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PROVINCIA DE BUENOS AIRES DIRECCIÓN GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR
INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Nº 34 “PROF. HÉCTOR J. MEDICI” CARRERA: PROFESORADO DE TERCER CICLO DE LA EGB Y DE LA EDUCACIÓN POLIMODAL EN HISTORIA CON TRAYECTO EN CIENCIAS SOCIALES. ESPACIO CURRICULAR: HISTORIA MUNDIAL (SIGLO XIX) CURSO: TERCER AÑO CICLO LECTIVO: 2015 CANTIDAD DE HORAS SEMANALES: 3 HORAS PROFESOR: FERNANDO ESTEBAN CÓRDOBA
Una aproximación a la Teoría de las Revoluciones
En esta etapa histórica signada por la barbarie, la descomposición de los Estados-
Nación, fundamentalismos de toda clase, que comprende a los grupos islámicos como
católicos y judaicos; el tratamiento de las revoluciones es de vital importancia en el
estudio de las ciencias sociales debido a los debates que se producen en torno a la
temática señalada.
Theda Skocpol considera a las revoluciones en su carácter de sociales y las
identifica, al mismo tiempo, como transformadoras de las estructuras económicas.
“Las revoluciones sociales son transformaciones rápidas y fundamentales de
la situación de una sociedad y de sus estructuras de clase; van acompañadas y en
parte son llevadas por las revueltas, basadas en las clases, iniciadas desde abajo. Y
estos cambios ocurren mediante intensos conflictos sociopolíticos, en que las
luchas de clase desempeñan un papel primordial”1
Esta autora plantea el origen de las revoluciones: estas surgen de cambios en las
estructuras de Estado y de clase. Asimismo es importante tener en cuenta los marcos de
referencia fundamentales utilizados por Skocpol para el estudio comparado de las
1 Skocpol, Theda; Los Estados y las revoluciones sociales. Un análisis comparativo de Francia,
Rusia y China; Fondo de Cultura Económica; 1984; Pagina 21.
revoluciones: Perspectiva estructural, contexto histórico mundial, y autonomía del Estado.
Por su parte Julián Casanova en su intento de diferenciarse del anterior autor en lo
que respecta a las contradicciones internas que dan origen a las revoluciones, sino que
estas son ocasionadas por factores macro estructurales que abarcan tanto el sistema
económico como el aspecto político en lo que concierne a los Estados nacionales.
“...En realidad todas las revoluciones sociales modernas deben ser
examinadas en relación estrecha, por lo que a sus causas y logros se refiere, con la
expansión desigual del sistema económico capitalista y la formación del Estado-
nación en el ámbito internacional...”2
Charles Tilly, por su parte, en su explicación acerca de lo que son las revoluciones
introduce la noción de poder dual elaborada por León Trosky. Afirma que las revoluciones
son el resultado de procesos de lucha entre bloques de poder que se enfrentan en pos del
control de Estado ante una sociedad dividida que apoya a una/s o a otra/s fracción/es.
Estos bloques están formados por coaliciones de clases.
José Pablo Feinmann plantea una visión totalitaria de las revoluciones en tanto
estas surjan de la violencia misma:
“Ante un sistema de tal violencia, ante un sistema que surge y se sostiene
como violento en totalidad solo cabe responder con una violencia también
totalizadora, que niegue la totalidad de ese sistema y proponga otro que lo
reemplace integralmente: he aquí la idea de revolución...”3
En los últimos años creció una visión post marxista acerca de las revoluciones,
John Holloway es uno de sus últimos exponentes. En su tesis numero 12 sobre el anti-
poder este autor afirma la incertidumbre de la revolución a pesar de su urgencia. Veamos:
“Las teorías marxistas ortodoxas buscaron captar la certidumbre al lado de la
revolución con el argumento de que el desarrollo histórico conducía
inevitablemente a la creación de una sociedad comunista. Este intento era
fundamentalmente erróneo, ya que no puede haber ninguna certeza en la creación
2 Casanova, Julián; “Revoluciones sin Revolucionarios: Theda Skocpol y su análisis histórico comparativo”
en Revista Zona Abierta 41-42; Madrid; Octubre 1986-Marzo de 1987; Pagina 88. 3 Feinmann, José Pablo; La sangre derramada: Ensayo sobre la violencia política; Ariel; Buenos Aires;
1999; Paginas 340-341.
de una sociedad auto-determinante. La certeza solo puede estar por el lado de la
dominación. La certeza se puede encontrar en la homogenización del tiempo, en la
congelación del hacer en ser. La auto-determinación es inherentemente incierta. La
muerte de las viejas certezas es una liberación.
