Post on 03-Jun-2018
8/11/2019 Huyssen Memoria
1/16
Traducci6n de
SILVI
FEHRMANN
NDRE S HUYSSEN
EN BUSCADEL
FUTURO PERDIDO
Cultura
y
memoria en tiempos
de globalizaci6n
FoN oo
DE CULTIJRA
EcoN MICA
MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPANA
ESTADOS UN DOS DE AMERICA - PERU - VENEZUELA
8/11/2019 Huyssen Memoria
2/16
I
Memoria: global
nacional museol6gica
I
8/11/2019 Huyssen Memoria
3/16
1. Preteritos presentes:
medios, politica, amnesia
Uno de
los fen6menos culturales y polfticos mas sorprendentes
de
los
ultimos afios es
l surgimiento de Ia memoria como una preocupaci6n
central de Ia cultura y de Ia poHtica de las sociedades occidentales, un
giro hacia l pasado que contrasta de manera notable con
Ia
tendencia
a privilegiar
l
futuro, tan caracteristica de las primeras decadas de
Ia
modernidad del siglo XX. Desde los mitos apocalipticos sobre Ia
ruptu-
ra radical de principios del siglo XX y el surgimiento del
hombre
nue
vo
en Europa
a traves de los fantasmas de
Ia
purificaci6n de
Ia
raza o
de Ia clase propios del nacionalsocialismo y del estalinismo, hasta el pa
radigma norteamericano de Ia modernizaci6n posterior a Ia Segunda
Guerra Mundial, Ia cultura modernista siempre fue impulsada por lo
que podria denominarse fu uros presentes .
1
Des
de Ia
decada de 1980,
el foco pareceria haber pasado
de
los futuros presentes a los preteritos
presentes, desplazamiento en Ia experienciayen Ia percepci6n del tiem
po
que debe ser explicada
en
terminos hist6ricos y fenomenol6gicos.
2
S
in emba
rgo, el foco contemporaneo sobre Ia memoria y Ia tempora
lidad tambien contrasta de manera notable co n recientes e innovadores
trabajos sobre categori
as
como
es
pacio, mapas, geografias, fronteras, ru-
Dcbo ta nto el titulo de este ensayo como Ia
no
ci6n de futuro prese
nte
a trabajo de Rein
hart
Koselleck, Futures Past Boston, MIT Pr
ess,
1985.
2
Naturalmente, Ia noci6n enfatica de futuros presentes sigue operando en
Ia
imaginerla
neoliberal so
br
e Ia globalizaci6n financiera y
el
ectr6nic
a,
una version del paradigma moder
nizador a
nt
erior tan desacred itado, actualizado para el mundo pos-Guerra Fda.
13
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II
1\lN f..
ll ll i t l l l )
l l l
I I IUl i iHI
tas comercial
es, mi
graciones, desplazamientos y diaspora
s,
que sc rcali
zan
en
el contexto de los estudios culturales y poscoloniales. En efecto,
hasta hace no demasiado tiempo existla en los Estados Unidos un con
senso muy difundido segun el cual, a fin de comprender la cultu ra pos
moderna era necesario desplazar el foco de la atenci6n de la problemati
ca d
el
tiempo y de la memoria, que se as ignaba a las formas tempranas
del alto modernismo, hacia la categor{a del espacio como
una
clave para
el
momento posmoderno.
3
Sin
embargo,
los
trabajos de ge6grafos como
David H arvey
4
han demostrado que separar tiempo de espacio supone
un
riesgo para la comp
re
nsion plena, tanto de la cultura moderna como
de la posmoderna. En tanto categorias de
la
percepci6n de
ra{z
hist6r
ic
a
y fundamental contin
ge
nci
a,
tiempo y espacio siempre
es
tan estrecha
mente ligados de manera compleja; prueba de ello
es Ia
intensidad de los
discursos de la memoria presentes
por
doquier mas alla de las fronteras,
tan caracter.fsticos de la cultura
co
ntemporanea
en
los mas diversos Juga
res
del mundo. En efecto, la tematica de
las
temporalidades diferenciales
y la de las modernidades
qu
e se dan a diferentes ritmos surgieron como
claves para una comprensi
on
nueva y rigurosa de los procesos de globa
li
zaci6n a largo plazo, concepcion que rrata de ir mas lejos que una me
ra actualizaci6n de los paradigmas occidentales de Ia modernizacion.
