Post on 08-Aug-2015
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EL ÚLTIMO CAMARADA
Sergio Alfredo Flores Acevedo
Hecho el depósito que marca la Ley.-
Todos los derechos reservados, se previene que ni todo el libro ni parte de él, puede ser reproducido
por cualquier forma o procedimiento sin previa autorización escrita del autor. Cualquier reproducción
con afán comercial favor hágala saber al E-mail: viejotren5@hotmail.com
Ahora todo está claro
Cuando el presidente, cualquier presidente
se preocupa tanto
por los derechos humanos
parece evidente que en ese caso
derecho no significa facultad
o atributo
o libre albedrío
sino diestro
o antizurdo
o flanco opuesto al corazón
lado derecho en fin
en consecuencia
¿no sería hora
de que iniciáramos
una amplia campaña internacional
por los izquierdos humanos?
Mario Benedetti
INDICE
Camarada Luis Díaz……………………………………………………………………………………………………………………………..……..5
Memorias de la virgen del Adelanto. El Principio…………………………………………………………………………………………….......…..14
El camarada José Feliciano Ama y el mensaje de los espíritus de los cuatro puntos cardinales…………………………………………...…..……...23
Camaradas Farabundo Martí e Ismael Hernández…….…………………………………………………………………………………….....…...….30
¿Qué fue peor? - La dictadura del clan Melendez-Quiñonez o los gobiernos corruptos de Arena - - La demagogia de Arturo Araujo o la montaña mágica de
Francisco Flores,- la masacre en la Hacienda Azuchillo o La campaña de invasión de Pedro de Alvarado………………………….…………......…40
El Golpe……..……………………………………………………………………………………………………………………………………..……50
Desde el cinismo de los Carniceros Maximiliano Hernández Matinés y Roberto D´Aubuisson hasta la hipocresía del cómplice Alfredo
Cristiani…………………………………………………………………………………………………………………………………………….....…62
Enero de 1932, elecciones para el ascenso del Nazismo en Alemania y Elecciones “libres” en El Salvador, para legitimar fraudulentamente la peor de las
dictaduras……………………………………………………………………………………………………………………..………….………….….68
Antes del camarada Hugo Chávez Frías existió, La visión socialista del camarada Francisco “Chico” Sánchez…………………………………..…75
El conciliábulo del Fraude y el inicio de la escalada de odio y muerte……………………………………………………………………………......80
Enero 22 de 1932 se revelan los hambrientos. Noviembre 11 de 1989, los hambrientos le ponen el cascabel al gato…...........................................85
Insurrección………..………………………………………………………………………………………………………………………………....….94
El primero soviet de América y la herencia del ancestro Anastasio Aquino………………………………………………………….…………..….…99
Derrota e imposición del terrorismo mediático………………………………………………………………………………………………………...106
El ejército de la infame oligarquía, inicia el genocidio…………………………………………………………………………………………....…110
El Mozote nunca jamás…y El Canelo y Nahuizalco también…………………………………………………………………………….……....…113
Desde el campo de concentración de Płaszów o Cracovia, hasta los cuarteles del ejército genocida en El Salvador……………....................…….114
La ignominia criminal contra los camaradas José Feliciano Ama y Francisco “Chico” Sánchez…………………………….…….………………..115.
La farsa del Juicio a los camaradas Farabundo Martí, Alfonso Luna y Mario Zapata………………………………………………….………..…125
En el funeral del Camarada Miguel Mármol………………………………………………………………………………………………… .……..129
La patria para todos……………………………………………………………………………………………………………………………..……133
Camarada Luis Díaz
El hermoso valle Jiboa se dibuja como un mosaico grandioso que embellece un buen tramo de la
carretera panamericana en el departamento de San Vicente. Yendo hacia el oriente del país y a
pocos kilómetros de haber dejado atrás el hermoso paisaje se encuentra un desvío conocido como
los “Cocos”, al tomar esa ruta y conducirse a velocidad baja se puede apreciar a un lado de la
calle una pequeña laguna, la cual es conocida como “laguna de Apastepeque”, haciendo alusión
al municipio de ese nombre, en verdad debería llamarse “Laguna de Santa Clara”; ya que el
manto acuífero tiene la mayor parte de su extensión hacia el lado del municipio con ese nombre.
Siguiendo por la tranquila calle, pueden apreciarse los sembradíos de maíz y frijol a ambos
lados. En otros terrenos aledaños pueden observarse ganado tranquilamente pastando, pareciere
que la zona nunca fue testigo de las atrocidades de aquella guerra; que por hoy es un mal
recuerdo escondido en la memoria de cada salvadoreño, aun de aquellos que no han nacido.
Luego de quince minutos de camino se puede llegar al tranquilo pueblo de Santa Clara. Sus
calles se observan sin movimiento tumultuoso, algunos habitantes caminan sin la prisa que es un
común denominador en las grandes ciudades, ancianos sentados en sus sillas perezosas
descansan en los corredores de las casas. El pueblo ha cambiado pues sus pocas calles ahora son
pavimentadas; la iglesia recientemente renovada se encuentra abierta y al final frente al altar
mayor se puede ver a una anciana hincada, con una mantilla en la cabeza mientras reza de
manera devocional. Solo en estos pueblos de la república se puede sentir momentáneamente
aquella sensación de que el tiempo se ha detenido. Al sentarse en una de las bancas del pequeño
parque central se puede disfrutar de la calma generalizada en el entorno, así como de los saludos
de los pocos pobladores que cruzan por él y que dan los buenos días de manera respetuosa no sin
dejar de observar con curiosidad al forastero que responde amistosamente.
Mientras disfrutaba aquella peculiar y folclórica estancia reflexionaba del año y medio que había
pasado después de haber perdido de vista aquel enigmático amigo; que conocí lustrando zapatos
en la entrada principal del Centro Judicial de la ciudad de Santa Tecla; realmente me consterne al
saber de su muerte que acaeció en este pintoresco pueblo, ciento dos años vivió, recuerdo que
enérgicamente decía, “yo soy de los medio muertos” al ironizar su edad. Cuando aún tenía
fuerzas no abandonaba su afanosa tarea de dejar brillantes los zapatos de Jueces, Magistrados y
Abogados, siempre muy cortes y con un léxico extrañamente académico, me fascinaba su
capacidad descriptiva y su alto nivel crítico hacia las diferentes expresiones de la realidad
salvadoreña, nunca le escuche una mala expresión o alguna inclinación al chisme, en sus
exposiciones siempre mantenía una adecuada coherencia de ideas y si alguien osaba a entablar
debate lo enfrentaba de forma directa y sin perder la cordura, en una ocasión un pedante
abogado, al escuchar sus argumentos sobre la violaciones a la Constitución en el país, con
intenciones de hacerlo enojar, lo ataco diciéndole que dejara de hablar pues, solo pendejadas
decía. Mi amigo quien se hacía llamar Agustín Martínez, con hidalguía le respondió-
- Licenciado, sabe usted lo que dice el artículo seis de la Constitución de la República
El abogado bacilo y luego de forma automática le dijo.
- Pues a mi no me interesa decírtelo
- Entonces déjeme decirle que dicho artículo reza de la siguiente manera “Toda persona
puede expresar y difundir libremente sus pensamientos siempre que no subvierta el orden
público, ni lesione la moral, el honor, ni la vida privada de los demás. El ejercicio de este
derecho no estará sujeto a previo examen, censura ni caución; pero los que haciendo uso
de él, infrinjan las leyes, responderán por el delito que cometan”.- después de esa
humillación frente a otros profesionales del Derecho, el susodicho abogado lo trato con
respeto y procuraba no entablar conversación con mi amigo.
