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una odisea transatlántica en la era de la emancipación
Rebecca J. Scott y Jean M. Hébrard
isbn: 978-958-774-232-9
Hacia 1785 una mujer fue raptada de su hogar en Senegambia y enviada a la colonia francesa de Saint-
Domingue, en el Caribe; quienes la esclavizaron la llamaron Rosalie. Papeles de libertad cuenta los esfuerzos
de Rosalie por escapar de la esclavitud y sigue a su familia a lo largo de cinco generaciones y por tres continentes:
desde su búsqueda de igualdad y dignidad hasta un siglo después, cuando los nazis que ocuparon Bélgica arrestaron
a su tataranieta Marie José. Esta fascinante saga —que es también una rigurosa investigación documental— tiene
como telón de fondo tres grandes luchas antirracistas del siglo xix: la revolución haitiana, la revolución francesa de 1848 y la guerra civil y posterior reconstrucción de
los Estados Unidos. No solo demuestra la fragilidad de la libertad y la seguridad, sino que ilustra cómo
cada generación de la familia trató de usar el poder y la legitimidad de los documentos oficiales para asegurar sus
derechos y que se la tratara con respeto. Las estrategias que cada una usó para superar las amenazas de la guerra, la
esclavitud y el colonialismo son evidencia de los retos que las personas afrodescendientes enfrentaron a ambos lados
del Atlántico durante esta turbulenta época.
La edición original en inglés de Papeles de libertad, publicada por Harvard University Press en el 2012, recibió
en ese mismo año el Albert Beveridge Book Award in American History y el James Rawley Book Prize in Atlantic History, ambos de la American Historical Association; y en
el 2013, el Chinard Prize de la Society for French Historical Studies y el Institut Français d’Amerique.
Rebecca J. Scott tiene una Maestría en Historia Económica del London School of Economics y un Ph. D. en Historia de la Universidad de Princeton; es miembro de la American Academy of Arts and Sciences. Actualmente es profesora de Historia y de Derecho en la Universidad de Michigan. En la Facultad de Derecho dicta un curso sobre derechos civiles y los límites de la ciudadanía desde una perspectiva histórica, así como un seminario sobre las leyes de la esclavitud y la libertad.
Jean M. HébRaRd es profesor de historia de las sociedades coloniales y poscoloniales en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (París) y profesor invitado en la Universidad de Michigan, en donde codirige el proyecto “The Law in Slavery and Freedom”.
La colección Tándem, de Ediciones Uniandes, quiere fomentar la colaboración con editoriales nacionales e internacionales y otras instituciones académicas, para contribuir al intercambio de saberes y a la divulgación de investigaciones rigurosas y de alta calidad en las diferentes disciplinas del conocimiento. Pretende, así, construir un catálogo que enriquezca la literatura especializada disponible en español.
Próximas publicaciones de Tándem
Subculturas del narcotráfico en América LatinaNelson González-Ortega (comp.)Coedición con la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Oslo
La cuarta revoluciónGino RoncagliaCoedición con la Editorial Universitaria Villa María (Eduvim)
José Lezama Lima: estética e historiografía del arte en su obra críticaCarlos Orlando Fino GómezCoedición con el Instituto Caro y Cuervo
Cuando mueren las lenguasK. David HarrisonCoedición con el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH)
Universidad de los AndesInstituto Colombiano de Antropología e Historia
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papeles de libertadUna odisea transatlántica en la era de la emancipación
Rebecca J. Scott y Jean M. Hébrard
Traducción deEsther Pérez
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Primera edición en español: Ediciones Unión, Cuba, 2014
Segunda edición en español para América Latina: Ediciones Uniandes e iCAnH,
septiembre del 2015
© Rebecca J. Scott y Jean M. Hébrard© Esther Pérez, de la traducción al español
© Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes© instituto Colombiano de Antropología
e Historia (iCAnH)
Ediciones UniandesCalle 19 n.º 3-10, oficina 1401
Bogotá, D. C., ColombiaTeléfono: 339 4949, ext. 2133
http://ediciones.uniandes.edu.coinfeduni@uniandes.edu.co
instituto Colombiano de Antropología e Historia (iCAnH)
Calle 12 n.º 2-38 Bogotá, D. C., Colombia
Teléfono: 444 0544http://icanh.gov.co
Freedom Papers. An Atlantic Odyssey in the Age of Emancipation, by Rebecca J. Scott and Jean M. Hébrard, was originally published in
English in 2012. All rights reserved. Published by arrangement with Harvard University Press,
Cambridge, ma, usa. none of this book may be reproduced or transmitted in any form or by any means without permission in writing
from the Press. / Papeles de libertad. Una odisea transatlántica en la era de la emancipación, de
Rebecca J. Scott y Jean M. Hébrard, se publicó originalmente en inglés en el 2012. Todos los
derechos reservados. Esta traducción al español se publica mediante acuerdo con Harvard University
Press, Cambridge, ma, Estados Unidos.
Scott, Rebecca Jarvis, 1950- Papeles de libertad. Una odisea transatlántica en la era de la emancipación / Rebecca J. Scott, Jean M. Hébrard; traducción de Esther Pérez. – Bogotá: Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes: instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2015.306 páginas; 16 x 23 cm.
iSBn 978-958-774-232-9
1. Familia Tinchant 2. Criollos – Migraciones – Región del Océano Atlántico 3. Criollos – Condiciones sociales – Región del Océano Atlántico 4. negros – Migraciones – Región del Océano Atlántico 5. negros – Condiciones sociales – Región del Océano Atlántico i. Hébrard, Jean Michel, 1944- ii. Pérez, Esther iii. Universidad de los Andes (Colombia). iV. instituto Colombiano de Antropología e Historia V. Tít. CDD 305.8960163 SBUA
isbn: 978-958-774-232-9isbn e-book: 978-958-774-233-6
Corrección de estilo: Viviana ZuluagaDiseño interior y de cubierta: neftalí VanegasDiagramación interior: Precolombi EU – David Reyes impresión: Editorial Kimpres S.A.S.Calle 19 sur n.º 69C-17Teléfono: 4136884Bogotá, D. C., Colombia
impreso en Colombia – Printed in Colombia
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de las editoriales.