5
Discursos de Ia memoria de nuevo cufio surgieron en Occidente
despues de
Ia
decada de
1960
como consecuencia de Ia descolonizacion
de los nuevos movimientos sociales que buscaban
hi
storiograflas al
ternativas revisionistas. La busqueda de
otras
tradiciones y Ia tradi
ci6n de los
o
tro
s
vino acompafiada
por
multiples postulados
so
bre el
3
De
manera paradigmatica, en
el
clasico ensayo de Fred Jameson Postmo dern ism or the Cul
tu
ral
Logic of L1te Capitalism ,
New Left Review num.
146, julio-agosto de 1984, pp. 53-92
[traducci6n castcllan
a:
El Posmodernismo como l6gica cultur
al
del capitalismo tardio , en
Fred Jameson,
Emayo;
sobre
elposmodernismo
Buenos Aires, Imago
Mundi,
1
99
1].
4
David Harvey, The
Condition
o
Postmodernity
[La condici6n posmoderna]. Oxford, Basil
Blackwell, 1989.
5
Cf. Arjun Appadurai,
Modernity at
Large: CulturaL
Dimmsiom
o
GLobalization
[La moderni
dad ampliada: dimensiones culrurales de Ia globalizaci6n], Mine:ipolis y Londr
es,
University
of M innesota Press, 1998, especialmeme cap. 4; rambien Ia edici6n especial Alter/Narive
Modernities [Modernidad
es
alterlnativas).
Public Cult11re
num. 27, 1999.
1
1
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A.
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A I 1 1
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I'IIU ll
l H l
intensa cobertura en los med ios internacionales, que reavivaron cod ifi
caciones posteriores a la Segunda Guerra de la historia nacional en
Francia, Austria, Italia, el Japon, e incluso en los Estados Unidos y ulri
mamente tambien en Sui za. El Museo del Holocausto de Washington,
planificado durante
la
decada de
1980
e inaugurado
en 1993,
dio Iugar
al
debate sobre
la
norteamericanizacion del Holocausro.
8
Las resonanci
as
de la memoria del Holocausto no se det uvieron a
ll
f
Hacia fines de la de
cada de
1990
cabe preguntar en que medida se puede hablar de una glo
balizacion del discurso del Holocausto.
Naruralmente, fue la recurrencia de l
as
pollti
cas
genocidas
en
Ruan
da, Bosnia y Kosovo en la decada de
1990,
decada
que
se alegaba pos
historica, lo
que
mantuvo vivos los discursos sobre la memoria del
Ho-
locausto, contaminandolos y exte
nd
iendo su alcance mas alla de su
referencia
or
iginal. De hecho,
es
interesante observar c6mo en el caso
de las masacres de Ruanda y Bosnia a princ ipios de la decada de
1990
las comparaciones con el H olocausto se ropaban con la feroz resisten
cia
de
los po liticos, de los med ios y de gran parte del publico,
no
solo
en raz6n de las innegables diferencias hisroricas, sino mas bien por el
deseo de resistir a la intervencion.
9
Por otra parte, la intervenci6n
hu-
manitaria" de la
OTAN
en el Kosovo y
su
legitimaci6n dependieron en
gran medida de la memoria del Holocausro. Las caravanas de refugia
dos
que
cruzan l
as
fronreras, las
mu
jeres
y
los nifios abarrotados
en
tre
nes para ser deportados,
las
historias de atrocidades, violaciones siste
mat
i
cas
y cruel destrucci6n moviliza
ron
u
na
polltica
de
la
cu
lpa
en
Europa
ye
n los Estados Unidos asociada
con
la
no
intervencion en l
as
8
Cf. Anson Rabinbach, "From Explosion to Erosion: Holocaust Memorialization
in
America
since Bitburg" [De
Ia
explosion a
Ia
erosion:
Ia
memoria del
Ho
locausto en America desde
Birburg]. History
and
Memory 9:1/2, otofio de 1997, pp. 226-255.
