Enseñanzas del papa francisco no.70

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Enseñanzas del Papa Francisco. No.70

Enseñanzas del Papa Francisco. No.70

El 1 de septiembre dijo parte de su homilía:“…la Palabra de Dios es una cosa diversa con

respecto a la palabra humana”. En efecto, Dios nos habla en el Hijo,

“es decir, la Palabra de Dios es Jesús, Jesús mismo” y Jesús “es motivo de escándalo. La Cruz de Cristo escandaliza. Y esa es la

fuerza de la Palabra de Dios. “Jesucristo, el Señor”.

¿Cómo debemos recibir la Palabra de Dios?

Como se recibe a Jesucristo. La Iglesia nos dice que Jesús está

presente en la Escritura, en su Palabra”. Por esta razón es tan

importante “leer durante la jornada un pasaje del

Evangelio”.

“…Cada vez que yo leo el Evangelio, encuentro a Jesús. ¿Pero cómo recibo esta Palabra? Eh, se la debe recibir como se recibe a Jesús, es decir, con el corazón abierto, con el corazón

humilde, con el espíritu de las Bienaventuranzas. Porque Jesús ha venido así,

en la humildad. Ha venido en la pobreza. Ha venido con la unción del Espíritu Santo”.

  “Él es la fuerza es Palabra de Dios porque está ungido por el Espíritu Santo. También nosotros, si

queremos escuchar y recibir la Palabra de Dios, debemos rezar al Espíritu Santo y pedir esta unción

del corazón, que es la unción de las Bienaventuranzas.

Un corazón como es el corazón de las Bienaventuranzas”…

 El 2 de septiembre dijo en parte de su

homilía: Jesús no era un predicador común, sino que tenía la autoridad que viene de la “unción especial del Espíritu Santo”. Es “el Hijo de

Dios ungido y enviado” a “traer la salvación, a traer la libertad”,

aunque algunos “se escandalizaban” por este “estilo de Jesús”,

por su identidad y libertad.

…“si nosotros los cristianos no comprendemos bien las cosas del Espíritu, no damos y no

ofrecemos un testimonio, no tenemos identidad”. Para ellos “estas cosas del Espíritu son una locura, no son capaces de entenderlas”. En cambio, el

hombre movido por el Espíritu, “juzga cada cosa:

es libre, sin poder ser juzgado por nadie”.

“Ahora, nosotros tenemos el pensamiento de Cristo y el Espíritu de Cristo. Ésta es la

identidad cristiana. No tener el espíritu del mundo, ese modo de

pensar, ese modo de juzgar…

Tú puedes tener cinco licenciaturas

en teología, ¡pero no tener el Espíritu de Dios! Quizá tú seas un

gran teólogo, pero no eres un cristiano,

¡porque no tienes el Espíritu de Dios!

Lo que da autoridad, lo que te da

identidad es el Espíritu Santo,

la unción del Espíritu Santo”.

“Por ello el pueblo no amaba a aquellos predicadores, a aquellos doctores de la

ley, porque hablaban verdaderamente de

teología,pero no llegaban al corazón, no daban libertad”. Estos “no eran capaces de

hacer que el pueblo encontrara su propia identidad, porque no estaban ungidos

por el Espíritu Santo”.

 “la autoridad de Jesús

– y la autoridad del cristiano – viene

precisamente de esta capacidad de

comprender las cosas del Espíritu,

de hablar la lengua del Espíritu.

Viene de esta unción del Espíritu Santo”...

…“Todos nosotros debemos pedir esto. Señor danos la identidad cristiana, la que Tú

tenías. Danos Tu Espíritu. Danos Tu modo de pensar,

de sentir, de hablar: es decir, Señor,

danos la unción del Espíritu Santo”.

Parte de lo que dijo el 3 de septiembre durante Audiencia General:

…La Iglesia es de verdad madre, ¡nuestra Madre Iglesia!...

Una madre que nos da vida en Cristo y que nos hace vivir con los otros hermanos en la comunión

del Espíritu Santo.

