Post on 30-Jul-2018
Democracia institucional y
decadencia política
Raúl Prada Alcoreza
Las historias políticas de las sociedades modernas están llenas de
paradojas. Instituyen la política como forma de legitimación del poder;
también como forma, si se quiere, de gubernamentalidad. Basada en
el ejercicio de la representación y la delegación, cuando la política, en
sentido pleno de la palabra, ha dejado de ser política; reducida a la
simulación o al teatro político. Como dijimos, la política, concepto que
deriva de polis, integra ética y política1; cuando se separa política de
ética, como ocurre en la modernidad, la política ya no es el cuidado de
la ciudad, cuidado del cuerpo, cuidado de la sociedad, sino dominación
a secas. Dominación claramente expresada en el enunciado
fundamental de la política moderna: el fin justifica los medios. En este
sentido, el de la paradoja y también en el sentido de la simulación, la
democracia institucionalizada en la modernidad no es democracia, en
sentido pleno de la pablara, sino simulación democrática. La
democracia, que es autogobierno y dar la palabra al pueblo para que
diga su verdad, se convierte en gobierno elegido, gubernamentalidad
ejercida a través de la representación y la delegación; en el armazón
de la república, es decir, la estructura de la división de poderes. La
voluntad multitudinaria se convierte en la voluntad general, idea
abstracta de querer y la decisión del pueblo; el decir la verdad se
transfiere a los representantes, que, como es de esperar, dicen su
verdad, no la del pueblo.
La primera república moderna, la república que fundan las trece
provincias de la Unión, después de haber ganado la guerra anticolonial
contra el Imperio británico - que es el antecedente de revolución
política de la revolución francesa; que es revolución política y
revolución social -, inicia su historia liberal expandiéndose hacia el
Oeste. Atravesando y conquistando los territorios de las naciones y
pueblos indígenas, para después hacerlo con los territorios de México.
¿Por qué, de entrada, la flamante primera república moderna, la
primera democracia institucional moderna, que cuenta con una
Constitución harringtoniana, que después va a ser disminuida a la
interpretación más conservadora jeffersoniana, desencadena la guerra
contra las naciones y pueblos indígenas? No se trata de buscar en
respuestas conocidas; tanto economicistas como evolucionistas,
tampoco políticas e ideológicas; se trata de comprender, para decirlo
de una vez, la compulsión por la expansión y la conquista; que es como
el impulso de poder de los imperios, recordando a los imperios
antiguos, sin hablar todavía de imperialismo.
1 Ver Ethos y politeia. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/ethos-y-politeia/.
Antonio Negri dice, en el Poder constituyente, que la Constitución
norteamericana contiene ya la inquietud por la expansión, no solo
continental sino también mundial2. Puede encontrarse en la lectura
histórica esto, como corroboración de la interpretación; sin embargo,
no deja de ser una lectura retrospectiva, desde el siglo XX, respecto a
lo que pasó en el siglo XVIII y XIX. No es suficiente esta explicación,
que se aposenta en lo que ha ocurrido, como diciendo que lo que pasó
después, se encontraba en ciernes en la República y en la Constitución.
Volviendo a la pregunta y haciéndola más clara, ¿por qué las repúblicas
modernas, que se suponen, que además de ser modernas, son
democráticas, y hablan a nombre de la igualdad, continúan el ejercicio
del poder de la expansión y la conquista imperiales? La declaración del
Ejército Continental, anterior a la Constitución dice: los hombres nacen
iguales. ¿Es que no se puede escapar de la historia, no se puede
escapar al condicionamiento del pasado; en este caso, al despliegue
expansivo de los imperios antiguos?
Tal parece que no, si no se sale del circulo vicioso del poder y de sus
distintas órbitas históricas. Lo que no quiere decir que la democracia
institucionalizada, la democracia liberal, no sea, si se quiere, para
decirlo fácilmente, un avance notorio y trascendente; en comparación
con las formas del ejercicio de poder antiguas; sobre todo, las que
corresponden a las genealogías de los imperios. Lo que importa es
comprender, cómo eso que llamamos pasado, sin todavía entrar en la
perspectiva de la simultaneidad dinámica, ejerce no solo su influencia
en el presente, en los presentes que corresponden a la historia, sino
que se comporta como ineludible condicionamiento de posibilidades.
Ocurre como se diera un eterno retorno al poder como dominación.