Obviamente
el
uso de
Ia
memoria del Holocausto como
un
prisma para los
ac
onrecimien
tos de Ruanda
es
altamente problematico en
Ia me
dida en que
no
puede dar cuenta de los
problemas
es
ped ficos que surgen en
el
seno de una politica de
Ia
memoria poscolonial. Sin
embargo, eso nunca estuvo en cuesti6n en Ia cobertura mediatica occidemal. Sa bre politi
cas de Ia memoria en vari
as
zonas del Africa
cf.
Ricard Werbner (ed.), Memory
and the Post
colony:
African Anthropology and the Critiqru
o Power [La memoria y Ia poscolonia: amro
pologfa africana
y
cdtica del poder], Londres
y
Nueva
York,
Zed Books, 1998.
I 'll llltlltt
,
l ' l l l .1 I'l
l I ,
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1 lit l ,, l't
I
lilt ,
\ 1 \ 1
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17
dt 1
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de I
JJO
1910 y con
cl
fracaso en Ia in rervenci6n en la gue-
11 , 1 dt Bosni.l de J992. En este sentido,
Ia
guerra del Kosovo confirma
tl 1 ltci
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J,
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lJI{U
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IU
l
ll H l
ana
lisis pormenorizado, caso
por
caso. Mientras Ia comparaci6n COil d
Holocau
sto
p ~ . e d e
activar en terminos retoricos determinados discut
sos sobre
Ia memori
a traumatica,
tambien puede
servir como recuerdo
e
ncubridor
o bien bl
oquear
simplemente Ia reflexion sobre historias lo
cales espedficas.
Sin embargo,
cuando
se trata
de
preteritos presentes,
Ia mem
oria
del
Ho
locausto y
su
Iugar
en
Ia reevaluaci
6n
de
Ia
mod
ernid
ad
occ i
dental no llegan a constituir toda la historia. Hay
una
serie de argu
mentos secundarios que constituyen el relato actual sobre Ia me
moria
en su alcance mas amp lio y que diferencian claramente
nu e
stra epoca
de las decadas anterio res del siglo XX. Me permico
enumerar
algunos de
los fcn6menos mas destacados. Desde Ia decada
de
1970, asistimos
en
Europa
yen los Estados Unidos a Ia restauracion histo ricista
de
los vie
jos ce
ntro
s urbanos, a paisajes y
pu
eblos enteros devenidos museos, a
diversos c
mp r
cnclimiento s para proteger el
patrimonio
y el acervo cul
tural hercdnclos, a
Ia
ola
de
nuevos edificios para museos que
no
mues
l
ra
signos de r
ct
roccder, al
boom
de
Ia
moda
retro y
de
mu
ebles que re
produccn los anriguos, al
marketing
masivo
de Ia no
stalgia, a
Ia
ob
scsivn au
lomu
sealizacion a traves del videograbador, a Ia escritura de
memo
ri
as y con fesiones, al auge de
Ia
autobiografia y de
Ia
novela his
t6r ica
posmoderna
con
su
inestable negociaci6n entre el hecho y la
fi
e
cion , a la difusion de las practicas
de
Ia
memoria en
las arres visuales,
co n frecuencia centradas
en
l medio fotografico, y al
aumento
de los
do cumentales hist6ricos
en
television, incluyendo un canal en los Es-
tados Unidos dedicado enteramente a Ia historia, el History Channel.
Por el lado traumatico de Ia
cultura
de Ia memoria, y
junto
al discurso
sobre
el
Holocausto cada vez mas ubic
uo
,
no
s
encontramos con
Ia vas
ta bibliografia psicoanalftica sobre el trauma, Ia controversia sobre el
sfndrome de Ia memoria recuperada, las obras historicas y actuales
en
relacion
con
el genocidio, el SIDA , la esclavitud, el abuso sexual, las
po-
lem icas publicas cada vez mas frecuentes so
br
e
an
iversarios, conm emo-
raciones y monumentos, Ia incesante pletora de apologias del
pa
sa
do
que
en
los ultimos tiempos
han
salido de boca de los lfderes
de Ia
igle
sia y de los polfticos. Finalmente, aunque ya
con un
tenor que reune
..