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A nuestros cónyuges, Peter Railton y Martha Jones
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xiii Abreviaturas
xv Prólogo El fabricante de puros le escribe al general
1 1 «Rosalie, negra de la nación Poulard»
21 2 «Rosalie… mi esclava»
61 3 La ciudadana Rosalie
83 4 El cruce del golfo
107 5 La tierra de los derechos del hombre
129 6 Joseph y sus hermanos
161 7 «Hay que lograr que la expresión derechos públicos tenga un significado»
187 8 Horizontes del comercio
217 9 Ciudadanos más allá de la nación
Contenido
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233 Epílogo «Por motivos raciales»
261 Agradecimientos
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Archivos
aano Archives of the Archdiocese of new Orleans, nueva Orleansadpa Archives départementales des Pyrénées-Atlantiques, Pauac-gan Archives communales de Ganagi Archivo General de indias, Sevillaagr Archives générales du Royaume, Bruselasmj Ministère de la Justiceanc Archivo nacional de Cubaap Asuntos Políticosccg Correspondencia de los Capitanes Generalesfmg Fondo Máximo Gómezanom Archives nationales d’outre-mer, Aix-en-Provence, Franciadppc Dépôt des papiers publics des coloniessdom Saint-Dominguesupsdom Supplément Saint-Domingueans Archives nationales du Sénégalasvg Direction générale victimes de la guerre, service archives et docu-
mentation, Bruselasbl Baker Library, Historical Collections, Harvard Business SchoolR. G. Dun R. G. Dun & Co. Collection cadn Centre des archives diplomatiques de nantescaran Centre d’accueil et de recherche des archives nationales, Parísmi Microfilme de archives nationalessom Séries outre-merceges-soma Centre d’études et de documentation guerre et sociétés contem-
poraines, studie-en documentatiecentrum oorlog en Hedendaagse Maatschappij, Bruselas
sra Services de renseignement et d’action
Abreviaturas
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papeles de libertad
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co, no Conveyance Office, nueva Orleanscob Conveyance Office Booksfa FelixArchief, Amberesma Modern Archiefmgr-sgb Mahn-und Gedenkstätte Ravensbrück/Stiftung Brandenburgische
Gedenkstätten, Ravensbrückmma Mobile Municipal Archives, Mobile, Alabamanauk national Archives of the United Kingdom, Kewco Colonial Office RecordsT Treasury Recordswo War Office Recordsnonarc new Orleans notarial Archives Research Centernopl new Orleans Public Libraryca City Archivesld Louisiana Divisionqre Archives of the Human Relations Department of the Belgian Army,
Quartier Reine Elisabeth, Bruselasra Rijksarchief te Antwerpen, Amberestfp Tinchant Family Papersfc Cortesía de Françoise Cousinii Cortesía de isabelle ivensmk Cortesía de Michèle Kleijnenmlvv Cortesía de Marie-Louise Van Velsenps Cortesía de Philippe Struyfufl University of Florida George A. Smathers Libraries, Gainesvillejp Jérémie Paperssc Special Collectionsuno University of new Orleans, Earl K. Long Librarylscd Louisiana and Special Collections Departmenthascl Historical Archives of the Supreme Court of Louisianausna United States national Archives
Otrosagh Association de Généalogie d’Haïtiexp. expedientefol. folioleg. legajorg Record Groupsig. signatura
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Prólogo
el fabricante de puros le escribe al general
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papeles de libertad
En 1899, después de varias décadas de lucha, había concluido la guerra por la independencia de Cuba del dominio español. La situación, sin embargo, no era la que habían anticipado los patriotas cubanos al inicio de las acciones armadas. En los últimos meses del conflicto, los Estados Unidos habían intervenido, y cuando las tropas españolas se retiraron de la isla, la autoridad no fue a dar a manos de los líderes de la rebelión, sino a las de los ocupantes militares esta-dounidenses y el gobierno militar que los acompañaba.
Durante el verano y el otoño de ese año, cubanos de toda la isla le es-cribieron al general Máximo Gómez, el venerado líder que había sobrevivido a la contienda, para contarle las dificultades que enfrentaban en lo que habían imaginado que sería una Cuba libre e independiente. A menudo desprovistos de tierras y carentes de trabajo y recursos, los veteranos de a pie se volvían ha-cia su antiguo generalísimo en busca de consejo y ayuda. En cientos de cartas expresaban sus aspiraciones de ciudadanía en una nueva nación, esperanzas que parecían ahora frustradas.
Pero una carta fechada en septiembre de 1899, escrita en inglés, en papel, provenía de una fuente inusual y contenía una petición igualmente inusual. Su remitente no era un cubano, sino un comerciante de puros de Amberes llama-do Édouard Tinchant. Se dirigía en los siguientes términos al general Gómez:
Dada mi temprana y ardiente simpatía por la causa cubana, siempre me
he enorgullecido de ser uno de sus más sinceros admiradores.
Me sentiría muy honrado si tuviera la bondad de autorizarme a usar su
ilustre nombre como marca de mis mejores productos, con su retrato
como adorno de las etiquetas, de las cuales le adjunto una muestra1.
1 Édouard Tinchant a Máximo Gómez, 21 de septiembre de 1899, sig. 3868/ 4161, leg. 30, Fondo Máximo Gómez, Archivo nacional de Cuba.
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prólogo
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Tinchant agregaba que tal vez no le resultaría «totalmente desconocido a algunos de los sobrevivientes de la pasada contienda», refiriéndose a los treinta años de combate de los cubanos contra el dominio español que comenzaron con la Guerra de los Diez Años librada entre 1868 y 1878. Explicaba que había «contribuido humilde pero sistemáticamente al sostenimiento de la causa cubana, y muchos son los cubanos y sus seguidores a quienes les he brindado ayuda». Tinchant confiaba en que algunos de los colegas de Gómez, presumiblemente los exiliados en nueva Orleans en la década de 1860, todavía lo recordaran «como miembro de la Compañía 6.ª C de Voluntarios de Luisiana, División Banks, en 1863; como representante de la Circunscripción 6 de la ciudad de nueva Orleans en la Convención Constituyente del estado de Luisiana en 1867-1868; y como fabricante de puros en Mobile, Alabama, entre 1869 y 1877».
