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¿POR QUÉ EXISTEN DIFERENCIAS ENTRE LOS ADOLESCENTES DE FAMILIAS
BIPARENTALES-INTACTAS Y FAMILIAS NO TRADICIONALES?
Tamara Villalba Morente (tvillalbamorente@gmail.com)
ABSTRACT
Los cambios socio-demográficos acontecidos en las últimas décadas han producido una creciente
diversidad familiar y, por ende, el auge de un debate comparativo en torno a los diferentes tipos de
familias. En concreto, en este artículo vamos a examinar las diferencias existentes en el bienestar de
los hijos de familias tradicionales (biparentales-intactas) y familias no tradicionales (reconstruidas,
monoparentales u homoparentales), considerando además el tipo de transición familiar vivida
(divorcio, fallecimiento u otros motivos). Para ello, el bienestar lo mediremos a través de tres
dimensiones: fracaso escolar, adopción de conductas de riesgo y ajuste psicológico.
En general, la literatura especializada sitúa el bienestar y desarrollo de los hijos de familias
no tradicionales por debajo del presentado por los hijos de familias biparentales-intactas (Brown,
2006), más aún si este tipo de familias se han formado después del divorcio de los progenitores
(Amato, 2010). Sin embargo, estas conclusiones deben matizarse porque en la mayoría de las
ocasiones, el nivel de bienestar de los hijos no depende únicamente del tipo de familia, sino también
de las características adscritas a ese hogar (Thomson y McLanahan, 2012).
Por tanto, el principal objetivo de este artículo es realizar un examen completo de la
influencia que ejerce la estructura familiar. Para ello, vamos a tomar en consideración una
clasificación de familia muy completa, donde no sólo se distingue entre las familias tradicionales y
no tradicionales, sino que también se considera la importancia de las transiciones familiares vividas.
Utilizando los microdatos de la Encuesta HBSC-20101, realizaremos diferentes modelos de
regresión, con el fin de examinar la influencia de la estructura familiar en la probabilidad de ser
repetidor, el consumo de cannabis, la participación en peleas físicas y la satisfacción vital media de
los adolescentes. La Encuesta empleada, HBSC-2010, cuenta con un amplio abanico de ítems
referentes a las características internas de la unidad familiar, por lo que nos permite medir no solo la
influencia del tipo de familia, sino también de los llamados factores mediadores (nivel socio-
económico del hogar y calidad de las relaciones familiares). Con estas premisas podremos probar
dos hipótesis principales: 1) El bienestar de los hijos de familias no tradicionales es inferior al
presentado por los hijos de familias tradicionales, especialmente cuando la transición familiar
vivida ha sido el divorcio de los progenitores. 2) Los recursos socio-económicos del hogar y sobre
1 Health Behavior in School-Aged Children.
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todo la cantidad-calidad de las relaciones materno/paterno-filiales explican gran parte de la
influencia de la estructura familiar sobre el bienestar de los hijos adolescentes.
Los principales resultados encontrados nos permiten afirmar que no siempre los
adolescentes de familias no tradicionales poseen un bienestar ligeramente inferior al presentado por
los adolescentes de familias biparentales-intactas. Tal como anuncian los trabajos previos, las
diferencias se reducen notablemente conforme se controlan por las variables referentes al clima
familiar. Por tanto, podemos concluir que, las diferencias existentes entre los adolescentes de
familias tradicionales y no tradicionales están explicadas más por las relaciones materno/paterno
filiales existentes en el hogar, y no tanto (o solamente) por el tipo de familia donde vivan.
PALABRAS CLAVES: adolescencia, estructura familiar, nivel socio-económico, relaciones
familiares
1. INTRODUCCIÓN
Durante la adolescencia el individuo asienta algunas tendencias de comportamiento adquiridas
durante la infancia e incorpora otras nuevas procedentes de distintos entornos de influencia. Esto
hace que esta etapa de desarrollo resulte fundamental, entre otros factores, para la formación
académica, la adquisición y consolidación de los estilos de vida y la estabilidad de su ajuste
psicológico.
La educación es central en esta etapa vital y esta estrechamente relacionada con otros
componentes del bienestar de los adolescentes. De hecho, el logro educativo de los menores
repercute decisivamente en sus transiciones a la vida adulta (Mari-Klose y Mari-Klose, 2010).
Analizar este aspecto del bienestar de los hijos resulta fundamental en un país como España donde
en 2012 el 24,9% de la población de 18 a 24 años no había finalizado sus estudios de segunda etapa
de segundaria (3º y 4º de ESO), en comparación con el 12,8% registrado por la media europea2.
En relación al estilo de vida, debemos tener en cuenta que a medida que avanza la
adolescencia es relativamente frecuente que los estilos de vida de los individuos se tornen menos
saludables (Farrington, 2005). Por ejemplo, según la Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en
Enseñazas Secundarias (ESTUDES, 2010), el 74% de los adolescentes de entre 14 y 18 años han
consumido alcohol, el 32% tabaco y el 26% cannabis. Asimismo, según el estudio promovido por la
Universidad de Castilla-La Mancha titulado "Conductas antisociales y delictivas de los jóvenes en
España" (Rechea, 2011), el 22% de los adolescentes (12-18 años) ha participado en una pelea física
durante el último año. 2 http://www.mecd.gob/servicios-al-cuidadano-mecd/estadisticas/educacion.html (fecha de consulta: diciembre 2012)
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Otra de las características propias de la adolescencia son las alteraciones emocionales en los
individuos (Perales y Martínez, 2012), lo que en ocasiones se traduce en problemas de baja
autoestima (Cava, 2003) o escasa satisfacción vital (Montoya y Landero, 2008). Sin embargo, estos
desajustes psicológicos parecen ser estados de ánimo transitorios propios de esta etapa de agitación
física, social y psicológica (Rodrigo et al., 2004), por lo que no siempre tendrá repercusiones
negativas sobre el futuro desarrollo de los hijos. De hecho, los adolescentes españoles tienen un alto
grado de felicidad según la Encuesta Europea sobre la Calidad de Vida (EQLS-2012), dado que
poseen una media de 8,2 puntos (en una escala 1-10), por encima no solo de la media europea (7,7)
sino también de la existente en otros países como Suecia (7,5).
De acuerdo con estos datos, nos parece interesante examinar la importancia del principal
contexto de influencia para la vida de los individuos, la familia. La familia es el primer contexto de
socialización (Farrington, 2005), por lo que resulta fundamental para el desarrollo y bienestar del
sujeto, entre otras cosas porque le garantiza protección y seguridad (Carrillo et al., 2009). A la hora
de determinar la relevancia de la estructura familiar se prestará especial atención a la historia previa
de la familia, así como a las características socio-económicas y referentes a las relaciones
materno/paterno-filiales existentes dentro del hogar. A partir de ese objetivo se plantean las
siguientes preguntas de investigación: 1) ¿Existen diferencias significativas en el logro educativo, el
estilo de vida y el ajuste psicológico de los adolescentes en función del tipo de familia en la que
viven? y ¿qué influencia ejercen las transiciones familiares previas? 2) ¿Existe un conjunto de
factores que median en la influencia de la estructura familiar sobre el bienestar de los hijos
adolescentes? y ¿cuál de ellos es más importante?
2. ESTADO DE LA CUESTIÓN. INFLUENCIA DE LA FAMILIA Y SUS FACTORES
EXPLICATIVOS
A la hora de analizar la influencia de la estructura familiar, debemos tener en cuenta que la
institución familiar ha variado de forma considerable a lo largo de la historia. En el período más
reciente, y sobre todo desde la década de los 80, en España se pueden observar una importante serie
de cambios asociados a la familia, como el aumento de las rupturas matrimoniales (Houle et al.,
2006), la desvinculación de la fecundidad y el matrimonio (Domínguez-Folgueras y Castro-Martín,
2013) y la extensión de otras formas de convivencia como la cohabitación (Muñoz-Pérez y Recaño
Valverde, 2011). Todos estos cambios (estudiados a través de la «Teoría de la Segunda Transición
Demográfica» – STD) han diversificado las estructuras familiares, pero también los procesos que
las forman o regulan (Esping-Andersen et al., 2013; Lesthaeghe, 2010). Una de sus consecuencias
ha sido el crecimiento de la proporción de adolescentes que viven en familias monoparentales,
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reconstruidas o en las que los progenitores cohabitan sin estar unidos en matrimonio (Treviño y
Gumá, 2013).
