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Gestión comunitaria del patrimonio inmaterial: retos, mitos y realidades.
Mesa 4: Mitos, símbolos y realidades de la Gestión Comunitaria Ixel Hernández León
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
ixelh@hotmail.com
Foto 1: Máscara, montera y chinchin. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
I. Introducción
Hablar de patrimonio cultural inmaterial (PCI) planteando una “aproximación teórica”
desde la gestión cultural ha sido una aventura interesante donde se mezclan opiniones de
disciplinas diversas, lo que va generando una serie de premisas que en la práctica pueden
ser más mito que de realidad, por ejemplo, que el PCI es una categoría exclusiva que se
brinda a las tradiciones indígenas, o que sólo lo que es “folclorizable” puede ser
considerado como tal a partir de las posibilidades de que brinda para mercantilizarlo. Para
los que pretendemos hacer investigación sobre la gestión cultural en el ámbito del
patrimonio inmaterial existen muchos retos en un campo que florece, hecho que
indudablemente resulta seductor y por eso nos involucramos en esta odisea. Esta propuesta
de investigación no tiene como objetivo plantear verdades absolutas sobre los procesos o
las metodologías que deben ser, sino proponer alternativas y plantear escenarios para
atender algunas de las problemáticas compartidas que involucran de forma directa a las
comunidades que generan, recrean y significan las manifestaciones y elementos que son
parte de su tradición, que además de brindarles identidad, las diferencian de otras
comunidades con quienes comparten elementos culturales.
Como punto de partida, es preciso destacar que para este trabajo se hará referencia a
la comunidad más que a la sociedad, con base en dos criterios: por un lado, la Convención
para la Salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial generada por la UNESCO en 2003 y
ratificada por México en 2006, establece la importancia del este patrimonio en función de
que son las comunidades las que transmiten y recrean estas manifestaciones, infundiéndoles
un sentimiento de identidad y continuidad que contribuye a promover el respeto de la
diversidad cultural y la creatividad humana (UNESCO, 2003:3). Por otro lado, considero
apropiado referirse a la comunidad entendiéndola como un grupo social que habita un
espacio geográfico delimitado y que comparte referentes simbólicos que favorecen a la
cohesión y el sentido de pertenencia a través de la apropiación de códigos sociales
heredados, a su vez, estos grupos dotan de significación las manifestaciones que reafirman
su identidad en función de mantener vigentes y vivas sus tradiciones (Hernández, 2015: 8),
que para el caso que nos ocupa en esta ponencia, es la danza que se ejecuta en una fiesta
que se realiza durante 16 días.
Los parachicos en la fiesta tradicional de enero de Chiapa de Corzo forman parte del
patrimonio cultural inmaterial de la humanidad desde noviembre de 2010, cuando se
incluyen en la Lista representativa que promueve la UNESCO. A partir este reconocimiento,
tanto en la Convención del 2003 como las Directrices Operativas para la aplicación de la
Convención, se establece la responsabilidad del Estado1 para concretar las acciones de
salvaguarda para los elementos y manifestaciones considerados patrimonio inmaterial, es
decir, el diseño e implementación de acciones que garanticen la viabilidad del patrimonio
inmaterial, entre ellas la identificación, documentación, investigación, preservación,
1 Establecido en los Artículos 11, 13 y 14 de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial, UNESCO, 2003.
protección, promoción, valorización, transmisión y revitalización (UNESCO, 2003: 4), ya sea
del conjunto o de alguno de los elementos que lo integran, a fin de permitir la continuidad,
en este caso, de la danza de parachicos que se realiza durante la fiesta grande de enero en
Chiapa de Corzo.
La amplia participación comunitaria es una de las características de los parachicos,
que logran reunir a más de mil danzantes cada día, quienes hacen recorridos por las calles
para visitar las ermitas e iglesias de los santos que se celebran. Al conseguir una
convocatoria tan amplia hay una serie de factores que complican que la celebración se
realice en las mejores condiciones para los participantes, hecho que además, impacta en la
percepción que tienen los visitantes sobre la danza.