Por las mismas razones, la revolución no se puede entender como una
respuesta, sino solo como una pregunta, como una explicación de la realización de
la dignidad. Preguntando caminamos”4
Mouffe y Laclau plantean la superación de la democracia liberal por una revolución
democrática radical capaz de aglutinar a los movimientos sociales superadores de la
clase obrera como único agente revolucionario de la historia. Una democracia radical que
abarque desde los movimientos ecologistas, hasta los movimientos de mujeres,
indigenistas, antiglobalizadores, etc. 5
Por ultimo, cabe mencionar a Richard Pipes, quien se opone a las interpretaciones
socioeconómicas de las revoluciones y va mas allá todavía, ya que plantea que las
revoluciones no deben ser comprendidas ni explicadas sino que denunciadas y
condenadas. Pipes rechaza toda interpretación histórica al respecto.
1.1 Violencia política y acciones colectivas. Terrorismo
No se puede entender el problema de la violencia política sin conceptuar a la
política como la organización y aplicación sistemática de determinadas relaciones de
poder, como la articulación de un conjunto de medios para la consecución y la
preservación de este. La política organiza el poder, le otorga forma estatal y viabiliza un
proyecto socioeconómico de clase. En este marco, la violencia es parte activa de la
estructura social, no es solo un instrumento o medio de lucha, sino sobre todo un modo de
conflicto.
El surgimiento de la violencia política esta estrechamente relacionado al desarrollo
de la propiedad privada, y es solo en le transcurso de la consolidación histórica de esta,
que la violencia se transforma en manifestación especifica de poder social.
A su vez, el principal organizador y concentrador de la violencia estructural es el
Estado, de manera que cualquier intento por legitimar y justificar la violencia ejercida por
4 Holloway, John; Holloway, John; Doce tesis sobre anti-poder (Traducción española en Edgardo Fontana
y otros, compiladores: Contrapoder. Una introducción; Colectivo Situaciones; Buenos Aires; 2001; Paginas 5 y 6.
5 Laclau, Ernesto; Mouffe, Chantal; Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia; México; Siglo XXI; 1987
la clase en el poder, pasa por legitimar el Estado.
Lenin plantea la violencia política como moralmente valida y políticamente viable:
“Nosotros nos proponemos como meta final la destrucción del estado, es
decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia contra los
hombres en general. No esperamos el advenimiento de un orden social en el que no
se acata el principio de la subordinación de la minoría a la mayoría. Pero, aspirando
al socialismo, estamos persuadidos de que este se convertirá gradualmente en
comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda necesidad de violencia sobre
los hombres en general, toda necesidad de subordinación de unos hombres a otros
de una parte de la población y ora, pues los hombres se habituaran a observar as
reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación”6
Es importante introducir el eje de la manipulación en las revoluciones y sobre la
concepción de que fueron hechas por minorías. La escuela revisionista de la Revolución
Rusa plantea que la revolución es hecha por perversos manipuladores, siendo Lenin un
cobarde que vivía escondido mientras otros camaradas suyos cumplían sus órdenes.
Alberto Caturelli y Enrique Díaz Araujo afirman:
“Las revoluciones son el producto de minorías llenas de fe y de audacia, y las
situaciones más desesperadas pueden ser trastocadas por la voluntad férrea de
otras minorías, capaces en un primer momento de resistir a la corriente, para
remontarla luego”7
Caturelli, Alberto; Díaz Araujo, Enrique; Freire y Marcuse: Los teóricos de la subversión; Ediciones
Mikael; Entre Ríos; 1977; pp. 7 – 8.
Charles Tilly propugna explícitamente la idea de acción colectiva por parte de los
sectores enfrentados por conseguir la soberanía política sobre cierta población. Esta
población se encuentra en una situación pasiva cuando los bloques se disputan el poder
político. Ello lleva a concluir que habría cierta inconsciencia en las masas, por ello
aceptarían al bloque triunfante.
A propósito de este tema, Gustavo Le Bon caracteriza a las muchedumbres de la
siguiente manera:
6 Lenin; V. I.; El Estado y la Revolución; Planeta; Barcelona; 1996; Página 120. 7 Caturelli, Alberto; Díaz Araujo, Enrique; Freire y Marcuse: Los teóricos de la subversión; Ediciones Mikael; Entre
Ríos; pp. 7 - 8.