Al dirigirse a Gómez como lo haría otro veterano, Tinchant le daba una indicación de cuáles eran sus ideas políticas y su identidad. La 6.ª Compañía de Voluntarios de Luisiana había sido una unidad del ejército de la Unión creada durante la guerra civil e integrada por hombres libres de color y libertos de nueva Orleans. La Convención de Luisiana de 1867-1868 había redacta-do una de las constituciones estatales más radicales de todos los tiempos, que comenzaba con la resonante garantía de que todos los ciudadanos del Estado, con independencia del color de su piel, tendrían los mismos «derechos civiles, políticos y públicos». Pero, ¿cómo había terminado un belga como soldado de la Unión y delegado a dicha reunión?
Tinchant probablemente sospechaba que Máximo Gómez se preguntaría lo mismo, de modo que adelantó una respuesta:
nacido en Francia en 1841, soy descendiente de haitianos, ya que tanto
mi padre como mi madre nacieron en Gonaïves a inicios de este siglo.
Avecindado en nueva Orleans después de la Revolución, mi padre, aun-
que de medios modestos, se trasladó de Luisiana a Francia con el solo
objetivo de criar a sus seis hijos en un país donde ni leyes infamantes ni
prejuicios estúpidos les impidieran convertirse en hombres.
Aquí, entonces, estaba el meollo del asunto: una evocación de la Revo-lución haitiana y una apelación implícita al antirracismo que Tinchant sabía que Gómez defendía, con un énfasis especial en una adultez y una masculini-dad dignas.
La carta de Édouard Tinchant era reflejo de un mundo atlántico en el que se entrelazaban diversas luchas en torno a la raza y los derechos, y en el
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que se intercambiaban ideas y conceptos además de ayuda mutua, memorias y puros. no obstante, la pregunta inicial que le plantea esta carta al historiador es muy clara: ¿podía un desconocido comerciante de puros belgas encarnar en su persona y su familia un vínculo entre tres de las grandes luchas antirracistas del «largo siglo xix»: la Revolución haitiana, la guerra civil y la Reconstrucción estadounidenses y la guerra cubana por la independencia? ¿O era Édouard Tin-chant un diestro fabulador que trataba de engatusar al hombre más famoso de La Habana para darles lustre a lo que muy probablemente eran puros torcidos en Bélgica y no en Cuba?
Para ver cómo y en qué sentido se sostienen las afirmaciones de Tin-chant, se puede seguir la pista del itinerario de su familia con la ayuda de los documentos redactados por sacerdotes, notarios, funcionarios y enumeradores del censo de Cuba, Luisiana, Haití, Francia, México y Bélgica. Sorprendente-mente, esos documentos parecen conducirnos aún más lejos, a un lugar que Édouard Tinchant no mencionó en su carta: el valle medio del río Senegal en África Occidental, en la era de la deportación de cautivos africanos como es-clavos a las Américas.
En ese contexto, la familia demuestra un empeño tenaz en el reclamo de dignidad y respeto. Además, algunos miembros de cada una de sus generaciones dieron muestras de estar conscientes del papel crucial que desempeñaban los documentos en tal reclamo, y se las ingeniaron para que vieran la luz certificados sacramentales al llevar a un niño a bautizar, escrituras notariales al registrar un contrato, cartas a los directores de periódicos al participar en debates públi-cos, misivas privadas con noticias que intercambiaban con otros familiares. La nacionalidad y la ciudadanía formales de muchos miembros de la familia no estaban claramente definidas, pero aun así era posible lograr que sucedieran cosas si se ponían por escrito. Los documentos de manumisión redactados para proteger de la esclavitud o la reesclavización a los miembros de las primeras generaciones, por ejemplo, resultan elaboraciones sumamente complejas, de una eficacia más frágil y real de lo que es dable imaginar.
Una odisea familiar que comienza con un traslado de Senegambia a Saint-Domingue a fines del siglo xviii tuvo su continuación en Santiago de Cuba, nueva Orleans, Puerto Príncipe, Pau, París, Amberes, Veracruz y Mobile, con varios retornos a Luisiana y Bélgica. En cada paso del camino, los viajeros inter-pretaron y les transmitieron a otros su interpretación de la senda que había seguido la familia, y formularon el viaje en términos que validaban las opciones tomadas y la respetabilidad social que aspiraban a conseguir. La carta de Édouard Tinchant a Máximo Gómez era una de esas reformulaciones, pero hay muchas otras.
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prólogo
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Un lugar central en la historia de la familia lo ocupa la ciudad de nueva Orleans. En 1809, miles de refugiados procedentes originalmente de la colonia francesa de Saint-Domingue —convertida en fecha reciente en la nación inde-pendiente de Haití— llegaron a Luisiana tras ser expulsados de Cuba, donde se habían exiliado inicialmente. Uno de esos refugiados era Élisabeth Vincent, la madre de Édouard Tinchant. Así que aun cuando Édouard Tinchant retocó algunos detalles de la historia de su vida para que se ajustaran a sus propósitos, era realmente «descendiente de haitianos», aunque no exactamente de la ma-nera que hacía ver. Y fueron los años de su madre en nueva Orleans, durante los cuales se casó con un hombre llamado Jacques Tinchant, los que dejaron un rastro clave en los archivos que permite reconstruir ese fragmento de los anales de la familia.