Paradójicamente, instancias como la Secretaría de Turismo del estado, realizan
intensas campañas de promoción para atraer más visitantes a Chiapa de Corzo en estas
fechas, sin tener en consideración las complicaciones logísticas, operativas y técnicas que
esto implica para la ejecución de una danza cuyo escenario natural son las calles de la
localidad. Es una realidad que el municipio no cuenta con la infraestructura suficiente para
satisfacer la demanda de los asistentes locales y foráneos (de hospedaje y estacionamiento
por ejemplo), además de que hay una creciente tendencia a fomentar la folclorización de la
danza, extrayendo su sentido ritual, situación que de no atenderse, será uno de los mayores
problemas por resolver en el mediano plazo, tal como ha sucede con otras manifestaciones
consideradas patrimonio inmaterial de la humanidad, como la danza ritual de voladores en
los contextos de Cumbre Tajín.
Ante este panorama, la comunidad ha solicitado la intervención de las instituciones
para tratar de mediar que la fiesta se realice en las mejores condiciones para todos los
involucrados, porque además se realiza la feria comercial, que abona algunas otras
circunstancias para entreverar más los contextos en que debe desarrollarse la danza de
parachicos. Es innegable el interés económico que existe por parte de la iniciativa privada,
que a su vez establece vínculos con el Estado para la promoción de la fiesta, en muchas
ocasiones trastocando o interfiriendo con la realización de la misma, por lo que la
comunidad queda relegada en la toma de decisiones. A partir de que se establecen vínculos
e interacciones entre distintos actores comunitarios, las instancias del gobierno encargadas
de turismo y cultura principalmente, y algunos sectores de la iniciativa privada, la gestión
puede aprovecharse para mediar entre los diversos intereses que hay en juego a fin de
mantener el objetivo de beneficiar la práctica cultura y a sus portadores.
En esta ponencia se platean algunas de las estrategias de gestión que surgen desde la
comunidad, o que bien, los considera con un papel protagónico en estos procesos, así como
algunas de las dificultades que esto implica, no sólo durante la realización de la fiesta, sino
antes y después, pues muchas de las problemáticas traspasan la temporalidad de la
celebración, afectando en ocasiones el sentido ritual-religioso que tiene para la comunidad,
así como los procesos de trasmisión del valor simbólico para los habitantes de Chiapa de
Corzo, transitando entre los mitos sobre los beneficios de las declaratorias, la realidad ante
la falta de apoyo y recursos, y los retos para conseguir que esta celebración siga
desarrollándose no como show para entretener a los visitantes, sino como la principal
manifestación cultural significativa para los chiapacorceños.
Foto 2: Recorrido de los parachicos en Chiapa de Corzo. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
II. Breve descripción de los parachicos en la fiesta tradicional de enero de Chiapa de
Corzo.
Tal como sucede en las fiestas patronales, ésta celebración se integra de diferentes
elementos que no pueden desvincularse unos de otros, puesto que todos son parte del
engranaje sociocultural que han mantenido vigente por generaciones. No se puede pensar la
fiesta grande sin los parachicos y sus característicos trajes. Para obtenerlos se precisa del
trabajo de los mascareros, los montereros, las bordadoras y otros artesanos que elaboran los
elementos que llevan los trajes como el chinchin; También es necesaria la colaboración de
las comideras, los músicos, las chuntá, los priostes, y de varios participantes más que
cumplen funciones específicas y en conjunto hacen posible la fiesta. Es importante destacar
que a diferencia de otras danzas, los parachicos son representados a través de la figura del
Patrón quien se encarga de dirigir la danza, definir los recorridos y encabezar todos los
protocolos, además de ser el encargado de interpretar la música, que se ejecuta sólo con un
tambor de madera y una flauta de carrizo que denominan pito. El Patrón es el heredero y
representante de la tradición, cuyo cargo es vitalicio y uno de los de mayor peso simbólico
para la comunidad. Actualmente el Patrón es el Prof. Rubisel Gómez Nigenda, quien tiene
16 años encabezando la danza de parachicos.