La extensión de estas modernas estructuras familiares ha promovido un incremento de los
estudios referentes a la influencia de la estructura familiar en la vida y desarrollo de los hijos. Según
la mayoría de estos trabajos, los hijos de las llamadas "familiares no tradicionales" (como las
familias monoparentales, reconstruidas y homoparentales) suelen afrontar ciertas desventajas en su
desarrollo y bienestar (Brown, 2006; Ermissch y Francesconi, 2001; Parra, 2007). Esto nos lleva a
plantear la primera de nuestras hipótesis:
H1. La probabilidad de repetir curso, la adopción de conductas de riesgo y el desajuste psicológico
es más factible entre los adolescentes que viven en familias no tradicionales.
Habitualmente, las desventajas de las familias monoparentales se relacionan con aspectos
económicos, al contar únicamente con una figura paterna en el hogar («hipótesis del padre ausente»
– Gennetian, 2005 –). Además, se habla de un menor control parental (Pryor, 2004), al existir poco
contacto con la figura paterna ausente y poco tiempo disponible por la que está presente en el hogar
(«hipótesis de la madre trabajadora» – Gennetian, 2005).En cambio, en el estudio de las familias
reconstruidas se pone énfasis en la estabilidad del clima familiar, analizando la calidad y cantidad
de las relaciones paterno/materno-filiales (Thomson y McLanahan, 2012). Por ejemplo, se suele
afirmar que en este tipo de familias las relaciones paterno/materno-filiales se debilitan por los
conflictos derivados de la entrada de la nueva pareja del progenitor corresidente («teorías del
conflicto de pareja» – Biblarz et al., 1999). Por último, al hablar de familias homoparentales, las
desventajas que se mencionan están relacionadas con problemas de integración escolar,
principalmente por la falta de una completa aceptación social de este tipo de hogares. Por ejemplo,
autores como Biblarz y Scatey (2010) encuentran que los adolescentes de este tipo de familias no
desarrollan las habilidades sociales necesarias para su correcta integración social.
Las desventajas comentadas parecen agravarse o atenuarse en función de la historia y
características de la estructura familiar. En general, vivir una transición familiar es un
acontecimiento emocionalmente estresante para la vida de los hijos, reduciendo su rendimiento
académico, acercándoles a estilos de vida poco saludables y empeorando su ajuste psicológico
(Tillman, 2007). En este artículo, la importancia de las transiciones familiares se analiza mediante
la diferenciación de las vías de entrada en una familia no tradicional. De acuerdo con el trabajo de
Strohschein et al. (2009), podemos diferenciar tres situaciones que dan lugar a una familia no
tradicional: el divorcio de los progenitores, el fallecimiento de un progenitor y el nacimiento dentro
de una familia monoparental. Cada una de estas situaciones tiene unas repercusiones diferentes en
el bienestar de los hijos adolescentes, variando también en función del tipo de familia.
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El divorcio suele destacar negativamente por el aumento de los conflictos existentes entre
las diferentes figuras parentales (King y Heard, 1999). El fallecimiento de un progenitor en cambio
por la enorme tristeza que produce este acontecimiento en el hijo, afectando sobre todo a su ajuste
psicológico (Sigle-Rushton y McLanahan, 2002). Y por último el nacimiento en una familia
monoparental tiene repercusiones tanto económicas como referentes a las relaciones familiares, solo
existe contacto con un solo progenitor y se asume que esto provoca unos menores recursos socio-
económicos (McLanahan y Percheski, 2008). De acuerdo con las conclusiones encontradas en
estudios anteriores podemos plantear la segunda de nuestras hipótesis:
H2. El divorcio es la vía de entrada en una familia no tradicional más perjudicial para el bienestar
de los adolescentes que no viven con sus dos progenitores.
Sin embargo, las consecuencias de vivir cada una de estas transiciones familiares van a
depender del tipo de familia en el que derive (Breivik y Olweus, 2008). Normalmente, el divorcio
de los progenitores suele hacer más conflictivas las relaciones familiares (Cantón et al., 2007), por
lo que cuando este cambio de estructura deriva en una familia reconstruida, parece afectar
desfavorablemente al desarrollo y bienestar de los hijos adolescentes (Ganong y Coleman, 2004).
Asimismo, el fallecimiento de un progenitor y la entrada en una familia monoparental también tiene
repercusiones negativas, dado que los hijos carecerán de contacto con un progenitor («hipótesis del
padre ausente» – Single-Rushton y McLanahan, 2002 –) y se reducirá mucho tanto el nivel de
recursos económicos del hogar (Kending y Bianchi, 2008) como el tiempo de que dispondrá el
progenitor vivo («hipótesis de la madre trabajadora» – McLanahan y Percheski, 2008).
Por ese motivo, parece necesario considerar también las principales características que nos
definen estos grandes tipos de familias: sus recursos socio-económicos y la calidad de sus
relaciones familiares. En primer lugar, los recursos socio-económicos tendrán una repercusión
importante en el bienestar de los hijos. Por ejemplo, un mayor nivel socio-económico en el hogar va
a mejorar las oportunidades educativas de los adolescentes (Fernández y Rodríguez, 2008).
Además, se podría pensar que disponer de un mayor capital económico sitúa a los adolescentes en
contextos de residencia menos desfavorecidos y, por lo tanto, ayuda a que tengan un estilo de vida
menos arriesgado. Sin embargo, hoy en día se ha probado que, por ejemplo, el consumo de
sustancias psicoactivas está muy extendido también entre la población con mayores recursos socio-
económicos (Rivas y Gámez, 2005).
En segundo lugar, cuando hablamos de la calidad de las relaciones familiares se pone mucho
énfasis en el mantenimiento de contacto con las dos figuras parentales, aunque ya no vivan bajo el
mismo techo (King y Sobolewski, 2006). Sin embargo, estas relaciones no tienen porque siempre
mejorar la calidad de vida, la educación o el comportamiento adoptado por los hijos (sobre todo
6
cuando hablamos de una etapa como la adolescente donde el hijo tiende a desvincularse de la
unidad familiar, en su afán de adquirir una mayor autonomía e independencia). Autores como Peter
y Enrenberg (2008) hablan de que el contacto con el progenitor no residente puede perturbar el día a
día de los hijos, sobre todo cuando estos ahora viven en una familia reconstruida. Además de la
importancia de mantener contacto con el progenitor no residente, se hace hincapié en la relevancia
de los estilos de crianza promovidos por los progenitores. La mayoría de las ocasiones se destaca la
importancia de mantener una comunicación bidireccional con el hijo, de imponerle cierto control y
de apoyar sus comportamientos y decisiones (Aunola et al., 2000). Este tipo de relación suele
recibir el nombre de "estilo democrático", si seguimos la clasificación planteada por Maccoby y
Martín en 1983, y se impone frente a los estilos autoritario (definido por un alto control y un bajo
apoyo parental), permisivo (caracterizado por un bajo control y un alto apoyo parental) y negligente
(determinado por un bajo control y un bajo apoyo parental).
La importancia de considerar estas características internas del hogar se basa en su efecto
mediador sobre la influencia presentada por el tipo de familia donde viven los adolescentes. Autoras
como Thomson y McLanahan (2012) argumentan que las diferencias en el bienestar de los hijos de
familias tradicionales y no tradicionales van desapareciendo conforme vamos controlando por estas
características de la unidad familiar, dado que normalmente pertenecer a una familia monoparental
está asociado con unos menores recursos socio-económicos y pertenecer a una familia reconstruida
con una mayor inestabilidad en el clima familiar. De acuerdo con estas conclusiones, hemos
planteado dos nuevas hipótesis:
H3. Los recursos socio-económicos del hogar explican gran parte de la influencia que ejerce la
estructura familiar sobre la probabilidad de que un alumno repita curso, la adopción de conductas
violentas o el desajuste psicológico.