“Es de observar que entre los caracteres especiales de las muchedumbres
hay muchos, tales como la impulsibilidad, la irritabilidad, la incapacidad para
razonar, la ausencia de juicio y de espíritu critico, la exageración de sentimientos y
otros muchos que se observan igualmente en los seres que pertenecen a formas
inferiores de evolución, tales como la mujer, el salvaje o el niño...”8
En cuanto a las acciones colectivas, Hobsbawm escribe:
“...La historia la hacen las acciones de los hombres y sus elecciones son
conscientes y pueden ser significativas... En consecuencia, las teorías que ponen
énfasis excesivo en los elementos voluntaristas o subjetivos de las revoluciones
han de ser consideradas con cautela...”9
En el área de la investigación histórica Pierre Vilar adjudica a las masas actuantes
en la dinámica de las estructuras una relación vincular con el papel desarrollado en los
acontecimientos por parte de los individuos.10
“Como marxistas jamás hemos sido partidarios del formalismo democrático.
En una sociedad dividida por razón de clase, las instituciones democráticas, lejos
de anular la lucha de unas clases contra otras, no hacen sino dar a los intereses de
esas clases una forma imperfecta de expresión. Las clases pudientes tienen
siempre a su disposición millares de medios para alterar y adulterar la voluntad de
las clases laboriosas. En tiempos de revolución, las instituciones democráticas son
todavía menos adecuadas para servir de expresión a las luchas de clases, Marx
llamo a la Revolución la locomotora de la historia…”11
La sociedad sin clases significa también el fin de la violencia. Si se examina la
historia, en la mayoría de los casos una clase sube tras derrocar violentamente a otra
clase. Es un realismo político.
Es interesante leer a autores como Ernst Nolte porque sitúa a la Revolución Rusa
8 Le Bon, Gustavo; Len Bon: Gustavo; Psicología de las multitudes; Albatros; Buenos Aires; 1993;
Capitulo II; Pagina 40. 9 Hobsbawm, Eric John; “Las revoluciones” en Porter, Roy; Trich, Mikulas; La revolución en la historia;
Critica; Barcelona; 1990; Capitulo 1; Pagina 27
10 Vilar Pierre; Iniciación al vocabulario del análisis histórico; Critica; Barcelona; 1982; Pagina 47. 11 Op. Cit.; Capitulo XXX; Pagina 222.
en el ciclo de las guerras civiles europeas, y carátula la toma del poder por parte del
bolchevismo como delincuente e ilegal, mirando para el otro lado en cuanto a admitir los
crímenes del nazismo. Asimismo Nolte afirma también la tesis acerca de la existencia de
una minoría provocadora en los acontecimientos de Noviembre de 1917. Explicita:
“…Ni en 1789 ni en 1793 se produjo algo semejante al argumento de los
enemigos de la revolución de que había sido puesta en marcha por un pequeño
grupo con características externas fácilmente reconocibles: los judíos”12
12 Nolte, Ernst; Después del comunismo; Ariel; Barcelona; 1995; Paginas 58-59.
LOS JACOBINOS: HISTORIA Y PROYECTO POLÍTICO “¡Honor y Gloria Eterna a los Jacobinos! 13
Riesco, Manuel (Centro De Estudios Para
Una Nueva Izquierda)14
Los que hacen saltar la historia hacia adelante no dejan de llevar, de contrabando
entremedio de sus banderas revolucionarias, algunas añejas pancartas. Los clásicos
sans-culottes parisinos, sin ir más lejos, cortaron la cabeza del rey añorando al mismo
tiempo la implantación de una "tasación general", es decir, una fijación de los "beneficios
de la industria, los salarios del trabajo y los márgenes del comercio"15, vieja política
utilizada por los mismos reyes para obtener el apoyo del pueblo contra la burguesía en
tiempos difíciles. Asimismo, las viejas mentalidades campesinas, las ideas de las
corporaciones gremiales, o las concepciones proteccionistas de la burguesía, todas ellas
más o menos antimercantiles, opresivas y conservadoras, han impregnado el ideario de
las masas populares que realizaron todas las revoluciones en nuestro siglo. A pesar de
ello, sin embargo, todas estas revoluciones han procedido sin titubeos a realizar las
reformas económicas y políticas decisivas que han abierto paso a la modernidad en todo
el mundo.
Así como muchas veces los revolucionarios hacen lo que hay que hacer a pesar de
estar inspirados, parcialmente, en programas que fueron adecuados para situaciones del
pasado y que ya no lo son y otros que no van a ser nunca adecuados para ninguna
situación, también actúan movidos por ideas justas, pero cuyo tiempo aún no ha llegado.