Aunque resulte difícil determinar el origen de la danza y la evolución de su
construcción simbólica, los elementos que se mezclan para llevar a cabo esta celebración
están cargados de un valor significativo que da como resultado la consolidación de la
identidad local. Esta celebración tiene un profundo carácter religioso y celebra 3 fechas del
calendario católico: el Señor de Esquipulas el 15 de enero, San Antonio Abad el 17, y San
Sebastián Mártir el día 20 del mismo mes. La Fiesta grande inicia el 8 de enero con las
chuntá (hombres ataviados con la vestimenta tradional femenina) anunciando el comienzo
de la fiesta, bailando por las calles de Chiapa de Corzo, y termina el 23 de enero con una
misa en la iglesia de Santo Domingo donde asisten cientos de parachicos, chiapanecas y
habitantes de la comunidad para agradecer los favores recibidos, cumpliendo mandas, o
bien para pedir la solución a peticiones específicas.
Al ser nominado para la inclusión en la Lista representativa del patrimonio cultural
inmaterial de la humanidad, el expediente que se presentó ante la UNESCO propone un plan
de salvaguardia que considera el trabajo multidisciplinario e interinstitucional con la
participación de la comunidad en 4 ejes: preservación, revaloración y transmisión, difusión,
y revitalización (Expediente Técnico, 2009: 10). Las propuestas de salvaguardia son, entre
otras: la creación de un Consejo conformado por representantes, de la comunidad,
autoridades estatales y municipales de cultura y turismo; el registro, documentación y
rescate de las letras y música de los rezos tradicionales, así como de las técnicas
tradicionales de elaboración de instrumentos; la creación de un museo comunitario; la
realización de talleres, pláticas y conferencias dirigidos a la comunidad, especialmente a los
jóvenes con la participación de organizadores, artesanos, danzantes y músicos, así como
académicos y funcionarios; la elaboración de material didáctico y lúdico relacionado con la
fiesta para su distribución en escuelas de educación básica; y, promover el conocimiento y
revaloración de la fiesta grande entre la población joven mediante estímulos y
convocatorias de ensayo, cuento, fotografía, etc; la realización conjunta de congresos,
coloquios y encuentros con otras entidades federativas.
Cada una de estas acciones considera la participación directa de la comunidad a
través del Consejo, es decir, existe la intención, por lo menos en papel, de tener la
participación de la comunidad en todas las actividades mencionadas, vinculándose para
realizarlas con diferentes instancias federales, estatales y municipales. Sin embargo, la falta
de interés de por parte de las instancias del Estado para concretar las propuestas del plan de
salvaguardia ha generado que sea la comunidad la que se encargue de realizar algunas de
estas actividades, en una iniciativa encabezada por el Patrón de los Parachicos, quien
trabaja en colaboración con un equipo de asesores (entre los que colaboro de forma
directa), así como con habitantes del pueblo. En este punto comienza la reflexión en torno a
la gestión comunitaria del patrimonio inmaterial, visualizando algunos de sus mitos, la
realidad y algunos de sus retos.
Foto 3: Pergamino de la Declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Jorge Zubillaga, 2014. Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
III. Gestión del patrimonio cultural inmaterial desde la comunidad
La Convención para la Salvaguardia del PCI establece que este patrimonio son los usos,
representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades, los grupos y
en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural
(UNESCO, 2003: 3), es decir, se hace énfasis en todas las manifestaciones con importancia
simbólica para las comunidades que mantienen vigente el sentido de identidad y de
pertenencia, que son transmitidas de generación en generación, y recreadas por las
comunidades y grupos sociales en función de su entorno, de la interacción con la
naturaleza y su historia, además de contribuir a promover el respeto por la diversidad
cultural y la creatividad humana.
A diferencia del patrimonio artístico, arquitectónico, mueble, inmueble y
arqueológico, la atención en el PCI no se centra en el valor excepcional de los objetos, sino
en la importancia significativa que tienen estos elementos y manifestaciones para los
portadores, creadores y generadores, es decir, para las comunidades. Este contexto que
impulsa el reconocimiento del patrimonio vivo desde hace aproximadamente una década,
ha generado que las instancias internacionales promuevan la gestión de lo cultural desde
una perspectiva que prioriza el entramado de sentidos que cada colectividad humana hace
suyos y que se traduce en la riqueza de sus manifestaciones, prácticas y creencias, desde
una mirada sociopolítica que considera a la cultura como un instrumento para impulsar la
integración social y el desarrollo, enfatizando las identidades como estrategia para reducir
las brechas entre las desigualdades sociales (Molano, 2015: 5).