Respecto a la República de los Estado Unidos de Norte América, se
pueden definir periodos o ciclos, como se quiera; ciertamente, como
todo corte temporal o histórico, arbitrarios, aunque útiles en las
orientaciones buscadas. Un corte largo, que no tiene en cuenta las
turbulencias dadas en el lapso escogido, puede darse entre la
finalización de la guerra de la independencia y la guerra de secesión.
Otro corte largo, que tiene los mismos problemas que el anterior corte,
puede demarcarse entre la culminación de la guerra de secesión y la
primera guerra mundial; recordando que la etapa de la reconstrucción
2 Revisar de Antonio Negri El Poder Constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad. Madrid 1994, Prodhufi. En el libro se analiza la diferencia entre la revolución política, de la independencia norteamericana, y la revolución social, relativa a la revolución francesa.
es difícil, problemática, además de contradictoria. Un tercer corte, que
exactamente no es largo, sino más bien, corto; empero, indispensable,
para evaluar las transformaciones estructurales del capitalismo
norteamericano, es el lapso de entre-guerra, entre la primera y
segunda guerra mundial. Proponemos un cuarto corte, que tampoco es
largo, sino, mas bien, mediano; corresponde a la finalización de la
segunda guerra mundial y se alarga hasta la guerra del Vietnam. El
último corte propuesto, para situar a la República, como la nombra
Hannah Arendt3, es el demarcado entre la finalización de la guerra de
Vietnam y la historia reciente de Estados Unidos de Norte América.
3 Ver Crisis de la república. Taurus; 1998. También ¿Qué es la política? El libro armado sale a luz en 1993 bajo el título en alemán Was ist Politik? Revisar de Hannah Arebdt Qu’est-ce que la politique? Seuil; París 1995.
Breve reseña histórica
Colonos y británicos entraron en conflicto durante dos décadas
sucesivas, que se dan entre 1760 y 1770; el conflicto desató la Guerra
de la independencia; guerra que abarcó los años que se dan entre 1775
y 1781. El 14 de junio de 1775, el Congreso Continental, reunido en
Filadelfia, estableció un Ejército Continental bajo el comando de
George Washington. En el acto se proclamó que todos los hombres
nacen iguales y dotados de derechos inalienables. El Congreso aprobó
la Declaración de Independencia, cuyo antecedente filosófico es
inspirado en The Commonwealth of Oceana de James Harrington4;
redactada, en gran parte, por Thomas Jefferson, y presentada el 4 de
julio de 1776. En 1777, los artículos de la Confederación configuraron
un gobierno confederado todavía frágil; forma de gobierno que se
mantuvo hasta 1789. Una vez derrotado el ejército británico por el
Ejército Continental, asistido por el apoyo militar francés y español, la
corona de Gran Bretaña reconoció la independencia y soberanía de la
República, cuya soberanía radicaba sobre el territorio al este del río
Misisipi. Después de la independencia, se conformó una Convención
Constitucional en 1787; con la Convención se buscaba edificar un
Estado-nación sólido. La Constitución de los Estados Unidos fue
ratificada en 1788; en este contexto jurídico-político, un año más
tarde, George Washington se ungió como el primer presidente de la
flamante República.
La Carta de Derechos fue asumida en 1791, donde se prohibía la
restricción federal de los derechos humanos, además de garantizar su
cumplimiento. Respecto a los problemas jurídicos, políticos,
económicos y sociales heredados, la República se vio urgida a
responder y buscar solucionarlos. Por ejemplo, el comportamiento
liberal respecto a la esclavitud fue variante; en principio, inconsecuente
con la ideología liberal. Una cláusula en la Constitución protegió el
comercio de esclavos hasta 1808. Geográficamente también se
manifestaron las diferencias en las conductas políticas; los estados del
Norte abolieron la esclavitud; lo hicieron dilatando el efecto jurídico
entre 1780 y 1804; en cambio, los estados del Sur, esclavistas, fueron
defensores de la “institución peculiar” del esclavismo;
paradójicamente, en el seno de la misma República. Durante el llamado
“Segundo Gran Despertar”, que se dio lugar al comienzo del siglo XIX,
4 Ver The Commonwealth of Oceana by James Harrington. file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/EEUU/2016/the_commonwealth_of_oceana.pdf.
las iglesias evangélicas se convirtieron en promotoras de los
movimientos reformistas de la época, incluyendo el abolicionismo.
