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MODALIDADES DE CAZA
Lucas Llanes Borrero
Curso 2012 -13
EESSTTIINNIINNEEGGTTIICCAA 2 edicin
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MODALIDADES DE CAZA
N D I C E
1. DEFINICIONES Y NORMATIVAS..Pg. 12.
MODALIDADES DE CAZA MAYOR............................................................... 14
2.1. Montera, Gancho y Batida ............................................................ 142.2. Caza en mano. ............................................................................... 222.3. Rececho. ........................................................................................ 222.4. Aguardo. ........................................................................................ 442.5. Alanceo de Jabal ........................................................................... 49
3. MODALIDADES DE CAZA MENOR. ............................................................. 513.1. Caza en mano. ............................................................................... 51
3.1.1.Conejo ....................................................................................... 513.1.2.Perdiz ........................................................................................ 523.1.3.Liebre ........................................................................................ 533.1.4.
Zorzales ..................................................................................... 53
3.2. Ojeo .............................................................................................. 543.2.1.Perdiz ........................................................................................ 543.2.2.Zorzales ..................................................................................... 553.2.3.Focha comn ............................................................................. 553.2.4.Conejo ....................................................................................... 563.2.5.Liebre ........................................................................................ 57
3.3. Caza al salto. .................................................................................. 57
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3.3.1.Becada. ..................................................................................... 573.3.2.Agachadiza comn ..................................................................... 593.3.3.Codorniz .................................................................................... 613.3.4.Zorzales ..................................................................................... 633.3.5.Liebre ........................................................................................ 643.3.6.Perdiz ........................................................................................ 64
3.4. Desde puesto fijo ........................................................................... 663.4.1.Palomas .................................................................................... 663.4.2.Zorzales y Estornino pinto. ......................................................... 693.4.3.Trtola comn ........................................................................... 72
3.5. Con cimbel. .................................................................................... 743.5.1.Palomas .................................................................................... 753.5.2.Antidas .................................................................................... 77
3.6. Aguardo ......................................................................................... 803.6.1.Avefra ...................................................................................... 803.6.2.Trtola comn ........................................................................... 81
3.7. Cetrera.. ....................................................................................... 813.8. Liebre con galgo. ............................................................................ 853.9. Perdiz roja con reclamo macho. ..................................................... 893.10. La Caza del Conejo con Hurn. ....................................................... 933.11. La Caza del Zorro. ........................................................................... 95
4. BIBLIOGRAFA. .......................................................................................... 99
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1. Definiciones y Normativas.
Las definiciones sobre modalidades de caza, tanto para caza mayor como para caza
menor en Andaluca, estn contempladas en el Artculo 78 de la SECCIN 1 NORMAS
GENERALES del CAPTULO SEGUNDO (ACTIVIDAD DE LA CAZA) del Decreto 182/2005, de 26
de julio, por el que se aprueba el reglamento de Ordenacin de la Caza en la Comunidad
Autnoma de Andaluca (BOJA 154/2005, de 9 de agosto).
Artculo 78.Modalidades de caza
1. Las modalidades de caza son las siguientes:a) Para caza mayor:a1) Montera: Cacera organizada con puestos fijos, que se practica con ayuda de
rehalas (En Andaluca el nmero mximo de perros que se pueden utilizar por rehala
ser veinticuatro) y batidores en una extensin de monte previamente cercado por los
cazadores y cazadoras distribuidos en armadas, siempre que el nmero de stos sea
superior a veinticinco.
a2) Gancho: Cacera organizada con puestos fijos que se celebra con un nmero de
cazadores y cazadoras igual o inferior a veinticinco en la que se empleen batidores y
perros.
a3) Batida: Cacera organizada para jabales o corzos con puestos fijos que se celebra
con un nmero de cazadores y cazadoras igual o superior a nueve, autorizndose, en
cada periodo hbil, una batida por cada 250 ha de terreno acotado.
a4) En mano: Un grupo de cazadores y cazadoras acompaados o no de perros, recorre
el terreno en busca de las piezas de caza.
a5) Rececho: Modalidad de caza en la que un cazador o cazadora, sin ayuda de perros,
excepto los utilizados para seguir el rastro de sangre de piezas heridas, ni ojeadores yen solitario o acompaado, busca las piezas de caza a abatir.
a6) Aguardo: Acecho de uno o varios cazadores y cazadoras que esperan apostados en
puntos concretos a que las piezas de caza acudan espontneamente.
b) Para caza menor:b1) En mano: Un grupo de cazadores y cazadoras, acompaados o no de perros,
recorren el terreno en busca de las piezas de caza.
b2) Ojeo: Consiste en batir un determinado terreno por ojeadores sin perros ni armaspara que la caza pase por una lnea de cazadores y cazadoras apostados en lugares
fijos.
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- Mano a la andaluza: Es el caso de cercar una zona, normalmente se trata de una
mancha de matorral, a base de cazadores y cazadoras que permanecern estticos
y a una distancia prudencial entre s, mientras que el resto de la cuadrilla cazan en
mano en la zona previamente cercada, obligando tambin a las piezas para que se
dirijan a las proximidades de los puestos que rodean la mancha.
En la SECCIN 2 NORMAS PARTICULARES del Captulo y Decreto referenciados, se
incluye una serie de artculos, que seguidamente se transcriben, relacionados con monteras y
ganchos, perdiz roja en ojeo, caza de aves acuticas y cetrera, adems de normas inherentes
a la proteccin de la caza menor.
Artculo 83. Monteras y ganchos.
1. Slo se autorizarn en cotos de caza cuyo aprovechamiento principal sea la caza
mayor. Las autorizaciones para la celebracin de monteras y ganchos previstas en
el plan tcnico de caza, debern solicitarse a la Delegacin Provincial competente
con quince das de antelacin a la fecha prevista para su celebracin, adjuntando
documentacin cartogrfica con la situacin de la mancha a batir, indicacin
aproximada de las armadas y estimacin del nmero de puestos de cada una de
ellas. La autorizacin se entender otorgada si no se notifica resolucin
denegatoria en el plazo de diez das.
2. A efectos de control veterinario de las piezas cobradas, deber comunicarse al
correspondiente Distrito Sanitario, con diez das de antelacin, el lugar y ubicacin
del depsito de campo. Todas las piezas abatidas, sin mutilacin alguna debern
ser inspeccionadas por los servicios veterinarios. La persona titular del
aprovechamiento cinegtico, solicitar a los mismos copia del parte de actividades
cinegticas que recoge el resultado de las inspecciones realizadas.
3. En las monteras y los ganchos, los batidores podrn utilizar trabucos con municin
de fogueo. Asimismo se autorizarn en cada periodo hbil nicamente la
celebracin de una montera por cada 500 hectreas de terreno acotado y un solo
gancho, por cada 250 hectreas.
4. Si en una montera o un gancho previsto para fecha determinada no llegara a
celebrarse, deber solicitarse autorizacin para su celebracin en una nueva fecha,
pudiendo denegarse si la misma fuese anterior en menos de diez das a la
celebracin de las monteras o ganchos previamente autorizadas en terrenos
cinegticos colindantes, salvo acuerdo entre las personas titulares de los mismos.
5. En aquellas zonas donde por causas excepcionales de fuerza mayor no pudieran
celebrarse las monteras o ganchos previstas para la ltima semana del periodo
hbil, podr autorizarse su celebracin, a solicitud justificada de las personas
interesadas en el improrrogable plazo de los siete das siguientes.
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6. Queda prohibido disparar sobre especies de caza menor con cualquier tipo de
municin durante la celebracin de estas caceras. La Consejera competente en
materia de caza podr excepcionar esta prohibicin, por razones de equilibrio
biolgico, para determinadas especies de caza menor en la Orden general de vedas
y siempre que la caza de las mismas est prevista en el correspondiente plan
tcnico de caza.
7. Salvo acuerdo entre partes interesadas, no se autorizar la celebracin de
monteras o ganchos en manchas o portillos de un coto, colindantes con las de
otro en el que se haya autorizado una de estas caceras, durante los diez das
anteriores a la fecha de celebracin de sta.
8. En todas las monteras o ganchos, la persona o entidad titular del
aprovechamiento cinegtico o, en su caso, la persona o entidad organizadora de
la cacera deber informar previamente a los cazadores y cazadoras,
preferentemente por escrito, de las condiciones de la cacera, medidas de
seguridad, colocacin y condiciones de los puestos y cuantas instrucciones se
consideren convenientes en aras de la seguridad de las personas.
Artculo 84. Perdiz roja en ojeo.
Las personas o entidades titulares de los terrenos cinegticos donde se vaya a practicar
la caza de perdiz roja en ojeo, de conformidad con el plan tcnico de caza, debern comunicar
la celebracin de cada ojeo a la Delegacin Provincial competente con una antelacin mnima
de diez das. Si el ojeo no pudiera tener lugar en la fecha prevista, podr celebrarse en los diez
das siguientes sin necesidad de nueva comunicacin previa.
Artculo 85. Caza de aves acuticas.
Se autoriza la caza de aves acuticas conforme a lo previsto en el correspondiente plan
tcnico de caza, y de acuerdo con las siguientes condiciones.
a) La caza se realizar siempre desde puestos fijos, con o sin auxilio de cimbeles oreclamos naturales o artificiales.
b) No podrn agruparse los cimbeles correspondientes a ms de dos cazadores o
cazadoras, con un mximo de seis por cazador o cazadora, debiendo estar las
parejas contiguas a ms de 50 metros.