H4. La estabilidad del clima familiar puede atenuar la influencia negativa de vivir en una familia
monoparental, reconstruida u homoparental.
En resumen, para examinar la influencia de la estructura familiar en el bienestar de los hijos
no basta con considerar el tipo de familia, sino que parece necesario ampliar el abanico analítico y
hablar también de la historia familiar (importancia de las transiciones familiares) y de las
características internas de la unidad familiar (recursos socio-económicos y calidad de las
relaciones). Esta amplia visión analítica nos va a permitir establecer una explicación más clara y
precisa no solo de la influencia de la estructura familiar, sino también de las diferencias existentes
entre los adolescentes de unos tipos de familias y otros. Por tanto, esta explicación parece no
quedarse en el tipo de familia.
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3. METODOLOGÍA
Para documentar la influencia que tiene la estructura familiar de los adolescentes residentes en
España sobre su rendimiento académico, su estilo de vida y su ajuste psicológico podemos hacer
uso de diferentes fuentes de datos, entre las que destaca la Encuesta HBSC (Health Behavior in
School-Aged Children3). La encuesta HBSC se realiza a nivel europeo – aunque incluye algunos
países extra-europeos como EEUU – y es coordinada por la Organización Mundial de la Salud
(OMS). En España desde la edición 2001-2002, el estudio HBSC es coordinado por el Ministerio de
Sanidad, Política Social e Igualdad (Dirección General de Salud Pública) y la Universidad de
Sevilla, bajo el liderazgo de la Doctora Carmen Moreno4. La muestra española de HBSC-2010 es de
11.111 adolescentes con edades comprendidas entre 10 y 20 años (5.475 chicos y 5.636 chicas).
Aunque para examinar la adopción de estilos de vida arriesgados se ha reducido la muestra a los
adolescentes mayores de 14 años, por lo que el número de individuos incluidos en los análisis
correspondientes a esas variables dependientes es de 5.118 sujetos.
3.1 Variables dependientes
Tal como ya hemos mencionado, las variables dependientes están divididas en tres dimensiones:
educación, conductas y psicológico. La educación de los adolescentes será examinada tomando en
consideración la probabilidad de fracaso escolar, las conductas de riesgo mediante la probabilidad
de consumir cannabis y de haber mantenido más de dos peleas físicas en el último año, finalmente
el ajuste psicológico será analizado mediante un indicador de satisfacción vital.
Probabilidad de haber repetido curso: ha sido calculada tomando el año de nacimiento de los
encuestados y el curso escolar en el que se encuentran en el momento de la encuesta. Esta
variable diferencia los alumnos que han repetido curso (N=2.943, 26,5%) del resto
(N=8.149, 73,5%). Para calcularla se utilizan las correspondencias entre el año de
nacimiento y el curso escolar en el que deberían estar inscritos los estudiantes, datos que se
obtiene del Ministerio de Educación5.
Consumo de cannabis: a partir de la pregunta “¿Has tomado en el último mes cannabis
(hachís o marihuana, “porros”)?” se diferencia a los consumidores [N=781] de los no
consumidores [N=3.273]. Los adolescentes consumidores son los que declaran fumar
cannabis sin tener en cuenta la frecuencia de dicho consumo.
3 http://www.hbsc.org/ 4 http://www.grupo.us.es/estudioshbsc/index.php/es/ 5 http://www.mecd.gob.es
8
Peleas físicas: con la información aportada por la pregunta “En los últimos 12 meses,
¿cuántas veces has tenido una pelea física (te has pegado con alguien)?”, se diferencia a los
adolescentes con y sin comportamientos violentos. De acuerdo con la distribución de la
variable, se consideran violentos a aquellos adolescentes que han tenido más de dos peleas
físicas en el último año [N=415], diferenciándolos de los no violentos [N=3.791].
Satisfacción con la vida: medida a partir de la información aportada por la pregunta “¿En
qué lugar de la escalera sientes que estás en este momento?”. Esta variable tiene una escala
0-10 donde 0 representa la peor vida posible y 10 la mejor. La muestra total utilizada para
esta medida es de 10.807 adolescentes con edades comprendidas entre los 10 y 20 años (los
304 encuestados que no contestan a esta pregunta se consideran como perdidos).
3.2 Variables independientes
Por su parte, las diferentes variables independientes están agrupadas en cinco bloques: (1) tipo de
familia, (2) características socio-demográficas de los adolescentes, (3) nivel socioeconómico
familiar, (4) características de las relaciones paterno/materno-filiales y (5) variables referentes a
cada dimensión del bienestar examinada. A continuación vamos a describir las variables incluidas
en cada uno de ellos y especificar, cuando proceda, como se ha procedido a calcular dichas
variables.
Tipo de familia: a través de esta variable se diferencia a los adolescentes que viven en una
familia biparental-intacta (familia tradicional), de los que viven en una familia reconstruida
o monoparental producida después del divorcio de los progenitores, el fallecimiento de uno
de ellos o por lo que hemos denominado "otros motivos" (incluye a los individuos que no
han llegado a conocer a un progenitor, a aquellos que no viven con los dos porque uno de
ellos trabaja o vive en otra ciudad o país y a aquellos que no contestan al motivo por el cual
sus padres ya no viven juntos). Además, se añaden dos categorías, familias homoparentales
(formadas por una pareja del mismo sexo) y otros tipos de familias (que incluye a los
adolescentes que sin vivir con sus progenitores viven con abuelos cuidadores, hermanos/as,
padrastro o madrastra, que pertenecen a hogares de acogida y otros tipos). Esta clasificación
resulta especialmente interesante porque no solo nos permite examinar las diferencias entre
las familias tradicionales y no tradicionales, sino también la influencia del tipo de transición
familiar vivida.
Características socio-demográficas de los adolescentes: sexo, edad, condición de inmigrante
(donde se considera la información sobre el origen tanto del encuestado como de sus
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progenitores y, por tanto, se diferencia a los inmigrantes de primera y segunda generación),
número de hermanos en el hogar y tipo de hijo (biológico vs adoptivo).
Características socio-económicas del hogar: capacidad adquisitiva familiar (es un indicador
del nivel económico de un hogar que toma como variables la propiedad de vehículo en la
unidad familiar, la existencia de habitaciones propias para cada hijo, la propiedad de
ordenadores en el hogar y la posibilidad de irse de vacaciones en familia), estatus laboral
materno (donde se considera no solo los niveles alto, media y bajo, sino también si la madre
está desempleada, está buscando empleo o es ama de casa), nivel educativo del hogar (para
lo cual se observa el nivel de cada uno de los progenitores y se considera el más elevado) y
riesgo de exclusión social asociado al barrio de residencia (que es un indicador calculado a
partir de una serie de ítems referentes al entorno de residencia con una connotación
claramente negativa como: si en el barrio hay jóvenes o adultos que causan problemas, si
hay desperdicios o mucha basura por las calles, y si hay edificios y/o viviendas en mal
estado; y con una connotación positiva como: si se puede hablar y/o confiar en la gente, si
los niños pueden jugar en la calle, o si hay buenos sitios donde invertir el tiempo de ocio).
Calidad-cantidad de las relaciones materno/paterno-filiales: facilidad para hablar con el
padre (donde se incluye una categoría referente a la completa ausencia del padre en la vida
de los encuestados), estilo de crianza materno (para lo cual no solo se diferencia entre el
estilo autoritario, democrático, permisivo y negligente, sino que también se considera una
categoría sobre la ausencia de la madre en el hogar y/o en la vida de los encuestados) y
satisfacción con las relaciones familiares.
Características específicas: para el capítulo de educación se hablará de algunas
características del centro escolar (si el alumno recibe maltrato escolar, si el alumno participa
en actividades extraescolares y un indicador sobre problemas estructurales del centro escolar
que pueden afectar al rendimiento académico del alumno6), para las conductas se estudiará
la influencia del comportamiento de los amigos (donde se diferencia entre las actividades
pro-sociales y anti-sociales llevadas a cabo por estos individuos), y finalmente para el ajuste
psicológico se incluirá la calidad de la relación con los hermanos (con el fin de examinar a
la familia como un sistema de relaciones).