…La Iglesia tiene como modelo a la Virgen María, el

modelo más bello y más alto que pueda

existir…Nosotros cristianos

no somos huérfanos, tenemos una mamá, tenemos madre, ¡y esto es grande! ¡No somos huérfanos! La

Iglesia es madre, María es madre.

 …La Iglesia es nuestra Madre porque nos ha

dado a la luz en el Bautismo. Cada vez que bautizamos un

niño se transforma en hijo de la Iglesia,

viene adentro de la Iglesia. Y desde aquel

día, como mamá primorosa,

nos hace crecer en la fe y nos indica, con la fuerza de la Palabra

de Dios, el camino de la salvación,

defendiéndonos del mal.

…Todos, por lo tanto, estamos llamados a acoger con mente

y corazón abiertos, la Palabra de Dios que la Iglesia cada

día dispensa, porque esta Palabra tiene la capacidad

de cambiarnos desde adentro,

¡sólo la palabra de Dios tiene esta capacidad,

de cambiarnos bien desde adentro, desde nuestras raíces más profundas! Tiene este poder la Palabra de Dios, ¿y quién nos da la Palabra de Dios?

La madre Iglesia…

…El camino de salvación,

a través del cual la Iglesia nos guía y nos acompaña con

la fuerza del Evangelio y el apoyo de los

Sacramentos, nos da la capacidad para defendernos

del mal.

La Iglesia tiene el coraje de una madre que sabe que debe proteger a sus hijos de los peligros que resultan de la presencia de

satanás en el mundo, para llevarlos al encuentro con Jesús.

Una madre siempre defiende a los hijos.

 Esta defensa consiste también en el exhortar a la vigilancia: vigilar contra el engaño y la

seducción del maligno…Nos corresponde a

nosotros no ser ingenuos sino vigilar y resistir firmes en la fe.

Resistir con los consejos de la madre,

resistir con la ayuda de la madre Iglesia, que como buena madre, siempre acompaña a

sus hijos en los momentos difíciles…

El 3 de septiembre refiriéndose a

cristianos perseguidos en Irak:

“La Iglesia es Madre y como todas las madres sabe acompañar al hijo necesitado, levantar al

hijo caído, curar al enfermo,

buscar al perdido y sacudir al dormido, así

como defender a los hijos indefensos y

perseguidos”.

“Hoy quisiera asegurarles, especialmente a estos últimos, la cercanía: están en el

corazón de la Iglesia; la Iglesia sufre con ustedes y se honra con

ustedes; ustedes son su fortaleza y su testimonio

concreto y auténtico de su mensaje de salvación, de

perdón y de amor. ¡El Señor los bendiga y proteja!”.

El 4 de septiembre dijo en parte de su homilía:

“¿De qué cosas puede jactarse un cristiano? De dos cosas: de los propios pecados y de

Cristo crucificado”, pues la fuerza transformadora de la Palabra de Dios parte

de tener conciencia de esto…

 …La fuerza de la Palabra de Dios viene de otra

parte. También la fuerza de la Palabra de Dios pasa

por el corazón del predicador, y por esto dice a aquellos que predican la Palabra de Dios: ‘Vuélvanse necios, es decir, no pongan su

seguridad en su sabiduría, en la sabiduría del mundo”.

El apóstol Pablo a pesar de haber “estudiado con los profesores más importantes de su tiempo”, no se

vanagloria de sus estudios, sino “sólo de dos cosas”.

“Él mismo dice: ‘yo sólo me glorío de mis pecados’.

Esto escandaliza. Además, en otro pasaje dice:

‘Yo sólo me glorío en Cristo, este Crucificado. La fuerza de la Palabra de Dios

está en aquel encuentro entre mis pecados y la sangre de Cristo, que me salva.

  Y cuando no existe este encuentro, el

corazón no tiene fuerza. Cuando se olvida ese encuentro que hemos tenido en la vida, nos volvemos mundanos, queremos hablar de las cosas de Dios con

lenguaje humano, y no sirve: no da vida”.