Artculo 86. Cetrera.
1. Se entiende por cetrera la utilizacin y adiestramiento de aves rapaces para la
captura de especie cinegticas.
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2. El ejercicio de la cetrera est sujeto a las normas generales establecidas en el
presente Reglamento, siendo requisito imprescindible que dicha modalidad se
contemple en el plan tcnico de caza.
3. Los requisitos particulares que se exigen para practicar la cetrera son:
a) Estar en posesin de los permisos de tenencia de las aves de cetrera con las
que se pretende realizar dicha actividad.
b) Estar en posesin de la correspondiente licencia de caza.
c) Estar en posesin del carn de cetrera, expedido por la Consejera
competente en materia de caza.
d) La prctica de cetrera podr realizarse con las aves rapaces autctonas que se
relacionan en el Anexo III del presente Reglamento, y con todas las aves
rapaces diurnas alctonas a excepcin de subespecies alctonas de especies
autctonas. La relacin de aves del Anexo III del presente Reglamento podr
ser modificada por la Consejera competente en materia de caza.
ANEXO III
RELACIN DE ESPECIES AUTCTONAS
CON LAS QUE SE AUTORIZA LA PRCTICA DE CETRERA
Milvus migrans (Milano negro)
Accipiter gentilis (Azor)
Accipiter nisus (Gaviln)
Falco tinnunculus (Cerncalo comn)
Falco peregrinus (Halcn peregrino)
Falco columbarius (Esmerejn)
Buteo buteo (Ratonero)
4. Para la obtencin del carn de cetrera ser necesario superar las pruebas deaptitud y otros requisitos que se establezcan por Orden de quien ostente la
titularidad de la Consejera competente en materia de caza.
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Artculo 87. Proteccin de la caza menor.
1. Con el fin de evitar una excesiva presin cinegtica y para que el ejercicio de la
caza se realice de manera compatible con el equilibrio natural se prohbe:
a) La utilizacin de ms de tres perros por cazador o cazadora, excepto en la
modalidad de perdiz en ojeo, debiendo destinarse slo para la cobranza de los
ejemplares abatidos.
b) La caza de ojeo de perdiz roja por el sistema conocido como portil,
aprovechando el cansancio de las piezas o agrupndolas en terrenos o lugares
determinados.
c) Situar la lnea de los cazadores y cazadoras rodeando los comederos,
bebederos o dormideros de la trtola, salvo que los puestos estn situados a
una distancia mnima de 250 metros del comedero y de 100 metros entre s.
2. En la modalidad de caza de liebre con galgos, los perros debern ir debidamente
atraillados y slo podrn soltarse simultneamente dos perros por liebre,
permitindose soltar un tercer perro, siempre y cuando ste sea menor de
dieciocho meses de edad para su adiestramiento.
3. La paloma torcaz podr cazarse desde puestos fijos con auxilio de cimbeles enaquellos terrenos cinegticos que tengan autorizado su aprovechamiento
conforme al correspondiente plan tcnico de caza.
Las especies objeto de caza se contemplan en el ANEXO I de dicho Decreto 182/2005,
de 26 de julio, tal como se relacionan seguidamente:
A N E X O I
ESPECIES OBJETO DE CAZA
a) CAZA MAYOR
Cabra monts Capra pyrenaica
Ciervo Cervus elaphus
Corzo Capreolus capreolus
Gamo Dama dama
Mufln Ovis usimon
Arrui Ammotragus lervia
JabalSus scrofa
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b) CAZA MENOR
Conejo Oryctolagus cuniculus
Liebre Lepus capensis
PerdizAlectoris rufa
Becada Scolopax rusticola
Faisn Phasianus colchicus
Codorniz Coturnix coturnix
Trtola comn Streptopelia turtur
Paloma torcaz Columba palumbus
Paloma zurita Columba oenas
Paloma brava Columba livia
Coln de Virginia Colinus virginianus
Coln de California Lophortyx califrnica
Estornino pinto Saturnus vulgaris
Zorzal real Turdus pilaris
Zorzal alirrojo Turdus iliacus
Zorzal charlo Turdus viscivorus
Zorzal comn Turdus philomelos
Avefra Vanellus vanellus
c) AVES ACUTICAS
nsar comnAnser anser
nade real Anas platyrhynchos
nade rabudoAnas acta
nade frisoAnas strepera
nade silbnAnas penelope
Pato cucharaAnas clypeata
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Cerceta comnAnas crecca
Pato colorado Netta Rufina
Porrn comnAythya ferina
Focha comn Fulica atra
Agachadiza comn Gallinago gallinago
d) PREDADORES
Zorro Vulpes vulpes
Urraca Pica pica
Grajilla Corvus monedula
Corneja Corvus corone
Por otra parte, la LEY 8/2003, DE 28 DE OCTUBRE, DE LA FLORA Y FAUNA SILVESTRE
(BOJA 218/2003, de 12 DE Noviembre) matiza en el Artculo 8. Medios prohibidos los
siguientes puntos:
1. Quedan prohibidas, con las salvedades que se derivan del artculo siguiente, la
tenencia, utilizacin o comercializacin de todo tipo de instrumentos o artes de
captura o muerte de animales masiva o no selectiva, as como el uso de
procedimientos que pudieran causar localmente la desaparicin de una especie o
alterar gravemente las condiciones de vida de sus poblaciones. En particular queda
prohibido el empleo de los instrumentos o artes de captura masiva y no selectiva
que se enumeran en el Anexo I (MEDIOS DE CAPTURA PROHIBIDOS) de la
presente Ley.
2. La Consejera competente en materia de medio ambiente queda facultada para
decomisar, sin derecho a indemnizacin, los instrumentos de captura masiva o no
selectiva prohibidos y para destruir aquellos que adems no sean de lcito
comercio.
3. Por va reglamentaria, y previa consulta al consejo Andaluz de Biodiversidad, se
podr modificar la relacin de medios y mtodos prohibidos teniendo en cuenta su
impacto sobre las poblaciones, as como su adaptacin al progreso tcnico y
cientfico, quedando prohibido en todo caso el uso de venenos y explosivos.
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A N E X O I
MEDIOS DE CAPTURA PROHIBIDOS
A) Para las especies terrestres:
1. Los lazos y anzuelos, as como todo tipo de cepos y trampas, incluyendo, costillas,
perchas o ballestas, fosos, nasas y alares.
2. La liga o visco, el arbolillo, las varetas, las rametas, las barracas y los paranys.
3. Los reclamos de especies no cinegticas vivas o naturalizadas y cualquier tipo de
reclamos vivos cegados o mutilados, as como los reclamos elctricos o mecnicos,incluidas las grabaciones, as como los hurones.
4. Los aparatos electrocutantes o paralizantes.
5. Los faros, linternas, espejos y otras fuentes luminosas artificiales o deslumbrantes,
as como cualquier otro dispositivo o medio para iluminar los blancos o de visin
nocturna.
6. Todo tipo de redes o artefactos que requieran para su funcionamiento el uso de
mallas, como las redes abatibles, redes verticales, redes can o redes japonesas.
7. Todo tipo de cebos, humos, gases o sustancias venenosas, paralizantes, atrayentes,
repelentes o que creen rastro, as como explosivos.
8.- Las armas de gas, as como las automticas o semiautomticas cuyo cargador
admita ms de dos cartuchos, las de aire comprimido, los rifles del calibre 22 de
percusin anular, las provistas de silenciador, de amplificador de visin para el disparo
nocturno o convertidor de imgenes electrnico, o las que disparen proyectiles que
inyecten sustancias paralizantes.
9. Los balines, postas, entendiendo por tales aquellos proyectiles mltiples cuyo peso
sea superior a 2,5 gramos, balas explosivas, municin de guerra, cualquier tipo de bala
cuyo proyectil haya sufrido manipulacin, as como la municin de plomo en
humedales u otras zonas sensibles al plumbismo previamente declaradas como tales
por la Consejera competente en materia de medio ambiente.
10. Las aeronaves y embarcaciones de cualquier tipo o vehculos motorizados,
utilizados como puestos para disparar.
11. Los caones pateros.
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Artculo 9. Excepciones al rgimen general.
1. Las prohibiciones previstas en el presente Captulo (CAPTULO I. RGIMEN
GENERAL DE PROTECCIN) podrn quedar sin efecto, previa autorizacin expresa
de la Consejera competente en materia de medio ambiente, siempre que no
exista otra solucin satisfactoria ni se ponga en peligro la situacin de la especie
afectada, estableciendo las oportunas medidas compensatorias, en los siguientes
casos:
a) Cuando las especies de la flora y la fauna silvestres provoquen riesgos para la
salud o la seguridad de las personas.
b) Cuando puedan derivarse daos para otras especies silvestres.
c) Para prevenir perjuicios importantes para la agricultura, la ganadera , los
bosques y montes o la calidad de las aguas.
d) Cuando sea necesario por razones justificadas de investigacin, educacin,
repoblacin o reintroduccin, o cuando se precise para la cra en cautividad
orientada a los mismos fines.
e) Para prevenir accidentes en relacin con la seguridad area.
f) Para permitir, en condiciones estrictamente controladas y de un modo
selectivo, la captura, retencin o cualquier otra explotacin prudente de
determinadas especies silvestres en pequeas cantidades y con las
limitaciones precisas para garantizar su conservacin.