Era muy conocido por todo el personal del enorme edificio, algunos le pedían consejo sobre
problemas personales, laborales o de otra naturaleza. “Don Tín”, como cariñosamente era
conocido se había convertido en parte esencial del panorama del Centro Judicial, una de sus
conductas más llamativas era que siempre compartía su comida con los niños limpia
parabrisas que se le acercaban cuando el llamaba para darles parte de su alimento, en las
fiestas que se celebraba el personal de algún tribunal era cordialmente invitado. Mi
oportunidad de conocerlo fue mientras hacía su trabajo en mis zapatos, luego de entablar una
muy buena conversación sobre los Derechos Humanos en la que me demostró su capacidad
para entender la naturaleza constitucional y social de los Derechos Fundamentales, nos
volvimos muy buenos amigos, siempre pasaba a saludarlo y me entretenía un tiempo
platicando sobre temas diversos. Cuando trataba de saber sobre su vida pasada fue siempre
reservado y me contestaba diciendo -soy de todos lados y de ninguno-. En mi trabajo como
abogado privado, he tenido la oportunidad de conocer muchos tipos de personas, pero la de
mi amigo Agustín, salía del denominador común, su personalidad era magnética y misteriosa
- en una ocasión, en el mes de abril del año dos mil cinco, cuando el Presidente de la
República en turno llego a inaugurar un edificio gubernamental, aledaño al Centro Judicial,
“don Tín” al oír el discurso le pude observar meditabundo y entre dientes dijo:
- Cambiaron la cola….pero sigue siendo la misma mica…
Al escuchar dicha aseveración le pregunte.
- ¿Le molesta el discurso don “Tin?- él me respondió luego de un silencio…
- Estos presidentes de derecha, se hacen llamar demócratas, pero la verdad es que
representan el ultimo eslabón visible de privilegios forjados atreves del asesinato y las
componendas, y tienen una fuerte influencia del pasado marcado por los abusos de las
dictaduras militares. Los tres últimos presidentes areneros incluido este que habla,
siempre enarbolan en sus arengas la defensa del sistema de libertades y de que son
practicantes de la democracia pero la verdad es que este país no tiene historia
democrática, pues la bota militar y el dinero de los millonarios han torcido todo intento
de lograr una inflexión sistemática hacia una vida digna para los pobres…
Recuerdo que luego de ese comentario entablamos una conversación amena sobre la realidad
nacional, en política tenía el don especial de mirar lo que no se podía ver con la simple criticas y
valoraciones subjetivas de eventos, lograba profundizar cualquier proceso político de tal manera
que podía predecir los posibles desenlaces, dicho don lo convirtió en un gurú para un grupo de
profesionales del Derecho que en algunas ocasiones le hacíamos rueda escuchando sus
valoraciones sobre como interpretar tal o cual evento político, en uno de sus analices predijo la
derrota moral y política del ejercito norteamericano en Irak, y esto lo hizo antes de que el
presidente George W. Bush ordenara la incursión de las tropas en el país. En varias ocasiones lo
invite a comer y siempre guardaba comida para llevarle a sus pequeños amiguitos
limpiaparabrisas; cuando se daba la oportunidad le daba un aventón en mi vehículo hasta el
centro de la capital, nunca me dijo donde vivía y fue tiempo después que me enteré que
pernoctaba en un dormitorio público en San Salvador. En una ocasión a principios del año dos
mil seis me dijo que le había inspirado mucha confianza y que me valoraba como un amigo
sincero y que además yo tenía las cualidades de ser un hombre progresista y de mente honrada y
me pidió prometerle cuando fuere el momento guardar un importante secreto que aun le faltaba
sustentar en papel. Mi respuesta fue que estaba en la disposición de hacerlo, pero no me atreví a
preguntar cual era ese importante secreto. Meses después de aquel suceso desapareció del Centro
Judicial, su espacio de trabajo en uno de los extremos de la entrada principal del edificio se podía
percibir un vació abismal. La repentina ausencia de don “Tín” llamo la atención hasta del más
despistado de los ordenanzas; algunos argumentaban que pudo haber muerto repentinamente
debido a su avanzada edad, otros que pudo haberlo atropellado un autobús y le dieron sepultura
como un desconocido, todos querían saber cual era su último domicilio para consultar sobre su
estado pero nadie logró ningún resultado. Al pasar una semana de ausencia, en una mañana que
me presente a una Audiencia en uno de los tribunales, observe que en el pequeño espacio de
trabajo de mi amigo, alguien había dejado un ramo de rosas rojas y una pequeña nota que decía
“donde quiera que se encuentre…muchas gracias don Tín…”. Ese día, después de ese gesto cada
uno de aquellos que le conocimos, dejamos notas de pésame o palabras dedicadas a la grandeza
de su persona; pasado el tiempo don “Tín se convirtió en un recuerdo memorable.
A principios del mes de agosto del año dos mil siete, uno después de la desaparición de don
“Tin” en mi despacho jurídico mi secretaria tenía una carta dirigida a mí persona, realmente fue
una sorpresa pues estábamos en la era la tecnologia, en el que e-mail, el teléfono celular etc...
han superado el envió de cartas por correo, en el interior sobre todo en un país tan pequeño como
el nuestro, el cual en una mañana y manejando sin mucha prisa se puede recorrer de punta a
punta. Al revisar el sobre me entere que provenía de esta pequeña localidad de Santa Clara y el
remitente era una mujer de nombre Lola Díaz Cañas, al leerla la carta decía:
Santa Clara, veintiocho de julio de 2007
Estimado señor Licenciado Denis Alvarado.-
Espero que se encuentre bien de salud al lado de sus seres queridos, luego de este
corto saludo paso a lo siguiente.
El motivo de esta misiva, es para que usted pueda enterarse de la muerte de mi tío,
que era conocido como Agustín Martínez, su sepelio fue realizado el tres de junio del presente
año. Antes de morir me encomendó enviarle esta carta y pedirle que venga a recoger un
encargo que se encuentra en mi poder, cuando decida venir a Santa Clara, pregunte donde se
encuentra el barrio La Charra, al llegar cerca búsqueme por mi nombre.-
Sin algo más que decirle, me despido mostrando mis respetos.-
Lola Díaz Cañas
Al día siguiente de haber recibido aquella misteriosa carta decidí viajar hasta este pueblo, el cual
nunca había tenido oportunidad de visitar, y del que tengo una agradable impresión, al dirigirme
hacía la casa de doña Lola Díaz Cañas esta me recibió muy atentamente me hizo pasar a su casa
la cual esta construida de adobes, su edificación data de la primera mitad del siglo XX, su
aspecto colonial salta a la vista, luego de los saludos de rigor y otras impresiones del lugar,
iniciamos la plática sobre mi amigo.