I'l l
II
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11
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I
11111111
111n
y lt.llllll.l, b obscs i6n
mundi
al por
el
naufragio
de
un
'I"'' 'I"'
'>n cl pasa
do
y
con
la memoria; s
in
embargo, es n
ec
esario in
d 1[, 1on mayor profundidad para dar cuenta
de
aquello que bien po
tld
1
dtJiotninarse una cultura de Ia memoria, como
Ia
que
se
ha
ld1111dido
en las sociedades delAtla
mi
co
Norte
desde fines de la decada
1
l 'l
/ 0.
Esa cultura de
Ia
memoria viene surgiendo desde hace bas an-
' '
111po
en esas socieda
de
s p
or
obra del
marketing
cada vez mas exito-
11
. ] , l.1
in
du
stria cultural occidental,
en
el comexto de lo que Ia sociolo
' 1
1 d1 Ia
cultura alemana denomino
rlebnisg
ese
llschaft'.
En
otras
I 1 n l l t del mundo esa cultura de Ia memoria cobra
una
inflexion mas
. 11('
1t.1m
c
nte
polftica. En especial desde 1989,
las
tematicas de lame-
I
111
,1
y
del olvido han surgido
como
preocupaciones dominances en los
II 1 ,, 1lt
.
11
d Schulze,
Die Erlebnisgesellschaft:
Kultursozi
ologie
der Gegmwart [La sociedad de b
~
111 i.t: sociologla de
Ia
cul tura del presente]. Frankfurt/N ueva Yo
rk
, Campus, 1992.
El
1
11111110
; rl
eb
ni
sgtsellschaft,
literalmente sociedad d e
Ia
vivencia
", es
dif
ici
l de traducir. Se
, , ll o ll ' .1un a soc iedad que priv
ileg
ia las
ex
periencias
~ e n s a s ,
pero superfic
iales,
oriemadas
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1.1 lc
li
cid
ad in
stanranca en
el
prese
nt
e
y el
rapido consumo de bienes, acomecimien
,
ult
ur:Ucs
y
estilos de vida vuel tos masivos a
craves
del marketing.
El
analisis de
Sc
hulze
,
t l l l l t b ~ j o cmplrico-sociol6gico sabre Ia soc iedad alemana que evita tanto los parameuos
'
vos del
paradigma de d
ases
de Bourdieu como
Ia
oposici6n que Benjamin trazaba
,
1111
u1flcxion
cs
filos6ficas entre Erle
bnis
y Erfohmng', como Ia diferencia entre una vi-
'
1111
.1 cflm era,
y Ia
aurent i
ca
expe
ri
encia profunda.
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20
EN UUSCA DEL FU IURO >II
>O
paises poscomunistas de Europa del Estey en la
ex Un
i
on
Sovietica, si
guen siendo claves en la politica de Medio Oriente, dominan el discur
so publico en la Sudafrica
posapartheid
con su Comision por la Verdad y
la Reconciliacion y son
omn
ip resentes en Ruanda y
en
Nigeria, impul
san el enardecido debate que hizo erupcion en Australia alrededor de la
cuesti6n de la generacion robada , constituyen una pesada carga para las
relacion
es
entre el Japan,
China
y Corea; finalmente, determinan con
al-
cance variable el debate cultural y politico con respecto a los desapareci
dos y a sus hijos en las sociedades posdictatoriales de America Latina,
po
niendo en
el
tapete cuestiones fundamentales sobre las violaciones de los
derechos humanos, la justicia y Ia responsabilidad colectiva.