2. Cuando los riesgos para la salud y la seguridad de las personas tengan carcter
colectivo, el rgimen de autorizacin administrativa podr ser sustituido por
disposiciones generales de la Comunidad Autnoma de Andaluca que regulen las
condiciones y los medios de captura o eliminacin de animales y plantas.
Artculo 10. Autorizacin de excepciones.
1. La autorizacin administrativa a que se refiere el artculo anterior deber ser
motivada, con especificacin del objetivo o razn de la accin; las especies a que
se refiere; los medios o mtodos a emplear y sus lmites, as como el personal
cualificado; las condiciones de riesgo y las circunstancias de tiempo y lugar y los
controles que se ejercern.
2. El plazo mximo para su resolucin y notificacin ser de tres meses, transcurrido
el cual las solicitudes se podrn entender desestimadas.
La LEY 42/2007, de 13 de diciembre, DEL PATRIMONIO NATURAL Y DE LA
BIODIVERSIDAD en su CAPTULO IV (DE LA PROTECCIN DE LAS ESPECIES EN RELACIN CON
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LA CAZA Y LA PESCA CONTINENTAL), Artculo 62. Especies objeto de caza y pesca, concreta en
el punto 3. del mismo lo siguiente:
3. Con carcter general se establecen las siguientes prohibiciones y limitaciones
relacionadas con la actividad cinegtica y acucola en aguas continentales:
a) Quedan prohibidas la tenencia, utilizacin y comercializacin de todos los
procedimientos masivos o no selectivos para la captura o muerte de animales,
en particular los enumerados en el Anexo VII, as como aquellos
procedimientos que puedan causar localmente la desaparicin, o turbar
gravemente la tranquilidad de las poblaciones de una especie.
En particular quedan incluidas en el prrafo anterior la tenencia, utilizacin y
comercializacin de los procedimientos para la captura o muerte de animales y
medios de transporte prohibidos por la Unin Europea, que se enumeran,
respectivamente, en las letras a) y b) del Anexo VII.
Siempre y cuando no exista otra solucin satisfactoria alternativa esta
prohibicin podr no ser de aplicacin si se cumplen estos dos requisitos:
1. Que concurran las circunstancias y condiciones enumeradas en el artculo
58.1 (que coinciden con las Excepciones ya descritas en el Artculo 9.1 de la
Ley 8/2003 de la fauna y Flora Silvestre), y
2. Que se trate de especies de animales de inters comunitario no
consideradas de proteccin estricta en la normativa de la Unin Europea.
b) Queda prohibido con carcter general el ejercicio de la caza de aves durante la
poca de celo, reproduccin y crianza y la caza durante el trayecto de regreso
hacia los lugares de cra en el caso de especies migratorias.
c) Slo podrn ser objeto de comercializacin, vivas o muertas, las especies que
reglamentariamente se determinen, de acuerdo con los Convenios
Internacionales y la normativa de la Unin Europea.
d) Se podrn establecer moratorias temporales o prohibiciones especiales cuando
razones de orden biolgico o sanitario lo aconsejen. En relacin con los
espacios objeto de caza y pesca, cuando existan razones de orden biolgico o
sanitario que aconsejen el establecimiento de moratorias temporales o
prohibiciones especiales, la Comisin Estatal del Patrimonio Natural y la
Biodiversidad podr elaborar informes que puedan ser utilizados por las
Comunidades Autnomas para la determinacin de dichas moratorias o
prohibiciones.
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e) En relacin con la actividad cinegtica y acucola, queda prohibida la
introduccin de especies alctona. En el caso de introducciones accidentales o
ilegales, no se podr autorizar en ningn caso su aprovechamiento cinegtico
o pisccola, promoviendo las medidas apropiadas de control de especies para
su erradicacin.
f) Los cercados y vallados de terrenos, cuya instalacin estar sujeta a
autorizacin administrativa, debern construirse de forma tal que, en la
totalidad de su permetro, no impidan la circulacin de la fauna silvestre no
cinegtica y eviten los riesgos de endogamia en las especies cinegticas. Las
Administraciones Pblicas competentes establecern la superficie mnima que
deben tener las unidades de gestin para permitir la instalacin de estos
cercados y as garantizar la libre circulacin de la fauna silvestre no cinegtica y
evitar los riesgos de endogamia en las especies cinegticas.
Para los cercados y vallados no cinegticos las Comunidades Autnomas
podrn excluir esta obligacin por causas de sanidad animal.
g) Los mtodos de captura de predadores que sean autorizados por las
Comunidades Autnomas debern haber sido homologados en base a los
criterios de selectividad y bienestar animal fijados por los acuerdos
internacionales. La utilizacin de estos mtodos slo podr ser autorizada,mediante una acreditacin individual otorgada por la Comunidad Autnoma.
No podrn tener consideracin de predador, a los efectos de este prrafo, las
especies incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Rgimen de
Proteccin Especial.
h) Cuando se compruebe que la gestin cinegtica desarrollada en una finca
afecte negativamente a la renovacin o sostenibilidad de los recursos, las
Administraciones Pblicas competentes podrn suspender total o
parcialmente la vigencia de los derechos de caza.
i) Las Administraciones Pblicas competentes velarn por que las sueltas y
repoblaciones con especies cinegticas no supongan una amenaza para la
conservacin de estas u otras especies en trminos genticos o poblacionales.
j) Se prohbe la tenencia y el uso de municin que contenga plomo durante el
ejercicio de la caza y el tiro deportivo, cuando estas actividades se ejerzan en
zonas hmedas incluidas en la Lista del Convenio relativo a Humedales de
Importancia Internacional, en las de la Red Natura 2000 y en las incluidas en
espacios naturales protegidos.
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A N E X O VII
PROCEDIMIENTOS PARA LA CAPTURA O MUERTE DE ANIMALES Y MEDIOS DE
TRANSPORTE QUE QUEDAN PROHIBIDOS
a) Medios masivos no selectivos.
- Animales ciegos o mutilados utilizados como reclamos.
- Grabadores y magnetfonos, aparatos electrocutantes, dispositivos elctricos y
electrnicos que pueden matar o aturdir.
- Fuentes luminosas artificiales, espejos, dispositivos para iluminar los blancos,
dispositivos de visor que incluyan un convertidor de imagen o un amplificador de
imagen electrnico para tiro nocturno.
- Armas semiautomticas o automticas cuyo cargador pueda contener ms de dos
cartuchos.
- Trampas no selectivas en su principio o en sus condiciones de empleo.
- Redes, lazos (slo para aves), cepos, trampas-cepo, venenos, cebos envenenados o
tranquilizantes.
- Ligas.
- Explosivos.
- Asfixia con gas o humo.
- Ballestas.
- Anzuelos (salvo para el ejercicio de la pesca).
b) Medios de transporte
- Aeronaves.
- Vehculos a motor.
- Barcos a motor (salvo para el ejercicio de la pesca)
Artculo 63. Caza de la perdiz con reclamo.
La Administracin competente podr autorizar la modalidad de la caza de perdiz con
reclamo macho, en los lugares en donde sea tradicional y con las limitaciones precisas para
garantizar la conservacin de la especie.
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2. MODALIDADES DE CAZA MAYOR.
2.1. Montera, Gancho y Batida.
Tanto en la montera, prctica exclusivamente espaola, como en el gancho y la batida
se empieza a palpar la tensin venatoria en las vsperas de las mismas, alcanzando su mayor
intensidad en los amaneceres, precisamente en lugares de encuentro que ya son tpicos,
cuando de Sociedades Locales de Cazadores se trata, y que constituyen uno de los escasos y
singulares reductos en los que todava se puede analizar con rigor la antropologa del cazador.
En otros casos, dichas reuniones se localizan en la casa-cortijo del acotado o en lugares
diversos, pero siempre lo suficientemente alejados de la mancha a batir para no afectar a la
tranquilidad de la misma antes del comienzo de la cacera.
Tras el rito del sorteo, son los postores, autnticos estrategas del campo, losencargados de cerrar la mancha con las distintas armadas de forma rpida y silenciosa. Puede
que al colocarse las lneas interiores de tiro o traviesas ya empiecen a visionarse las primeras
reses desde los balcones de la cuerda o a escucharse en los apretados puestos del sopi,
mientras que otras buscan el perdedero por la frontera o intentan escurrirse por la recula.
Pero es con la suelta de las rehalas cuando realmente la montera alcanza su mxima
dimensin, que bien dirigidas y animadas por los perreros dan lugar a que las reses abandonen
sus encames y querencias, producindose los disparos y los agarres.
Figura n 1: Acto del sorteo en una montera.
En funcin de la topografa del terreno a batir y de los agentes meteorolgicos, el
Capitn de Campo intentar provocar la huida de las reses para hacerlas pasar por las
posturas, moviendo los perros bien al cruce, a una mano, al encuentro, dando la vuelta, ocomo lo crea ms oportuno para el mejor logro cinegtico.
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En la montera no existe limitacin legal en cuanto al nmero de puestos (aunque
siempre superior a veinticinco), que ser determinado por las caractersticas del medio natural
que se pretenda montear, con miras a la ms absoluta seguridad de los participantes.
Debindose advertir a los monteros la comprobacin de la ubicacin de los puestos
colindantes a fin de salvaguardar la integridad fsica y al mismo tiempo respetar el campo de
tiro de las posturas vecinas. En cada periodo hbil nicamente se autoriza la celebracin de
una montera por cada 500 hectreas de terreno acotado.