- Hace un año perdí la pista a don Agustín, yo y los que le conocimos creímos que en
aquella ocasión habría muerto, pero por lo que me dice en su carta su muerte fue hace
casi dos meses
- Sí, hace un año en momentos en que yo, visitaba a una amiga en San Salvador lo
encontré en el mercado la tiendona mientras hacia unos comprados, por su edad y su
estado de salud le rogué que viniera a vivir con migo, le dije que lo cuidaría hasta sus
últimos días, él me dijo que lo haría pues ya se sentía cansado pues tenía 101 años y
estaba padeciendo de dolores reumáticos y otros achaques de la vejez por lo que recogió
su equipaje que consistía en su caja de madera para lustrar zapatos y otras dos cajas de
cartón una con objetos personales y otra llena de libros y otras cosas que se la guardaban
en una bodega de la facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador…disculpe
usted lo conocía por el nombre de Agustín Martínez? .-dijo la mujer-
- Ese es el nombre por el que le conocí, acaso tenia algún otro- le respondí-.
- Él siempre oculto su verdadero nombre…era por seguridad decía.
- Entonces ¿cuál era su verdadero nombre?-pregunte.
- Luis Díaz…
La mujer se levanto y me indico que la siguiera, salimos al corredor que daba acceso al enorme
solar de la casa, adjunto a la casa se encontraba un pequeño cuarto también fabricado de adobe
que hacía cuerpo con la casa en general, sus paredes envejecidas daban la impresión que la
ultima ocasión que recibieron una mano de pintura fue hace unos cuarenta años atrás, el color
blanco solo era una mueca percudida que disimulaba precariamente la suciedad y el
envejecimiento de las paredes, había una puerta de doble hoja de madera cerrada, asegurada por
dos argollas de hierro amarradas, con una pita de mezcal, la mujer lentamente desato el nudo la
abrió y entramos a la pequeña estancia la cual se componía de una vieja cama de madera el
colchón estaba recogidos, había una mesita polvorienta con una lupa, unos lentes graduados para
leer, un candil artesanal que aun contenía querosene, una silla de madera, una vieja mecedora de
madera, arrimada a la pared se encontraba otra mesa y sobre esta una imagen en barro de una
virgen la cual no había sido pintada y su color era rojizo tierra, una vela blanca derretida se
encontraba en un candelero que estaba frente a la pequeña imagen de la virgen arrimada a la
pared, además se encontraba una vieja y enmohecida pistola 38 milímetros con tres balas puestas
en fila a la par del revolver; todo se encontraba polvoriento, daba la impresión que las cosas no
se habían tocado desde mucho tiempo atrás. La señora abrió la gaveta central de la mesa y
sustrajo una envejecida bolsa de plástico color blanco, la cual contenía en su interior un grueso
legajo de papeles, amarrados en cruz con un cordel, la mujer fijo sus ojos en los míos y dijo.
- Mi tío antes de morir me insistió que a usted le entregara estos papeles- al mismo tiempo
que extendía la bolsa con su pesado contenido-
Mi expresión fue de sorpresa, pues no tenía idea del porque mi amigo dispuso entregarme ese
legajo de papeles, en mi interior se arremolinaba un desordenado cumulo de preguntas de las que
traté de evacuar las mas obvias.
- Él, nunca me dijo su origen y hoy me doy cuenta que su nombre es otro, usted que lo
conoció mejor ¿podría decirme quien era realmente?.
La mujer miro al espacio meditando una respuesta, y luego dijo.
- Fue un hombre que entrego gran parte de su vida para cambiar las condiciones a favor de
los pobres y la cultura indígena, debido a sus convicciones, toda mi familia sufrió
persecución y asesinato, fue el cuarto de cinco hermanos, era el único vivo, el mayor que
él fue mi padre y murió hace diez años de muerte natural, los otros murieron por causas
diversas, entre ellas el asesinato por participación política en organizaciones de izquierda,
desde los años treinta la familia sufrió persecución y exilio al grado que nos dispersamos,
perdiendo contacto con primos, sobrinos…yo me case con un buen hombre ya fallecido,
y desde los años ochenta vivo en este pueblo en el que vi crecer a mis hijos…ellos
emigraron a Estados Unidos, en esta casa vivo sola, por las tarde viene una cipota para
hacerme compañía, mis padres y abuelos son originarios de San Salvador- La mujer
trataba de sostener sus lagrimas y luego guardo un silenció cuajado de recuerdos-
- ¿Y como su tío entrego gran parte de su vida a favor de los pobres…?
- Algún día la historia de éste país sabrá la importancia de la existencia de ese viejo
olvidado que hasta sus compañeros de lucha le dieron la espalda…
- ¿Como fueron sus últimos días?
- Fueron muy inquietos, dos meses antes de su muerte se propuso a pasar escribiendo un
asunto que me decía que eran unas memorias y que son estos papeles que le he entregado,
mientras escribía durante el día, en algunas ocasiones lo vi llorando y cuando se le
terminaba la tinta del lapicero me pedía comprarle otro. Por las noches seguía
escribiendo con la luz de una vela o a veces con el candil, siempre dedicaba una oración
dedicaba a la virgen de barro que se encuentra en la mesa, y se le podía oír dirigirse a
supuestas personas que según me contaba lo visitaban para platicar con él y animarle a
que terminara las memorias, menciono a un tal Ismael Hernández, Modesto Ramírez,
Miguel Mármol, Víctor Manuel Angulo, Agustín Farabundo Martí y otro al cual llamaba
mi gran camarada Ama; en otras ocasiones hablaba de la carreta bruja, diciendo: La
carreta bruja aún no ha terminado de recoger a los muertos de siempre. Un día amaneció
muerto no se le escucho quejarse, tampoco mostró alguna dolencia, murió cuando quiso
morirse, por la tarde me dijo, mañana voy a jugar chanchabalancha con mis camaradas.
- Entonces ¿quien fue Luis Díaz?...
- Luis Díaz, fue el primer secretario general del Partido Comunista de El Salvador que
fuera fundado en el año de mil novecientos treinta y su última voluntad fue que le
entregara a usted estos documentos en los que según él se cuenta la historia de un
secreto…
Tomé los papeles y luego de prolongar un poco la plática, con cortesía me despedí de la
señora, al llegar a Santa Tecla, en solitario al interior de mi despacho, saque los papeles que
parecían ser manuscritos hechos con una ortografía y un estilo muy refinado, me di cuenta
que se trataba de varios relatos con una ilación que conformaban una sola obra, las paginas
guardaban un orden correlativo, en la primera en letras grandes y estilizadas decía
“Memorias de la Virgen del Adelanto”. Estuve leyendo de forma aliatoria algunos relatos de
masacres ocurridas en lugares conocidos como Nahuizalco, Azuchillo y otros lugares y
municipios del occidente del país, los relato describían actos terribles cometidos por la
Fuerza Armada a principios de la década los años treinta. Llegue a pensar que podían ser
imaginarios, pero luego repuse que la historia de El Salvador es como una mezcla abigarrada
entre ficción y locura. Me sorprendió el detalle descriptivo de los relatos, en ese momento
comencé a tomar conciencia en cuanto a que las masacres sucedidas a principios de los años
ochenta eran solamente la continuidad de un horrendo método para controlar las
inconformidades sociales.
Me llamó la atención el tema “Memorias de la Virgen del Adelanto”. ¿Qué importancia
podrán tener estos relatos?, me decía, pero a la vez me despertaban el interés de lograr
entender el secreto guardado en aquellas páginas, por lo que inicie su lectura en el debido
orden.