La difusion geogdfica de dicha cultura de la memoria es tan amplia
como variados son los usos politicos de la memoria, que abarcan desde
Ia
movilizaci
on
de pasados mfticos para dar un agresivo sustento a l
as
po
lfti
cas
chauvinis
tas
o fundamentalisras (por ejemplo,
Ia
Serbia poscomu
nis
ca
,
cl
populismo hindu en la India), h
asca
los intentos recientes
en Ia
Argcminn
ye
n Chile de crcar
es
feras publicas para Ia memoria real ,que
co
ntr:Hrcs Lcn : po
lf
tica de los regimenes posdictatoriales que persiguen
d olvido n
tr
nvcs canto de la reconciliaci6n y de
las
amnistias oficiales
dd
silcnciamiemo represivo.
12
Pero al mismo tiempo, claro esta,
no sk:mprc rcsulra
fac
il trazar la lfnea que separa el pasado mitico del pa
s:
J
o
que sea donde fuere, es una de
las
encrucijadas que se plan
tcnn n toda politica de la memoria. Lo real puede ser mitologizado de la
misma manera en que lo mitico puede engendrar fuertes efectos de rea
lidad. En suma, la memoria se ha convertido en una obsesi6n cultural de
monumentales proporciones en el mundo entero.
Paralelameme, resulta importance reconocer que
mientr
as
los dis
curses de Ia memoria en cierto registro parecen ser globales, en el fen
do siguen ligados a las historias de naciones y es tados espedficos. En la
12
Sobre C hile vease Ne
ll
y Richard, Res
iduos
y metdforas:
Ensayos de critica
cultural
sobre
e Chi-
e
de a
trans
icion
Sant
iago, Edito
ri
al
Cua
rro Propio, 1998; sobre Ia
Ar
ge
ntina
vease Rita
Arditt
i
Searching
for Life:
The Grandmotherso he
Plaza
de Mayo and the
Dis
appeared
Chil-
dren o
rgentina [L
as
Abuelas de Plaza de
Mayo y
los nifios desparecidos de
Ia
Arge
ntina
],
Berkeley/Los Angel
es/L
ondres, Un iversity of California Press 1999 .
I'l l
I I
Ill
I I
IS
I
H
I
'i
l I I I I
I
I
I 11 l .f l
it
A, A
MNF'llA
lt '
d ida t'
l [UC l
as
nac ioncs particulares luchan
por
crear sistemas po
l t iros clcmocr:iticos como consecuencia de historias signadas
por
los
r m i n
i o s
en masa, los
apartheids
las dictaduras mi litares y los tota
lltarismos, se en
fr
e
man
como sucede con Alemania desde la Segunda
( ;ucna con la tarea sin precedentes de asegurar la legitimidad y el fu
t I 1 0 de SU organizacion pol
ft
ica
por
medic de la definicion de meto-
dos que permitan conmemorar y adjudicar errores del pasado. Mas a
li
a
de las diferencias entre la Alemania de posguerra y Sudafrica, la Argen
t na o Chile, el ambito
politico
de las practicas de la memoria sigue
n d o
nacional, no posnacional o global. Esto, por cierto, ciene impli
c : ~ c o n s para la tarea interpretativa. En la medida en que
el
Holocaus
to en tanto
tropos
universal de la hisroria traumatica se desplazo hacia
oc
ros contextos no relacionados,
uno
siempre debe preguntarse si y de
qu
e manera el Holocausto profundiza u obstaculiza las practicas y las
lu
chas locales por la
memor
ia, o bien
si
y de
que
manera tal vez cum
pi
e c
on
ambas funciones simultaneamente. Resulta clare que los deba
t
es
sobre la memoria nacional siempre escan atravesados
por
los efectos
de los medios globales y
por
su foco
en
temas como el genocidio y la
limpieza etnica, la migraci6n y los derechos de las minorias, la victimi
zaci6n y Ia imputacion de responsabilidades. Por mas diferentes y es
pe
dficas de cada
lu
gar que sean las causas, eso indica que la globaliza
cion y
Ia
fuerte revision de los respectivos pasados nacionales,
regionales o locales deben ser pensados de manera conjunta; lo que a
su vez lleva a preguntar si las culturas de Ia memoria contemporaneas
pueden ser leidas en general como formaciones reactivas a Ia globaliza
ci
on
econ6mica. Es este el ambito en
el
cual podrian emprenderse nue
vos es tudios comparados sobre los mecanismos y los
tropos
del trauma
hist6rico y de las pd.cticas con respecto a la me
moria
nacional.