Este tipo de cacera se practica para capturar fundamentalmente venados y jabales,
pero ya son muchos los cotos de mayor donde en las juntas de carne estn apareciendo
excelentes trofeos de muflones y de gamos e incluso algunos arruis.
En el cronograma horario de las monteras influye decisoriamente el comportamiento
de los venados, pues hay que tener en cuenta para los mejores logros de esta prctica
cinegtica que las reses se encamen, rumien y cojan el sueo antes de dar comienzo la misma,
pues nunca mejor dicho en el caso que nos ocupa que las prisas son malas consejeras.
Los grandes venados suelen tardar en salir del monte al atardecer y consecuentemente
tambin regresan al encame ms tarde, y no es porque tarden en volver sino que se quedan
ramoneando dentro del monte, siendo este el motivo por el que suelen vaciarse de la mancha
si sta es armada muy temprano y se sueltan los perros pronto. Evidentemente cercar una
mancha demasiado pronto, es dejarlos fuera o, si ya han entrado pero no estn bien
encamados, correr el riesgo de que se vacen de ella con mayor frecuencia que los venados
ms jvenes antes de que el cerco termine de cerrarse. Es ste comportamiento el que falsea
la opinin de algunos monteros, al atribuir a los grandes venados un ingenio ms desarrollado
en relacin con el resto de los cervunos de la mancha a montear. Sencillamente lo que ocurre
es que, entre ambos grupos de edades, existen diferentes horarios de comportamiento.
Figura n 2: Podenco dispuesto
para montear.
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El perro de rehala es la razn de ser de la montera y como tal hay que valorarlo y
saber interpretarlo. Una ladra larga nos est diciendo los engaos que le est tendiendo las
reses o el jabal al perro para que les pierda (en ello les va la vida). Tambin que el perro no se
deja engaar y que debajo de ese apretado monte que el montero tiene delante se ha
desatado una batalla de facultades y de inteligencia entre un animal que hace lo que hace para
servir al hombre, hasta dar su vida por ello, y otro que est en su terreno y despliega todas sus
facultades para no saltar al cortadero o a ese cruce de barrancos, donde intuye que est el
peligro en forma de montero dispuesto a jugar el lance con sello de muerte.
Aunque la montera tiene una comn filosofa, las circunstancias de los monteros y
promotores hacen que las formas varen sustancialmente para distintos casos. As, en el libro
El Ciervo y el Monte: Manejo y Conservacin de J.M. Montoya Oliver, se dan una serie de datos
orientativos en la montera a la espaola, en la que un grupo de cazadores, entre 10 y 50 e
incluso ms, organizados en armadas de 6-10 puestos o ms, se distribuyen guiados por los
postores (expertos conocedores del terreno y de los puestos), en un cerco formado en torno
a la mancha (o zona de encame de las reses) que se va a batir.
El terreno cercado en cada montera suele ser amplio y del orden de 250 a 500
hectreas e incluso hasta 1.000 y ms. En funcin de la extensin o del relieve, se colocan
despus en el interior del cerco armadas llamadas traviesas, para cortar el posible trasiego
de las reses por el interior de la mancha.
La situacin de las armadas tiene denominaciones diferentes segn su posicin
general, adems de identificarse comnmente por su nombre propio (un topnimo local
comnmente). As se habla de: la cuerda o armada que cierra por las crestas serranas, el
sopi en la parte baja y por el filo del valle, la recula o armada ms prxima al punto de
suelta de los perros, la frontera o tope de la montera y las traviesas, central en caso de ser
nica, y que a veces ni existe y en otras ocasiones pueden ser varias.
Las armadas se sitan en lneas acordes con el terreno, siendo emplazadas algunas de
ellas en los llamados cortaderos, que son tiraderos limpios de monte, como a modo de
pequeos cortafuegos de 10-20 metros de anchura; aunque a veces son bastante mayores,
precisamente en razn de defensa de incendios. Los puestos suelen sealizarse mediante
tablillas numeradas, que ser yendo ocupados en funcin de lo que depar el sorteo previo.
Figura n 3: Momento de la
suelta.
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Cercado el monte por los cazadores y dispuestas las posibles traviesas interiores, se
procede a la suelta, liberando a las jauras de perros , que se denominan rehalas o
recovas. Una rehala suele estar compuesta por diez o doce pares o colleras de perros,
aunque la Ley las cuantifica con un mximo de cuarenta y un mnimo de diecisis, con
variaciones habituales segn autonomas.
La mano que forman los distintos perreros y sus rehalas en su avance por el interior
de la mancha a batir, suele estar dirigida desde la suelta hasta el remate por algn gua
buen conocedor de la mancha; normalmente los mismos guardas de caza o algn perrero
veterano. Es importante que los perreros y sus perros- mantengan la mano prevista
correctamente, para evitar que las resesconocedoras del peligro que les acecha por delante-
se escabullan entre ellos, as como para evitar que queden rodales sin batir, donde se
concentraran inmediatamente las reses, siempre conocedoras del terreno en que viven y de
sus posibilidades reales de defensa y ocultacin.
Las sueltas deben realizarse pensando siempre en las huidas naturales e las reses (el
jabal huir hacia arriba y hacia lo espeso, el venado hacia abajo y por lo claro) y en el viento
reinante. En una montera se introduce un nmero variable de rehalas, segn las condiciones
del monte. Habitualmente una rehala por cada 2-6 puestos o ms. Esto hace que el nmero de
perros llegue en ocasiones a ser impresionante, no siendo excepcionales monteras con 20
30 rehalas y 400 600 perros en total.
Figura n 4: Lleg la hora de la recogida.
Los perros esenciales en las rehalas son los podencos ibrico-andaluces (campaneros),
que son rpidos y valientes pero de escaso poder fsico, por lo que se complementan con los
alanos, mastines de caza y los semimastines que son perros cruzados de podenco y mastn. A
veces perros aparentemente inadecuados dan un buen resultado, pero en general las razas
tpicas citadas se imponen claramente. Comnmente se reparten los perros de una rehala
entre un cuarto de mastines ligeros, otro cuarto o mitad de cruzados con podencos y el resto
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son podencos campaneros. No es sta una norma rgida, pues conforme sea mayor la
presencia de jabales adultos, debern reforzarse con ms perros de agarre, y al revs, bastar
con ligeros podencos o semimastines en el caso de que abunden los venados. Siempre el
perro, especialmente los de color oscuro, deber llevar la campanilla que le proteger del
disparo accidental, y tambin el collar que identifique a su rehala por el color, para facilitar su
recogida y la recuperacin de los posibles extraviados.
Acabada la montera se agrupan las reses cobradas en la denominada Junta de
Carnes, mientras los monteros almuerzan. Una vez realizados los controles veterinarios, se
cortan los trofeos para cada uno de sus respectivos cazadores, y las carnes parten hacia el
carnicero.
Las formas de echar o batir una mancha es bsica para optimizar los
aprovechamientos en la montera, y conlleva la eleccin de los puntos de suelta de las rehalas,
el trayecto a seguir y el punto de remate de la operacin. Es tpico el echar las manchas de las
siguientes maneras:
- A una mano. La ms evidente, cruzando los perreros toda la mancha de cabo a
rabo. Se encuentra el remate en el extremo opuesto a la suelta, donde se
recogern los perros.
- Al tope. Se suelta en dos zonas extremas, las rehalas al encontrarse en una traviesa
central regresan a su punto de suelta. Cada grupo de rehalas bate media mancha
en su ida y vuelta.
- Al cruce. Se suelta como en el caso anterior, pero las rehalas no se vuelven al
encontrarse, sino que sigue cada una hasta donde se solt la otra. Tpicamente una
mano de perreros avanza por lo alto de la mancha y la otra por lo bajo.
- Al cerco o dndole la vuelta. Se montea as en las ocasiones en que existe un cerro
o sierra central, a los que simplemente la mano de perros y perreros da la vuelta
completa, recogindose en donde se solt.
En cuanto a la regulacin oficial de la montera, han de tenerse en cuenta las
siguientes normas:
- No puede cazarse sin un Plan Tcnico de Caza, debidamente aprobado por la
Administracin correspondiente.
- No puede cazarse durante los 10 das siguientes a una montera en las manchas
colindantes, para permitir que las reses recuperen la tranquilidad y regresen a sus
querencias habituales. Por esto se exige oficialmente el solicitar el permiso de
montera con, al menos, diez das de antelacin.
- No puede batirse una misma mancha ms de una vez por temporada cinegtica.
- No se autoriza ms de una montera por cada 500 hectreas de terreno acotado
(en algunas autonomas por cada 500 Ha. de terreno cubierto por vegetacin
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adecuada para el encame de las reses). Segn la dimensin de la fraccin sobrante
se puede autorizar un gancho (250 Ha.).
- No puede dispararse (salvo autorizacin especial y expresa) sobre hembras, cras,
varetos, horquillones y jabales hembras seguidas de cras.
- No se permite otra municin que la bala (de escopeta o de rifle), con expresa
prohibicin de perdigones y postas, as como de la municin del calibre 22 de
percusin anular. En armas semiautomticas los cargadores no admitirn ms de
dos cartuchos.
Figura n 5: En el devenir montero, cargados de ilusin.