Cada uno de estos bloques se construye siguiendo lo establecido por la literatura
especializada y se corresponden con los diferentes pasos en las regresiones logísticas efectuadas.
Mediante este procedimiento secuencial podremos observar no solo la influencia específica de cada 6 Cuando nos referimos a problemas estructuras referentes al centro escolar, estaremos hablando de la existencia de tensiones por motivos raciales, étnicos o diferencias religiosas, de mucha basura por las calles, de puntos de ventas de drogas o el excesivo consumo de estas sustancias en la vía pública, de violencia o vandalismo, de casas o edificios en mal estado y, de altos niveles de delincuencia.
10
una de estas dimensiones analíticas, sino también evaluar su impacto sobre el efecto observado por
el tipo de familia. En otras palabras, se comprobará la influencia mediadora de las características
internas del hogar.
3.3 Métodos de análisis
Los análisis se basan en modelos de regresión: regresión logística para estudiar la probabilidad de
ser repetidor, de consumir cannabis y de tener una pelea física, y regresión lineal para examinar la
satisfacción vital de los adolescentes. Esta distinción se realiza de acuerdo al tipo de variable
dependiente empleada en cada dimensión del bienestar. En las dimensiones educativa y conductual
se emplean variables dependientes categóricas enunciadas de forma binaria (Y=1 ocurrencia del
evento – Y=0 no ocurrencia), mientras que en la dimensión psicológica se utiliza una variable
continua. De ahí que mediante la regresión logística se quiere predecir la probabilidad de ocurrencia
de un determinado evento (Y=1) a partir de los valores que presenta una serie de variables
independientes. En cambio, mediante la regresión lineal mediremos el cambio promedio en la
satisfacción vital de los adolescentes en función de las categorías de las variables explicativas
introducidas en el modelo.
4. RESULTADOS
4.1 Diferencias en el bienestar de los adolescentes en función del tipo de familia. Análisis
univariados
En este primer apartado de resultados vamos a examinar la influencia de la estructura familiar
tomando en consideración, por un lado, el porcentaje de adolescentes que son repetidores, que
consumen cannabis y que participan en peleas físicas en los diferentes tipos de familias
examinados; y por otro lado, la satisfacción vital media en esas mismas categorías de familia. De
este modo podremos hacer una primera aproximación a las diferencias existentes entre unos tipos de
familias y otros.
Según los datos de la Encuesta HBSC-2010, la probabilidad de ser repetidor es claramente
menor en los adolescentes de familias no tradicionales, destacando la influencia negativa del
divorcio de los progenitores frente al fallecimiento o la categoría que hemos denominado "otros
motivos". El 39,3% de los que viven en una familia reconstruida y el 38,4% de los que viven en una
familia monoparental son repetidores cuando pertenecen a este tipo de familias después de haber
experimentado el divorcio de sus progenitores, frente al 23,4% de los que pertenecen a una familia
biparental-intacta. Además, hemos encontrado unos porcentajes ligeramente mayores de repetidores
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cuando el adolescente vive solo con un progenitor en el hogar (familia monoparental) frente a la
entrada de la pareja del progenitor corresidente (familia reconstruida), con la excepción de los
adolescentes que pertenecen a una familia reconstruida después del divorcio de los progenitores.
Tabla 1. Descriptivos según tipo de familia
S
Biparental intacta 8795 79,2 23,4 4118 80,5 18,4 9,1 8795 79,2 7,99 1,749
Reconstruida después de un divorcio 301 2,7 39,3 150 2,9 22,6 15,0 301 2,7 7,00 2,239
Reconstruida después de un fallecimiento 50 0,5 34,0 28 0,5 29,2 4,2 50 0,5 6,69 1,770
Reconstruida por otros motivos 61 0,5 34,4 20 0,4 25,0 8,3 61 0,5 7,18 2,521
Monoparental después de un divorcio 836 7,5 38,4 381 7,4 21,0 11,6 836 7,5 7,35 2,038
Monoparental después de un fallecimiento 178 1,6 37,9 108 2,1 22,1 8,9 178 1,6 7,33 1,834
Monoparental por otros motivos 260 2,3 38,1 99 1,9 19,7 15,2 260 2,3 7,32 2,479
Homoparental 38 0,3 39,5 16 0,3 26,7 0,0 38 0,3 7,70 1,730
Otros tipos de familias 592 5,3 38,6 198 3,9 27,9 20,9 592 5,3 7,72 2,381
11111 100 5118 100 11111 100
% N % N %
Tipo de familia
TOTAL
Satisfacción vital
Consumen cannabis (N=781)
Se pelean (N=415)
Porcentaje de repetidores (N=4841)
N
Estos resultados parecen estar asociados tanto a las características socio-económicas del
hogar (hipótesis del padre ausente) como a la calidad-cantidad de las relaciones materno/paterno-
filiales (hipótesis de la madre trabajadora). La importancia de las relaciones familiares además nos
permite explicar porque el porcentaje de repetidores sigue siendo mayor en las familias
reconstruidas formadas después de divorcio de los progenitores, dado que en estos casos se combina
la influencia negativa de la entrada de la nueva pareja del progenitor corresidente más los conflictos
parentales y el estrés conyugal derivados de la disolución de un hogar. Por último, cabría destacar el
resultado referente a los adolescentes de familias homoparentales, dado que son los que mayor
porcentaje de repetidores tienen (39,5%), sin embargo debemos tener cierta cautela al considerar los
resultados referentes a este tipo de familia no tradicional, dado que el reducido tamaño muestral de
esta categoría (N=32) no nos permite tener una alta fiabilidad estadística en nuestros análisis.
Las diferencias son mucho menores cuando examinamos el consumo de cannabis y la
participación en peleas físicas, aunque en muchos casos se pueden deber al reducido tamaño
muestral de algunas categorías, sobre todo si tenemos en cuenta que para examinar estas cuestiones
la muestra total se reduce solo a los adolescentes mayores de 14 años (N=5.118). De hecho, solo
hay 20 sujetos pertenecientes a familias reconstruidas por otros motivos y 16 a familias
homoparentales, por lo que pondremos especial cuidado en la interpretación de estos resultados.
Dejando eso de lado, podemos obtener algunas conclusiones. Por ejemplo, el consumo de cannabis
aumenta cuando los adolescentes han perdido a un progenitor y ahora viven en una familia no
tradicional: el 29,2% consume cannabis cuando pertenece a una familia reconstruida y el 22,1%
cuando pertenece a una familia monoparental, frente al 18,4% de los que pertenecen a una familia
biparental-intacta. Este resultado puede estar debido a la ausencia de contacto con una figura de
autoridad y por ende, al menor control parental recibido.
12
En cuanto a las peleas físicas encontramos unos resultados divergentes en función del tipo
de familia. Cuando se pertenece a una familia reconstruida parece que haber vivido el divorcio de
los progenitores hace aumentar la probabilidad de adoptar este comportamiento violento, dado que
el 15% de los adolescentes pertenecientes a este tipo de familia participan en peleas físicas cuando
ha experimentado esta transición familiar, frente al 4,2% de los que han vivido el fallecimiento, el
8,3% de los que han quedado clasificados en la categoría de "otros motivos" y el 9,1% de los
adolescentes de familias tradicionales. En cambio, vivir en una familia monoparental por otros
motivos parece más negativo para esta conducta de riesgo que las otras dos transiciones familiares
estudiadas (divorcio y fallecimiento), dado que en estos casos los porcentajes son 15,2%, 11,6% y
8,9% respectivamente. Este resultado puede asociarse a la inconsistencia en los estilos de crianza
para las familias reconstruidas y a la posibilidad de que no se haya llegado a conocer a un
progenitor en el caso de las familias monoparentales. En el caso de las familias reconstruida,
cuando se cuenta con dos figuras de autoridad parece primar la influencia negativamente de las
posibles inconsistencias en los estilos de crianza impartidos tanto por los progenitores como por sus
nuevas parejas, en cambio en las familias monoparentales parece especialmente negativo el hecho
no haber mantenido nunca contacto con dos progenitores (o dos figuras de autoridad).