A partir de esta Convención el rol de las comunidades, es decir de la sociedad, se
vuelve fundamental para el diseño de las estrategias de salvaguardia, y en consecuencia, de
la gestión cultural, que “debe ser” una de las herramientas para lograr los objetivos
planteados para la salvaguardia. La importancia de la gestión y del propio gestor, así como
su efectividad, se determina a partir de la capacidad que tenga de generar un modelo de
acuerdo a las condiciones, circunstancias y contextos, por tanto, es prioridad conocer a la
comunidad, sus intereses y los temas de conflicto, así como la posibilidad de dialogar con
varios actores sociales involucrados, considerar sus puntos de vista y tratar de generar
acuerdos cuando haya varios intereses de por medio, además de la posibilidad de negociar
con todos los sectores involucrados. Las funciones del gestor cultural no se quedan
únicamente en la administración de recursos humanos, materiales y financieros, sino que
implican distintos niveles de involucramiento que van desde el diagnostico, el diseño, la
implementación, el seguimiento y la evaluación de los proyectos que han de ser
gestionados.
El reconocimiento que ha recibido la gestión cultural como herramienta para la
realización de proyectos en contextos de desarrollo, se fundamenta en un concepto abierto y
operativo de cultura, que deberá tener en cuenta los rasgos identitarios de las sociedades en
que se ejerce (Olmos, 2008), por tanto, las comunidades no pueden ni deben permanecer al
margen de estos procesos. Esta tendencia desarrollista es de cierta forma, la encargada de
que la gestión cultural sea legitimada como práctica profesional, en tanto que se considera
que la gestión de proyectos culturales también es un espacio y un proceso de negociación
de sentidos e imaginarios de los actores involucrados (Chaves, 2004:14).
En este contexto es que la gestión cultural debe ser entendida como el conjunto de
procesos y estrategias diseñados en un diálogo cercano y constante con los grupos o
comunidades a que atiende, pensada de forma transversal, colaborativa, generada con, para
y desde la comunidad.
Para el caso del patrimonio inmaterial incluido en las listas representativas de la
UNESCO, esta nominación se convierte en un sello distintivo que el sector turístico
aprovecha a toda costa. En el caso de los parachicos por ejemplo, ya se declaró Chiapa de
Corzo como pueblo mágico y se realizan grandes campañas a nivel nacional para
promoverlo como destino turístico durante las fechas de la fiesta grande; además se está
realizando un proyecto con una inversión cercana a los 120 millones de pesos para
infraestructura turística, sin embargo, no existe un monto asignado para ejecutar las
acciones propuestas en el plan de salvaguardia, lo que nos lleva a plantear escenarios de
colaboración con estas instancias gubernamentales desde la comunidad.
Para el PCI declarado “de la humanidad” la complejidad en los procesos de gestión se
observa desde varias vertientes, por ejemplo, uno de los mitos que hay para la comunidad
en general, es que la declaratoria trajo consigo un apoyo económico que otorgó la UNESCO,
como el premio del concurso, y muchos de los habitantes aseguran que ese recurso fue
entregado al Patrón. La realidad es que la UNESCO no entregó hasta la fecha ningún recurso
y las actividades que se han concretado del plan de salvaguardia han sido sobre todo por
acuerdos de colaboración entre el Consejo de Patrimonio Cultural del Chiapa de Corzo y
las instancias estatales, acuerdos que no siempre se cumplen como estaban planteados y es
necesario diseñar estrategias de gestión para poder concretar los proyectos; por lo que el
reto es además de cumplir con las actividades, intentar ser lo más transparente posible con
el manejo de los recursos para la comunidad no crea que el Patrón y sus colaboradores más
cercanos tienen un fondo ilimitado de recursos económicos que los beneficia de forma
personal.
Por otro lado, los retos que enfrenta la celebración para evitar la folclorización son
muchos, pues es casi inevitable que agentes externos o institucionales tengan en sus
protocolos una representación folclorizada de la danza de parachicos. La folclorización es
una realidad que se convierte en un reto, toda vez que se concreta como un proceso que ha
proyectado una versión desvirtuada, diferente a la tradición original y cuyo propósito es la
presentación de un espectáculo, al hablar de folclorización estamos hablando de la
espectacularización de una tradición, de una puesta en escena, […] y arroja como resultado
un producto totalmente ajeno, distinto a la versión original (Sevilla, 2009:32).