Los cazadores, por razones ticas y de seguridad, estn obligados a seguir unas normas
de comportamiento en la montera. As pues, debern ser respetuosos con los horarios
establecidos, y tras el sorteo han de contactar con el postor, quin les informar sobre puntos
de sueltas, recorrido de los perros, horarios de sueltas y recogida de cazadores, localizacin de
los dems puestos y armadas, etc. El cazador no se separar del arma en ningn trayecto nibajo ningn pretexto, ya que as lo obliga La Ley. En el trayecto hacia los puestos guardar un
absoluto silencio. Cerciorarse de la posicin de los puestos colindantes. No desenfundar y
cargar el arma antes de estar situados en el puesto, y enfundarla siempre antes de salir de l.
No disparar nunca sin identificar claramente la pieza, ni en direccin a perros o perreros. No
disparar sobre los visos del monte, teniendo siempre la seguridad de que se va a enterrar en el
suelo la bala. No salir nunca a rematar una pieza sin avisar a los colindantes, siendo preferible
a veces dejar enfriar a la res herida, pues se cobra luego con ms facilidad. No rematar de un
disparo la res agarrada por los perros. No moverse del puesto hasta que la montera haya
finalizado y el postor venga a recoger a los monteros. No disparar a blancos para probar las
armas al finalizar la montera, pues se dispersarn los perros. Nunca abandonar tras la
montera una pieza herida, seguir el rastro con los mismos perros de rehala o, mejor an, con
un verdadero perro de rastro. No cortar nunca en el campo el trofeo. Indicar con tiras de papel
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bien visibles para localizar las reses abatidas y facilitar su posterior recogida. Dejar el puesto
limpio, tanto de cartuchera como de cualquier otro objeto. Recordar la ley de la primera
sangre, la pieza de caza mayor pertenece al que hace sta; al primero en herirla, y no al que
simplemente la remata; y ante una posible discusin la decisin del capitn de la montera es
inapelable, aunque estas decisiones hay que tomarlas en el campo y nunca a posteriori en la
Junta de Carnes.
Slo se admite un tirador por puesto, aunque es comn la presencia de un secretario
o de algn acompaante/a. Normalmente si ms de una persona van a cubrir el mismo puesto,
lo correcto es hacerlo con una sola arma, para evitar cualquier clase de duda o accidente. En
todo caso es procedente consultar con el organizador, y en caso de doblar puesto tan slo
debe estar una sola arma enarbolada y nunca abrirse, por razones de seguridad y de perjuicio
para los dems puestos.
Es tradicin hacer novios a los cazadores/as, tras cobrar su primera res de montera.
El tribunal de cazadores, jocosamente reunido, le juzga por su delito, acusndole de dar
muerte a la inocente res y con todas las garantas procesales abogado, secretarios, vocales,
fiscal y juez, y toda la parafernalia posible- se le condena finalmente a sufrir las perreras de los
monteros y perreros y a pagar una multa, en concepto de propina, a stos ltimos. A veces se
convierte en un ritual cruel, que a nuestro juicio ha de sustituirse por el ingenio y el sentido
comn de los participantes, pues se trata de alargar el hecho felicitario de la montera.
La batida conlleva la misma metodologa que la montera, pero con la salvedad de que
tan slo se puede disparar sobre las especies de corzo o de jabal (prohibindose hacerlo sobre
las hembras de este suideo seguidas de cras), respetando obviamente las limitaciones
establecidas por la ley de caza y pudindose celebrar, en cada periodo hbil, una batida por
cada 250 hectreas de terreno acotado.
En el Norte de Espaa, fundamentalmente en la cornisa Cantbrica, es clsica la batida
de jabal con perros de rastro a tralla (cuerda o correa larga con que se lleva al perro
mientras sigue el rastro), practicada por cuadrillas conjuntadas a lo largo de muchas
temporadas, donde la tradicin familiar se hace patente.
Las raza de perros empleadas para este menester son: Sabueso espaol, Gran azul deGascua, Grifn astur cntabro (la ms utilizada) y Grifn azul de Gascua. Aunque todos los
sabuesos franceses y europeos, en general, son excelentes perros de rastro, pero no es
habitual encontrarlos en las batidas norteas. Los perros son entrenados durante todo el ao
con un jabal cautivo y semidomstico, prctica imprescindible para conseguir la eficacia que
luego demuestran en el monte tras el rastro de los salvajes.
Cazar a tralla es una modalidad de caza muy antigua. Ya en el libro Origen y dignidad
de la caza, escrito por Juan Mateos en 1634, se habla de los perros de tralla; lo mismo ocurre
con el Tratado de la montera, de Gonzalo Argote de Molina, all por el ao 1582. Cazar a
tralla no es ms que utilizar un recurso para cerrar los jabales en una zona no demasiadoamplia, con la finalidad de cubrirla con prontitud y evitar que los perros tengan que batir
mucho terreno, con el riesgo de que otras especies cinegticas se conviertan en inesperados y
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negativos protagonistas. Con respecto a esto ltimo, concretar que en el Vocabulario
Asturiano-Traillero, se traduce Limpiar al perro por Hacer que el perro solo toque, como va
nica, rastros de jabal. Tener perros limpios o de va nica es una tarea que requiere
capacidad de interpretacin de los rastros y mucho sacrificio por parte del montero
(montero es igual a perrero en el citado Vocabulario), adems de asimilar el perro
positivamente el castigo que puede llegar a producirle los jabales. Y cuando se le quita el
mosquetn al perro, ste tiene que demostrar sus cualidades de levantador y perseguidor.
Figura n 6: Tras la busca del
rastro.
Adems del jabal, el montero (perrero) y el perro de rastro, es fundamental para el
xito de la batida el trabajo a desempear por el jefe de cuadrilla y la coordinacin y buenhacer del resto de los componentes de la misma. Estas cuadrillas suelen conformarse entre 15
y 25 cazadores, que normalmente llevan aos cazando juntos, de ah que incluso no sea
necesario sortear puestos. Se trata pues de una caza muy familiarizada, donde cada
componente de la cuadrilla tiene su cometido y la labor de cada uno es importante y
necesaria.
La jornada comienza muy temprano, saliendo los monteros en busca de rastro con las
primeras luces del da, cada uno cortando rastros donde le corresponde, intentando
complementarse en el esfuerzo con los otros para no duplicarse; cada uno sabe cual es su zona
y es importante estar en contacto permanente con el resto de la cuadrilla a travs de laemisora.
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Una vez acabada de rastrear la zona que le corresponde cortar a cada montero, se
vuelve al punto de reunin, en el que se intercambian opiniones y, junto con el reto de
componentes de la cuadrilla, se decide donde se har la primera suelta. sta siempre estar en
funcin de diversos factores que pueden hacer el decantarse o bien rechazar zonas, por la
dificultad que entrae para colocar los puestos; o bien, conocer detalles tales como si se trata
de una jabalina con cras, s en la mata (mata se traduce por mancha) hay uno o varios
jabales, etc. Decantndose al final por la que rena las mejores condiciones.
Aunque los puesto, como se ha apuntado con anterioridad, no se sortean, si que
pueden adjudicarse algunos en concreto por circunstancias especiales o porque, ya avanzada
la temporada, algn componente de la cuadrilla no haya tenido mucha suerte en las anteriores
batidas y entonces se les intenta colocar en los lugares ms querenciosos, lo que no quiere
decir que siempre se acierte.
Una vez colocado el ltimo puesto se avisa a los monteros para que suelten los perros
punteros, los mismos con los que previamente se haban cortado los rastros a primera hora. Si
llegan a los jabales, enseguida latirn a parado, siendo este el momento de soltar a los dems
perros para hacer llegar la caza a las posturas.
El gancho es otra variante de la montera, donde en concordancia con el articulado del
decreto que aprueba el Reglamento de Ordenacin de la Caza en Andaluca, si est limitado el
nmero de posturas, que como mximo ser de veinticinco.
2.2. Caza en mano.
Otra modalidad de caza mayor es la llamada en mano, por la que un grupo de
cazadores acompaados o no de perros, recorre el terreno en busca de las piezas de caza;
siendo las especies ms frecuentes de cazar mediante esta modalidad el ciervo y el jabal.
2.3. Rececho.
El rececho, otra de las modalidades de caza mayor, representa a nuestro juicio la
interpretacin ms pura del arte venatorio. El cazador ha de aproximarse en solitario, todo lo
ms acompaado de un gua, al animal objeto de caza, poniendo a prueba sus condiciones
fsicas, sus conocimientos sobre las querencias de la especie a capturar y del hbitat en el que
se desenvuelve, sus aptitudes mimticas y logsticas ante la climatologa reinante, y sus dotes
de puntera; todo ello para que el xito final haga imperecedero el lance cinegtico.
Aunque esta prctica tambin se realiza con criterios selectivos, la consecucin de un
buen trofeo es su finalidad primordial. Y precisamente los grandes trofeos se hacen ms
visibles en las pocas del celo, que adquieren denominacin propia en el caso de los crvidos:
La brama o berrea del ciervo en septiembre, la ronca del gamo en octubre y la ladra del corzo
en junio; aunque estas fechas pueden oscilar ligeramente en funcin de las zonas y de las
variables climticas del ao en curso. Aproximadamente con el otoo cumplido se aparean los
jabales, rebecos, muflones, machos monteses y arruis, dando lugar los machos a
espectaculares combates que sirven de prlogo a los cortejos nupciales.
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Las normas ms tpicas a respetar en la caza de rececho son:
1.- Que el animal se abata por ser necesaria su eliminacin, para la poblacin global y
para el equilibrio del ecosistema.
2.- Que cumpla las condiciones preestablecidas (edad, sexo y calidad).