La historia que se nos revela es tanto de orden público como de orden privado, porque Édouard Tinchant, sus antepasados y sus descendientes inten-taron repetidamente eludir o impugnar diversas variantes del prejuicio racial y la exclusión. Cuando Édouard dio un paso al frente en 1867-1868 para participar en la redacción de la notable constitución del estado de Luisiana en el período de la Reconstrucción, exhortó a sus colegas a garantizar los derechos civiles de las mujeres, con independencia del color de su piel, y a reconocer las uniones no formalizadas mediante el matrimonio. En ese planteamiento vemos el reflejo de una memoria familiar de los obstáculos que enfrentaron las generaciones previas. Aunque quizás no lo supiera nunca, la insistencia de Édouard Tinchant en el derecho al matrimonio y su rechazo al estigma —al describirse como un hombre de color y un «hijo de África»— también prefiguraban los retos que enfrentarían algunos de sus descendientes.
Édouard Tinchant murió exiliado en inglaterra después de abandonar el Sur de los Estados Unidos y marchar a Bélgica en 1878 tras el fracaso de la Reconstrucción, y después también de huir de Bélgica en medio de la invasión alemana durante la Primera Guerra Mundial. La historia que comienza con la carta a Máximo Gómez bien podría concluir con su exilio y su muerte en 1915. Pero un artículo que apareció en la prensa británica en 1937 le dio a Marie-José Tinchant, una sobrina nieta belga de Édouard, un súbito instante de visibilidad pública en inglaterra, en el año en que las secuelas de la invasión de Mussolini a Etiopía y la creación del Eje Roma-Berlín acaparaban los titu-lares. El episodio comenzó cuando los padres del novio belga de Marie-José intervinieron en una oficina del registro civil londinense para tratar de impedir que su hijo se casara con la joven. Entrevistada por un periodista, Marie-José Tinchant explicó audazmente: «no soy blanca… tengo color, y los padres de
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André no aprueban nuestro matrimonio». Pero insistió: «nos casaremos». La suerte de Marie-José Tinchant después de su matrimonio y sus subsiguientes actividades en la resistencia belga contra los nazis se convirtieron así en un dramático epílogo de la odisea familiar2.
Este libro es un experimento que puede describirse como microhistoria en movimiento. Tiene como base la convicción de que el estudio de un lugar o acontecimiento cuidadosamente escogido, visto desde una perspectiva muy cercana a los hechos, puede revelar una dinámica que no resulta visible a través del lente más conocido de la región o la nación. En este caso, hemos seguido una cadena de acontecimientos interrelacionados, definidos a partir del itine-rario de una familia. Por supuesto, no hay nada «micro» en el mundo atlántico del siglo xix, pero incluso en ese gran cuadro, prestar cuidadosa atención a lo particular puede dar lugar al más profundo de los análisis.
no pretendemos afirmar que la familia Vincent/Tinchant sea típica o representativa. nuestra investigación se ajustó a los avatares de una familia y a un patrón de actividad que no preveíamos. Comenzamos con un conjunto de pistas y acertijos interpretativos sumamente específicos que nacieron de un descubrimiento casual en los archivos cubanos. Ellos nos condujeron al centro del problema de la libertad y de los fenómenos de la raza, el racismo y el anti-rracismo. La historia de esta familia se convirtió en una narrativa de opciones individuales y colectivas, constreñidas por la esclavitud, la guerra y las jerarquías sociales. A pesar de esas limitaciones, los miembros de la familia se abrieron paso con discernimiento e ingenio a lo largo de la era de la emancipación, cuyos pormenores se hacen más visibles al seguir sus huellas zigzagueantes. Sus vidas se caracterizaron por un continuo desplazamiento de personas y documentos por el Caribe, el Golfo de México y el Atlántico. De ahí que los capítulos que siguen por lo general comiencen con una llegada y terminen con una partida, lo que refleja distintas etapas de esta odisea. Además, por lo general, a cada paso del camino, alguien tomó papel y lápiz, o hizo que otros los tomaran, lo que dio origen a un archivo del movimiento y la memoria.
2 Véase «Wedding-Day Bid to Stop a Marriage», Daily Express (Londres), 10 de abril de 1937, 13; y «Fled to Wed Secretly in London», Daily Mail (Londres), 9 de abril de 1937, 11.
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Cuando al escribirle al general Máximo Gómez en 1899 Édouard Tinchant se describía como un «descendiente de haitianos», vinculaba su historia a la era en la que sus padres experimentaron la onda expansiva de tres grandes revo-luciones: las que dieron origen a los Estados Unidos de América, la República francesa y la nación de Haití. Cuando se refería a sí mismo como un «hijo de África», apuntaba con más precisión al lugar que ocuparan sus antepasados en el Caribe, entre aquellos cuyo estatus era el de esclavos o el de un precario equilibrio entre la esclavitud y la libertad1.
Para cierto número de los africanos y las africanas traídos como cauti-vos al Caribe, esas no habían sido las primeras revoluciones con las que habían topado. En el valle del río Senegal, en la región del África Occidental llamada Fuuta Tooro, un sector de la élite clerical islámica encabezó un movimiento que derrocó a la aristocracia guerrera a mediados de la década de 1770 y obligó a debatir públicamente la cuestión de la legitimidad de vender a otros musul-manes como esclavos a los europeos. El almamy (o imán) que gobernó en Fuuta Tooro después de esa revolución obligó a los franceses a firmar un tratado en el que se comprometían a dejar de incluir a los súbditos del almamy en ese co-mercio. no obstante, vecinos y rivales que se negaban a acatar la autoridad del almamy siguieron realizando incursiones en su territorio y capturando hombres y mujeres para venderlos con el fin de deportarlos a las Américas2.
Los franceses llamaban «foules» o «poules» a los habitantes de Fuuta Tooro y a otros hablantes del idioma pulaar, términos que en las Américas a menudo pasaron a ser el de «Poulard». Cuando a una joven esclavizada en la colonia francesa de Saint-Domingue se la designaba como «Rosalie, négresse
1 Empleó la frase «hijo de África» en Édouard Tinchant, Communiqué, La Tribune de la Nouvelle-Orléans, 21 de julio de 1864.