No fue su lectura la que me cambió la visión de la realidad, fue la búsqueda de una verdad
escondida en una sociedad que amargamente desconoce su pasado, el desarrollo de algunos
acontecimientos me cambiaron la vida, sobre todo porque me volví en un creyente buscador
de un secreto que en definitiva representa el legado de nuestros ancestros. Creí necesario
escribir sobre las cosas de las que fue testigo, por eso creo necesario darlo a conocer. La
historia comienza en el preciso punto en el que el camarada Luis Díaz escribe la primera
página y que inicia así.
Memorias de la Virgen del Adelanto
…………
El Principio
Los días para mi envejecida existencia se han vuelto una cuenta regresiva, solo espero ese
último suspiro que me hará develar el gran misterio del final de la vida, el cansancio se
volvió en estos últimos años en un compañero inseparable, camino sin la prisa de mis años
mozos, me gusta el silencio y sus ocultos mensajeros, estoy preparado para el inevitable
encuentro con la muerte. San Salvador se volvió una locura de automotores, todos caminan
como marionetas movidos por los hilos de sus diversas preocupaciones, no hay tiempo para
la cortesía, ni mucho menos para la solidaridad, el mundo se volvió demasiado veloz para
alcanzarlo. Antes de desaparecer, deseo dejar constancia escrita de los hechos terribles que
presencie cuando era un joven, y dejar prueba testimonial para que sirva a las generaciones
venideras, y que estas sometan estos acontecimientos a un juicio moral, para que no vuelvan
a repetirse esas aberraciones.
Me esforzare por ser lo más fiel en el relato de los acontecimientos que sucedieron en el
occidente del país en el mes de enero de 1932, cuando en esos entonces era Presidente de la
República el General Maximiliano Hernández Martínez, conocido por el pueblo como “el
brujo”…nosotros conocimos a ese criminal por el apodo de “Pecuecho”.
Es pertinente de mi parte, hacer una ambientación de los tiempos que marcaron el inicio del
siglo veinte para que la ilación de los hechos en los que me vi involucrado y de los que me
considero un fiel testigo, estén apegados a la verdad; lo cual lo complemento con
averiguaciones que realice posteriormente; por lo demás dejaré que mi memoria sea lo
suficientemente veraz para lograr una adecuada secuencia aún de los hechos más confusos de
aquellos desastrosos acontecimientos.
Es pertinente advertir al estimado lector que para lograr una ubicación histórica concreta de
los hechos de interés, iniciare este relato desde principios del siglo veinte de donde se
desprenden algunos acontecimientos de interés y que tienen correlación con los desenlaces
posteriores; aunque en algunos momentos me auxiliare de otros periodos importantes
sucedidos a lo largo de nuestro periplo como nación. Espero que la providencia me
acompañe y me inspire para que cifre mi honor en decir la verdad de lo que fui testigo.
Halla por el año de 1910, era presidente de El Salvador un tal General Fernando Figueroa
apodado por el pueblo como “Naranja Agria”; en ese periodo presidencial, el país se
mantenía en constante estado de sitio, Naranja Agria fue un viejo bandido que sumergió al
país en una brutal represión debido a las protestas contra la situación económica que se vio
agravada por el fracaso financiero al que se sumo la guerra contra Nicaragua en 1907. Es
importante señalar que desde antes de esos años los administradores de el Estado salvadoreño
mantenía un cínico servilismo a las élites acaudaladas ladinas; y al creciente capitalismo
agrario. Esa conceptualización del Estado servil facilito en la élite una conciencia clasista de
segregación por lo que desde principios de la década de los años veinte se comenzó a
extender una cultura de “Desindianización”, que no solo se hacía acompañar del Mestizaje
como discurso dominante, sino que llevaba imbíbito la simultanea desarticulación de las
comunidades indígenas, síntoma de ese proceso se consolido a finales de 1930, la mayoría de
indígenas salvadoreños no hablaban más el náhuatl como su lengua principal.
La crisis económica de inicios del siglo veinte fue superada entre los años de 1900 a 1922,
pues El Salvador experimento un rápido crecimiento económico lógicamente no para los
pobres de siempre sino para la clase dominante; el precio del café se triplificó en aquella
época, El Pais se considero casi una nación moderna debido a una significativa inversión
pública y privada en la construcción ferroviaria, portuaria y de caminos que condujo a un
incremento de los salarios, dentro de ese crecimiento constante de capitales, los codiciosos
cafetaleros estaban claros que para tener enormes ganancias había que tener grandes
extensiones de tierra para sembrar más y más café, por lo que iniciaron un proceso lento pero
persistente de crecimiento de las propiedades; dicho proceso les permitió a algunas familias
ingresar a la elite cafetalera a pesar de sus orígenes mediamente modestos a principios del
siglo, un buen ejemplo son la familia Guirola, quienes adquirieron muchas fincas que
originalmente eran terrenos ejidales de esa manera se apropiaron de bienes públicos.
Llegaron a extender tanto su radio de posesión que para 1929 eran dueños de veinte
haciendas. Y las ganancia de la producción de café a nivel nacional se incremento de $
3,320,000 en 1901 a $14,200.000 hacia 1920.
Los campesinos en su mayoría comenzaron a quedarse como dependientes asalariados de
temporada, el nuevo orden cafetalero-mercantilista salvadoreño profundizo la dependencia de
estos en este periodo. En 1920 la gran mayoría de campesinos se habían vuelto colonos
permanentes quienes al vender sus tierras a los cafetaleros, quedaron adentro de las grandes
haciendas trabajándolas como peones del patrón, este les proveía de una casa pequeña y
otras necesidades. De esa manera se descompuso la autonomía del campesino y el acceso a
su tierra de la cual se le despojo en muchas ocasiones por medio del chantaje, prevaricato y
abuso de poder por medio de leyes que permitían las usurpaciones.
La oligarquía agro-financiera y bancaria necesitaba un ambiente favorable para no tener
obstáculos en el desenfrenado crecimiento de sus ganancias por lo que subordinaron al
Estado a sus intereses, al cual comenzaron a manipular para que en lugar de representar un
obstáculo en sus ambiciosos planes, sirviera de trampolín a todas aquellas iniciativas que
fortalecieran sus inversiones; aparejado a esto se forjaron sistemáticamente, políticas
represivas laborales contra los campesinos y obreros. La Iglesia católica salvadoreña se
presto de manera inmoral a estos planes oscuros, los curas de cada pueblo en su afán de
implementar un catolicismo representativo de la clase dominante, empujaron un
adoctrinamiento religioso con el fin de erradicar la unidad e identidad cultura de sus ritos y
tradiciones de las comunidades en los pueblos, disfrazándolo con una falsa evangelización.
La oligarquía salvadoreña sabe como enfrentar los asuntos de su organización hoy a
principios del siglo veintiuno, pues desde esos años siempre tuvo un fuerte sentido colectivo
para proteger sus intereses sociales y económicos, esa unidad granítica de la cual hoy en día
ellos se sienten orgullosos la lograron en aquellos años por medio de redes de patrocinio y
clientelismo con lideres políticos y funcionarios locales y nacionales de aquellos días.