Por último debemos comentar las diferencias observadas en torno a la satisfacción vital de
los hijos adolescentes. Aunque aparentemente haya pocas, si que podemos destacar algunas
divergencias importantes, sobre todo cuando examinamos la influencia de las transiciones
familiares dentro de las familias reconstruidas. La satisfacción vital parece ser menor cuando los
adolescentes han perdido a un progenitor y encima ahora viven con la nueva pareja del progenitor
vivo, dado que esta medida de ajuste psicológico se reduce desde 7,99 cuando viven en una familia
biparental-intacta hasta 6,99 cuando pertenecen a la familia no tradicional comentada. Estos
resultados pueden deberse a que la influencia negativa de la tristeza generada por la perdida de un
progenitor se une a la perturbación en las relaciones familiares producida por la entrada del
padrastro o la madrastra al hogar. En cuanto a las familias monoparentales cabe destacar que la
satisfacción vital media prácticamente no varia cuando comparamos a los adolescentes que han
vivido el divorcio de los progenitores (7,35), el fallecimiento de uno de ellos (7,33) o pertenecen a
la categoría denominada "otros motivos" (7,32). Este resultado podría deberse a que en estos casos
pesa más la presencia de un solo progenitor en el hogar que la importancia del papel que ejerce el
otro progenitor (en relación a la transición familiar vivida).
En conclusión, existen diferencias apreciables en el rendimiento académico, la adopción de
conductas de riesgo y el ajuste psicológico de los adolescentes en función del tipo de familia donde
viven. A través de estos resultados no solo podemos destacar dichas diferencias, apuntando al
13
menor bienestar de los hijos de familias reconstruidas, monoparentales y/o homoparentales, sino
también la importancia de examinar las transiciones familiares vividas. Con estos primeros
resultados univariados no siempre podemos probar la influencia más negativa del divorcio de los
progenitores, tal como apuntábamos en nuestras hipótesis iniciales. Por ejemplo, la satisfacción
vital parece reducirse en mayor medida cuando las familias reconstruidas están precedidas por el
fallecimiento de un progenitor, o la participación en peleas físicas cuando se pertenece a las familias
monoparentales por otros motivos. No obstante, las hipótesis planteadas deben probarse una vez
que hayamos controlado por otros factores como las características socio-demográficas de los
sujetos o las características internas de la unidad familiar, por lo que debemos esperar a los
resultados multivariados presentados en el siguiente apartado.
4.2 Diferencias en el bienestar de los adolescentes en función del tipo de familia. Análisis
multivariado
A lo largo de este segundo apartado de resultados, las diferencias encontradas en el análisis
descriptivo se comprueban una vez que controlamos por la influencia que tienen las características
socio-demográficas de los sujetos, el nivel socio-económico del hogar, la estabilidad del clima
familiar y una serie de variables referentes a cada una de las dimensiones del bienestar consideradas
(características del centro escolar, comportamiento de los amigos, calidad de la relación con los
hermanos). A través de este análisis podemos aislar de forma más adecuada la influencia que ejerce
la estructura familiar tanto en el fracaso escolar, como en la adopción de conductas de riesgo y la
satisfacción vital de los hijos durante su etapa adolescente.
Para ello, a continuación vamos a resumir la evolución de las odds ratio7 (en el caso de las
regresiones logísticas) y de los coeficientes beta no estandarizados8 (en el caso de la regresión
lineal) referentes a los diferentes tipos de familia en los cinco pasos de regresión9 para cada una de
7 Las odds ratios son los cocientes de proporciones entre la ocurrencia del suceso descrito por la variable dependiente en un grupo y otro grupo (Hosmer y Lemeshow, 2000). Así, un valor OR mayor que 1 (por ejemplo, 1,75 indica que los adolescentes de esa categoría tienen una probabilidad 75% mayor de vivir el suceso analizado que los adolescentes de la categoría de referencia) y un valor menor que 1 (por ejemplo, 0,7 implica un riesgo 30% menor que el de la categoría de referencia). 8 Los coeficientes beta no estandarizados son los coeficientes de pendiente parcial. Su valor identifica la pendiente del hiperplano de regresión con respecto a su correspondiente variable independiente. Por tanto, su cuantía expresa el cambio promedio en la variable dependiente asociado a una unidad de cambio en la variable independiente al que este asociado cuando el resto de variables independientes se mantienen constantes (D´Ancona, 2004). En este caso, la dirección del cambio la expresa el signo, si es positivo aumentará y si es negativo descenderá en una unidad la variable dependiente. 9 Las variables incluidas en cada modelo son: Modelo 1: tipo de familia Modelo 2: modelo 1 + características socio-demográficas de los sujetos Modelo 3: modelo 2 + características socio-económicas del hogar Modelo 4: modelo 3 + calidad-cantidad de las relaciones materno/paterno-filiales Modelo 5: modelo 4 + variables específicas de cada dimensión del bienestar (educación: características del centro escolar; conductas de riesgo: comportamiento de los amigos; ajuste psicológico: calidad de las relaciones con los hermanos/as)
14
las dimensiones del bienestar consideradas10. Mediante estos análisis podremos explicar cómo
influyen las diferentes variables independientes incorporadas en los análisis sobre el efecto
presentado por el tipo de familia.
Al observar la evolución de las odds ratio de la probabilidad de ser repetidor (tabla 2) se
confirma el efecto mediador de las diferentes variables independientes incluidas en el modelo, dado
que las diferencias existentes entre unos tipos de familias y otros van modificándose, reduciéndose
e incluso llegan a desaparecer en los cinco pasos del análisis. En el modelo bivariado sin controles
(paso 1), observamos que vivir en una familia no tradicional aumenta el riesgo de ser repetidor,
confirmando lo señalado en el análisis descriptivo previo. Dentro de las familias no tradicionales,
los adolescentes que viven en una familia homoparental son los que mayor riesgo tienen de ser
repetidores (OR=2,53), seguidos por los que residen en una familia monoparental por otros motivos
(OR=2,09). Al controlar por las características socio-demográficas de los encuestados (paso 2),
observamos un descenso de la influencia negativa presentada por vivir en una familia monoparental
después del fallecimiento de un progenitor y en una familia homoparental (tanto es así que este
último tipo de familia pierde su significación estadística).
Tabla 2. Odds ratios de la probabilidad de ser repetidor según modelo de regresión logística
(Biparental intacta)
Reconstruida después de un divorcio 2,04 *** 1,58 ** 1,52 ** 1,28 1,24
Reconstruida después de un fallecimiento 1,61 1,10 1,00 0,66 0,65
Monoparental después de un divorcio 2,01 *** 1,91 *** 1,94 *** 1,71 *** 1,69 ***
Monoparental después de un fallecimiento 1,85 *** 1,50 * 1,07 0,68 0,67
Monoparental por otros motivos 2,09 *** 1,96 *** 1,91 *** 1,70 ** 1,70 **
Homoparental 2,53 * 1,73 1,53 1,23 1,30
Otros tipos 2,18 *** 2,07 *** 1,73 *** 1,56 ** 1,48 **
(1,00) (1,00)
*(p.valor<0,001***) (p.valor<0,01**) (p.valor<0,05*)
Ser repetidor (N=11.091)(1,00) (1,00) (1,00)
MODELOS DE REGRESIÓN LOGÍSTICA*
1 2 3 4 5
En el paso 3 (al controlar por las características socio-económicas del hogar), desaparecen
las diferencias estadísticamente significativa entre las familias tradicionales y las familias
monoparentales producidas después del fallecimiento de un progenitor. Cuando consideramos la
calidad-cantidad de las relaciones familiares (paso 4) se pierden las diferencias observadas con
respecto a las familias reconstruidas por divorcio, asimismo destaca un descenso considerable de las
odds ratios de las familias monoparentales por divorcio, familias monoparentales por otros motivos
y otros tipos de familia. Finalmente, en el paso 5, se mantiene la significación estadística en las
familias monoparentales cuando se han producido después del divorcio de los progenitores o por lo
que hemos denominado "otros motivos", así como en los otros tipos de familias. Estos resultados 10 En el anexo del presente artículo se ha querido presentar dos tablas donde se resume tanto los descriptivos como los resultados del último paso de las regresiones para el resto de variables independientes incorporadas en los análisis.
