musulmana:
los
cristianos,
en su concepcin
de
la >,
son
verdaderamente
monotestas?
Y
cuando
la
lucha entre cristianos
y
musulmanes domi-
naba la
historia del siglo,
cmo
subestimar
la
apa-
rente
querella
de
palabras?
De
igual modo,
si
sito el
problema
del
pueblo
judo
-
de
Dios?,
de
Dios?-
en
la historia
de nuestro siglo
XX
-dispora,
genocidio, fundacin
del
Estado
de
Israel, Guerra de los
Seis
Das,
psicologa
obsidional
de este Estado
convertido
en
excepcin
colonial
cuando
triunfan
las >-, ffi enfrento
a una
combinacin
de
excepcionalmente
rica.
Ante esta
complejidad,
ni un
psicoanlisis
individual
ni una banal
satisfacen el
esp-
ritu
del
historiador.
Aunque si se lo hubiera
dicho
a
mis anfitriones,
psicoanalistas
y
filsofos,
sin
duda
me
habran acusado de
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
44/90
8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores
45/90
librito
de
Luis
Racionero
DeI
paro
al
ocioe'
publicado
en
1983
y que anunciaba
en
1985
su
octava
edicin'
En
modo
alguno
significa
esta
indicacin
que
este-
mos
ante
un libro
fundamental
y como
tal
considera-
do.
Y 1o
mismo
puede decirse
del
libro
de
Baudrillard'
Lo
que importa
es constatar
que
estos
libros
suscita-
ron
comentarios
favorables
y que encontraron
lecto-
res
complacientes.
Esto
me
parece
ms
importante
y
significativo
que
si
se
tratase
de
reflexiones
de
ms
alio nivel
(Habermas
o
Lyotard),
pero de
lenguaje
ms
hermtico
y
destinadas
a
un
pblico
mucho
ms
restringido.
Se me
reprochar
(yo
misrno
lo
hago)
haber
escogido
la solucin
ms
fcil,
al
criticar
for-
mas
algo
caricaturescas
de
la
(coyuntura
mental>
de
los
ochenta.
Pero
nada
est
tan
cargado
de sentido
como
las caricaturas
involuntarias.
El
libro
de
Baudrillard
se
titula
Le
miroir
de
la
production
De
hecho,
la
obsesin
de
la
produccin
se nos
presenta
ms
bien
como
un
espejismo
caracte-
rstico
de
nuestro
tiempo.
Pero
lo
clue
importaba
al
autor
era
ttilizar
(aunque
fuera
impropiamente)
el
vocabulario
de
Lacan.
La
confesin
figura en
la
p-
gina
12
del
libro'
Ahora bien,
el
paralelismo
que
sboza
entre
el
descubrimiento
de
la
personalidad
en
el
imaginario
y
la
imposicin,
por la economa
pol-
tica,
de
la
importancia
del
hecho
productivo
al
ima-
ginario
colectivo,
es
un
ejercicio
perfectamente
su-
perficial. Si
hay
efecto
de
espejo,
sera
entre
el autor
9.
Luis
Racionero,
Del
paro
al
ocio, Barcelona'
Anagra-
ma,
1983.
(A
C.)
y
la obra. No lee en
los
textos
y
en
los
hechos
ms
que
aquello
que
le
interesa demostrar.
Le
interesa demostrar
:
el
subttulo
de
la obra
lo
dice
claramente.
No faltan,
pues,
las citas
de
Marx.
Y la
primera
de ellas aclara
perfectamente
el
punto
de
partida
de una discusin
posible:
El
primer
acto
por
el
que
el
hombre se distingue
de
los
animales
no
se
debe
al hecho
de que
pien-
se,
sino al hecho de
que
produzca
sus
medios de
subsistencia.
En efecto,
una discusin filosfica
podra partir
de
aqu:
el
hombre
produce
porque piensa
o
pien-
sa
porque
produce?
E
inmediatamente
vienen al
recuerdo las
palabras
de Pascal:
El hombre
no
es
ms
que
una caia, Ia ms simple
de la
naturaleza, pero.una
carta
pensante
(...).
Pero sta no es en absoluto
la
objecin
de
Baudrillard:
Qu
necesidad tenemos,
dice, de
afirmar
que
la
vocacin
del
hombre es
distinguirse de los
ani-
males?