Lo que viene después, a grandes rasgos, se puede denominar la
expansión territorial de la República al Oeste. En 1803, se compra
Luisiana a Francia; esto acontece durante la gestión gubernamental de
Thomas Jefferson. Con esta adición geográfica, prácticamente se
duplicó el espacio de control de la República. España, en 1819, cedió
territorios al Este, además de otros espacios geográficos de la costa
del golfo. En esta expansión geográfica de la República, se pude decir
que las más damnificadas, incluso llegando al extremo de su
desaparición, fueron las naciones y pueblos indígenas. Se habla de
“sendero de lágrimas”, correspondiente al sendero sinuoso, el calvario
de las naciones nativas y pueblos indígenas - que, en su coyuntura de
mayor intensidad destructiva, corresponde a la década de 1830 -,
muestra patentemente la política de remoción india. Lo que se puede
nombrar también como el gigantesco etnocidio y genocidio, que es el
substrato histórico-cultural-político de la República.
La expansión de la República fue imparable; Estados Unidos se anexó
la República de Texas en 1845. La guerra contra México, dos años más
tarde, derivó en la anexión de California; así como el extenso espacio
territorial del suroeste. Otros factores intervinientes, sobre todo,
económicos, contribuyeron a impulsar la expansión; la fiebre del oro
desatada entre 1848 y 1849 espoleó la migración hacia el Oeste. Con
la instalación y el despliegue de los ferrocarriles se dio lugar a la
proliferación de los colonos. Todo este panorama agitado y vertiginoso
incrementó descomunalmente los conflictos con las naciones y pueblos
indígenas.
Se puede decir que este nacimiento del nuevo capitalismo, cuyas
condiciones de posibilidad históricas y económicas son distintas a las
de Europa, pues se trata, si nos dejan repetir lo que ya dijimos5, de
otro capitalismo, dio lugar no solamente a una expansión geográfica,
que termina conectando económicamente los dos océanos, el Atlántico
y el Pacifico, sino también a la apertura de la caja de pandora. Se
multiplicaron los conflictos; entre ellos, también los que se puede
5 Ver Subalternidad y máquinas del sistema-mundo. También Clausura del horizonte moderno. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/subalternidad-y-maquinas-del-sistema-mundo/. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/clausura-del-horizonte-moderno/.
considerar de orden interno a la República. Las contradicciones entre
estados pro-esclavistas y los estados abolicionistas, sumándose a las
discrepancias en lo que respecta a las relaciones entre los estados y el
gobierno federal, avivaron contiendas suscitadas por la propagación de
la esclavitud. En este contexto histórico dramático, aunque también
vertiginoso e inaugural, Abraham Lincoln, candidato del partido
republicano, conocido como declarado abolicionista, se convirtió en el
presidente electo en 1860. Sin embargo, antes de asumir formalmente
la presidencia, los siete estados esclavistas se declararon en secesión
de la Unión; estableciendo los Estados Confederados de América. El
gobierno federal determinó que la secesión es ilegal. La respuesta de
los Estados Confederados fue la guerra; se dio lugar el ataque a Fort
Sumter, por parte de los secesionistas, desbocándose la guerra civil.
La guerra la ganó el Norte contra el Sur, los estados abolicionistas
contra los estados esclavistas, la Unión contra la Confederación.
Contando con la victoria bélica, la Unión, en 1865, agregó tres
enmiendas a la Constitución; con el objeto de garantizar la libertad de
cuatro millones de afroamericanos, convirtiéndolos en ciudadanos de
la República, otorgándoles el derecho de voto.
Abraham Lincoln no duró en la presidencia, su mandato fue cortado
abruptamente por su asesinato. Lo que vino después, en el periodo
inmediato a la posguerra civil, es lo que se conoce como la
reconstrucción; cuando se encaminaron políticas dirigidas a la
reintegración, así como a la reconstrucción de los estados sureños.
Buscando garantizar los derechos de la población afroamericana. En
esta coyuntura crítica, las elecciones presidenciales de 1876, de
antemano interpeladas por los estados sureños, se zanjaron mediante
el Compromiso de 1877; Compromiso a través del cual los demócratas
sureños reconocieron como presidente a Rutherford B. Hayes,
obteniendo a cambio que se retiraran las tropas de la Unión, que
estaban acantonadas en Luisiana, Carolina del Sur y Florida.
Si bien la Unión ganó la guerra civil, no pudo administrar, como corresponde, todos los territorios que abarca su soberanía; en la
práctica, los estados del Sur impusieron una política segregacionista. Las llamadas leyes de Jim Crow comienzan a aplicarse desde 1876; se trata de una política de apartheid; política que se mantuvo hasta
19656.