La berrea del ciervo es uno de los acontecimientos naturales ms populares de
nuestros montes, cuando por el mes de septiembre entran en celo, haciendo el trmino
berrea referencia tanto al periodo de celo como al sonido que emiten los machos en ese
momento. Siendo aprovechado este acontecimiento para practicar la caza al rececho de dicha
especie.
Figura n 7: Apareamiento en tiempo
de berrea.
La berrea sinnimo de amoros- se produce entre los ltimos das del esto y los
primeros del otoo, porque las hembras han adoptado el momento de su ovulacin para que
los partos se produzcan cuando existe mayor disposicin de alimentos (finales de primavera) y
as sacar a los gabatos adelante con mayores garantas. Un mecanismo diferente, pero que
persigue el mismo fin, se da en el corzo, cuyas hembras quedan preadas en julio y mantiene
el vulo fecundado unos meses sin desarrollar para conseguir que el corcino nazca en una
poca del ao favorable en lo que se denomina implantacin diferida.
El comienzo de la etapa reproductiva de las ciervas es lo que desencadena la berrea. La
reduccin de las horas de luz y consecuentemente esta merma del fotoperiodo afecta a la
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hipfisis de las hembras activando la secrecin de las hormonas estimulantes de los ovarios, lo
que a su vez, desemboca en una mayor cantidad de estrgenos, que son las hormonas que
atraen a los machos. stos experimentan una serie de cambios fisiolgicos debido al aumento
paulatino de los niveles de testosterona, que hace que pasen de animales sociables que
admiten la compaa de sus congneres a individuos solitarios, territoriales y ciertamente
agresivos para con otros machos, adems de ser la responsables del visible aumento de la
masa muscular del cuello; que a su vez es lo que origina la caracterstica ms conocida de la
berrea: la voz de los machos. ste sonido es producido mediante la elongacin del tracto bucal
por medio del descenso de la laringe gracias a unos fuertes msculos y a conexiones elsticas,
dando como resultado menores frecuencias del sonido emitido, lo que sirve para exagerar la
impresin de tamao causada en sus competidores.
Figura n 8: La berrea.
Para la caza del ciervo en berrea hay que tantear continuamente el viento reinante,
evitar los ruidos, saber escuchar, controlar en todo momento a las ciervas, sobre todo a la que
hace de viga, y naturalmente una dosis de buena puntera. Todo ello cuando, previo al
disparo, tenemos la certeza de que el animal cumple con los objetivos preestablecidos.
En relacin con el rececho, tanto las Reservas y Cotos Nacionales en su da como las
Reservas Regionales actuales, tras haberse efectuado las transferencias de las competencias
en materia de caza a las distintas autonomas, han juagado un importante papel en el
desarrollo de esta modalidad de caza mayor; as como sus guardas, que han venido haciendo
de guas de los cazadores en dichos territorios. Por tal motivo, a ttulo de experiencia personal,
transcribimos ntegramente el captulo Por las Reservas y Cotos Nacionales de Nuestra
Agreste Piel de Toro del libro La Caza en mi Tierra y otros Rincones del Mundo (L. Llanes
2006), en que se narran recechos de la cabra monts, por ser la especie ms emblemtica de la
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fauna ibrica, y adems se hace un reconocimiento a todo el personal inherente a la guardera
de dichos territorios.
POR LAS RESERVAS Y LOS COTOS NACIONALES DE NUESTRA
AGRESTE PIEL DE TORO
Tanto las Reservas como los Cotos Nacionales de Caza se establecieron en lugares
cuyas caractersticas ecolgicas permitan la constitucin de ncleos cinegticos excepcionales,
en los que se podan garantizar la supervivencia de las especies ms caractersticas de nuestra
fauna salvaje, muchas de las cuales, como consecuencia de un desmedido aprovechamiento o
por la alteracin de sus hbitats naturales, haban llegado a situaciones crticas o a un
inexorable peligro de desaparicin. Estas figuras, contempladas en el derecho cinegtico
espaol, tenan como objetivo fundamental la proteccin, conservacin y fomento de la riquezacinegtica, todo ello compaginado con su ordenado aprovechamiento, de tal manera que
permitiese obtener para la comunidad la mxima satisfaccin econmica, recreativa y social,
siempre compatibilizada con las posibilidades naturales de cada una de ellas.
Las Reservas y Cotos Nacionales se agruparon en su momento en cuatro grandes
regiones naturales: Pirenaica, Cantbrica, Mediterrnea y Central. Precisamente dentro de la
Mediterrnea se incardinaba el Coto Nacional La Pata del Caballo, que al ao de su creacin
y a efecto de su cabida superficial estaba integrado por 7.375 hectreas, de las que la mayor
parte (78%) correspondan a la provincia de Huelva (Escacena del Campo y Berrocal) y el resto
(22%) a la de Sevilla (Aznalcollar). Las primeras capturas oficiales de la especie ciervo,mediante la modalidad de rececho, comenzaron en la berrea del ao 1977; en la que un
jovencsimo Manuel Qulez un tico y esttico de la cinegtica- cosech la primera medalla de
oro de este excepcional acotado.
Cazar en La Pata del Caballo es algo que a mi juicio colma todas las exigencias de un
cazador que se precie de ser recechista, puesto que sin tener un espectacular relieve, ste es
especialmente intricado y quebrado, formado por una serie de pequeos cerros y lomas,
separados por vallejos y barrancos, que constituyen las estribaciones meridionales de la
Cordillera Marinica, sin que se presenten alineaciones ni conjuntos claramente definidos. Y
adems este Coto Nacional estaba dotado de un competente equipo humano, dirigidotcnicamente por el ingeniero de montes Manuel Rebollo Abejn; siendo el Guarda Mayor Jos
Barragn Daz, que estaba asistido por los Guardas de Caza Martn Romero y Manuel Casado.
A todos ellos, los que nos inicibamos por entonces en estos avatares de la caza mayor, y ms
concretamente en la captura de los ciervos durante la berrea y de los jabales en los aguardos
nocturnos y en los vaqueos al amanecer, le tenemos que rendir tributo de admiracin y de
reconocimiento por lo mucho que nos instruyeron. Nunca podr olvidar a Candelaria, que
adems de cuidar de nuestro avituallamiento y de hacernos, a nivel domstico, la vida ms que
agradable, siempre tena palabras de nimo cuando el desarrollo de la cacera, por
circunstancias naturales o por nuestros propios errores, no iba saliendo al gusto de cada uno.
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Figura n 9: Martn Romero (La Pata del Caballo), prototipo de una generacin
de guardas irrepetibles
Una vez ms he de reconocer que soy un afortunado en materia venatoria, por haber
peregrinado con el morral a la espalda y el rifle al hombro por todas las grandes regionescitadas con anterioridad y por la mayora de las Reservas y de los Cotos Nacionales de nuestra
agreste y vetusta piel de toro. Han sido mltiples mis vivencias cinegticas en esos armnicos
conjuntos naturales; pero en el presente captulo, adems de concluirlo con un artculo en el
que se comenta que la grandeza cinegtica de las reservas de caza radica en sus guardas,
pretendo limitarme a relatar tan slo dos caceras, ambas del macho monts; eso s, con
distancias en el tiempo: ni ms ni menos que veinticinco aos!
El consabido dicho de que la juventud es la nica enfermedad que se cura con el paso
del tiempo, puede que tambin sea extrapolable al entorno del cazador, sobre todo si nos
referimos al ciclo evolutivo de los febriles sntomas del binomio trofeitis-medallitis.
Un cuarto de siglo es poco para el curso de la historia pero mucho para la vida de un
individuo, y personalmente he valorado la evolucin de mi aficin favorita en este periodo de
mi existencia, que queda acotado entre aquel cazador de trofeos en Gredos y el cazador de
sensaciones de ahora en Las Batuecas. Y no con ello quisiera reconocer que actualmente, como
cazador, abandone la manada para recluirme en la complacencia y el sufrimiento de la
soledad, ni mucho menos! Es ms, creo que me quedan muchas experiencias cinegticas por
conocer como para ya refugiarme solamente en los recuerdos que me hicieran tomar
conciencia de mi esencia de cazador. Y todo ello est contundentemente avalado por los
reproches de mi compaera de toda la vida, quin volvindose para m ms importante da ada, sigue sufriendo despertares madrugadores y largas ausencias.
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RESERVA NACIONAL DE GREDOS.- NOVIEMBRE DE 1980.
Dispona del cuarto permiso a nivel nacional para la temporada de otoo-invierno, por
lo que de acuerdo con el calendario que me haban enviado desde el ICONA, poda ir a donde
quisiera a cazar lo que quisiera. Y la eleccin no era difcil, ya que muchas veces haba soado
con el Macho Monts, y tratndose de esta especie pens que la solera ms aeja estaba en
Gredos.
A las ocho de la maana del 26 de noviembre, mi mujer y yo ponamos proa rumbo a la
Reserva Nacional de Gredos, y seran las tres de la tarde cuando preguntbamos en Guisando
por el Hostal Pepe, al que divisamos en aquella fantstica sierra entre una cortina de
minsculos copos de nieve.
Cre que all se concentraba todo el fro del mundo, adems los pronsticos
meteorolgicos eran adversos; y todo ello unido a la convalecencia de una reciente gripe, haca
que mi estado de nimos fuera francamente deprimente. Pero en nuestro fuero interno se
albergaba la esperanza de que la concienzuda preparacin a que me somet para esta prueba
tena que dar sus frutos, y no bamos a fallar en lo que depositamos una ilusin inusitada.