Foto 4: El Patrón de los parachicos. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
IV. Acciones de gestión desde la comunidad
De las acciones de salvaguardia antes mencionadas, hay varias que se han concretado,
como la creación del Consejo del Patrimonio Cultural de Chiapa de Corzo, que se integró
con viejos parachicos, representantes de artesanos y otras personas involucradas en la fiesta
grande que cuentan con el reconocimiento de la comunidad, además de tener la
intervención de algunos representantes municipales. El Consejo es una asociación civil que
está presidida por el Patrón de los Parachicos. También se creó el Museo de la Casa del
Patrón de los Parachicos, donde además de estar en exhibición varios artículos que
muestran la evolución del traje y las máscaras, hay fotografías antiguas, las máscaras del
Patrón (que se distinguen del resto de las máscaras de los parachicos), una versión en
español del expediente entregado a la UNESCO, y el pergamino con la declaratoria como
patrimonio de la humanidad, entre otras cosas.
Aunque el expediente manifiesta la colaboración multidisciplinaria e
interinstitucional para la concreción de los planes de salvaguardia, considero oportuno
destacar que en el caso de los parachicos es evidente en desinterés que han mostrado las
instituciones, por lo que la mayoría de las actividades que se han realizado son iniciativa
del Consejo, específicamente del Patrón. En el caso del Museo, la operación, y
mantenimiento están a cargo del Patrón, al tratarse de un museo comunitario y estar
ubicado en un predio particular, las instancias del Estado sólo brindan apoyos específicos,
por ejemplo, el Ayuntamiento proporciona el resguardo del museo durante los días de la
fiesta grande, también hubo colaboración de la Unidad Regional de Culturas Populares en
Chiapas para hacer la museografía y algunas de las fechas técnicas. Para integrar el acervo
del Museo, el Consejo realizó una convocatoria para que los habitantes de la comunidad
donaran desde fotografías hasta chamarros (como se denomina al sarape que utilizan en el
traje), también se hizo la recopilación de fotografías de máscaras viejas, algunas hechas a
mediados del siglo pasado, que también se exhiben en el Museo.
Foto 5: Vista del Museo la Casa del Patrón de los Parachicos. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
Respecto a las actividades que se realizan en este espacio la mayoría también son diseñadas
por el Patrón en colaboración con sus asesores, y la ejecución también está a su cargo y
cuenta con el apoyo de uno de sus hijos. La respuesta de la comunidad a estas actividades
ha sido muy buena, un ejemplo es el curso de verano para niños que se realizó el año
pasado. Se hizo la convocatoria a través de volantes, perifoneo, y de “boca en boca” y
asistieron alrededor de 15 niños a los que se les entregó reconocimientos por su
participación. El taller se impartió durante dos semanas y también estuvieron involucrados
los padres de los niños, lo que permitió la retroalimentación de todos los participantes.
El objetivo de estos talleres era brindar a los asistentes una capacitación sobre la
estructura de la música tradicional que consta de ocho partes (el son del parachicos,
bayashando, el alabado, nandacachumbí, los zapateados, etc.), los tiempos en que se debe
ejecutar cada son y zapateado, además de resaltar la importancia de los “vivas” y los
“alabados” que se dicen durante los recorridos, a fin de que las nuevas generaciones
conozcan y mantengan el valor simbólico de la tradición, haciendo énfasis en la ritualidad
de la danza, dejando de lado la idea de que es sólo un espectáculo para entretener a los
visitantes. Para los niños de la comunidad tuvo especial relevancia que fuera el Patrón
quien les transmitiera de viva voz estos conocimientos. Este taller fue clave para iniciar los
procesos de revaloración entre las nuevas generaciones, al resaltar el origen de la danza,
mantener vigente el sentido ritual y la estructura de los elementos que la componen.