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La República se transformó estructuralmente durante todo el siglo XIX;
el Estado-nación se consolidó, definiendo de mejor manera su perfil
federal. La cohesión entre Norte y Sur sobrevino con el tiempo; sobre
todo, debido a la permanente revolución industrial, además de
administrativa, económica y comercial. Se puede decir que ya antes de
la primera guerra mundial, Estados Unidos de norte América era la
principal potencia industrial y económica del sistema-mundo
capitalista, a pesar de que Gran Bretaña seguía todavía a la batuta,
hegemonizando el ciclo del capitalismo vigente. La ventaja del
capitalismo norteamericano es que es el nuevo capitalismo, el
capitalismo de la revolución industrial, tecnológica y científica, además
de administrativa, permanente. Este capitalismo nace desnudo del
pasado, que arrastraba Europa y también Asia; un pasado estamental
y de castas, de aristocracias y simbologías sociales ateridas, que
ralentizaban las iniciativas del capitalismo como modo de producción,
basado en la desterritorialización constante, la decodificación perpetua
y la axiomatización permanente.
Lo que se había dado lugar, desde la conquista de Tenochtitlan, es al
nacimiento de la modernidad, entendida como mundialización y
mezcla, hibridación e invención. El mundo nace en el abigarramiento
cultural, en la intersección de economías, lenguas, sujetos sociales y
subjetividades empujadas a la vertiginosidad. Esta es la modernidad
barroca, que corresponde hemisféricamente a la hegemonía del Sur.
Lo que acontece desde la revolución industrial británica, es el
desplazamiento de la hegemonía del Sur a la hegemonía del Norte
hemisférico. Sin embargo, no hay que olvidar que este sistema-mundo
capitalista nace precisamente en el nuevo continente, aunque
regionalmente haya nacido en Europa, incluso en Asia. El continente
de Abya Yala, que se nombrara como América, es el suelo del
acontecimiento mundial del capitalismo. No hay sistema-mundo
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capitalista sino en el mundo y el mundo es mundo desde la conquista
de Abya Yala.
La República, siguiendo el nombre que le otorga Hannah Arendt a
Estados Unidos de Norte América, se edifica precisamente en el
continente del acontecimiento mundial del capitalismo y la
modernidad. No hay tal “destino manifiesto”, como reza el discurso
masón, lo que muestra el apego místico de la ideología liberal, tan
alejada de la comprensión de la complejidad histórica-política-
económica-social y cultural de la República, sino condiciones de
posibilidad históricas, que tienen que ver con el acontecimiento de la
mundialización.
Se puede decir, interpretando, que hasta la primera guerra mundial,
esta incumbencia mundial de la República se encontraba oculta a la
vista de una mirada, si se quiere, eurocéntrica. Son la primera y
segunda guerra mundial las que catapultan, por así decirlo, a Estados
Unidos de Norte América a la condición, ya visible, no solo de potencia
mundial sino de hiper-potencia mundial; al finalizar la segunda guerra
mundial, compartiendo esta condición con la Unión Soviética. Como
dijimos en otros escritos, lo que hay que investigar no es la
generalización, sino, mas bien, la excepcionalidad7. En el caso de
Estados Unidos de Norte América, es una excepción, en lo que respecta
a lo que pasa como generalidad con el resto de las colonias europeas.
No solamente sobresale en relación a la potencias europeas, sino que
las sobrepasa, transformando las estructuras mismas del sistema-
mundo, aunque también experimentando estas mismas
transformaciones, no necesariamente, si se quiere, consciente de lo
que pasa.
Cuando, en 1914, se desencadena la primera guerra mundial, Estados
Unidos de Norte América se declara neutral. Sin embargo, el
desenvolvimiento de los acontecimientos, obliga al gobierno y al
Congreso intervenir en la conflagración mundial, en alianza con los
británicos y franceses. En 1917 Estados Unidos se incorpora a la
7 Ver Clausura del horizonte moderno. También La isla que contiene al continente. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/clausura-del-horizonte-moderno/. https://pradaraul.wordpress.com/2016/01/01/la-isla-que-contiene-al-continente/.
guerra; la balanza de la correlación de fuerzas se inclina a favor de los
aliados.
Se da una bonanza económica en la década de los veinte; empero, que
encuentra su otra cara en la crisis de fines de la década, llamada gran
depresión. Lo que muestra que los ciclos del capitalismo tienen etapas
de ascenso y etapas de descenso, como lo esquematiza Nikolái
Kondrátiev, sino también y sobre todo, crisis de sobreproducción, que
vienen acompañadas por crisis depresivas.