2 Véase David Robinson, «The islamic Revolution of Futa Toro», International Journal of African Historical Studies 8 (1975): 185-221.
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«rosalie, negra de la nación poulard»
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de nation Poulard», a lo que se aludía era, por tanto, a que era originaria de Senegambia. El rastro documental que vincula a Édouard Tinchant con esa mujer llamada Rosalie está compuesto por dos escritos, ambos confeccionados en medio de una contienda y más tarde depositados en manos de funcionarios locales a fin de asegurar un estatus precario.
Para demostrar que tenía derecho a adoptar el apellido de su padre a pesar de haber nacido fuera del matrimonio, Élisabeth Dieudonné, la madre de Édouard Tinchant, se dirigió a un notario público de nueva Orleans en 1835 con una copia de su certificado de bautismo. Según el documento, había nacido en 1799 en la colonia de Saint-Domingue, en medio de la Revolución haitiana. La madre de Élisabeth era una mujer de color libre de nombre Marie Françoise, conocida como Rosalie. En el acto del bautismo, un francés llamado Michel Vincent reconoció ser el padre de Élisabeth. Tras examinar el documento, el notario de nueva Orleans autorizó a Élisabeth a adoptar el apellido Vincent, y como era la práctica usual, guardó una copia del certificado en el volumen de escrituras notariales correspondientes a ese año3.
Los nombres de Michel Vincent y Rosalie aparecen por segunda vez en unos documentos dejados en depósito en 1804 a funcionarios franceses en Santiago de Cuba. no habían huido a Cuba como resultado del levantamiento de esclavos ocurrido en la llanura norte de Saint-Domingue en 1791, sino para escapar de la guerra en que se vio envuelto el país en 1802, cuando napoleón Bonaparte envió una fuerza expedicionaria francesa para intentar dar al traste con el poderío de los generales negros y mulatos que gobernaban la colonia en nombre de Francia, el más descollante de los cuales era Toussaint Louverture. Michel y Rosalie llevaron con ellos en su huida un documento de libertad que la identificaba con más precisión como «Marie Françoise, dite Rosalie, négresse de nation Poulard», esto es, Marie Françoise, conocida como Rosalie, negra de la nación Poulard. Tomados en conjunto, esos documentos confirman que Rosalie, la abuela de Édouard Tinchant, era una sobreviviente del cautiverio, la esclavización y la ruta del esclavo de África Occidental al Caribe4.
3 El certificado de bautismo aparece transcrito en «Rectification de noms d’épouse Tinchant dans son contrat de mariage», 16 de noviembre de 1835, escritura 672, 1835, notario Théodore Seghers, new Orleans notarial Archives Research Center (nonarc).
4 El documento de manumisión, redactado en Les Abricots, Saint-Domingue, en mayo de 1803, aparece transcrito en «Enregistrement de liberté par. de Marie Françoise», 26 Ventôse, año xii [17 de marzo de 1804], folios 25v, 26r, actes, déclarations & dépôts divers, 10 Pluviôse, año xii [31 de enero de 1804], 10 vendémiaire, año xiii [2 de octubre de 1804], document 3, série 6, supplément Saint-Domingue (a partir de ahora supsdom, siguiendo
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La expresión «de la nación Poulard» es sugerente, pero no geográfica o cronológicamente precisa. Cuando los capitanes de barcos realizaban sus compras en la costa de Senegambia, rara vez identificaban a los cautivos con precisión. El comprador y el vendedor en un puerto del África Occidental solían caracterizar el intercambio de cautivos por mercancías con una frase genérica como «captifs jeunes pièces d’inde sans aucun défaut» (cautivos jóvenes piezas de india sin ningún defecto). Pieza de india era una unidad de medida equivalente al valor de cambio de una pieza de tela estampada de la india, que era el precio de un cautivo varón saludable entre las edades de quince y treinta y cinco años. Los nombres y las afiliaciones étnicas individuales por lo general no se registraban5.
Era a la llegada a las Antillas que los capitanes de barco comenzaban a pregonar las «nacionalidades» de los que se proponían vender. Por ejemplo, el navío La Valeur zarpó del puerto francés de nantes el 22 de junio de 1786 con destino a San Luis de Senegal, donde cargó en febrero unos setenta y cuatro cautivos. Dos meses más tarde, Affiches Américaines describía el cargamento de La Valeur, puesto en venta en el puerto de Cap-Français, Saint-Domingue, como «un atractivo cargamento de negros de las naciones Uolof, Poulard y Bambara»6.
En algunos casos, esos marcadores «nacionales» no eran más que una indicación convencional y aproximada de los puertos donde atracaban los bar-cos de cautivos. Por ejemplo, la palabra «senegal» se empleaba a menudo para referirse genéricamente a las personas compradas en el puerto de San Luis de Senegal, cerca de la desembocadura del río Senegal. Pero en muchos casos, los vendedores utilizaban categorías que no solo atribuían un lugar de adquisición, sino un lugar de origen, al designar a las personas haciendo referencia a una región, los hablantes de un idioma o una entidad política. Ese sistema de desig-nación tenía como base una geografía europea de África flexible y hasta cierto punto imaginaria que les asignaba características específicas a ciertos grupos que, a su vez, se asociaban con lugares vagamente definidos. Los capitanes de barco y los comerciantes a menudo apelaban a esas asociaciones para describir a los africanos en términos que evocaban imágenes favorables de habilidades, robustez, fuerza, belleza o docilidad. Por ejemplo, el jurista criollo Moreau de
la convención de signaturas, p. e. 6supsdom/3), Dépôt des papiers publics des colonies (dppc), Archives nationales d’outre-mer, Aix-en-Provence (anom).
5 Esa es la frase que aparece, por ejemplo, en el documento titulado «Saisie Dixon, 31 January 1806», en caja 2, Fonds (o Sous-Série) 4Z2, Archives nationales du Sénégal (ans).