No se puede dejar de mencionar que después del asesinato del presidente reformador Manuel
Enrique Araujo, en 1913 ( de cuyo golpe de Estado me referiré mas adelante), se dio inicio a
uno de los periodos oscuros de la historia nacional que duro catorce años, el cual se enmarca
en la sucesión de Gobiernos autoritarios del Clan Familiar Melendez-Quiñonez, la dictadura
inicio con Carlos Meléndez entre 1913 a 1914, Alfonso Quiñones quien era cuñado de este
entre 1914 a 1915, se reengancha Carlos Meléndez entre 1915 a 1918, se reengancha Alfonso
Quiñonez entre 1918 a 1919, luego la susodicha mafia le pasa el poder a Jorge Meléndez
quien era hermano de Carlos Meléndez entre 1919 a 1923 y termino con Alfonso Quiñonez
entre 1923 a 1927, la familia llego y mantuvo el poder por medio del Partido Nacional
Democrático (PND); el régimen durante su reinado se volvió experto en obtener los
resultados esperados en las elecciones pues estas siempre fueron debidamente arregladas en
ese periodo la mayor parte de la población era analfabeta, y las mesas de votación se
encontraban resguardadas por la Guardia Nacional, con sus fusiles en discreción de tiró. Los
logros más significativos fueron facilitar la penetración del imperialismo yanqui en el país,
crearon una organización con gente obrera, campesina e indígena llamada la “Liga Roja”,
cuyo fin fue la manipulación de las elecciones y atacar a la población. Su discurso se fundo
en una demagogia cínica, mantuvieron un constante estado de sitio, con el que prohibieron
reuniones y manifestaciones.
Una de las demostraciones represivas más violentas se desarrollo la tarde del día de navidad
de 1922, ese día una marcha de mujeres vendedoras de los mercados salieron caminando
pacíficamente sobre la avenida independencia al filo de las cuatro de la tarde la
multitudinaria marcha se desplazaba sin ningún incidente mientras hacían ondear banderolas
azules, las personas vestían de igual color, para apoyar al candidato opositor Miguel Tomás
Molina; esposos, hermanos y padres acompañaban a las mujeres; cuando la marcha llegaba al
centro capitalino el régimen había ordenado a la Benemérita Guardia Nacional, apostar
ametralladoras en los techos de los edificios por sobre toda la ruta del recorrido de la marcha,
cuando tenían acorralados a los manifestantes en la emboscada, abrieron fuego sobre ellos, el
derramamiento de sangre fue terrible, y los grupos terroristas de la Liga Roja armados con
machetes atacaban a los manifestantes indefensos. El régimen fascista amordazo a la prensa y
el periódico oficial culpo a los manifestantes de ser responsables de haber disparado contra la
Guardia Nacional. El final de ese reinado maldito termino cuando Alfonso Quiñonez impuso
en la presidencia a su ministro de guerra Pio Romero Bosque con quien pretendían seguir
manipulando el Gobierno, pero Pío Bosque dio un giro que aún sigue considerándose un
misterio, pues inmediatamente en el Poder rompió con el clan y dio por finalizado el estado
de sitio, permitió la libertad de expresión, y redujo la jornada laboral a ocho horas diarias
entre otras acciones.
Los camaradas consecuentes, los verdaderos creyentes de la libertad y la democracia hacía
años atrás que habían comenzado también sus esfuerzos por crear las condiciones de
acumulación histórica que permitiera los cambios revolucionarios que el país aún a inicios
del siglo veintiuno sigue necesitando. Vale Mencionar con mucho respeto y reconocimiento
que esos primeros esfuerzos fueron empujados por los camaradas de grata recordación
Miguel Mármol, Agustín Farabundo Martí, al que con cariño le decíamos el negro Martí,
José Ismael Hernández, el mexicano Jorge Fernández Anaya y otros que serán mencionados
en el desarrollo de los acontecimientos que relataré. La incipiente organización sindical en el
Salvador inicio como una criatura balbuceante a principios del siglo veinte, los niveles
explosivos de furor popular comenzaron a volverse cada día más intensos, a medida que se
comenzó a expropiar tierra en contra de campesinos pobres y medios por parte de los
terratenientes geófagos. Ante los continuos robos de tierra las masas desposeídas del campo
comenzaron a buscar sus propias soluciones frente y contra el Gobierno; por otra parte
comenzaron a darse huelgas importantes, en 1919 se desarrollo una de grandes proporciones
de trabajadores ferroviarios, en 1920 se dio otra de sastres, el origen de estas protestas era la
respuesta popular a los abusos de los patronos; a esto hay que sumarle los grandes
acontecimientos internacionales que estaban influyendo el pensamiento obrero campesino,
como la revolución burguesa mexicana de tan hondo contenido antiimperialista en sus
orígenes, la gran revolución rusa, tomas de fabricas por obreros italianos, auge proletario en
España y Gran Bretaña. De tal suerte El Salvador estaba metido en una situación conflictiva
de carácter objetivo que lo empujo a la búsqueda irremediable de su propio proceso de
liberación.
Una mañana de octubre de 1924 mientras los vientos soplaban con mucha fuerza en la
Capital, me dirigía a mi trabajo como carpintero en un taller que era propiedad de un tío en el
Barrio San Jacinto, cuando me encontré con el camarada Farabundo El negro Martí,
recuerdo que tuvimos una platica muy amena y muy importante para las decisiones que
posteriormente tomé y que cambiaron la manera de cómo concebía la vida. Me recuerdo que
me dijo:
..Mira Luis, este pueblo, nuestro pueblo es una cantera inagotable, tiene condiciones
revolucionarias innatas, es corajudo, extrovertido audaz y optimista. Lo que hay que
hacer es enrumbarlo hacia una línea correcta, y para lograr eso tenemos que comenzar a
organizarlo…
Ese mismo día me comprometí con él, en asistir a las reuniones de la Universidad Popular,
la cual según me dijo era un esfuerzo significativo para comenzar a avanzar; cuando llegue a
la primera reunión el disertante de esa mañana de domingo fue el Dr. Salvador Ricardo
Merlos un intelectual demócrata, las conferencias versaban sobre economía, derecho,
ciencias políticas entre otras y los exponentes variaban cada día de reunión; en la
Universidad Popular conocí al camarada Miguel Mármol, era uno de los organizadores más
importantes de la Universidad Popular, posteriormente se convirtió en uno de los formadores
más importantes en el proceso de mi concientización revolucionaria. No puedo dejar de
mencionar que fue en esta, en la que en una elección democrática fue seleccionado el
camarada Agustín Farabundo Martí para que con otros trabajadores salvadoreños, se
integraran a las guerrillas del General Sandino quien combatía contra los yanquis en las
selvas de Nicaragua.