El humanismo
es
otra
obsesin
que
tam-
bin
nos viene de
la
economia
poltica
(...).
Reconozco
que
no
es
falso
que
la nocin
de
hom-
bre
productor
se
pueda
encontrar
en el
primer
libro
que
llev
por ttulo
Trait de l'conomie
politique,
el
de Antoine
de
Montchrestien,
que
data de
1615.
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animal,
escribi,
nace ms
imbcil
que el hombre>>,
pero
inmediatamente
define
al
hombre
como
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efecto,
este
gran
historiador,
muy
sensible'
por
lo
J.-r,
a
las
ense
anzas
de
los
etnlogos'
demostr
que
las
estructuras
mentales
de
la
civilizacin
griega
lut
-"oo.,
habra
que
aadir,
en
sus
pocas
ms
re-
rnotu*;
integraban
creencias
mgicas'
suponan
inter-
venciones
supraterrenales'
hacan
intervenir
todo
un
juego
de
dons
y contradones
y'
por
consiguiente'
no
';;;.
ft"cionr
de
acuerdo
con
nuestros
modelos
icorrmico,
habituales' Pero
puede
deducirse de
esta
constatacin,
llue
concierne
a
la
conciencia
interna
de
una
sociedad
muy
lejana,
1o
que
de
ella
infiere
i.un
Burrdrillard
(p' z
dt
"'
libro)?:
'
Esta
confu-
sin,
continuamente
sugerida,
entre
realidad
y
con-
"i""ti"
de
la
realidad'
evoca
en
m
un
recuerdo
per-
sonal:
una
discusin,
hace
unos
veinte
aos'
en
torno
al
propio
Vernant,
en
un
seminario
del
economista
Andr
Piatier,
y en
presencia
de
nuestro
colega'
el
historiador
economisia
italiano
C'
M'
Cipolla'
Des-
frre.
O"
or
a
Vernant,
Cipolla
brome
diciendo
que
su
propia
remuneracin,
en
una
Unive-rsidad
america-
,r,'r"p."
r"rr,aba
indudab
lemente
un
elemento
m
gico
err'la
economa
de
los
Estados
Unidos'
Y'
en
efecto'
jams
las
leyes
econmicas
han
funcionado
exclusi-
'uu*"*"
."iirr,
criterios
racionales
(pensemos
en
la
actual
mitificacin
de
la
nocin
de
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Edad Media
y
despus.
Vidal-Naquet
pregunta:
(eran
los
esclavos
una
clase?>;
e
incluso
uno de sus cap-
tulos se
titula
>.
No
tomemos
este
vocabulario
por
una
adhesin
al
marxismo.
Pero
tam-
poco
condenemos
a
ste en
nombre
de
Vernant
Re-
pito
que
no
soy especialista
en
estos
problemas;
pero
recuerdo
haber
estudiado,
cuando
tena
veinte
aos,
bajo
la direccin
del
gran
helenista
Gustave
Glotz,
a
modo
de ejercicio
epigrfico,
los
salarios
de
los tra-
bajadores que construan
un templo griego. Las
listas
existan
y
creo
que
los
salarios
tambin.
De modo
que Baudrillard
no invoca con
ms
legitimidad
la
autoridad
de
J.
P.
Vernant
que la
de M.
Sahlins.
Recordemos,
por
ltimo,
que
la
nocin
de valor-tiem-
po
de
trabajo nace
en
Aristteles.
Iba
a
decir
(como
todo el
mundo
sabe>;
o
(como
J.
Baudrillard
debera
de
saber)...
3)
Algunas
palabras
ms sobre
el
problema
de
la
esclavitud,
que
no
es
exclusiva
de
la Antigedad
Baudrillard
afirma, con
toda la
tranquilidad,
que
la
relacin amo-esclavo
es esencialmente
simblica,
y,
en
todo
caso,
mucho
ms que
econmica.
Ha ledo
a
Ramn de la Sagra,
aYareIa,
a Gilberto
Freyre,
a
Fogel,
a
Engerman,
a
Temin,
a
Klein,
a Moreno
Fraginals,
a Genovese o
a Meillassoux?
Probable-
mente
no. Sera
pedante reprochrselo.
Pero, enton-
ces,
se
define
el filsofo
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t
del
XVII,