6 El texto dice: «avec une belle cargaison de nègres de nations Yolof, Poulard, et Bambara». Citado en Jean Mettas, Répertoire des expéditions négrières françaises au xviiie siècle, vol. 1: Nantes, ed. Serge Daget (París: Société française d’histoire d’outre-mer, 1978), 676 (entrada 1192).
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Saint-Méry hablaba con entusiasmo de unos cautivos a los que se refería en general como «senegaleses», con lo que evocaba tanto el puerto de San Luis de Senegal como, más genéricamente, el valle del río Senegal. Eran, escribía, esclavos «superiores, inteligentes, buenos, fieles, incluso amantes, agradecidos, excelentes sirvientes domésticos»7.
Moreau de Saint-Méry identificaba a un conjunto de cautivos cerca-namente relacionados con el término «poulard», palabra que consideraba una deformación popular del sustantivo «foule». El término «foule», derivado del vernáculo «pullo» (plural «fulbe»), lo empleaban comerciantes, funcionarios y exploradores de habla francesa para referirse a un pueblo, muchos de cuyos miembros eran pastores de ganado, que solían vivir en el valle medio del río Senegal. Moreau, por ejemplo, distinguía a los foules de los uolof (el término que empleaba era «yoloffes»), quienes dominaban la porción baja del valle y buena parte del área costera e interior más al sur8.
Aunque en teoría se derivaban de los lugares de origen, esas designa-ciones reflejaban también las creencias convencionales de los esclavistas acerca de la apariencia de los cautivos. Moreau y otros creían que los poulards eran, por lo general, altos, delgados y «cobrizos»9. Los etnógrafos e historiadores han adoptado un uso más amplio de los términos modernos «peul», «fulani» y «ful-be», para distinguir entre muchas poblaciones ahora muy dispersas que hablan variantes del idioma pulaar. Los estudiosos evitan, por lo general, la atribución al grupo de atributos culturales atemporales y características físicas específicas, y se concentran, por el contrario, en la variabilidad lingüística, cultural y eco-nómica de quienes migraron en distintos momentos, y en las transformaciones que tuvieron lugar gracias a sus contactos con otros grupos10.
7 Médéric Louis Élie Moreau de Saint-Méry, Description topographique, physique, civile, politique et historique de la partie française de l’isle Saint-Domingue, vols. 2 (Filadelfia: por el autor, 1797), 1:26, 27.
8 «Les Foules, appellés vulgairement Poules ou Poulards, voisins des Sénégalais et des Yoloffes, mais plus intérieurement placés». Moreau de Saint-Méry, Description topographique, 1:27.
9 Moreau de Saint-Méry describe el color de los poulards como «rojizo» (rougeâtre) (Descrip-tion topographique, 1:27). Ya en el siglo xvii, Alonso de Sandoval había declarado que «Los Fulos demas desto, se conocen por la color, que es blanquisca, y amulatada, aunque otros muchos son negros y atezados». Alonso de Sandoval, Naturaleza, policia sagrada i profana, costumbres i ritos, disciplina i catechismo evangelico de todos Etiopes (Sevilla: Francisco de Lira impresor, 1627), libro 1, cap. 16.
10 Aunque poulard no es un sinónimo exacto de peul, término más conocido, véase Roger Botte, Jean Boutrais y Jean Schmitz, eds., Figures peules (París: Éditions Karthala, 1999); y Oumar Kane, La première hégémonie peule: le Fuuta Tooro de Koli Tengella à Almaami
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Pero los comerciantes y plantadores del siglo xviii que les asignaban «naciones» a los integrantes de los cargamentos humanos que intentaban ven-der o comprar rara vez se detenían en esas sutilezas. En Saint-Domingue, la designación de «poulard» parece, sencillamente, haber tenido una connotación positiva, al ser el apelativo de un grupo en el que se suponía que los hombres eran diestros en el manejo de animales y las mujeres se caracterizaban por su belleza y habilidades domésticas. Por supuesto, para los designados de esa ma-nera, el término podía también corresponderse con un cierto grado de historia e idioma compartidos11.
Aunque una proporción significativa de los cautivos en los primeros años del comercio con Saint-Domingue provenía de Senegambia, hacia fines del siglo xviii la mayoría venía de regiones más al sur de África. incluso entre quienes procedían de Senegambia, los hombres y las mujeres denominados poulards se vieron superados en número por otros a quienes se designaba como bambaras, senegaleses, sosos y mandingas. La relativa rareza de la designación «poulard» hace probable que cuando distintas variantes de la frase «Rosalie de nation Poulard» se utilizara en documentos provenientes del distrito de Jérémie en Saint-Domingue para identificar a una mujer ralativamente joven, todas se hayan referido a la misma persona12.
La designación «de la nación Poulard» fue reforzada por la propia Rosalie. Autodesignarse miembro de la nación Poulard hacia fines del siglo xviii puede haber sido un acto políticamente significativo. Los franceses que controlaban
Abdul (París: Éditions Karthala, 2004), 40-53, 90-91. Sobre la información que se puede extraer de la etnonimia, véase Michael Gomez, Exchanging Our Country Marks (Chapel Hill: University of north Carolina Press, 1998), caps. 1 y 3. no obstante, Megan Vaughan advierte que no se puede confiar en que esos términos «nos revelen una “raíz” cultural o étnica; más bien nos revelan un proceso». Megan Vaughan, Creating the Creole Island: Slavery in Eighteenth-Century Mauritius (Durham, nc: Duke University Press, 2005), 114.
11 Les agradecemos a Boubacar Barry, Mamadou Diouf, Martin Klein, David Robinson, Mamoudou Sy, ibrahima Thioub y Rudolph Ware sus análisis de las afiliaciones que pueden designarse con el término «poulard».