A medida que mi educación iba moldeando mi carácter, fui comprendiendo que la
Universidad Popular era una verdadera escuela de formación de cuadros impulsada por la
Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños FRTS, conocida por todos como “La
Regional”, fundada en los años veinte y que aglutinaba un creciente número de sindicatos, la
Regional era un perol hirviente de pensamientos y en las reuniones se caldeaban discusiones
sobre economía, organización de masas, elaboración de propaganda antigubernamental; por
otra parte estaba un programa muy bonito que consistía en prestar dinero sin interés a sus
miembros y a las mujeres trabajadoras para que no fueran objeto de persecución por parte de
la Guardia Nacional al tener mora con usureros. Una mañana de domingo recuerdo que el
camarada Miguel Mármol, me encomendó hacer la reparta del periódico “El martillo”,
órgano de difusión de la Regional y recuerdo que de manera enérgica me dijo:
…no vayas a andar con babosadas, cada vez que le des el periódico a algún obrero, dale una
explicación sobre lo que trata y la importancia que tiene para él y pedile que lo lea
detenidamente; cuando te topes con algún grupito échate un pequeño discurso, pues es ahí
donde debe comenzar la revolución…
Misión de la cual me sentí orgulloso haberla cumplida con la exigencia que mi responsable
me lo pedía. La poderosa “Regional” fue el centro donde nos llegó intensa propaganda
internacional, recibíamos material de Holanda, Argentina, Francia, Italia, Estados Unidos,
México etc. Eso nos dio la oportunidad de ser atendidos por el movimiento obrero y
Revolucionario internacional, los cuales nos enviaron camaradas con experiencia como
Jorge Fernández Anaya de la Juventud Comunista Mexicana, Ricardo Martínez del partido
comunista de Venezuela a quien cariñosamente le decían “Rolito”, quien tenía mucha
experiencia en la organización sindical Reformista en Ámsterdam, Jacobo Jorowics marxista
del Perú. La revolución salvadoreña esta en deuda con estos camadas que con mucho amor
revolucionario formaron en nosotros las bases intelectuales para enrumbar la revolución
salvadoreña; así mismo ese reconocimiento debe dársele al camarada Alfredo Díaz Nuila,
quien antes de la venida de esos camaradas intento con otros formar la escuela de educación
comunista, el compañero Alfredo Díaz Nuila, tenia conocimientos marxistas. El nos impartía
charlas que previamente había estudiado en el libro ABC del comunismo de un autor de
nombre Bujarin, un segundo intento lo tuvimos en 1928 por parte del maestro Francisco
Loarca, quien era un masferreriano soñador, lo único que le faltaba a este compañero era ser
marxista-leninista.
Habíamos avanzado en la aglutinación y educación marxista-leninista, estábamos listos para
dar el salto de calidad, algo que es pertinente reconocer, es que nuestro Partido Comunista
surgió de las entrañas de la clase obrera, no fue influenciado por ninguna intelectualidad
pequeña-burguesa. Debo hacer un merecido reconocimiento a los pescadores del lago de
Ilopango quienes nos encontraron un lugar adecuado y discreto para realizar la asamblea de
constitución del Partido Comunista, recuerdo que fue en una playita, cerca de la Asino.
Árboles de amate y almendros constituyeron el lugar perfecto y mágico para constituir el
Partido Comunista de El Salvador, no pasamos de treinta y cinco personas asistentes, no
fuimos muchos, pero simbolizamos la pequeña flama que encendido la mecha del polvorín
de la Revolución aquel día de marzo de 1930. Luego de Constituir el Partido, pasamos a
elegir al Comité Central el cual quedo establecido de la siguiente manera: Tuve el honor de
ser elegido como secretario general, me sorprendí cuando los camaradas de forma unánime
me asignaron a mi tan incalculable misión, Juan Campos Bolaños, secretario de Propaganda,
Víctor Manuel Angulo secretario de organización, la dirección de la Juventud comunista
quedo integrada por dos jóvenes de apellido Belloso y Sorto entre otros.
Nuestro programa no tardo en llegar y ser acogido por las masas populares, no solo en el
movimiento obrero organizado sino también en la política nacional, pues partíamos de las
necesidades concretas. Estábamos suficientemente claros que nuestra lucha y nuestro
programa revolucionario estaba dirigido ineludiblemente a la toma del poder político por el
pueblo salvadoreño.
En los cantones y caseríos; los campesinos se reunían para platicar sobre la situación social
y económica, el nuevo pensamiento de liberación, igualdad y dignidad se propagaba como
el canto de chicharras de semana santa.
No puedo dejar de mencionar que el camarada mexicano Jorge Fernández Anaya, sugirió a
la Regional FRTS, que se organizara una rama del Socorro Rojo Internacional, con el objeto
de consolidar la conciencia de clase, el SRI, fue aceptado por las masas sociales en el
occidente del país por lo que algunos locales del partido Comunista fueron convertidos en
sedes del SRI, que proponía y ejecutaba una organización de nuevo tipo que anteponía la
solidaridad, un programa para combatir la pobreza, la necesidad de organizarse en
comunidades entre otras; las propuestas se volvieron altamente atractivas para una población
indígena campesina sometida y explotada por los patronos cafetaleros del occidente del país
Mientras el proceso de acumulación y desarrollo revolucionario se esparcía como humo; el
clima político y social comenzó a caldearse, provocado por el efecto externo de la crisis
económica de 1929, la cual se origino en los Estados Unidos producto de los deseos de los
multimillonarios en engrosar aún más sus fortunas, desmedidamente comenzaron a producir
más de lo que la gente podía comprar, las bodegas terminaron llenas de productos, esto
provoco que los países industrializados afectados por la crisis no compraban productos a los
otros países y el nuestro dependiente de la exportación de café fue duramente golpeado, el
efecto fue severamente sentido en la población en general, hubo muchos despidos de
empleados públicos y los que mantuvieron su puesto se le redujo el salario, los terratenientes
repitieron la receta para los jornaleros, la hambruna se apodero del campo.
La crisis contribuyo al apoyo popular para la campaña presidencial del reformista Arturo
Araujo en 1931 un empresario de Sonsonate. Araujo era uno de los capitalistas más ricos de
El Salvador y se contaba entre los más grandes productores de café y azúcar y la mayor
parte de sus propiedades se encontraban en Izalco y Armenia. Se le consideraba un
reformista. Fue en ese año de elecciones que la señora Prudencia Ayala, intento inscribirse
como candidata para la presidencia, pero se lo negaron por la simple razón que la mujeres en
ese tiempo no tenían derecho al voto. Por otra parte Pio Romero Bosque no impuso a ningún
candidato y se respiraba la libertad del pueblo a elegir libre y democráticamente, sin
embargo Romero Bosque, pudo haber jugado un papel importante al momento de elegir al
candidato a la vicepresidencia, pues Araujo no duraría sin el visto bueno del Ejercito, Araujo
cifró desde el inicio una dependencia obediente de la red militar del General Maximiliano
Hernández Martínez quien era el Ministro de Guerra y participo como candidato a la
vicepresidencia en las elecciones de las que Araujo resulto electo presidente; más adelante
en su mandato las relaciones se volvieron críticas por la ineptitud de Araujo de mantenerse
en el poder. La campaña de Arturo Araujo estuvo marcada por la demagogia, prometía con
sobrado entusiasmo repartir tierras del Estado y de los latifundistas, Aumentar salarios y
rebajar la jornada de trabajo; promesas que jamás cumplió por incapacidad y falta de
voluntad. En su aventura por alcanzar el poder logró convencer a intelectuales como Alberto
Masferrer, de que al llegar al poder realizaría cambios importantes y de beneficio para toda
la población.
Entre esa laraca demagógica, el avance de las ideas socialistas era significativa, en el campo
la efervescencia y la movilización eran evidentes, las comunidades realizaban las llamadas
fiesta-reunión, en las que se combinaba religiosidad y conspiración, en dichas reuniones-
fiestas, los campesinos e indígenas discutían largo y tendido sobre los malos salarios,
condiciones infrahumanas de trabajo y la desigualdad social imperante. En los caminos
cuando se encontraban dos campesinos o indígenas se decían “salud camarada”, el
indicativo generaba solidaridad y sentido de pertenecía al nuevo pensamiento libertario.
El camarada José Feliciano Ama y el mensaje de los Espíritus de los cuatro puntos
cardinales.