Tomamos un bocadillo y Mimi, una vez ms, lograba elevar mi moral dndome toda
clase de nimos. El papel que ha jugado mi mujer en los recechos que he practicado por toda la
geografa hispana hay que calificarlo de importante, ya que ha sabido limar las aristas de las
adversidades, que quiz yo acrecentase por un exceso de responsabilidad.
Pasamos al bar para tomar un caf y all jugaban una partida de cartas un grupo de
hombres al calor de la chimenea. Uno de ellos al saber que bamos a cazar nos dijo que
maana no penssemos en salir del hostal, ya que la niebla sera espesa y duradera, y adems
nevara. Despus de esta noticia, que era la previsin de un hombre de la sierra, decidimos
bajar al pueblo para entrevistarnos con el Guarda Mayor de esta vertiente, Pedro Blzquez
Fraile.
Pedro, hombre tranquilo y bondadoso, examin la documentacin, tom unas notas y
me la devolvi. Hablaba y hablaba despaciosamente y nos iba dando confianza, pero no
muchas esperanzas de lograr un gran trofeo, habida cuenta de las circunstancias climticas y
de hacernos saber que cazaramos en la cara sur, donde escasean los grandes machos de
Gredos. Nos despedamos de l cuando lleg su esposa, que tambin nos caus una grata
impresin. Nos citamos para maana a las siete y volvimos al hostal, que distaba unos cuatro
kilmetros del pueblo.
La tarde transcurri demasiado tranquila, sin duda debido al cansancio propio del viaje
y al sombro ambiente dentro y fuera del hostal. ramos los nicos inquilinos y tomamos
habitaciones por separado para evitarle a Mimi el madrugn, cenamos temprano, esperamos
las noticias televisivas del hombre del tiempo y nos retiramos a descansar. Pero esto ltimo,
por lo que a m respecta, fue tan slo un decir, puesto que me despert a las doce y media de la
noche y no volv a conciliar el sueo, y entre mirar y remirar el despertador y dar vueltas y ms
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vueltas en la cama, aguant hasta las cuatro de la madrugada. Seran aproximadamente las
seis cuando Pepe golpe la puerta de mi habitacin, y como ya estaba ms que listo recog los
brtulos y baj a desayunar.
A las siete en punto saludaba al Guarda Mayor en Guisando, al poco tiempo llegaba
Daniel, otro Guarda del que ya tena referencias por mi amigo Graciano; el Sobreguarda del
Coto Nacional de Reres en Asturias. Inmediatamente lleg otro cazador, un chico joven de
Madrid; y por ltimo se present el cazador que completaba la terna para esa fecha que era
Paco Mena, Director Tcnico de la Reserva Nacional de la Serrana de Cuenca, que incluye el
Parque del Hosquillo; precisamente donde Flix Rodrguez de la Fuente rod parte del captulo
de la serie El Hombre y la Tierra dedicado al oso pardo.
Iniciamos la caravana hacia Candeleda. En un coche iban Pedro y Paco, en otro Daniel
con el cazador madrileo y yo en el mo slo. Candeleda distaba unos veinte kilmetros de
Guisando y all nos esperaban dos Guardas ms. Uno de ellos, Serapio, me lo present Pedro
dicindome que vendra conmigo. Fuimos a comprar pan y de nuevo a los coches, pero ya el
grupo se escindi puesto que el cazador de Madrid, Daniel y el otro Guarda que apareci en
Candeleda ya tomaron distinto camino que el resto de la expedicin.
Atrs dejamos Candeleda y empezamos a subir por una carretera no asfaltada pero de
buen firme. Sent en principio no cazar con Daniel, pero en Gredos-Sur no hay sorteo de
Guardas y yo jugaba el papel de nuevo en esta plaza. Tampoco se sorteaban las zonas y me
adjudicaron una linde, la oeste de la Reserva.
Serapio hablaba hasta por los codos y yo estaba verdaderamente encantado puesto
que el monlogo no tena desperdicios, adems le segua perfectamente porque todo cuanto
haba cado en mis manos referente a Gredos, su entorno, su historia y sus circunstancias, lo
haba estudiado con ilusin y minuciosidad; as que el escucharle representaba para m un puro
deleite. Adems mi interlocutor gozaba de un glorioso pedigree cinegtico, ya que se trataba
de un nieto del venerable Isidoro Blzquez, primer Guarda Mayor del Coto Real de Gredos,
desde 1905 hasta 1940. Y es que la saga de los Blzquez copa la guardera de la vertiente Sur;
as como la de los Nez, hace lo propio en la cara Norte.
El camino se hace impracticable y no tenemos ms remedio que dejar los coches.Cubrimos un corto trecho a pi y antes de separarnos probamos los rifles. Paco dio en el blanco
y yo hice tres disparos no muy centrados en los que sin duda me falt concentracin, pero yo
confiaba plenamente en la prueba que hice en Huelva antes de salir. Nos despedimos
desendonos suerte.
El fro es intenso pero el da pinta claro. Iniciamos la marcha y al poco rato,
inesperadamente, aparece ngel Blzquez; otro Guarda que tambin es nieto del insigne
Isidoro, y que a sus treinta y tres aos es el benjamn en la profesin. Serapio, ngel y yo
formamos en ese instante un equipo que debera funcionar como tal, aunque ellos dos estaban
ms que conjuntados, y yo por mi parte estaba dispuesto a echar el resto.
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Seguimos subiendo por un afable camino hasta llegar a la casa de Augusto, hermano
de ngel e hijo de Mauricio; y all, en aquella casa de piedras que conserva todo el sabor y las
caractersticas propias de la arquitectura serrana, tom una sabrosa morcilla remojada con
vino de la zona. Mir el reloj y ya haca una hora que habamos dejado el coche.
Iniciamos de nuevo la marcha, que al poco tiempo se convirti en un verdadero
suplicio. Estbamos en la zona controlada por ngel, en donde grandes piedras se sustentaban
en otras an ms enormes... Estaba en el majestuoso macizo de Gredos! ngel se mova con
gran facilidad, Serapio se ayudaba hbilmente con su bastn y yo buscaba ventosas en mis
manos para asirme a la roca.
ngel enfil la enorme garganta a media ladera con buen ritmo, Serapio le segua y yo
cerraba fila con denodados esfuerzos. De vez en cuando parbamos para escudriar con los
prismticos sin ningn resultado. Subamos ms y ms con el mismo ritmo. Sin yo saberlo,
ngel me estaba probando y su veredicto fue una inyeccin de moral; seran las diez cuando
coment: Serapio hoy llevamos pies, as que adelante con la subida. Yo, excesivamente
abrigado, estaba totalmente empapado en sudor, y no tuve ms remedio que aligerar mi
indumentaria con la ayuda de la mochila. Despus de un buen techo, siempre ascendente,
paramos un rato a descansar, y esta decisin fue para m lo mismo que el sonido del gong
cuando llega a los odos de un boxeador en apuros.
Me empezaba a dar cuenta de que ngel rene todas las condiciones de un primer
espada de la profesin. Serapio haca las veces de un buen colaborador, a quien una vieja
lesin en un pie y los cuarenta aos le empiezan a pesar.
Figura n 10: El macho montes, especie emblemtica de la fauna ibrica.
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Ahora comprenda porqu los cazadores prefieren la vertiente Norte. Y no es slo por
la calidad de los trofeos, es que la vertiente Sur es quebrada y dura con ganas, incluso me
atrevo a decir que lleva aparejado el riesgo. Seguimos la marcha, el descanso me vino de
perlas, y Serapio me insista en que pisase la nieve pero nunca el hielo, ya que un resbaln all
poda ser ms que grave.
ngel, siempre en cabeza, tiraba lo suyo. Serapio y yo estbamos al borde de nuestras
posibilidades, y fue l quin solicit un nuevo descanso, pero ngel dijo que aguantsemos un
poco ms, ya que sobre las doce llegaramos a una cota alta y pararamos para comer algo. En
esos momentos descubrimos un macho que apenas se apreciaba su cornamenta con los
gemelos, y ya ms cerca vimos una hembra con su cra. Seguimos subiendo orillando una
torrentera y como la sed haca presa en nosotros hicimos un alto para beber, y un poco ms
arriba nos sentamos para tomar el taco.
Durante el poco tiempo que acampamos, ngel tom la palabra y me preguntaba, con
ciertos conocimientos de la geografa de la provincia de Huelva, sobre temas relacionados con
la agricultura y la ganadera; tambin hablamos de toros, su gran pasin, y por supuesto de
caza. Me not que estaba atravesando un bache, tena sueo y mis reflejos se relajaban, por lo
que dejaba de ser un hombre alerta; lo que en concordancia con la concepcin de Ortega y
Gasset me alejaba del prototipo del cazador. Mi aletargamiento lo rompi ngel, quin con
natural resolucin sentenci: Bueno, hemos venido a cazar y no a charlar. No haba terminado
la frase cuando ya estbamos todos en pi, y sin ms comentario iniciamos la marcha para
alcanzar la cresta. Ya habamos visto a lo lejos un macho mientras comamos, que adems deno valer estaba fuera de la linde del Coto; y ahora avistamos un grupo en el que predominaban
las hembras y los chivos, pero que tambin tena un par de machetes decentes. A uno de ellos
le observaba detenidamente con el visor del rifle, y slo ver aquello ya mereca la pena el haber
subido hasta all, pero tampoco cumpla con nuestro objetivo. De todas las maneras, aquellas
escenas me dejaron gratamente impresionado por su extraordinaria belleza.