… “El lugar privilegiado para el encuentro con Jesucristo son los propios pecados. Si

un cristiano no es capaz de sentirse precisamente pecador y salvado por la

sangre de Cristo, de este Crucificado, es un cristiano a mitad de camino, es un cristiano

tibio.

Y cuando nosotros encontramos Iglesias decadentes,

cuando encontramos parroquias decadentes, instituciones decadentes, seguramente los cristianos que están allí no han encontrado

jamás a Jesucristo o se han olvidado de aquel encuentro con Jesucristo”.

“La fuerza de la vida cristiana y la fuerza de la Palabra de Dios está precisamente en aquel momento donde yo, pecador, encuentro a

Jesucristo y aquel encuentro da un vuelco a la vida, cambia la vida… Y te da la fuerza para

anunciar la salvación a los demás”.

Por ello, “¿Soy capaz de decir al Señor: ‘Soy pecador?’”;

pero “no en teoría, ¿sino confesando el pecado concreto?

¿Y soy capaz de creer que precisamente Él, con su Sangre,

me ha salvado del pecado y me ha dado una vida nueva? ¿Tengo confianza en Cristo?”.

“¿De qué cosas puede jactarse un cristiano? De dos cosas: de los propios pecados

y de Cristo crucificado”.

El 5 de septiembre dijo en parte de su homilía: …“Pablo distingue bien: hijos de la ley e hijos de la

fe. A vino nuevo, odres nuevos. Y por esto

la Iglesia nos pide, a todos nosotros, algunos cambios. Nos pide que

dejemos de lado las estructuras caducas: ¡no sirven!

Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio”.

 …El estilo del Evangelio es un estilo

diverso, que lleva la ley a la plenitud. ¡Sí! Pero de

un modo nuevo: es el vino nuevo, en odres nuevos”.

“El Evangelio ¡es novedad! ¡El Evangelio es fiesta!

Y sólo se puede vivir plenamente el Evangelio con un corazón gozoso y con

un corazón renovado”.

“que el Señor nos de la gracia de esta observancia de la ley. Observar la ley – la ley

que Jesús ha llevado a su plenitud – en el mandamiento del amor, en los

mandamientos que vienen de las Bienaventuranzas”.

Que el Señor nos de la gracia, “de la alegría y de la libertad que nos trae la

novedad del Evangelio”.

El 7 de septiembre dijo en sus palabras previas al rezo del Ángelus:

“La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad

cristiana” “corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz solamente si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del

Señor”.

“en realidad, ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Todos. Jesús, de

hecho, nos ha dicho no juzgar”.

“La misma consciencia que me hace reconocer el error del otro, me hace acordar que yo me he equivocado primero y que me equivoco tantas

veces”.

…“al inicio de la Misa, estamos siempre invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las palabras y con los gestos el sincero

arrepentimiento del corazón”.

“Todos somos pecadores y necesitados del perdón del Señor. Es el Espíritu

Santo el que habla a nuestro espíritu y nos hace reconocer nuestras culpas a la

luz de la palabra de Jesús. ”.

Y es el mismo Jesús que nos invita a todos, santos y pecadores, a su mesa

recogiéndonos de los cruces de los caminos, de las diversas situaciones de

la vida”.

“Y entre las condiciones que acomunan a los participantes en la celebración

eucarística, dos son fundamentales, dos condiciones

para ir bien a Misa: todos somos pecadores y a todos Dios dona su

misericordia”.

Estas, “son dos condiciones que abren las puertas de par en par para entrar

bien a Misa. Debemos recordar esto siempre antes

de ir hacia el hermano para la corrección fraterna”…

  En twitter dijo:Está huérfano el cristiano que no percibe

a la Virgen María como Madre.

  Nuestro testimonio cristiano es

auténtico si es fiel e incondicionado.

 Jesús es el Buen Pastor.

Nos busca y está cerca de nosotros aunque seamos pecadores, sobre todo

porque somos pecadores.

 Cada día rezo por quienes sufren en Irak.

Recen conmigo.

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con el título suscripciones . Servicio Gratuito.

Que Dios te llene de bendiciones. Y que permanezcamos unidos en el

amor a Jesús.

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