La efervescencia en el occidente del país era de grandes proporciones, a mediados de 1930
los camaradas universitarios Mario Zapata y Alfonso Luna informaron al comité Central del
Partido Comunista que en los cantones de los Lagartos hasta San Isidro del Municipio de
Izalco, necesitaban atención organizacional urgente, debido a que los objetivos
programáticos del partido habían generado expectativas importantes en los campesinos e
indígenas de la zona. Así mismo señalaron haberse reunidos con un líder llamado José
Feliciano Ama; se me asigno la misión de visitarlo y reunirme con el enigmático personaje
del cual se dijo que bajo su mando tenía a varios cantones importantes; en ese momento
jamás creí que me encontraría con el hombre que me ínsito a comprender el mundo de lo
espiritual.
Han pasado setenta y siete años de aquella reunión, estoy escribiendo estas líneas en enero
del año dos mil siete y tengo presente la tarde cuando llegue a su humilde casa, su esposa
Josefa Shupan torteaba, con otra mujer cuando me presente. Pude percatarme que Feliciano
Ama era un hombre sencillo, de aproximadamente un metro setenta de estatura, vestía de
cotón, caites y sombrero, de voz suave, pero claro, de poco hablar; su lengua principal era el
náhuatl, pero nos entendimos en español, aunque era sencillo y muy respetuoso, un grupo de
personas indígenas que mostraban respeto hacia él, escuchaban con atención lo que un
citadino como yo iba a decir, sobre todo por haberse difundido la noticia que el secretario
general del Partido Comunista se haría presente, para tal ocasión me hacia acompañar de los
camaradas Alfonso Luna y Mario Zapata. El Encuentro con el camarada Ama, fue muy
cortes y ameno; de manera pausada nos relato parte de su herencia ancestral, recuerdo que
nos conto que agradecía mucho a su suegro Patricio Shupan quien era el cacique de Izalco y
bajo él estaban los designios de los cantones de Tunalmiles, Higueras, La Quebrada y Tescal
y otros más, cuando Patricio Shupan vivía Feliciano Ama era el encargado de recibir a los
mandaderos de la Cofradía, llevar recolección de ofrendas que se hacían para las fiestas y
acompañar a su suegro a reuniones presidenciales. Participaba de los ritos espirituales de la
comunidad y era miembro de la mayordomía. Al iniciar las expropiaciones de tierras
comunales Shupan incito a las comunidades a luchar por el derecho a la tierra y a oponerse
a los abusos de poder. Las cosas comenzaron cambiar a partir de 1917, cuando Shupan
asistiera a un almuerzo en casa presidencial, invitado por el presidente Carlos Meléndez,
terminado el almuerzo Patricio Shupan salió con un fuerte dolor de estomago, que lo hiso
agonizar en el tren que lo transportaba a Izalco, a donde llego muerto, sobre esa muerte me
cabe la duda razonable de que el suegro del camarada Ama, pudo haber muerto por
envenenamiento. Después del deceso de su suegro fue el camarada Feliciano Ama que
asumió el mandato y retomo de manera firme el reclamo de las tierras comunales.
El camarada Ama nos presento con los otros líderes indígenas de los cantones de Izalco,
quienes se mostraron muy complacidos por nuestra visita. Algo que me llamo
poderosamente la atención en los cuatro días que estuve visitando cantones de la zona, fue
una peregrinación que venía de un pueblo limítrofe con el departamento de Ahuachapán
llamado El Adelanto, los indígenas venían de visitar una virgen llamada “La Virgen del
Adelanto”, cuando me informe sobre la misteriosa virgen; algunos devotos que venían de
visitarla me contaron que solo las muchachas vírgenes podían verla y escuchar sus palabras,
la virgen predicaba un mensaje de cambio social radical y absoluto, por lo que se convirtió
inmediatamente en la mediadora de la lucha por la liberación y el culto se volvió
fuertemente devocional en las comunidades que pedían para que los ricos devolvieran las
tierras robadas. Alguien me regalo una pequeña estatuilla elaborada en barro de la virgen el
que me lo obsequio lo hizo con la firme convicción que guardaría de todo mal, es por ese
símbolo de fe que decidí nombrar a estos escritos “Memorias de la Virgen del Adelanto “.
La estatuilla aún la guardo y en los momentos de tribulación en los que me vi enfrentado le
pedí que me protegiera y si estoy contando estas cosas es porque estoy seguro que así lo
hizo.
Durante el tiempo que estuvimos en la zona rural de Izalco los indígenas con el corazón
henchido de convicción preparaban huelgas contra los recortes salariales siguiendo las líneas
programáticas del partido, se respiraba un aire como si las fincas y haciendas fueran del
pueblo, tal era el apoyo de las masas con las que contábamos. Debo reconocer con
responsabilidad que teníamos serias debilidades de organización de la vanguardia, nuestro
Partido estaba demasiado joven por lo que nuestra capacidad de crear un poderoso frente
común se nos esfumo de las manos. Diferente fue con los camaradas que retoman el proceso
después de esa lección histórica y empujan nuevamente un tipo de organización que aunque
en algunos aspectos fundamentales estaba fragmentada logran resistir la envestida de la
guerra dirigida por el imperialismo yanqui en la década de los ochenta y lograron romper el
paradigma de la inexpugnabilidad de la derecha salvadoreña, incursionado al debate de ideas
después de haberle quebrado las patas al militarismo oligarca y venir ganando escaños y
alcaldías; el reto formidable será instaurar el verdadero gobierno revolucionario que el
pueblo salvadoreño se merece.
La última noche, que me hospede en una comunidad indígena de Izalco, mientras los
camaradas Luna y Zapata durmieron en otro lugar, me reuní en el corredor de la casa con el
camarada Feliciano Ama, recuerdo que entre otras cosas, seriamente me dijo:
“…El fraude y los abusos abren el camino a la imposición del capitalismo que sería fatal
para los pueblos indígenas, cuando el yugo del capital, desde los puestos públicos oprima al
empleado, al obrero y al campesino”
Esa noche la luna estaba llena, el cielo quedo despejado, después de una tenue llovizna, a
eso de las ocho de la noche llegaron al corredor de la casa unos hombres vestidos con
atuendos tradicionales indígenas nahua, me invitaron a una ceremonia que se llevaría a cabo
en esos momentos, a lo lejos podía escuchar el sonido de unos tambores, el camarada
Feliciano Ama clavo sus penetrantes ojos negros y me dijo:
“…Anda acompáñelos, si eres afortunado los espíritus te darán el mensaje que andas
buscando…”
No respondí y me deje ir. Camine en medio de la silenciosa compañía mientras escuchaba
que uno de los acompañantes cantaba versos de una extraña canción en lengua náhuatl,
llegamos a un campo abierto podía distinguir que se trababa de una planicie como de seis
manzanas de extensión, en la que se observaba que en el centro tenía un pequeño montículo
y en su cúspide había un árbol de amate, al pie del monticulo un grupo de indígenas habían
encendido una fogata, y se escuchaba el golpeteo de unos tambores al ritmo del baile de
unos danzantes que estaban alrededor de la fogata, uno de los que me acompañaba me dijo -
estamos danzando a los espíritus de los cuatro puntos cardinales- ¿y en que consiste la
ceremonia? –pregunte- la danza ritual de los cuatro puntos cardinales, es una herencia de
nuestros ancestros nahua-pipiles-mayas, mediante la cual se invoca y reza al espíritu del
norte, sur, este y oeste para pedir por la bonanza de la siembras. Una sacerdotisa elevaba
oraciones en la lengua de sus abuelos que es el náhuatl, en sus oraciones según me explico
mi interlocutor, pedía que no hubiera escases y que reine la paz. Eran dieciséis danzantes
rodeando la fogata, a la par había unos jarrones y un gran caracol blanco, el humo de
incienso de copal perfumaba los alrededores y tres hábiles tamborileros no dejaban de hacer
vibrar los tambores, luego formaron una fila y ofrecieron reverencia a la Luna llena. Yo me
encontraba sentado como a ocho metros del sitio de la ceremonia, mi formación ideológica
chocaba con aquella escena; al finalizar uno de los danzantes se acerco y me dijo-
- Te invitamos a que por medio de tus ojos veas el mensaje de los espíritus.