12 Véase J[acques]. Ho[udaille], «Les esclaves dans la zone d’occupation anglaise de Saint-Do-mingue en 1796», Population 26 (enero-febrero de 1971): 152-157. Houdaille solo encontró 48 esclavos designados como poulards en un grupo de 3296 inventariados, mientras que a 314 se les llamaba bambaras, y a 121 senegaleses. Véase también G. Debien, J. Houdaille y R. Richard, «Les origines des esclaves des Antilles», Bulletin de l’Institut français de l’Afrique noire (publicado en los volúmenes 23, 25, 26, 27 y 29 de la serie B, entre 1961 y 1967); y David Geggus, «Sex Ratio, Age and Ethnicity in the Atlantic Slave Trade: Data from French Shipping and Plantation Records», Journal of African History 30 (1989): 23-44.
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la isla de San Luis de Senegal vivían en conflicto permanente con el nuevo régimen del valle medio, cuyas políticas obstaculizaban la deportación de cau-tivos musulmanes como parte de la trata atlántica. A la Francia y la inglaterra metropolitanas habían llegado noticias de que los poules tenían una entidad política dirigida por un hombre llamado el almamy que se arrogaba el derecho de impedir el paso de tratantes de esclavos por su territorio. Tras entrevistar a un botánico francés que había viajado por la región, Thomas Clarkson, el activista inglés contra la esclavitud, escribió un trabajo laudatorio sobre lo que consideraba las decididas acciones del almamy contra el comercio de esclavos, a las que comparaba con las vacilaciones de los gobernantes europeos13.
M. Saugnier, un aventurero francés que abandonó su vida de tendero para probar suerte como comerciante en África, hizo un recuento meticuloso de su viaje por el curso del río Senegal en 1785: era casi un reclamo para quienes quisieran seguir sus pasos. Afirmaba que la nación de los poules se extendía desde más abajo del poblado de Podor hasta Matam, una aldea fortificada que ocupaban poules y saltinguets río arriba. Saugnier les ofrecía a sus lectores una acerba descripción, reflejo de su fracaso como tratante de esclavos debido a la falta de cooperación de sus líderes, especialmente el clérigo llamado Abdulkaadir Kan: «Aunque la nación poule vive en una de las zonas más hermosas de África, es una nación miserable… La gobierna un jefe de su religión —una mezcla lamentable de islamismo y paganismo— llamado el almamy»14.
Abdulkaadir Kan era un líder musulmán muy culto que se había sumado a un movimiento que denunciaba la laxa religiosidad y la presencia constante de incursiones esclavistas que capturaban incluso a los dependientes de los clérigos más respetados. Después de vencer en lo que posteriormente se llama-ría la Rebelión de los Toorobe, Abdulkaadir Kan adoptó el título de almamy y gobernó la zona llamada Fuuta Tooro, que se extendía por varios cientos de kilómetros a lo largo del río en la estrecha franja de tierras fértiles de sus dos riberas15. Los súbditos del almamy por lo general hablaban o aprendían a hablar
13 Thomas Clarkson, Letters on the Slave-Trade, and the State of the Natives in Those Parts of Africa, Which are Contiguous to Fort St. Louis and Gorée (Londres: impreso y distribuido por James Phillips, 1791), 31-33, 80-81.
14 M. Saugnier, Relation de plusieurs voyages à la côte d’Afrique, à Maroc, au Sénégal, à Gorée, à Galam, etc. (París: Gueffier jeune, 1791), escribe sobre «les poules». Véase 203-209.
15 Véase Robinson, «islamic Revolution of Futa Toro»; Robinson, «Abdul Qadir and Shaykh Umar: A Continuing Tradition of islamic Leadership in Futa Toro», International Journal of African Historical Studies, 6 (1973): 286-303; y Rudolph T. Ware, iii, The Walking
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el idioma pulaar, y quienes no eran musulmanes se convertían al islam. Para los comerciantes y administradores franceses de la isla de San Luis, esas personas —de quienes dependían para obtener suministros de alimentos y paso seguro por el río— pasaron a ser los «Nègres poules du pays de Toro» (negros poulards de la zona de Tooro), o simplemente los poules16.
Históricamente, los habitantes del valle medio habían participado en incursiones y batallas en las que hacían prisioneros, que podían ser rescatados por sus comunidades de origen o vendidos como esclavos al comercio interno, al transahariano o al atlántico. El almamy introdujo una nueva política, basada en una lectura más rigurosa del Corán, y prohibió la venta de hermanos mu-sulmanes al comercio atlántico. Aunque en su reinado se siguió practicando la esclavitud interna, en 1785 pudo imponerle a Francia un tratado que le prohibía adquirir cautivos en sus dominios. El control por parte del almamy de un tramo clave del río le permitía revisar los convoyes, y no aceptaba que los cautivos a los que consideraba sus súbditos fueran vendidos a los comerciantes de la isla de San Luis, quienes aprovisionaban a los esclavistas europeos. Dadas las difi-cultades de la navegación en el río y la vulnerabilidad de los convoyes durante la larga travesía, los tratantes no tenían más remedio que acatar la prohibición17.
Tras el ascenso al poder de Abdulkaadir Kan, los habitantes de Fuuta Tooro corrieron menos peligro de verse trasladados a las Américas como es-clavos. Pero había varias maneras de terminar en cautiverio, incluso durante el período de vigencia del tratado entre el almamy y los franceses. Las derrotas en el curso de las guerras de expansión del almamy dejaban cautivos en manos de sus vecinos; sus rivales no vacilaban en realizar incursiones en su territorio; y el propio almamy podía utilizar las ventas como un medio para mantener el control interno. Bandas armadas de diversos tipos incursionaban en Fuuta
Qur’an: Islamic Education, Embodied Knowledge, and History in West Africa (Chapel Hill: University of north Carolina Press, 2014), cap. 1.
16 La primera cita es de un documento relativo al asesinato de un comerciante en el comercio fluvial, 7 de agosto de 1806, escritura 1694, caja 2, Fonds 4Z2, ans. El término «poules» aparece con frecuencia en los mapas de fines del siglo xviii, entre ellos el confeccionado para Thomas Clarkson alrededor de 1789-1790 por M. de Villeneuve y conservado en los Clarkson Papers, William R. Clements Library, University of Michigan, Ann Arbor.