¡Lo importante es que son ideas que los estimulan a actuar para hacer las
transformaciones objetivamente necesarias!
Hoy aparece más claro, por ejemplo, que las ideas ilustradas que inspiraron a los
héroes de la independencia de América Latina parecen haber estado también adelantadas
al proceso que en verdad realizaron : "el tremendo hecho de que en siglo de la
independencia de las repúblicas latinoamericanas se produjo en grandísima escala, como
no lo había habido antes desde México hasta Chile, la inquilinización del campesinado
13 Riesco, Manuel; “¡Honor y Gloria Eterna a los Jacobinos!” en (Centro De Estudios Para Una Nueva
Izquierda), http:// www.cep.cl/Cenda/Cen_Documentos/ Pub_MR/Ensayos/ Jacobinos.doc 14 Manuel Riesco es chileno, nacido el 29 de octubre de 1947. Es ingeniero civil industrial, magíster en
economía, de la Universidad de Chile y cursó estudios de doctorado en economía política en el Instituto de Ciencias Sociales de la Academia de Ciencias de la URSS. Cfr. http://www.eumed.net/ economistas/06/riesco.htm
15 Soboul, Albert; La Revolución Francesa; Crítica, Barcelona, 1987; p. 127.
indígena porque se "repartieron" las tierras de las comunidades indígenas. De la división y
subdivisión de las tierras de las comunidades indígenas resultó no la propiedad del indio
campesino, sino resultó el latifundio" 16.
Es posible que otro tanto haya ocurrido con el marxismo, cuyo desarrollo se hizo
aséptico durante este siglo, al alejarlo de la economía y la política el monopolio que en
este terreno asumió el movimiento comunista, subordinándolo a su táctica, y reduciéndolo
casi exclusivamente a los ámbitos de la cultura. Nada parece impedir que la enjundiosa
vertiente teórica que ofrece el marxismo para la crítica y superación del capitalismo sea
redescubierta con renovado interés por quiénes se planteen, ahora sí en verdad, este
problema.
¡Honor y Gloria Eterna a los Jacobinos!
Cuando se haga la tipología de las transiciones a la modernidad capitalista a que
hemos aludido antes, es probable también que las etapas clásicas de la transición
francesa sean las utilizadas para periodizar el desarrollo del modelo general.
Al menos, dichas etapas clásicas parecen estar también presentes a grandes
rasgos en las "vías espartanas" de transición al capitalismo, de este siglo. Es así como la
etapa de "Revolución Burguesa Y Movimiento Popular" de la Revolución Francesa (1789-
1792) 17 encuentra su correlato en la Kerenskiada Rusa. La etapa de "Gobierno
Revolucionario Y Movimiento Popular" de la Revolución Francesa (agosto 1792-mayo
1795) tiene su homólogo más o menos evidente en Rusia en el período que va desde el
Octubre Rojo hasta la instalación de la NEP. La etapa de "República Burguesa Y
Consolidación Social" o Termidoriana de la Revolución Francesa (1795-1799) pudiera
tener ciertas analogías con el período que va desde la muerte de Lenin a la consolidación
del poder de Stalin, el año 1929, en la URSS. Ciertamente el período Bonapartista (1799-
1815) tiene evidentes paralelos con el período de Stalin. Y suma y sigue.
De paso, nadie que haya leído "El 18 Brumario de Luís Bonaparte", de Marx, dejará
de notar ciertos rasgos del período allí estudiado que parecieran prefigurar los regímenes
fascistas del siglo siguiente. Ojala que Rusia, en su tránsito a la modernidad, no repita el
ejemplo de Alemania e Italia y evite a la humanidad el drama de un 18 Brumario del señor
Zhirinovsky. Alguna esperanza respecto a que el fascismo no constituya una fase
inevitable en estas transiciones parecen ofrecer las naciones que, además, las iniciaron
16 Lipschutz, Alejandro; "El movimiento Indigenista y La Reestructuración Cultural Americana"; América
indígena, vol XII, Nº 4, octubre de 1953. 17 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa: Cuadros Cronológicos”, Crítica, Barcelona, 1987; p. 425-463.
Las etapas de la Revolución Francesa que se presentan han sido tomadas de esta fuente.
más de un siglo antes que nadie : los holandeses y los ingleses, cuyas revoluciones del
siglo XVII en verdad abrieron el camino cuya cima se alcanza en medio de las
convulsiones de los días que vivimos.