Si en Occidente la conciencia del tiempo de la (alta) modernidad bus
caba asegurar
el
futuro, podria argu
mentar
se que la conciencia del tiem-
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I I
I 1111',1 A II I Ill
I I JI{
t l 11
l{ l l l
l l l
po de fines del siglo imp
li
ca la tarca no mcnos ricsgosa de asumir la
responsabilidad por el pasado. Ambos intentos es t:l.n acosados por el
fantasma del fracaso.
De
all se desprende una segunda
in
stancia:
el
gi
ro hacia la memoria y hacia
el
pasado conlleva una
enorm
e paradoja.
Cada vez mas, los cdticos acusan ala cultura de la memoria contempo
n1nea de amnesia, de anestesia ode obnubilacion. Le reprochan su fa
l-
ra
de
capacidad y
de
vo
lunt
ad
para recordar y lamentan la perdida de
conciencia historica. La acusacion de amnesia viene envuelta inva riable
mente en una critica de los medias, cuando son precisamente esos me
dias (desde la prensa y la television a los
CD-ROM
e Internet) los que dia
a dfa nos dan acceso a cada vez mas memoria.
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I I N lll 1
t A I II
11
111 11(1 I
1 1
IU >II H >
zacion" consiste
nt
e en erigir recordatorios
publi
cos y privados. El giro
hacia
Ia
memoria re cibe un impulso subliminal del deseo de anclarnos
en un
mundo
caracterizado por una creciente inestabilidad del tiempo
y por Ia fracturacion del espacio
en
el que vivimos. Al mismo tiempo,
sabemos que incluso este tipo de estrategias de memorializacion pue-
den terminar siendo transitorias e incompletas. D e modo que hay que
volver a
preguntar
~ p r
que?
y,
especialmente,
~ p r
que ahora?,
~ p r
que esta obsesion con la memoria y el pasado?, 2por que este miedo al
olvido? 2Por que estamos construyendo museos como sino existiera el
manana? Y por que el Holocausto se ha transformado uni camente en
una suerte de cifra ubicua de nuesrra memoria del siglo XX con un al
cance inconcebible unos veinte afi.os arras?
Ma
s a
li
a de cuales hayan sido las causas sociales y polfticas del
boom
de
la
memor ia con s
us
diversos subargumentos, geografias y sectores, algo
es seguro: no podemos discuti r la memoria personal, generacional o pu-
blica sin contemplar la e norme influencia de los nuevos medios como
ve
h(culos de toda forma de memoria. En este sentido, ya
noes
posible
scguir pcnsando seriamente en el Holocausto o en cualquier otra forma
de lrauma historico como una tematica etica y polltica sin incluir las
m
t. tl
tiples formas en que se vincula en Ia actualidad con Ia mercantiliza
cion y la espectacularizacion en peliculas, mu seos, docudramas, sitios de
Internet, libros de fotografias, historietas, ficcion e incluso en cuentos
de hadas
(La
vita
e
bella,
de Benign
i)
y
en cancion
es
pop.
Aun
cuando
el Holocausto ha sido mercantilizado interminablemente, no significa
que toda mercantilizacion lo trivialice inde
fe
ctiblemente como hecho
historico. No ex iste un espacio puro, exterior a Ia cultura de
Ia
mercan
d a, por mucho que deseemos que exista. Por lo tanto, es mucho lo que
depende de las estrategias espedficas de representacion y mercantiliza
cion
y
del co ntexto en que ambas son
pu
es tas en escena.
De
manera si
milar, la
Erlebnisgese
ll
schaft
(sociedad de la vivencia entretenida) pres
un
-
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culcura
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mpod.n
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se
ubican
pr
cci
sa
mente en c1 umbra entre
la
memoria del trauma y los medias comercial
es.