En palabras del Patrón la “escuelita” de los parachicos funcionó, los papás están
contentos, los niños también y la gente del pueblo ya está preguntando que cuando empieza
el siguiente curso, entonces yo creo que sí le vamos a dar continuidad a ese proyecto
(Gómez, 2014: 3). Para realizar el curso de verano, la Unidad Regional de Cultural
Populares de Chiapas proporcionó el material de papelería que se utilizó, y en colaboración
con el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas (CONECULTA) realizaron los
reconocimientos que se entregaron a los participantes. Al no haber recursos económicos
para realizar estos talleres, la gestión y la negociación se convierten en la principal
herramienta para poder concretarlos, por lo que la participación de la comunidad a través de
algunos integrantes del Consejo del Patrimonio Cultural de Chiapa de Corzo es
indispensable.
Otro ejemplo sobre la gestión comunitaria es el taller para la elaboración de los
instrumentos tradicionales: el pito y el tambor. La técnica tradicional para elaborar el
tambor “vaciado”, como se le conoce localmente, implica obtener troncos de un árbol
específico para poder labrarlo. Considerando que no hay recursos para comprar la madera,
se hizo la solicitud a Protección Civil del Estado de Chiapas, que es la instancia encargada
de recoger los troncos que se caen al río Grijalva durante la temporada de lluvias y tapan
las salidas del Cañón del Sumidero. La petición fue que los troncos recogidos de la madera
que se ocupa para hacer los tambores, sean donados al Consejo para aprovecharlos en los
talleres.
En la experiencia de trabajo con los parachicos, es más un mito que una realidad el
hecho de que con el plan de salvaguardia exista el compromiso de las instituciones del
Estado para concretar las acciones. La realidad, por lo menos en este caso, es que si se
desea concretar alguna actividad con beneficio para la comunidad, es la misma comunidad
la que plantea qué hacer y cómo podría hacerse, por lo que el reto es que las instituciones
tengan la voluntad política de cumplir con los compromisos que asumieron al firmar el
expediente, y buscar formas de proveer los recursos humanos, financieros y de
infraestructura. El plan de salvaguardia plantea la ejecución de varias actividades con la
participación de diversas instancias, aunque nunca se habla concretamente de los recursos
financieros para desarrollar esas actividades, es decir, se plantean responsabilidades para la
operación, pero no se especifica quién y cómo proporcionará el monto para la concreción
de los proyectos, aunque sí existen instancias que exigen entrega de informes sobre las
actividades realizadas. En estos contextos es que se la gestión se convierte en una
herramienta indispensable para llevar a cabo las acciones que permitan que la tradición de
la danza de parachicos siga viva y vigente para los habitantes de la comunidad.
Foto 5: Jóvenes parachicos. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
IV. El reto de gestionar un Centro de Documentación
El plan de salvaguardia plantean el desarrollo de actividades que implican la investigación,
documentación, registro, y el trabajo de colaboración con los habitantes de Chiapa de
Corzo para integrar, por ejemplo, un programa de mano que tenga recomendaciones para
visitar los talleres de los artesanos, los museos comunitarios y algunos de los lugares más
representativos para la comunidad y que no sean manejados por instancias del Estado, con
la finalidad de promover la diversidad cultural local.
Cuando empezamos el diseño de algunas de estas actividades, como parte del grupo
de asesores del Patrón, caímos en cuenta que había algunos proyectos que requerían de un
espacio físico para poder desarrollarse, y dado el poco espacio que tiene la construcción del
Museo de la Casa del Patrón de los Parachicos, no era ideal concretarlas sin antes tener un
espacio físico que nos permitiera, por ejemplo, mantener los acervos de la información
documental existente, así como de lo que se estaba programando. Surgió entonces la idea
de crear un Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos (CEDIP).
Antes de plantear el proyecto se hizo una indagación sobre las formas en que opera,
las funciones que cumple, la funcionalidad que tendría para los parachicos, la viabilidad de
su creación, en dónde se puede realizar, quién se haría cargo, qué acervos lo integrarían,
que proyectos podrían concretarse de tenerlo, los requerimientos en infraestructura, costos
de operación y mantenimiento, el equipo necesario para funcionar; una vez reunida esta
información se presentó el proyecto al Patrón como representante del Consejo, resaltando
las ventajas que tendría el CEDIP para la comunidad, pues permitiría desarrollar varios
proyectos que se han estado posponiendo, como la recopilación de la tradición oral en torno
a la leyenda de María de Angulo que da origen a la celebración.
