Post on 17-Jul-2015
Principios de turismo y viajes
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Turismo
El turismo consiste en los viajes y estancias que realizan personas en
lugares distintos a su entorno habitual, por un período mínimo de un pernocte (una noche de estadía como unidad) y
como máximo 365 días, por ocio, negocios u otros motivos
Orígenes
Proceso evolutivo
Necesidades
Viajar
Obstáculo
Solución
Hospitalidad
Hospitalidad Judaica
Hospitalidad Musulmana
• La hospitalidad o Diyafa en árabe, es algo fundamental en el Islam, ya que el musulmán se cree huésped de Dios en el mundo que ha creado y está bajo su dominio, así que todo lo que hace el musulmán, lo hace para agradecer a quien le ha hospedado en este mundo, por eso el musulmán tiende a hacer él también lo mismo con los demás
• abriéndoles su casa y su corazón, con mucho cariño, porque cree que siendo hospitalario, Alah también lo será con él
Hospitalidad hindu
Hospitalidad Japonesa
Una conmemoración en la que lograron transmitir su OMOTENASHI, palabra japonesa que significa “el valor de la
Hospitalidad”, el arte de recibir y hacerte sentir como en casa.
Hospitalidad Nórdica
El Paganismo es un grupo de religiones, politeístas o panteístas, inspiradas en las antiguas religiones. Entre
estas se encuentran la Wicca, el Drudismo, el Paganismo Nórdico, y otras formas de espiritualidad que comparten
aspectos comunes entre ellas.
Otro de los valores «heathen» es Fridh (pronunciado Frith), el mantenimiento de la paz y
la amistad dentro de un grupo social. Las obligaciones para con los amigos, parientes y la
comunidad son tomadas en serio por los «heathen».
Hospitalidad Griega
Los ciudadanos griegos se caracterizaban, por lo general, por ser hospitalarios con los forasteros no hostiles, brindándoles alimentación y un lugar para
pasar la noche. Zeus protegía al fugitivo que suplicaba clemencia y amparo, y al extranjero que
no poseía derechos legales, pero que gozaba como huésped del amparo que consagraba la religión.
También nosotros, hasta que logramos volver acá, comimos frecuentemente en la hospitalaria mesa
de otros varones; y quiera Zeus librarnos de la desgracia para en adelante
La hospitalidad era practicada principalmente por los atenienses. Si se realiza un alto en el siglo V, se
observa que la hospitalidad tradicional había disminuido mucho desde los tiempos homéricos;
pero aún así continuaba siendo una virtud ateniense: los extranjeros eran bien recibidos aún sin presentación, y si traían cartas de algún amigo
en común, se les ofrecía lecho y mesa y, ocasionalmente, regalos al partir.
Pero no todas las ciudades griegas compartieron el sentimiento de hospitalidad hacia el forastero. El
régimen espartano se caracterizó por ser muy poco hospitalario con los viajeros, los cuales en raras
ocasiones eran bien recibidos. Con frecuencia, se les daba a entender que sus visitas debían de
resultar breves y, dado el caso de que su estancia se prolongase demasiado, la policía se encargaba
de llevarlos a la frontera
Hospitalidad Romana
Las influencias griegas sobre la sociedad romana se manifestaron en diversos aspectos políticos y sociales.
La hospitalidad, institución de origen griego, es un legado griego que los romanos tomaron, y a la que
dieron un alcance mayor. Roma desarrolla la hospitalidad a partir de intereses políticos y
comerciales.
El paso del tiempo, sin embargo, encuentra que prácticas ligadas a la antigua institución van
adquiriendo nuevos significados, análogamente se producían cambios en el espíritu romano. La institución continúa desarrollándose como una
cuestión fundamental dentro de la sociedad romana.
Julio César nunca rompió sus relaciones de hospitalidad con el padre del poeta Valerio
Catulio, pese a los conflictos que pudiese haber tenido con éste último. Y, vinculando la
hospitalidad al tema del viaje, puede afirmarse que la primera favoreció la realización y el
desarrollo de los segundos.
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El huésped-viajero encuentra determinados lugares donde encuentra acogida, donde puede
hacer un alto en el viaje y pasar la noche, procurar satisfacer sus necesidades y reemprender camino
con el fin de arribar al destino. Según la clase social y la motivación que lleve al viaje, se
encuentran diferencias en cuanto a la naturaleza de la hospitalidad.
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El huésped-viajero encuentra determinados lugares donde encuentra acogida, donde puede
hacer un alto en el viaje y pasar la noche, procurar satisfacer sus necesidades y reemprender camino
con el fin de arribar al destino. Según la clase social y la motivación que lleve al viaje, se
encuentran diferencias en cuanto a la naturaleza de la hospitalidad.