15
nos permiten concluir que, una vez que hemos introducido todos los controles, el rendimiento
académico es menor solo en los adolescentes de familias monoparentales (seguramente por la
existencia de un único progenitor en el hogar - Gennetian, 2005), y en especial cuando se ha entrado
en este tipo de familias después de vivir el divorcio de los progenitores (probablemente por el nivel
de estrés que encierra la disolución de un hogar - Amato, 2010).
Los resultados referentes a la adopción de conductas de riesgo (tabla 3) son bastante
diferentes a los presentados en la tabla anterior referente al rendimiento académico de los
adolescentes, dado que existen pocas diferencias entre los adolescentes de familias tradicionales y
no tradicionales. Estas odds ratio pueden deberse a la escasa de representación de algunos tipos de
familias no tradicionales. Por ejemplo, solo hay 28 adolescentes en familias reconstruidas formadas
después del fallecimiento de un progenitor, 20 cuando estas familias no tradicionales están
formadas por lo que hemos denominado "otros motivos" y 16 adolescentes de familias
homoparentales. No obstante, más bien creo que se deben a que realmente los hijos de familias
biparentales-intactas no adoptan un estilo de vida menos arriesgado.
Tabla 3. Odds ratios de la probabilidad de consumir cannabis y de tener peleas físicas según modelo de regresión logística
(Biparental intacta)
Reconstruida después de un divorcio 1,29 1,59 * 1,55 1,31 1,36
Reconstruida después de un fallecimiento 1,82 2,14 2,22 2,14 1,61
Monoparental después de un divorcio 1,18 1,17 1,16 1,11 1,18
Monoparental después de un fallecimiento 1,26 1,18 1,15 1,03 1,28
Monoparental por otros motivos 1,09 1,24 1,25 1,13 1,07
Homoparental 1,61 1,75 1,73 1,66 1,77
Otros tipos 1,71 ** 1,69 * 1,69 * 1,41 1,34
(Biparental intacta)
Reconstruida después de un divorcio 1,76 * 1,87 * 1,94 * 1,55 1,58
Reconstruida después de un fallecimiento 0,44 0,50 0,50 0,46 0,33
Monoparental después de un divorcio 1,31 1,31 1,41 1,34 1,40
Monoparental después de un fallecimiento 0,08 1,03 1,07 0,85 0,92
Monoparental por otros motivos 1,80 1,72 1,67 1,48 1,47
Homoparental 0,00 0,00 0,00 0,00 0,00
Otros tipos 2,65 *** 2,16 ** 2,15 ** 1,82 * 1,79 *
1 2 3 4 5
MODELOS DE REGRESIÓN LOGÍSTICA*
(1,00) (1,00)
Peleas físicas (N=4.206)(1,00) (1,00) (1,00) (1,00) (1,00)
Consumo de cannabis (N=4.054)(1,00) (1,00) (1,00)
* (p.valor<0,001***) (p.valor<0,01**) (p.valor<0,05*)
Tal como podemos ver en la tabla, únicamente observamos diferencias estadísticamente
significativas entre los adolescentes de otros tipos de familias y los pertenecientes a una familia
biparental-intacta para el consumo de cannabis y para la participación en peleas físicas, así como
entre los adolescentes de familias reconstruidas formadas después del divorcio de los progenitores y
16
los pertenecientes a familias biparentales-intactas para la adopción de comportamientos violentos.
Además de las escasas diferencias con representación estadística, destaca que dichas diferencias
desaparecen en el paso 4 cuando controlamos por la calidad-cantidad de las relaciones
materno/paterno-filiales. Por tanto, podemos concluir que (salvo para los adolescentes de otros tipos
de familias al estudiar la participación en peleas físicas) no existen claras diferencias en el estilo de
vida de los adolescentes en función del tipo de familia, y que las pocas diferencias encontradas se
deben en parte a la influencia individual de las características de las relaciones familiares. En
concreto, hemos probado la gran importancia de los estilos de crianza promovidos por la madre (tal
como anunciaba Aunola et al., 2000), y la relevancia de seguir manteniendo contacto con el padre
aunque este sea el progenitor no residente (tal como concluía King y Sobolewski, 2006).
Por último, examinamos la influencia de la familia en la satisfacción vital de los
adolescentes. Los resultados de la tabla 4 nos permiten afirmar que las diferencias entre los
adolescentes de familias tradicionales y no tradicionales son especialmente significativas para esta
dimensión del bienestar de los adolescentes analizada. En modelo bivariado (paso 1) todos los tipos
de familia poseen significación estadística, salvo en el caso de las familias homoparentales. Este
resultado prueba el peor ajuste psicológico de los adolescentes de familias no tradicionales frente a
los pertenecientes a una familia tradicional. Sin embargo, estos resultados van a ir cambiando
conforme vamos controlando por las diferentes variables, tal como vimos que ocurría en las otras
dos dimensiones del bienestar consideradas.
Tabla 4. Coeficientes de regresión asociados a la satisfacción vital de los adolescentes según modelo de regresión lineal
Reconstruida después de un divorcio -0,99 *** -0,85 *** -0,85 *** -0,47 *** -0,48 ***
Reconstruida después de un fallecimiento -1,30 *** -1,07 *** -0,94 *** -0,68 ** -0,70 **
Monoparental después de un divorcio -0,64 *** -0,57 *** -0,50 *** -0,23 *** -0,24 ***
Monoparental después de un fallecimiento -0,66 *** -0,48 *** -0,29 * -0,07 -0,09
Monoparental por otros motivos -0,67 *** -0,69 *** -0,64 *** -0,32 ** -0,33 **
Homoparental -0,29 -0,21 -0,15 0,10 0,10
Otros tipos -0,27 ** -0,30 *** -0,25 ** -0,03 -0,04
MODELOS DE REGRESIÓN LINEAL*
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* (p.valor<0,001***) (p.valor<0,01**) (p.valor<0,05*)
Satisfacción vital (N=10.738)(Biparental-intacta)
En el paso 3 estos cambios resultan significativos, dado que se reduce considerablemente la
significación estadística de las familias monoparentales producidas después del fallecimiento de un
progenitor y de los otros tipos de familias. Ya en el paso 4 desaparecen las diferencias con respecto
a estas familias y las familias biparentales-intactas, por lo que podemos concluir que parte de su
influencia negativa se debe a las características internas del hogar. Además, en este cuarto paso
(cuando incorporamos al modelo las variables referentes a la calidad-cantidad de las relaciones
17
materno/paterno-filial) se reduce considerablemente la magnitud de la influencia negativa de todas
las familias no tradicionales que mantienen significación estadística: familias reconstruidas después
del divorcio de los progenitores, familias reconstruidas después del fallecimiento de un progenitor,
familias monoparentales después del divorcio de los progenitores y familias monoparentales por
otros motivos. Esta modificación en los resultados prueba que gran parte de la influencia negativa
de vivir en estas familias no tradicionales se debe a las características de las relaciones familiares.
Por último, en el paso 5 se mantienen las diferencias comentadas en el paso anterior, por lo que
podemos concluir que no existe un efecto mediador referente a la calidad de la relación con los
hermanos, y que el ajuste psicológico se ve fuertemente perturbado cuando los adolescentes han
perdido a un progenitor y ahora viven con la nueva pareja del progenitor vivo.
En resumen, las diferencias entre los adolescentes de familias tradicionales y no
tradicionales no son tan fuertes como se pensaban en un inicio, dado que su significación estadística
y magnitud se reducen considerablemente después de controlar (sobre todo) las características
internas del hogar. De modo que la explicación de estas diferencias la podemos encontrar más en
los llamados "factores mediadores", que en el tipo de familia en sí mismo, destacando
especialmente el efecto presentado por la calidad-cantidad de las relaciones materno/paterno-
filiales.