Convencidos de su pertinencia, nos dimos a la tarea de buscar las opciones para
concretarlo. La primer idea fue hacerlo virtual, dado el reducido espacio físico con que se
cuenta, aunque esta propuesta presentaba varios inconvenientes como obtener el equipo que
soportara la información, capacitar a la persona que se haría cargo de su operación, la
digitalización de todos los material, entre otros. Un par de meses después coincidimos en
una reunión con un representante de la Secretaría de Turismo que mostró mucho interés en
la creación del CEDIP y nos abrió la posibilidad de tenerlo en las instalaciones del Ex
Convento de Santo Domingo, que actualmente se está adecuando para albergar el Museo
del Parachico y el Museo de la Laca.
Como se ha mencionado reiteradas veces, no se cuenta con un presupuesto
establecido para los proyectos, así que iniciamos la gestión con diversas instancias para
tener la participación de las universidades estatales mediante convenios de colaboración
para que se nutriera el acervo con las investigaciones, artículos y tesis que aborden temas
relacionados con los parachicos, considerando la importancia de que los autores estuvieran
de acuerdo en compartirnos su material, así se consiguieron las primeras investigaciones
formales. A la fecha se cuenta con la autorización de varios autores de 3 universidades de
Chiapas, algunos de ellos habitantes de Chiapa de Corzo, para que sus trabajos se sumen a
los acervos del CEDIP.
Se concretó también el registro fotográfico de la fiesta que cuenta con más de 2,000
fotografías con diferentes momentos de la celebración que ya son parte del acervo del
CEDIP, y está en realización un video documental que muestra no la parte de folclorización
de los parachicos, sino los testimonios de los participantes donde comparten el sentido que
tiene para ellos ser parte de esta tradición. Estas actividades también han sido el resultado
de procesos de gestión y negociación entre la comunidad y el Estado, aunque con muy poca
respuesta por parte de este último, que en las reuniones a todo dice que sí, pero no concreta
casi nada.
Este proyecto comenzó a gestarse a principios de 2014 y a la fecha va avanzando a
pasos lentos, pero más o menos seguros. Justificar la pertinencia de la creación del Centro
de Documentación ante las instancias estatales de cultura y turismo ha sido un reto, pues no
es fácil que visualicen los beneficios (sobre todo económicos) de tenerlo. En este sentido,
ha resultado un trabajo interesante aprovechar los argumentos que se construyeron
considerando los discursos internacionales que rigen actualmente las políticas públicas
enfocadas a lograr el desarrollo a través de la cultura. Este ha sido un factor favorable para
argumentar que además de pertinente, es indispensable en función de que se requieren
espacios que permitan la investigación, documentación, registro y promoción de los
parachicos en la fiesta grande, para que mantenga su valor simbólico, además de que el
conocimiento que se está generado sea difundido a nivel local, regional, nacional e
internacional, circunstancia que favorece a las nuevas generaciones para conocer el
significado de la tradición, lo que a su vez permite que en los próximos años se siga
realizando la fiesta y sigan llegando los turistas a conocerla, principal interés del Estado.
La última solicitud que se hizo fue enviada al Gobernador del estado, por
recomendación del Secretario de Gobierno, pidiendo la autorización de la creación del
CEDIP en un predio desocupado cerca del embarcadero que lleva al del Cañón del Sumidero.
Los muebles y el equipo se solicitaron por donación a varias dependencias estatales y se ha
solicitado también la colaboración de otras instancias para concretar el proyecto, al que se
han sumado habitantes de la comunidad que además están vinculados a la iniciativa
privada.
Es importante resaltar que esta iniciativa no fue pensada exclusivamente como un
espacio para el desarrollo de cuestiones académicas, sino se ha planteado que sea la
comunidad en general quienes puedan aprovecharla, por ejemplo, para realizar
investigaciones o sistematización de experiencias en áreas específicas desde los propios
portadores, planteando, que en un futuro se puedan dar capacitaciones para la elaboración
de proyectos o de gestión del patrimonio inmaterial. El reto, una vez concretado el
proyecto, es diseñar estrategias para que la comunidad se apropie del espacio y realmente
puedan sentirlo como suyo y aprovecharlo, lo que implicará nuevos procesos de gestión,
nuevos consensos, nuevos diálogos, nuevas estrategias, además de generar otros vínculos e
intersecciones con las universidades, con las instancias de cultura y turismo, y con la
iniciativa privada, a fin de que esta fiesta que tiene cientos de años celebrándose, no pierda
su sentido y logre mantener la importancia que hasta ahora detenta para la comunidad.