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Las clases dirigentes viajaban hacia sus villas de la costa o de la campiña siendo recibido por otros de su misma condición en las propiedades que se
encontraban camino a su destino. Un alto ciudadano romano que se dirigía a la campiña
podía detenerse en la villa de otro, o en una propia, con el fin de reponerse de las penurias del
viaje.
Distinto fue el caso de los viajeros que no se encontraban en aquella situación. Los
albergues que se situaban en las orillas de las vías romanas, servían para que pudiera hacer
un alto, y continuar camino al día siguiente. Aunque no debe pensarse que los ciudadanos romanos de las clases inferiores eran los que
utilizaban este tipo de servicios para dirigirse a algún lugar de descanso.
Por lo general, quiénes los utilizaron fueron gente humilde, mercaderes, arrieros, carreteros u otros, que se veían en la necesidad imperiosa de parar
en aquellos lugares, por cierto no muy agradables. Estos lugares, albergues o ventas, tenían enseñas, las cuales eran variables según
los países, y un nombre: Venta del Camello, Venta de la Gallina, La Gran Águila, y otros que invocaban a Mercurio (quién era el protector de
los mercaderes y los viajeros), a Apolo o a Venus.
”APPIA LONGARUM TERITUR REGINA VIARUM”
”La vía Apia es conocida comúnmente como la reina de las grandes calzadas romanas”
Los romanos se dieron cuenta de la nobleza inherente del camino imbuido por las
circunstancias y el método de su construcción, y su utilidad a la república romana.
La vía Apia era el paradigma de todos los caminos romanos subsecuentes. Se convirtió en el mismo símbolo de la república, trayendo consigo estabilidad, paz y libertad a la gente
de Italia, por lo menos en sus ideales. Su historiador más grande, Livio, que no era romano de nacimiento, tomó ese punto de
vista
Guerra
El origen de esta no son las necesidad del comercio y del transporte en la Antigüedad, sino
que, antes de que surgieran las expediciones mercantiles, ya había expediciones guerreras,
cercos y sitios a las ciudades enemigas a conquistar.
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En tanto resulte acertado pensar que la guerra precedió al comercio, podemos suponer que
las primeras soluciones al problema de satisfacer las necesidades de comer, beber y
descansar durante los desplazamientos debieron darlas los jefes militares de los
tiempos más remotos.
Los desplazamientos de las tropas eran muy lentos en el pasado, la marcha se hacía a no más
de cuatro o cinco Km./hora. Las tropas necesitaban meses y hasta años para
aproximarse a su objetivo bélico.
La solución consistía en la instalación de campamentos, verdaderas ciudades
provisionales construidas con materiales livianos, en las que no podían faltar cocinas, comedores, mingitorios, botiquines, cuerpos
de vigilancia y hasta, en ciertos casos, medios de distracción para hacer más llevadera la
espera hasta que llegara el momento propicio para el ataque.
Durante tan largos periodos de tiempo había que resolver problemas de pernoctación,
alimentación y ocupación en la inactividad de un gran número de guerreros, muchos de
ellos mercenarios..
Los gobernantes se ocuparon de disponer tanto en los caminos como en los núcleos habitados instalaciones de apoyo para los viajeros en las
que se facilitaban condiciones mínimas de alimentación, pernoctación y protección. Muchas de estas instalaciones eran, en ocasiones, meros
cobertizos en las afueras de los poblados.
Como apoyo a las caravanas, se desarrollaron desde la Antigüedad servicios de hospitalidad
conocidos como caravansary, caravansar o caravantserai, instalaciones financiadas por los gobernantes y concebidas para alojar a un gran número de personas de paso, eran edificios de grandes dimensiones, con una sola puerta, de
forma rectangular y cerrados sobre sí mismos que dejaban un corralón en el centro para las bestias.
Hospitalidad Mediovelo
La hospitalidad medieval tuvo como objetivo acoger al viajero o al peregrino con el fin de que pudiese reponerse de las penurias del viaje. El Medioevo no presenta uniformidad en cuanto a la situación del viaje a lo largo de su desarrollo
histórico. Por lo tanto, es lógico afirmar que tampoco la posee respecto a la hospitalidad,
como se verá a continuación.
La demanda de hospitalidad disminuyó durante los últimos tiempos del Bajo Imperio; y continuó en
aquella situación en los primeros tiempos medievales.