La respuesta a esta crisis, la de 1929, va a ser la intervención estatal
en la economía, al estilo de las propuestas de John Maynard Keynes.
Franklin D. Roosevelt es electo presidente en 1932; su gestión postula
el New Deal. Se puede decir que este New Deal consiste en la
promoción de la demanda, para dar lugar al incremento de la oferta;
en pocas palabras, se promueve el pleno empleo.
En esta coyuntura de salida de la crisis, estalla la segunda guerra
mundial. Como repitiendo la historia, también, al comienzo, de la
segunda guerra mundial, Estados Unidos se declaró neutral; sin
embargo, emprendió, de todas maneras, el suministro de provisiones
a los aliados en marzo de 1941; recurriendo al programa de préstamo
y arriendo. El 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos se incorpora a
los aliados, en declarado combate contra las potencias del Eje; esto
aconteció después del ataque japonés a Pearl Harbor.
Con la victoria de los aliados sobre la Alemania nazi, en 1945, se
convocó a una conferencia internacional, oficiada en San Francisco,
donde se acordó la redacción de la Carta de las Naciones Unidas. Un
poco más tarde, el 2 de septiembre, Japón se rindió, culminando con
esto la segunda guerra mundial. Lo que apresuró la rendición de Japón
fue la utilización de la bomba nuclear en dos ciudades, Hiroshima y
Nagasaki, en agosto de ese mismo año.
Lo que sobrevino después de la segunda guerra mundial es la paz
americana o, dicho de mejor manera, de manera conocida, la guerra
fría. La OTAN y el Pacto de Varsovia fueron los complejos tecnológicos-
militares-económicos y comunicacionales que se enfrentaron, en esta
guerra fría. Sin embargo, si bien no se dio una tercera guerra mundial
o una guerra de bloques, a gran escala, de todas maneras, se
sucedieron guerras convencionales, a escala menor. Entre 1950 y
1953, los bloques enfrentados se pulsaron en la guerra de Corea.
Aunque estuvieron, los bloques, a punto de enfrentarse en una guerra
a escala mundial, en el conflicto de los misiles en Cuba, en una
coyuntural crucial, la de 1962. De esas guerras a escala regional, la
más importante fue la guerra del Vietnam.
Lo que viene después es como la fase del espectáculo, como asentada
en las arenas movedizas de lo que ya viene a ser una crisis económica
continua. En la década de los setenta no solamente se vuelve hacer
evidente la crisis de sobreproducción, crisis que desata el modo de
producción capitalista y también lo que podríamos llamar el modo de
competencia; la guerra de todos contra todos, entre los competidores.
Sino que estos modos de producción y de competencia llevan, de
manera inherente, al capitalismo, el desborde de la producción
desordenada, caracterizada por la incoordinación de los productores
empresariales; el desborde de la compulsión tecnológica,
absurdamente utilizada en la competencia desenfrenada. Lo que
ocasiona la crisis de sobreproducción, es decir, dicho en términos
ilustrativos, la acumulación de stocks que no se pueden vender. Por
ejemplo, en este contexto económico mundial, la administración de
Jimmy Carter estuvo afectada por la estanflación. También se puede
hablar, como en paralelo, de una crisis política intermitente.
Llamemos, perentoriamente, periodo reciente, lo que viene
marcándose, de una manera peculiar, desde la presidencia de George
H. W. Bush. Estados Unidos de Norte América asumió un papel de
gendarme de orden mundial; a decir de Antonio Negri y Michael Hardt,
del imperio. Se involucró en las recientes guerras de Medio Oriente;
comenzando con la primera guerra del Golfo.
Se puede hablar, entonces, del ciclo largo de la crisis de
sobreproducción, que data de la década de los setenta, y se alarga
hasta el presente. De todas maneras, en este ciclo largo de la crisis de
sobreproducción, diferida administrativamente, mediante
manipulaciones financieras, las mismas que se convierten en crisis
financieras intermitentes, se da lo que se puede llamar ciclos cortos de
relativa prosperidad. Por ejemplo, podemos señalar a la larga
expansión económica, dada desde marzo de 1991 hasta marzo de
2001.