5. CONCLUSIONES
Las familias españolas del siglo XXI son unas familias más plurales, versátiles, complejas y frágiles
(Esping-Andersen et al., 2013) que la mayoría de las existentes en el siglo XX. Esto ha producido
unos modelos familiares más diversificados y por ende, unas consecuencias sobre la vida de los
miembros que los forman más complejas. A lo largo de este artículo hemos querido examinar que
influencia ejerce la estructura familiar, su historia y características sobre tres dimensiones diferentes
del bienestar de los hijos durante su etapa adolescentes. Nuestros principales resultados han probado
que las diferencias entre los adolescentes de unos tipos de familia y otros no son tan grandes como
se pensaban en un inicio, dado que la mayoría de ellas se reducen considerablemente o desaparecen
conforme hemos ido controlando por las diferentes variables independientes.
De hecho, en los modelos multivariados solo encontramos diferencias estadísticamente
significativas entre los adolescentes de familias monoparentales en las dimensiones educativa y
psicológica cuando estas familias no tradicionales han sido formadas después del divorcio de los
progenitores y por lo que hemos denominado "otros motivos". Asimismo destaca la influencia
negativa de vivir en una familia reconstruida (sobre todo cuando se forma después del fallecimiento
de un progenitor) para el ajuste psicológico de los adolescentes, y de los otros tipos de familias para
18
la participación en peleas físicas o el fracaso escolar en los adolescentes. Estos resultados nos
obligan a buscar la explicación de las escasas diferencias existentes entre los adolescentes de unos
tipos de familias y otros en las características internas del hogar, tal como planteaban otros estudios
anteriores (Thomson y McLanahan, 2012).
No obstante, estos resultados responden a las preguntas inicialmente planteadas. En primer
lugar, planteamos si "¿existen diferencias significativas en el logro educativo, el estilo de vida y el
ajuste psicológico de los adolescentes en función del tipo de familia en la que viven?" Aunque sean
escasas, diferencias hay y además son diferencias que mantienen su significación estadística aún en
el modelo multivariado. En relación a la segunda parte de la pregunta "¿qué influencia ejercen las
transiciones familiares previas?" debemos destacar que no siempre se prueba que el divorcio de los
progenitores es la transición familiar más perjudicial para la vida de los hijos, dado que por ejemplo
parece ser peor el fallecimiento de un progenitor cuando examinamos la satisfacción vital media de
los adolescentes. En segundo lugar, nos preguntamos si "¿existe un conjunto de factores que median
en la influencia de la estructura familiar sobre el bienestar de los hijos adolescentes? y
efectivamente se ha probado que si, dado que los resultados observados en el primer paso de los
modelos de regresión (análisis bivariado) cambian notablemente en el último paso (análisis
multivariado). En cuanto a la cuestión referente a "¿cuál de los factores mediadores es más
importante?", debemos destacar la gran influencia de la calidad-cantidad de las relaciones
materno/paterno-filiales, puesto que en todas las variables dependientes utilizadas observamos una
modificación más notable de los coeficientes de regresión en el cuarto paso de nuestros análisis.
Por tanto, se puede concluir que realmente solo se ha probado con completa certeza la
hipótesis 4 ("la estabilidad del clima familiar puede atenuar la influencia negativa de vivir en una
familia monoparental, reconstruida u homoparental"), y en cierta medida la hipótesis 3 ("los
recursos socio-económicos del hogar explican gran parte de la influencia que ejerce la estructura
familiar sobre la probabilidad de que un alumno repita curso, la adopción de conductas violentas o
el desajuste psicológico"). Sin embargo, no observamos grandes diferencias entre los adolescentes
de familias tradicionales y no tradicionales, tal como planteaba la primera hipótesis ("la
probabilidad de repetir curso, la adopción de conductas de riesgo y el desajuste psicológico es más
probable entre los adolescentes que viven en familias no tradicionales"). De modo que para probar
esta hipótesis habría que comentar ciertas excepciones, como la ausencia de diferencias en cuanto a
la adopción de conductas de riesgo se refiere. Pero, sobre todo, las excepciones están relacionadas
con la importancia de la transición familiares vividas. Inicialmente planteamos que el divorcio es la
vía de entrada a las familias no tradicionales más perjudicial para la vida de los hijos adolescentes
(hipótesis 2: "el divorcio es la vía de entrada en una familia no tradicional más perjudicial para el
19
bienestar de los adolescentes que no viven con sus dos progenitores"), pero no encontramos este
resultado a la hora de examinar por ejemplo la satisfacción vital media de los adolescentes.
En resumen, la familia constituye hoy en día una de las estructuras básicas del sistema
social, no solo por su papel como elemento en el que se fundamenta la reproducción social, sino
también porque sin la familia y sus funciones resulta difícil, si no imposible, entender las
condiciones de vida y los niveles de bienestar que tienen las personas en las sociedades
contemporáneas. Tal como ha quedado demostrado a lo largo de este artículo, la familia debe
analizarse desde una concepción lo más amplia posible, por eso no solo basta con considerar su
tipología, sino también sus características (nivel socio-económico y calidad de las relaciones
familiares) e historia (importancia de las transiciones familiares vividas), dado que todas las
dimensiones se encuentran entrelazadas.
No obstante, esta investigación tiene ciertas limitaciones, limitaciones que hay que advertir
para poder trabajar en su subsanación. En primer lugar, la base de datos empleada, la Encuesta
HBSC-2010, no es una fuente longitudinal, por lo que no podemos examinar cómo va cambiando la
influencia de la familia a lo largo del tiempo y en función de las transiciones familiares vividas o de
la historia familiar anterior. No obstante, hemos intentado subsanar esta limitación construyendo
una clasificación de familia donde no solo se diferenciará entre los adolescentes de familias
tradicionales y no tradicionales, sino donde también se hablará de las familias reconstruidas y
monoparentales que se han formado después del divorcio de los progenitores, el fallecimiento de
uno de ellos y por lo que hemos denominado "otros motivos". Esto nos ha permitido realizar una
aproximación indirecta a esa importante vertiente analítica.
En segundo lugar, nos hemos encontrado con problemas de representatividad dentro de la
encuesta. HBSC-2010 tiene una muestra de 11.111 adolescentes, pero al dividir a los encuestados
en tipologías de familia tan específicas perdemos muchos individuos y dejamos ciertas categorías
(como las familias homoparentales) con tan pocos casos que nos ha sido imposible diferenciarlas en
función de la transición familiar que les ha dado paso. Asimismo no hemos podido examinar por
separado a los adolescentes que han nacido en una familia monoparental (sino que pertenecen a la
categoría "familias monoparentales por otros motivos", dado que solo hay 13 encuestados que
cumplan esta premisa.
En tercer lugar, existe otra importante limitación relacionada con la encuesta empleada, la
encuesta HBSC-2010 cuenta con un amplio abanico de ítems que nos permiten analizar el bienestar
de los adolescentes, pero nos faltan una serie de preguntas muy relevantes. Por ejemplo, no
podemos diferenciar a los adolescentes de familias unidas en matrimonio o cohabitación, no
podemos saber si los adolescentes que han vivido el divorcio reciben una pensión por parte del
20
progenitor no residente, o no podemos conocer como son las relaciones entre ambos progenitores
aunque estos ya no vivan juntos. A pesar de estas limitaciones, este artículo ayuda a acotar que tipo
de influencia ejerce la estructura familiar y, sobre todo, nos permite esclarecer porque existen
ciertas diferencias si leemos en la literatura que no se deben tanto al tipo de familia donde viven los
adolescentes.
6. AGRADECIMIENTOS
Este trabajo es parte de mi tesis doctoral titulada "El bienestar de los adolescentes en las modernas
estructuras familiares", leída el pasado 1 de Abril en la Universidad Complutense de Madrid. La
tesis fue escrita durante mi beca predoctoral FPI otorgada por el Ministerio de Economía y español
Competitividad (Ref. BES-2010-030605) y ha estado dirigida por la Dr. Teresa Castro Martín
(CSIC) y el Dr. Alberto Sanz Gimeno (UCM). Por tanto, debo agradecer este trabajo al proyecto
financiado por el Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica
(Ref. CSO2009-11883), así como al continuo apoyo de mis dos directores. Además no puedo dejar
de agradecer a la Dr. Carmen Moreno de la Universidad de Sevilla y a todo el equipo HBSC-España
por proporcionarme los microdatos referentes a esta encuesta internacional, sin duda la mejor
encuesta que hay en España para examinar este problema de investigación.