Los conflictos políticos y las nuevas condiciones sociales contribuyen a disminuir la importancia del viaje, y de este modo, a la necesidad de contar con lugares en donde poder encontrar alojamiento. Al
emprender viaje, el individuo pretendía fundamentalmente encontrar cortesía y hospitalidad en las personas que pertenecían a su propio estrato
social
Los nuevos reinos romano-germánicos, pese a los conflictos permanentes en que se vieron
inmersos, no condenaron al forastero ni pretendieron vivir aislados de los demás estados. Emprender viaje era, por aquellos tiempos, una
tarea dificultosa y peligrosa, pero las nuevas unidades político-económicas europeas buscaron que la circulación no resultase aún más penosa por la negativa a la hospitalidad y el rechazo al
extranjero de sus individuos.
la hospitalidad pasó a constituir un deber obligatorio explicitado dentro de la legislación de los nuevos reinos, además de ser considerada
como un deber sagrado de esencia religiosa. La ley de los burgundios, por ejemplo, presenta
referencias a la hospitalidad y a la protección del viajero, volviéndola un deber obligatorio. Según dicha ley, “quienquiera que rehúse al huésped recién llegado un techo o un hogar pagará tres
sueldos de multa”.
Cabe mencionar que la hospitalidad medieval no presenta únicamente un valor de tipo jurídico.
Representa además un valor arraigado profundamente al cristianismo. Así, entre los
deberes cristianos, San Pablo mencionaba: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos,
sin saberlo, hospedaron ángeles”.
Asimismo, debe decirse que también entre las comunidades judías existía la práctica de la
hospitalidad; en este sentido, por ejemplo, hubo comunidades en donde los viajeros que arribaban hacia ellas recibían alojamiento por oficiales de la
congregación en casas particulares
La demanda de hospitalidad se vio satisfecha tanto por lo ofrecido por los monasterios como por aquella
que prestaban los particulares; pero, asimismo, la necesidad generó que la hospitalidad fuera
organizándose en determinadas zonas según el público.
Por ejemplo, en 789, Carlomagno insistió en la necesidad de organizar hospederías “para los
viajeros, lugares de acogida para los pobres en los monasterios y las comunidades de clérigos, porque
el Señor dirá, en el curso de la remuneración del gran día: “Yo era un huésped y me acogisteis””. Respecto a Carlomagno y a su administración
central, se observa un hecho interesante..
. Entre los miembros del cuerpo de funcionarios aparece el puesto de los hostaleros (mansionarii), quiénes se encontraban encargados de disponer
del alojamiento del emperador y su séquito durante sus desplazamientos.
Hospitalidad Renacimiento
A partir del renacimiento del comercio y de las ciudades, la burguesía tendrá su aparición como
actor socio-económico, cobrando importancia paulatina y buscando un estado fuerte que protegiera sus intereses frente a los señores
feudales y la nobleza.
El aumento del flujo de viajeros, que encontraba sus causas en el aumento de los intercambios
comerciales, produjo que dentro de las ciudades se edificaran albergues, y fondas, que acabaron por ser el punto de reunión de los mercaderes.
. “En resumidas cuentas, la característica principal de los albergues u hostales no es la de
ofrecer casa y comida a extranjeros mediante pago, sino la de ofrecer ese servicio de forma
permanente a quienquiera que sea, con tal que pague, tratando de ofrecer al cliente los servicios
añejos que puedan interesarle”.
Claro que también la peregrinación religiosa influenció el desarrollo de las nuevas formas
de alojamiento. Existen numerosas referencias dentro de escritos y obras literarias de la Baja Edad Media a mesones, albergues, hosterías
o fondas situadas en ciertas ciudades o pueblos.
. El avance de estos nuevos tipos de establecimientos fue lento, y se encontró concentrado -en un primer momento- en
algunas ciudades específicas por su importancia política, económica o religiosa. Entre ellas, pueden mencionarse a Roma,
Florencia o París.
. Respecto a las asociaciones de los comercios vinculados al hospedaje, hay que esperar hasta el siglo XIII para que se fundara el primer gremio de posaderos en Florencia. También se observa una evolución legal a lo que hace a la situación
del huésped, llegándose en 1407 a la obligación para aquellos que explotaban comercialmente
los alojamientos, de registrar los nombres de los huéspedes sobre un libro de policía.
. Precisamente, las autoridades públicas delegaban a los hospederos responsabilidades de policía. De este modo, en Dijon, por ejemplo,
en el siglo XV la municipalidad exigía a los hospederos que pidiesen a sus clientes la entrega de las armas que llevasen consigo
hasta que hicieran abandono de la hospedería, además de facilitar la identidad de los
huéspedes.
Finalmente, respecto al desarrollo de las universidades, se ha marcado que muchos de los
estudiantes que llegaban a una determinada ciudad universitaria –principalmente París-, llevaban una
existencia mísera. El tema de la hospitalidad, entonces, se transformaría en un hecho importante. Algunos que se encontraban compadecidos de la
situación de dichos estudiantes, fundaron los colegios, donde los estudiantes hallaban techo y cobijo, y que se convertirían, posteriormente, en
centros de enseñanza.
Mtro Alejandro Montes de oca
UVM Glion