Resulta demasiado sen
cillo argumenrar que
los
evenros,
la
diversion y los espect:kulos de
las
sociedades medial
es
conrempod.n
eas
solo existen para brindar alivio a
un cuerpo soc
ial
y politico asolado por los
fa
nrasmas de profundos re
cuerdos de violencia y genocidio perpetrados en su nombre, o bien sos
tener que son puestos en escena para reprimir esa memoria.
Es que
el
trauma es comercializado en
Ia
misma medida
qu
e Ia diversion e incluso
ni si
qu
iera para consumidores tan diferenres. Tambien resulra demasia
do facil sugerir que los espectros del pasado que acosan a
las
sociedades
modernas con fuerza b
as
ta ahora desconocida estarian en realidad arri
culando,
por
via del desplazamiento, un creciente temor al futuro
en
un
tiempo en que tambalea fuertemenre Ia
fe
en el progreso propia de
Ia
modernidad.
Sabemos
muy bien que los medias no transportan la memoria pu
b
li
ca con inocencia: Ia conftguran en su estructura y
en
su forma mis
ma. Y aquf
(e
n linea c
on
ese argumenro de
McLuhan que
tan bien
se
mantiene en
cl
ticmpo:
el
medio
es
el mensaje) es
donde
se vuelve su
ma
m.
e
nt
c significative que el poder de nuestra electronica mas avanza
da dcpcndn por cnrero de l
as cantid
ades de memoria; acaso Bill Gates
sea In
t'
dti
m:t
cncarnaci6n del viejo ideal norteamericano: mas
es
mejor.
Sin embargo, "mas" ahora
se
mide en bytes de memoria
yen
la capaci
dad de rcc
icl
ar el pasado. Tomese como testimonio el hecho profusa
mcntc difundido de
qu
e
Bi ll
Gates adqui ri6 la mayor coleccion de fo
ros or
iginales: en
e1
camino que va de
Ia
forografla a
su
reciclaje digital,
el
arce de Ia reproducci
on
m nica del que hab laba Benjamin (la fo
t
og
raffa) recupero
el
aura de lo
or
iginal. Esto lleva a sefialar
qu
e el ce
lebre arg
um
enro de Benjamin sobre la perdida o decadencia del aura
en la modernidad represenraba solo la mitad de
Ia
historia; olvidaba
que para comenzar fue la modernizacion misma la que creo el efecro
auratico.
Hoy
en dfa, es la digitalizacion Ia que vuelve aud.tica Ia foto
graffa "original". Despues de todo, como bien sabfa Benjamin, a in
dustria cultural de Ia Alemania de Weimar tambien necesitaba de lo
aud.tico como estrategia de marketing.
I I I
HII
c1, 1 111 > I N M l I l l l
l'>,
1 1
>I
I A
Atv
iN I . lA
1.7
St< tnt e pcrmiticlo volvcr cntonces por un instante al viejo argumento
,oht l l t industria cul tural
ta
l como lo articulo Adorno, para oponerse al
optin1ismo injusriftcado de Benjamin con respecto a los medios tecnol6-
gi,os. Si hoy cs Ia idea del archivo totalla que lleva a los rriunfalisras del
l
ih
crcspacio a embarcarse en fantasias globales a Ia McLuhan, a
Ia
hora
dc cx plicar el ex ito del sfndrome de la memoria parecen ser mas perti
ncnr
es
los inrereses lucrativos de los comercia
li
zador
es
masivos de la
mcmoria. Dicho
en
rerminos sencillos,
en
este momenta el pasado
vcnde mej
or
qu
e el futuro.
Aunque
n
ose puede
dejar de pregunrar por
C
LiaOt
O tiempo mas.