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23
8. ANEXO DE TABLAS
Tabla 5. Modelos de regresión multivariados. Variables independientes comunes a las tres dimensiones del bienestar analizadas
N % N % N % N %
Chico 5475 49,3 1,59 *** 2464 48,1 1,39 *** 2464 48,1 3,28 *** 5475 49,3 -0,01
(Chica) 5636 50,7 2654 51,9 2654 51,9 5636 50,7
10-12 años // (14 años) 3095 27,9 0,04 *** 788 15,4 788 15,4 3095 27,9 0,34 ***
13-14 años // 15 años 3334 30,0 0,39 *** 1499 29,3 1,66 ** 1499 29,3 0,79 3334 30,0 0,11 **
(15-16 años) // 16 años 3236 29,1 1389 27,1 1,95 *** 1389 27,1 0,61 ** 3236 29,1
17 años o más // 17 años 1446 13,0 3,24 *** 917 17,9 1,95 *** 917 17,9 0,60 ** 1446 13,0 -0,18 ***
// 18 años o más 525 10,3 2,57 *** 525 10,3 0,72
(Españoles) 9285 83,6 4336 84,7 4336 84,7 9285 83,6
Inmigrantes de 1ª generación 1089 9,8 2,48 *** 481 9,4 0,45 *** 481 9,4 1,10 1089 9,8 -0,01
Inmigrantes de 2ª generación 652 5,9 1,19 267 5,2 0,86 267 5,2 1,96 ** 652 5,9 -0,01
(0 hermanos) 1751 15,8 832 16,3 832 16,3 1751 15,8
1 hermano 6346 57,1 1,24 ** 3024 59,1 0,96 3024 59,1 1,43 6346 57,1 0,04
2 hermanos 1927 17,3 1,77 *** 861 16,8 0,87 861 16,8 1,65 ** 1927 17,3 -0,03
3 o más hermanos 979 8,8 2,22 *** 376 7,3 1,41 376 7,3 1,80 979 8,8 -0,11
(Hijo biológico) 10946 98,5 5061 98,9 5061 98,9 10946 98,5
Hijo adoptivo 165 1,5 2,53 *** 57 1,1 0,72 57 1,1 1,49 165 1,5 0,02
(Alta) 4693 42,2 2045 40,0 2045 40,0 4693 42,2
Media 5315 47,8 1,23 ** 2546 49,7 1,03 2546 49,7 0,83 5315 47,8 -0,15 ***
Baja 959 8,6 1,59 *** 466 9,1 0,85 466 9,1 0,53 ** 959 8,6 -0,42 ***
(Alto) 1648 14,8 785 15,3 785 15,3 1648 14,8
Medio 1311 11,8 1,36 * 597 11,7 1,12 597 11,7 1,34 1311 11,8 0,03
Bajo 4794 43,1 2,25 *** 2116 41,3 0,92 2116 41,3 1,17 4794 43,1 0,08
Inactiva 2240 20,2 1,86 *** 1125 22,0 0,87 1125 22,0 1,29 2240 20,2 0,12 *
Buscando empleo 697 6,3 2,13 *** 296 5,8 1,21 296 5,8 0,73 697 6,3 -0,05
(Terciaria) 3240 29,2 1827 35,7 1827 35,7 3240 29,2
Secundaria o menos 5457 49,1 1,94 *** 3257 63,6 1,11 3257 63,6 0,87 5457 49,1 -0,02
(Fácil) 7059 63,5 2855 55,8 2855 55,8 7059 63,5
Difícil 3380 30,4 0,91 1946 38,0 0,92 1946 38,0 1,00 3380 30,4 -0,37 ***
No tiene o no ve al padre 517 4,7 1,68 ** 265 5,2 0,99 265 5,2 1,02 517 4,7 -0,27 **
Autoritario 1311 11,8 1,00 782 15,3 1,11 782 15,3 0,86 1311 11,8 -0,44 ***
(Democrático) 4740 42,7 1858 36,3 1858 36,3 4740 42,7
Permisivo 2452 22,1 1,24 ** 1018 19,9 1,68 *** 1018 19,9 1,15 2452 22,1 -0,25 ***
Negligente 2343 21,1 1,16 1326 25,9 1,50 ** 1326 25,9 1,33 2343 21,1 -0,68 ***
No tiene o no ve a la madre 101 0,9 0,92 62 1,2 2,43 62 1,2 2,28 101 0,9 -1,01 ***
(Alta) 8409 75,7 3522 68,8 3522 68,8 8409 75,7
Baja - Media 2702 24,3 1,21 ** 1596 31,2 1,44 *** 1596 31,2 1,67 *** 2702 24,3 -1,31 ***
**Las categorías de la variable "edad" cambian porque para examinar el consumo de cannabis y las peleas físicas la muestra se reduce a 5.118 adolescentes mayores de 14 años.
Satisfacción con las relaciones familiares(1,00) (1,00) (1,00)
* Se incluyen los casos sin respuesta como una categoría adicional de cada variable, aunque no se representen en la tabla. (p<0,001***) (p<0,01**) (p<0,05*)
(1,00)
Estilo de crianza materno
(1,00) (1,00) (1,00)
Nivel educativo de los progenitores(1,00) (1,00) (1,00)
Relaciones paterno-
filiales
Comunicación con el padre(1,00) (1,00)
(1,00)
Estatus laboral de la madre(1,00) (1,00) (1,00)
Nivel económico del hogar Capacidad adquisitiva familiar
(1,00) (1,00)
Tipo de hijo(1,00) (1,00) (1,00)
Número de hermanos en el hogar principal(1,00) (1,00) (1,00)
Condición de inmigrante(1,00) (1,00) (1,00)
(1,00)
Edad**(1,00) (1,00)
(1,00)
SATISFACCIÓN VITAL*
OR OR OR B
Características socio-demográficas
Sexo
(1,00) (1,00)
SER REPETIDOR* CONSUMO CANNABIS* PELEAS FÍSICAS*
24
Tabla 6. Modelos de regresión multivariados. Variables independientes específicas de cada dimensión del bienestar analizada
N % N % N % N %
Alto 696 6,3 1,46 **
(Bajo) 8991 80,9
No 2621 23,6 1,32 ***
(Si) 6920 62,3
(Público) 5896 53,1
Concertado 2838 25,5 1,08
Privado 745 6,7 0,37 ***
Alto 3897 35,1 1,18 *
(Bajo) 5127 46,1
Altos 4239 38,2 1,19 *
(Bajos) 4598 41,4
(Nunca) 1163 22,7 1163 22,7
Rara vez 893 17,4 2,37 *** 893 17,4 1,76 ***
Algunas veces 1087 21,2 5,57 *** 1087 21,2 2,49 ***
Casi siempre 912 17,8 17,16 *** 912 17,8 3,19 ***
(Nunca) 266 5,2 266 5,2
Rara vez 756 14,8 0,76 756 14,8 0,80
Algunas veces 1382 27,0 0,63 * 1382 27,0 0,64 *
Casi siempre 1726 33,7 0,51 *** 1726 33,7 0,71
(Díficil o no tiene hermanos/as) 6085 54,8
Fácil 5026 45,2 0,13 ***
OR OR OR B
SER REPETIDOR* CONSUMO CANNABIS* PELEAS FÍSICAS* SATISFACCIÓN VITAL*
* Se incluyen los casos sin respuesta como una categoría adicional de cada variable, aunque no se representen en la tabla. (p<0,001***) (p<0,01**) (p<0,05*)
Actividades prosociales en amigos(1,00) (1,00)
Her
man
os/
as
Comunicación con los hermanos/as
(1,00)
Gru
po d
e am
igos
Consumo de sustancias en amigos(1,00) (1,00)
Nivel de riesgo en el contexto social
(1,00)
Indicador de problemas en el centro escolar
Tipo de centro escolar(1,00)
Contexto escolar
Maltrato escolar
(1,00)
Actividades extraescolares
(1,00)