17 Robinson, «islamic Revolution» y «Abdul Qadir». Las cuestiones teológicas subyacentes de la interpretación coránica sobre la esclavitud son excepcionalmente complejas. Véase Rudolph T. Ware iii, «Slavery in islamic Africa, 1400-1800», en The Cambridge World History of Slavery, vol. 3, eds. David Eltis y Stanley Engerman (Cambridge: Cambridge University Press, 2011): 47-80.
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en busca de presos para vendérselos a los europeos en San Luis, Gorea u otros lugares. Si no eran rescatados a tiempo, las mujeres y los hombres de habla pulaar que se encontraban entre esos cautivos terminaban formando parte del comercio de esclavos a larga distancia18.
El tratante Saugnier les brindaba a sus lectores franceses la descripción de una secuencia de sucesos que podía conducir a dicho cautiverio. Al describir a quienes llamaba saltinguets, el autor escribía:
Los dirige un príncipe que por derecho de nacimiento debió haber sido
el rey de los poules; pero los sacerdotes que lo despojaron del cargo lo
expulsaron de sus tierras. Este príncipe es valiente, realiza frecuentes
incursiones en los territorios de los poules y les vende sus cautivos a sus
vecinos moros, quienes los llevan a [San Luis de] Senegal19.
En efecto, la protección del almamy solo era efectiva donde y cuando podía imponer su voluntad, y había muchos competidores deseosos de pasar por encima de sus escrúpulos sobre la venta de los suyos a la trata atlántica.
La designación de Rosalie, una africana esclavizada en Saint-Domin-gue, como «de la nación Poulard», casi de seguro quería decir que hablaba —o había hablado en otros tiempos— la lengua pulaar. Probablemente sig-nificaba también que había sido capturada en el valle del río Senegal o en sus proximidades, lo que incluía a Fuuta Tooro, a pesar de la protección formal que brindaba el almamy Abdulkaadir Kan. También puede haber apuntado a cierta experiencia con documentos escritos. Aunque la región era víctima de disturbios provocados por conflictos armados, los seguidores del almamy en Fuuta Tooro le daban un gran valor a la enseñanza, la lengua y la escritura. Era
18 Kane, La Première Hégémonie, 273. La presencia de hablantes de pulaar más allá de los dominios del almamy Abdulkaadir Kan complica el panorama. Resulta difícil saber si el almamy se negaba a permitir el paso de esos individuos como cautivos. Algunos hablan-tes de pulaar provenientes de la zona de Galam, ubicada río arriba, podían también ser embarcados por otras rutas al norte o al sur del río.
19 Saugnier añadía que «siempre son comprados, a pesar del tratado con el almamy de abste-nerse de comprar a alguien de su nación, sin duda porque se cree que el tratado solo se aplica cuando se entra en sus territorios con un convoy para ir río arriba hacia Galam». Véase Saugnier, Relation, 266. Sobre los saltinguet, véase Abdoulaye Bathily, Les Portes de l’or: le royaume de Galam (Sénégal) de l’ère musulmane au temps des négriers (viiie-xviiie siècle) (París: Éditions L’Harmattan, 1989).
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una creencia ampliamente compartida que versos escritos preparados como amuletos tenían un poder protector20.
Además, Michel Vincent, el francés con el que había vivido por años y con el que había tenido varios hijos, escribió la expresión «de la nación Poulard» junto al nombre de Rosalie en fecha tan tardía como 1803. El propósito del documento en cuestión no era aumentar su valor monetario, sino identificarla con todo detalle a fin de ratificar su estatus de libre. Es posible que el término «poulard» fuera reconocido por sus vecinos y que ella misma se sintiera orgullosa de él. Algunas personas habrían sabido que la vinculaba a una nación cuyo líder trataba de impedir que sus súbditos fueran víctimas de la trata atlántica, y cuyos habitantes rescataban a los cautivos cada vez que podían. Por otro lado, nation poulard era también una categoría impuesta por los comerciantes de esclavos, y formaba parte del lenguaje con el que probablemente se le designara al ser vendida por primera vez en la colonia21.
La edad de Rosalie, que aparece en un acta de venta posterior, parece indicar que había nacido aproximadamente en 1767, lo que significaría que era muy joven durante la rebelión de Fuuta Tooro. Su traslado a las Américas posiblemente se produjo en la década de 1780 o muy al inicio de la de 1790. Lo más probable es que su puerto de embarque haya sido San Luis de Senegal, donde los tratantes llevaban cautivos del río Senegal y del comercio en el interior y los enviaban de allí a las colonias caribeñas de Francia y a otros lugares. En la década de 1780, los barcos franceses trasladaron a muchos cautivos del África Occidental al Caribe, pero tras la gran revuelta de esclavos que se produjo en la región norte de la colonia en 1791, la mayoría de los tratantes de esclavos no se atrevió a desembarcar en Saint-Domingue22.
20 Sobre la enseñanza en Senegambia, véase Ware, Walking Qur’an. Véase también Abbé David Boilat, Esquisses sénégalaises (1853; reimp. París: Éditions Karthala, 1984), 384-386, 388-413. Boilat subraya el gran número de escuelas del país y el alto nivel de alfabetización en árabe (390-391).
21 Para referirse a los residentes de Fuuta Tooro, Boilat emplea el término «toucouleur», deri-vado del más antiguo de «tekrur», y escribe sobre ellos: «no aceptan que uno de los suyos sea esclavizado, y si eso sucede, hacen cualquier sacrificio para pagar el rescate». Boilat, Esquisses, 394.
22 En «Affranchissement de la négresse Rosalie par Marthonne», 2 de diciembre de 1795, notario Dobignies, exp. 9-218, Jérémie Papers, Special Collections, University of Florida George A. Smathers Libraries, Gainesville, se dice que Rosalie tiene «aproximadamente veintiocho años». Su descripción como poulard durante un tiempo tan prolongado refleja el etnónimo empleado por los franceses; de ahí la inferencia de que probablemente fue trasladada de San Luis en un barco francés. Pero algunas embarcaciones hacían múltiples
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