En el nuevo lapso de recesión económica, que se manifiesta después
de 2001, aunque cada recesión tenga su peculiaridad, también su
duración, vuelven a aparecer las figuras contrastadas, pero, también
imbricadas, de fases ascendentes y fases descendentes de los ciclos
medios del capitalismo; así como, en el trasfondo y en el substrato de
estos procesos, la crisis persistente de sobreproducción. Si
recurriéramos a una tesis racional, diríamos que la única manera de
salir de la crisis de sobreproducción, la madre de todas las crisis del
capitalismo, por lo menos, en el ciclo del capitalismo de la hegemonía
norteamericana, es la coordinación de las burguesías nacionales e
internacionales; de tal manera, que puedan acordar cuotas de
producción. Pero, esto, esta actitud racional o esta solución racional,
parece que no la van adoptar nuca las burguesías, que parecen
atrapadas en la compulsión de la competencia desbocada y tanática.
Implosionados los Estados socialistas de la Europa Oriental,
derrumbada la URSS, se esfuma la guerra fría, y con ella el dramático
equilibrio bipolar de las super-potencias mundiales. El problema no es,
como muchos analistas, entre ellos críticos, suponen; el haber
ingresado a un mundo unipolar. No asistimos a la hegemonía absoluta
de la hiper-potencia solitaria de los Estados Unidos de Norte América;
tampoco a su dominación incontestable. No por lo que suponen estos
analistas, por lo menos, los autodenominados críticos, que consideran
que con la irrupción de las potencias emergentes, sobre todo, de la
principal potencia económica del mundo, China, se abre, mas bien, un
mundo multipolar; sino porque la hiper-potencia desmesurada de
Estados Unidos de Norte América, perdida en su repentina soledad, no
se encuentra a sí misma. Para lanzar una figura ilustrativa, podríamos
decir que, lo que es ahora la hiper-potencia, tan acostumbrada a pelear
con el circunstancial enemigo de turno, cada vez más grande, de
pronto se encuentra sola en el mundo, armada hasta los dientes con
armas sofisticadas de destrucción masiva y armas convencionales
tecnológicamente avanzadas, que no puede utilizar contra nadie a su
altura. Se encuentra sola e hipertrofiada sin poder competir con nadie.
Esta insólita situación ha empujado a sus máquinas de guerra a la
situación surrealista de estar sin-sentido, en un mundo que no requiere
semejante armamento. Esta situación ha empujado a su clase política,
incorporando en ella a apéndices peligros, que juega a la conspiración,
sus enigmáticos servicios de inteligencia, a un sentimiento de
desolación devastador. Esta situación ha empujado a los pueblos, y
esto es lo positivo, a reflexionar en un mundo sin enemigos, reales o
inventados; en verdad, son sugeridos por la propia necesidad del
enemigo8.
Parece que es, en este contexto problemático, desde donde podemos
analizar, con alguna coherencia, las dinámicas inherentes a las
elecciones de 2016 de lo que una vez fue la República. Que después
fue señalada por los pueblos como imperialismo, así como por los
proyectos socialistas; que fue redefinida por lucidos teóricos críticos,
como Negri y Hardt, como gendarme del imperio; pero, que ahora, en
esta coyuntura incierta no sabe lo que es.
8 Ver Más allá del amigo y enemigo. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/mas-alla-del-amigo-y-enemigo/.
Una anticipación a las conclusiones
Preguntas:
1. ¿Se puede conjeturar que los problemas de nacimiento de la
República no se han terminado de resolver? En la medida que
persisten, inciden en el presente, de tal manera que obstaculizan
las aperturas y salidas históricas y políticas. Por ejemplo, que los
temas pendientes de la guerra civil no se han terminado de resolver,
entre el proyecto democrático de los abolicionistas y el proyecto
conservador de los esclavistas. Esto se manifestaría en distintas
figuras y en distintos escenarios políticos, particularmente en las
compulsas electorales.
2. ¿Es vano atender a la diatriba entre candidatos, que pretenden ser,
o se esfuerzan por serlo, diametralmente opuestos, cuando lo que
importa es lo que se juega, no en el discurso de los candidatos, sino
el espesor histórico de lo no-resuelto?
3. ¿Un Estado-nación, constituido por migrantes del mundo, sobre
cementerios indígenas, extendido en territorios nativos y geografías
políticas mexicanas, cuando expresa, por uno de sus candidatos,
apoyado por un contingente electoral importante, que va poner una
muralla contra la migración desde el Sur, no entra en su mayor
contradicción constitutiva? ¿No se deslegitima?
4. ¿No es conveniente, mas bien, resolver todos los problemas
pendientes, despojarse de las cargas del pasado, que no es lo
mismo que decir despojarse del pasado? Para habilitarse libre y
espontáneamente a participar en mundos alternativos, sugeridos
por la potencia de la vida.