Al mismo tiempo me extendió un huacal de morro a medio llenar con agua tibia, pues podía
observar que humeaba, me quede un tanto confundido, sin embargo le respondí que sí
aceptaba la invitación.
- Entonces bebe- dijo.
Tomé el huacal y le di el primer sorbo, no estaba muy caliente, inmediatamente sentí como si
se tratara de un cocimiento de hierbas o raíces que sabía tetelque y amargo –bébelo todo-
dijo nuevamente, no espere y de tres grandes sorbos tome lo que aún había quedado del
contenido.
- Escoge un lugar para tus meditaciones- me dijo-
Sin mediar palabra sentí un gran deseo por subir el montículo y sentarme al pie del árbol de
amate, en el camino de subida no sentí nada, solamente el deseo por llegar al pie del amate;
cuando al fin estuve bajo su follaje, me senté tranquilamente en una de sus gruesas raíces
mientras observaba a los indígenas que se acomodaban alrededor de la fogata la cual poco a
poco se iba extinguiendo; hubo un momento en que me quede totalmente absorto como
clavado a la raíz del árbol, me sentía tan pesado que no podía hacer ni el menor movimiento
con mis dedos. Mientras me esforzaba por moverme, alce la vista hacia el frente de mi visión
y comencé a apreciar que la fogata chisporroteaba, destellos de todos colores como las luces
artificiales, los que estaban al alrededor de esta, comenzaron a ser difuminados en miles de
colores desconocidos aún para mi, y el sonar de los tambores parecían bellas melodías que
hacía bailar a los grandes arboles de conacaste que rodeaban el campo, sentía una agradable
sensación de volar como un pájaro nocturno de extremo a extremo el campo; mis sentidos
sintieron el respirar del árbol de amate y su calor de vida lo sentía hasta en lo más profundo
de mi corazón; de sus ramas comenzaron a aparecer unas florecitas blancas que convirtieron
a todo el follaje en una hermosa florescencia blanca de la que emanaba un agradable aroma;
no puedo precisar el tiempo en el que estuve apreciando esos maravillosos sucesos, pero me
parecieron las más bellas manifestaciones de lo que la madre naturaleza oculta a nuestros
miserables ojos materialistas. Pasado un indefinido periodo de tiempo fije mis ojos
nuevamente frente al campo y ya no era visible la fogata al pie del pequeño montículo,
solamente el campo yermo iluminado por la luna llena, seguidamente comenzaron a
generarse unas visiones que hasta ahora representan el intimo mensaje que los espíritus de los
cuatro puntos cardinales me obsequiaron, aquella noche.
El rumbo oriente del campo se encontraba a mi lado izquierdo y observe que de esa dirección
venia un bulto alumbrado por dos luces amarillas una a cada lado, que se desplazaba lentamente
hacia el frente de mi, se podían escuchar chasquidos y el golpeteo que las ruedas de una carreta
hace al desplazarse por alguna calle empedrada, a medida que el objeto se acercaba determine
que realmente se trataba de una carreta, las luces amarillas que la acompañaban se desplazaban al
ritmo parsimonioso del desplazamiento, una a cada lado del largo timón de la carreta, al definir
las misteriosas luces pude observar que se trataba de dos grandes veladoras amarillas de las que
utilizan en los velorios, suspendidas en el aire como sujetadas por hilos invisibles, sus lenguas de
fuego se movían con el soplar del viento, mientras el juego de luces y sombras proyectaban
figuras fantasmagóricas alrededor de aquella perturbadora aparición. El timón en el que se
enyugan los bueyes no lo halaba ningún semoviente y se mantenía erguido como si una energía
fantasmagórica tirara la carreta, sobre la cama, la cual era flanqueada por cuatro trinquetes a cada
lado, iban tirados de manera desordenada costales de yute de los que sobresalían huesos y
calaveras, algunos de estos caían al suelo cuando la carreta pegaba algún sobresalto en la
invisible calle empedrada. – ¡¡la carreta bruja!!- dije con asombro en ese momento sentí un gran
peso en mis pies y la cabeza la sentía grande y pesada. A medida que esta pasaba frente a mis
propios ojos sentí el olor nauseabundo de la muerte; estaba atónito, seguidamente una gran
tristeza inundo mi corazón; al mismo tiempo observe que tras la carreta venía caminando
cabizbajo un niño, desnudo y desnutrido con gran barriga, cundida de lombrices, lo único que
traía puesto en su cabeza era un roído y envejecido sombrero de palma, y en su mano derecha un
pedazo de tortilla seca; el niño iba amarrado con una pita de mezcal desde la barriga hasta un
trinquete de la carreta que lo hacia caminar forzosamente, inmediatamente pensé -¡el cipitío!!!, al
lado izquierdo del niño caminaban dos animales que parecían perros uno blanco y el otro negro,
sus ojos alumbraban como brazas rojas, el blanco cojeaba y el negro pude distinguir que su
pelaje lo había botado pues estaba enfermo de jiote. Seguidamente venía tras aquel extraño
cortejo una hermosa muchacha que podría haber tenido unos dieciocho años de edad, sus firmes
pechos desnudos le sobresalían de sus rasgadas vestiduras, iba amarrada de sus manos por
delante y sus pies descalzos, a simple vista se le notaban moretones, arañazos y heridas
sangrantes en diferentes partes del cuerpo, la joven entre sollozos en náhuatl que extrañamente
entendí decía - naja ninemi sihuehuet, ne siwapil ipal ne tatzin quetzalcuat.- (¡ Yo soy Sihuehuet,
la hija del tatita Quetzalcóatl¡) atrás de ella caminaba un hombre clásicamente vestido con la
indumentaria Militar de los soldados españoles que acompañaron a Pedro de Alvarado cuando
invadieron nuestras tierras, iba con un casco militar de metal, un chaleco también de metal, del
cuello le colgaba un crucifijo de hierro que al rebotar en el chaleco hacia un ruido seco y
metálico, llevaba una espada en su funda y entre sus manos una pica o lanza cuya aguda punta
de hierro terminaba en cruz, y con la que de manera continua golpeaba a la joven mujer y con
odio en sus palabras en castellano le decía - ¡ vos seréis la puta de la Siguanaba!!, más atrás
venía un hombre que vestía cotón y pantalón de manta, caminaba descalzo y llevaba una
antorcha en su mano izquierda mientras alumbraba como buscando algo o a alguien en la
oscuridad, al mismo tiempo gritaba a los cuatro vientos - ¡ a los Nonualcos nos duele aún¡¡¡, los
fantasmas pasaron frente a mis ojos como si yo no existirá para ellos y luego se difuminaron