Foto 6. Recorrido de los parachicos. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos.
V. A manera de conclusiones
En torno a la gestión del patrimonio inmaterial se han generado varios mitos, entre ellos, la
facilidad para la gestión de sus elementos replicando los modelos de conservación que se
aplican para el patrimonio material, el convencimiento de las comunidades para participar
en las estrategias de salvaguardia, o bien, la factibilidad de su aprovechamiento a través de
proyectos de turismo cultural o sustentable. En la práctica, el panorama es radicalmente
opuesto ya que los modelos de conservación del patrimonio material no cubren la totalidad
de escenarios posibles debido a la naturaleza intangible de muchas de estas
manifestaciones, además, la desinformación es una de las principales barreras para que las
comunidades estén interesadas en participar en el desarrollo de proyectos de salvaguardia,
pues el fantasma del paternalismo institucional sigue siendo uno de los principales
obstáculos a vencer; y por otro lado el turismo es el principal objetivo que se vislumbra en
el corto plazo respecto a los beneficios, sobre todo económicos, que estas declaratorias
traen consigo.
Para lograr consolidar proyectos con resultados más o menos medibles con impactos
positivos, hace falta pensar la gestión como una herramienta que facilita y/o detona
procesos, como un recurso que puede ser aprovechado para concretar proyectos, pero hace
falta también tener claridad sobre los objetivos que se desea conseguir con estos proyectos.
Y en esta labor hay varios actores sociales involucrados con responsabilidades compartidas.
El Estado mexicano está muy lejos de operar bajo las premisas que plantean que lo cultural
es uno de los pilares de desarrollo, y eso se demuestra con los brutales recortes
presupuestales que hay para este sector, que más que invertir en cultura, planeta el gasto en
cultura, y en el ámbito del patrimonio inmaterial es palpable a partir de que no hay
presupuestos oficiales destinados a la realización de proyectos de salvaguardia. Por su
parte, las comunidades en general no tienen las herramientas teóricas ni metodológicas para
potenciar proyectos que los beneficien, y los beneficios se entienden no como la posibilidad
de mantener vivas las manifestaciones culturales, sino como proyectos turísticos que
brinden derramas económicas que se quedan, en su mayoría, con algunos grupos de la
iniciativa privada que no necesariamente son comunitarios.
Considero que estrechando los vínculos entre la sociedad, el Estado y el sector
académico, se puede empezar a visibilizar un panorama incluyente que favorezca el
desarrollo, donde todos ganan en el mediano y largo plazo. Es posible concretar proyectos
aprovechando las herramientas que brinda la gestión, generando un diálogo estrecho y
frecuente con los tres niveles de gobierno, las comunidades, la academia, y de ser
necesario, con la iniciativa privada; donde la capacidad de negociación y generación de
acuerdos sea más que un discurso, una realidad, a fin de establecer la gestión del
patrimonio cultural como una realidad con más retos que mitos, con más posibilidad de
solución que de problemáticas, y para eso, la investigación en los temas relacionados con la
gestión cultural, es indispensable.
Además, uno de los más grandes retos para la gestión del patrimonio inmaterial es
diseñar estrategias que realmente logren generar consensos entre los portadores o los
actores comunitarios que están involucrados con diferentes niveles de participación en el
desarrollo de las manifestaciones o elementos. Es fundamental tener la participación activa
de los portadores, sensibilizarlos, capacitarlos e informarlos para lograr el empoderamiento
de las comunidades, pero lograrlo es, creo, uno de los principales retos para los gestores,
como agentes facilitadores y detonadores de procesos socioculturales.
Como mencioné al principio, esta es una interesante odisea que plantea un reto
seductor para los que creemos que las otras posibilidades de hacer las cosas, quizá no
mejor, sólo con otra visión.
Por su atención, muchas gracias.
Foto 7. Parachicos preparándose para la fiesta. Jorge Zubillaga, 2014.
Acervo del Centro de Documentación e Investigación de los Parachicos
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