Co
nsiderese
por
ejemplo el ti
tu
lar de
una ocu
rrencia aparecida
en
ln t
erne
t: E
l
De
partamenro Retro de l
os
Estados
Un
idos advierte:
' Puede estar acaba
ndoseno
s el pasado"'. El
primer
parrafo de este rex
to en
broma
reza:
E
n una conferencia de prensa reali
za
da el pasado
cHa
lunes, el secretar io del Departam
ento
Rerro de los Estados Uni
dos, Anson Williams, hizo una seria advertencia sobre una 'crisis na
cional de lo retro' , sefiala
nd
o
que
's
i se manti
en
en los niveles actuales
de consumo de lo retro
en
l
os
Estados Unidos s
in ningun
contro
l,
ya
en el afio
2005
nos podemos quedar absolutame
nt
e sin pasado'". Pe
ro no hay por que preocuparse. Seguimos conra
nd
o con el marketing
de pasados que nunca existieron, tal como lo testimonia el reciente
lanzamiento de la lfnea de p r
od
ucros Aerobleu, que apela a la nostal
gia de las decadas de
1940
y
1950,
toda una lfnea creada con
muc?a
ascucia alrededor de un club de jazz parisino ftcticio, que nunca exts
ti6, pero
dond
e
se
aftrma
qu
e tocaron todos los gra
ndes
del jazz de la
era del be-bop; Ia gama de productos abarca diarios
or
iginales, graba
ciones
or
iginales en
CD
y recuerdos originales, t
odo
lo cual se
pued
e
comp
rar en los Estados Unidos
en
cualquier l
oca
l de los grandes al
macenes Barn
es Nob
l
e.
1
5
Las remakes originales" estan de
moda y,
de
ma
nera similar, los te6ricos de la cultura y los criticos estamos ob-
15 Dennis Cass, S acrebleu
Th
e Jazz Era Is Up For Sale: Gi ft Merchandisers Take License with
History" [La era del jazz en vema: comcrciances de regalos se roman licencias con la H isro
ria], Harper s
Magazine,
diciembre de 1997 , pp. 70-71.
8/11/2019 Huyssen Memoria
11/16
H
I 11
11
,1 A I
II
I H I I i l l
ll
i I IU l l l
H
l
sesionados c
on
la re
pr
esen taci6n, Ia repetici6n y la cultura de la copia,
con
o sin
e1
original.
.
Con
todos esos fen6menos en marcha, parece plausible preguntar
s1,
una
vez que haya pasado el oom de la memoria, existira realmente
alguien que haya recordado algo. Si todo el pasado puede ser vuelto a
h ~ c e r ~ a c a s o
no estamos creando nuestras propias ilusiones del pasado
m1entras nos encontramos atrapados en
un
presence que cada vez
se
va
achicando mas, un presente del reciclaje a cor to plazo con el unico fin
de obtener ganancias, un presence de la producci6n just-in-time del
entretenimiento instantaneo y de los placebos para aquellos temores e
inseguridades que anidan
en
nuestro interior, apenas por debajo de la
superficie de esta nueva era dorada, en este nuevo fin de siglo? Las
computadoras ni siquiera advirtieron la diferencia entre
el
afio 2000 y
el afio 1900 el famoso problema del afio
2000 .
~ A c a s o nosotros la
notamos?
V
Los criticos de la amnesia propia del capitalismo tardio ponen en du-
da que
la
cultura mediatica occidental deje nada apenas parecido a una
memoria real o a un fuerte sentido de la historia. Basandose en el ar
gumento
~ s t a n d a r . d e
Adorno, en que la mercantilizacion
se
equipara
con el olv1do, sosuenen que
el
marketing de la memoria
no
genera si
no
amnesia.
En
lo esencial,
no
me parece un argumemo convincente,
ya que deja demasiado afuera. Resulta demasiado facil culpar a las ma-
quinaciones de la industria cultural y a la proliferacion de los nuevos
medios de todo el dilema en el
qu
e nos encontramos. Deb e haber al
go mas en juego en nuestra cultura, algo que genere ante rodo ese de
seo del pasado, algo que nos haga responder tan favorablemente a los
mercados de la memoria: me atreveria a sugerir
qu
e lo que esta
en
cues
t ~ o n es una transformacion lema pero tangible de la temporalidad que
tlene Iugar en
nu
es tras vidas y que se produce, fundamentalmente, a
traves de la compleja interaccion de fenomenos tales c
omo
los cambios
111 II l
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