Con grandes esfuerzos seguamos subiendo, sin saber que pronto jugaramos el lance
decisivo. Accedimos a un promontorio y ngel nos aventajaba en unos veinte metros, se par y
nos paramos. Miramos y remiramos detenidamente con los prismticos, y cuando bamos a
continuar apareci por encima de nosotros un macho joven, detrs dos hembras, luego unmacho mayor y por ltimo otro, que a m me pareci esplndido. ngel, por seas, me indic
que me pusiera a su altura y con gestos insistentes me exiga que lo hiciese con rapidez, pero
veinte metros en aquellos parajes no se salvan as como as; no obstante saqu fuerzas de
flaqueza y ya estaba a su lado. El intercambio de impresiones fue tenso, rpido, nervioso y
emocionante.
ngel me deca que el negro era bueno, que seguramente alcanzara medalla, y que
decidiera yo, puesto que an nos quedaban dos das de caza. Aunque estaban en escena varios
animales, yo tan slo vea el macho grande, que se encampan en lo alto de una enorme
piedra. Entonces Serapio dijo:
-Ya nos ha visto!
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Mientras tanto ya me haba tumbado en una piedra a la que me apretaba con los
codos, el pecho y los muslos, puesto que los pies me sobresalan al vaco. Dije que iba a tirar,
pero no haba quitado el seguro, cuando en el momento de hacerlo el macho gir para saltar,
entonces ngel y Serapio dijeron al unsono:
-Ya no!
Pero no haban terminado la exclamacin cuando el trallazo de mi 300 Winchester
Magnum rompi el impresionante silencio de la Sierra. El animal dio un salto y se tap, cre
haberlo fallado, pero de inmediato apareci ms abajo a la derecha. Observ que haba
perdido su porte arrogante y al intentar un nuevo salto se desplom, perdindole de vista al
tiempo que ngel y Serapio gritaban ya tenemos macho, ya tienes macho!
El disparo lo haba realizado de abajo hacia arriba y no a ms de 150 metros, lo que noes lejos ni mucho menos en los recechos de alta montaa, y emple un rifle Mannlicher Steyr
con un proyectil, Power Point, de 150 grains.
An estaba tumbado cuando los guardas queran abrazarme. Ped un momento de
serenidad, ya que no nos encontrbamos en el mullido csped de un campo de ftbol y
corramos el riesgo de rodar todos juntos; adems, yo temblaba de la tensin, del esfuerzo y de
la emocin. Ya de pi, comprob que el rostro de ngel haba perdido por primera vez su rictus
de gravedad, estaba serenamente contento y su abrazo en aquellas cumbres, con un fondo de
cielo muy azul, difcilmente podr olvidarlo. Serapio tambin me felicit muy efusivamente, y yo
les correspond a la vez que les manifestaba mi agradecimiento.
El equipo haba funcionado fenomenalmente, ngel lleg a la cabra, yo logr derribarla
y Serapio fue un experto colaborador. La cabra haba sido abatida, pero ngel quiso tomar
todas las medidas para asegurar su cobro, y as dispuso que yo permaneciese en el mismo sitio
desde donde haba tirado por ser un lugar dominante, mientras que l y Serapio suban a
buscarla; todo ello por si el animal an segua con vida y si hua intentar un tiro de remate.
Por primera vez durante esta cacera me encontraba slo, ya que las enormes piedras
formaban una gran barrera que me hizo perder de vista a los Guardas. El viento soplaba con
violencia y empec a sentir el fro de aquellas latitudes. Estaba sediento por el tremendo
esfuerzo realizado y decid chupar bolas de nieves. En aquellos momentos mi mente flotaba y al
socaire de un gran bolo de granito record mi primer lance cinegtico, aquel que en Los Pinos
de Valverde del Camino me mont mi ta Librada, que era mi madrina, cuando yo contaba con
cinco aos. Me regal una escopeta de mixtos y a la vez hizo creerme el haber cazado un
gorrin al que dispar cuando ya el pobre pjaro estaba ms que muerto. All arriba tena a mi
ta mas cerca y nuestra comunicacin la interrumpi los gritos de Serapio, a quin aupado en
una piedra y con el brazo ensangrentado logr entenderle:
-Es un chivo!
Segua dando voces, pero con el rugido del viento no lograba entenderle. De nuevo se
ocult, y aquella broma de que era un chivo aument an ms mis ansias por ver la cabra, por
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tentarle los cuernos, como deca Justo Cuadros, el mtico Guarda Mayor del Coto Nacional de
Cazorla.
La ventisca me azotaba el rostro y aquella espera se me haca eterna. Ya no recuerdo
en que pensaba cuando de nuevo sent la llamada de los Guardas, que ya estaban a mi altura
pero a unos cien pasos a mi izquierda. Insisto en que la velocidad de desplazamiento all era
mnima, por lo que llegar hasta ellos me llev un buen rato. Cuando ya estaba prximo a ellos,
ngel me comunic con una humilde sonrisa que su primera apreciacin no se haba ajustado a
la realidad, puesto que el bicho era mejor de lo que se haba estimado en principio... Por fin
llegu a donde estaba la cabra, que ya era mi cabra!, aquella con la que tantas veces haba
soado, dormido y despierto; all estaba contemplando la imagen que me haba ayudado a
superar el desnimo en las pruebas que constituyeron el concienzudo entrenamiento a que me
somet para este titnico rececho. En definitiva, all tena un trofeo colosal, conseguido a base
de un gran esfuerzo, de una aficin sin fisuras y de una gran fortuna... Qu contento estaba!
Figura n 11: La acompaante con el
trofeo cobrado.
Los Guardas estaban sedientos, acusaban el esfuerzo de haber bajado la cabra, a la
que ya haban eviscerado, y como en la cantimplora no quedaba agua, en la bota no haba vino
y no queran chupar la nieve porque saban por experiencia que era perjudicial para la
garganta, ngel propuso ir hacia una prxima piedra cncava que por estar expuesta al
medioda era posible que contuviese agua del deshielo. Hacia all nos dirigimos y nuestro
camino, sin ser de rosas, era mucho ms asequible puesto que ya no tenamos que ocultarnosde la visin de las monteses, ni tampoco estudiar constantemente la direccin del viento para
que nuestros efluvios no los apreciasen sus finsimos olfatos; y si rodaba alguna pequea
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piedra, pues tampoco nos importaba el ruido. Todo esto nos permita, a base de rodeos, salvar
los obstculos con mayor comodidad. ngel, una vez ms, haba acertado y disfrutamos de
aquel oasis serrano.
Volvimos junto a la cabra y me qued extasiado contemplndola hasta que me decid a
tocarla, mas bien dira acariciarla; y cuando me detuve en el rabo, Serapio me pregunt que si
lo quera cortar, y al no darle yo importancia a su sugerencia insisti dicindome que el rabo
era muy apreciado por los cazadores extranjeros, sobre todo los alemanes, que lo ponan en el
sombrero como adorno. Me olvid del rabo y segu estudiando la compacta y poderosa
anatoma del animal, llamndome especialmente la atencin la configuracin de las pezuas.
Observ el impacto de la bala, que estaba donde tena que estar. Serapio, que ya
estaba dispuesto con su pequea navaja para desollar al macho, me dijo en tono jocoso que en
este disparo haba estado ms fino que en los de la prueba de esta maana. Ped que antes de
sacarle la piel midisemos el trofeo, para lo cual ngel sac una pequea cinta mtrica y me
ofreci un lpiz para que yo fuera apuntando los datos. Los cuernos eran prcticamente
simtricos, si bien el derecho lo tena despuntado, creyendo en principio que podra ser debido
a la cada, ya que la cabra cay desde unos diez metros de altura y tena la mandbula inferior
totalmente machacada e incluso haba perdido algunos dientes; pero ngel me explic que
aquel despunte ya vena de antiguo, puesto que estaba totalmente limado y que ese accidente
es muy frecuente en Gredos, debido a la roca viva.
ngel, ayudado por Serapio, iba dictndome las oportunas medidas, y cada vez que
haca una lectura yo senta algo anlogo a cuando en mi poca de estudiante apareca el bedel
con la lista de notas en la mano, camino del tabln de anuncios. Les rogu que repitiesen la
medicin, y si las longitudes resultaron ms que buenas, los permetros en las bases fueron
sobresalientes. Por sus medrones daba once aos y tena desarrollado el tercer punto de
inflexin. Apliqu la frmula del Consejo Internacional de la Caza; sobrepasaba ampliamente la
medalla de oro. Aunque se trataba de una medicin en verde, por mucho que mermara el
trofeo hasta su homologacin oficial, yo estaba totalmente seguro de que era oro.
Tanto ngel como Serapio demostraron ser maestros en el arte de despellejar a las
monteses. Por un lado, la cabeza con la piel cortada por detrs de los brazuelos; por otro, la
canal, que la repartieron los Guardas a partes iguales, si bien Serapio deshues la suya con
suma habilidad. La misin estaba cumplida, ahora nos quedaba volver al punto de partida; es
decir, a donde habamos dejado el coche.
Eran las tres y media de la tarde, pero los das de finales de noviembre son ms que
cortos, as que dispusimos rpidamente el regreso repartindonos la carga. Angel, como
siempre en cabeza, con media canal a sus espaldas, le segua yo portando su mochila, la ma y
el rifle, y cerraba la expedicin Serapio con el magro de la otra media canal y