El juego de establecer tipologías es muy arriesgado - por cada parecido pueden
siempre encontrarse varias diferencias; además, no se trata de establecer semejanzas,
sino de identificar los elementos de salto generales, en el sentido de "generadores" - y
ciertamente no ha llegado aún el momento de hacer éstas. Queda mucho que ver todavía
respecto a como se desenvuelven los procesos que actualmente afectan a los ex paises
socialistas.
Por otra parte, son muchos más los elementos de análisis que se requiere poner en
juego, además del asunto básico de la transición a la modernidad, como determinantes de
estos procesos. Uno no menor, desde luego, es la geopolítica de los intereses nacionales,
lo que requiere de otros acercamientos al tema que no tienen nada que ver con la
economía política, que es el que adopta este autor.
Interesa destacar por ahora, sin embargo, que la burguesía en la transición clásica
de Francia, recién asienta definitivamente su gobierno directo en 1830, curiosamente bajo
la forma de una monarquía constitucional. Antes de ello, con el fin de vencer la resistencia
aristocrática "…la burguesía tuvo que resignarse a la alianza popular … consintió en la
instauración de la dictadura napoleónica" 18.
Es decir, en la transición clásica a la modernidad, existe un período de al menos 40
años durante el cual el carácter burgués de la misma queda más o menos oculto debido a
que son otros actores, el pueblo y la burocracia usurpadora del poder, quiénes
representan los roles protagónicos. No es de asombrarse, entonces, que en las
revoluciones socialistas de este siglo el protagonismo de estos mismos actores, durante
70 años en Rusia y 40 años en China, hayan obscurecido casi totalmente el verdadero
carácter de dichos procesos.
No es este el espacio ni el autor que se interesen en relevar el papel y los logros
que cupo a las burocracias civiles y militares que usurparon el poder en determinadas
fases de estos procesos. Ya los dictadores que usualmente las encabezaron se
presentaron en vida como "líderes esclarecidos de todos los pueblos del mundo", se
cubrieron a sí mismos de todos los honores y privilegios, en la misma medida que
aplastaban a sus pueblos y no pocas veces a sus vecinos con mano de hierro. En casos
excepcionales, estos napoleones fueron trágicos líderes ilustrados, con una historia de
jacobinismo previo. Otras veces, sin embargo, las gemas de su collar de gobernantes
18 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 117.
parecen haber sido la astucia, la ambición, la traición y la falta de escrúpulos, pero ante
todo la brutalidad. Poco después de muertos, si la justicia no les llegó antes, cuando la
gente los cambia al cementerio que se merecen, es generalmente a una tumba más chica
que la que ellos mismos se construyeron.
Sí interesa, en cambio, destacar el rol decisivo del actor popular, de la gente
sencilla, que cuando fue convocada por la historia, en todos y cada uno de estos procesos
de tránsito a la modernidad, irrumpió masivamente en la escena metiendo cuchillo a fondo
para cortar, generalmente por lo sano, lo podrido y despejar así el paso a la criatura que
nacía.
Porque cuando hubo cosas que realizar, no fueron los satisfechos quiénes
resolvieron que había llegado el tiempo de cambiar. Fueron siempre los descontentos. Los
hambrientos de justicia y de todo. La gente común y corriente. Los jóvenes de todas las
edades. Los bienaventurados. Los de abajo.
El protagonismo popular en los procesos de transición a la modernidad no es cosa
de un sólo momento. En ninguno de estos procesos el primer plano del pueblo se reduce
a una sola Toma de Bastilla, un sólo Asalto Al Palacio de Invierno. En el caso de la
transición clásica, hay por lo menos tres momentos en que la voz de mando que se
escucha proviene de los de abajo: la de Robespierre, la de los revolucionarios de 1848 y
ciertamente la de los Comuneros de 1871. Es posible que ahora, a la vista de los
acontecimientos del fin de siglo, el Asalto Al Cielo no sea caracterizado ya por los hijos del
viejo Marx y del viejo Lenin como la primera de las revoluciones proletarias. Quizás en un
análisis mucho más complejo del proceso de transición a la modernidad capitalista en
todo el mundo, dicho momento heroico sea visto como una irrupción popular necesaria
para que el proceso mismo avanzara de una a otra de sus propias fases.
En la transición a la modernidad, el pueblo aportó la mayor cuota de sufrimientos y
soportó las mayores privaciones, nunca alcanzó privilegio alguno y terminó más o menos
tan necesitado como siempre, aunque es cierto que conquistó su libertad en muchos
aspectos muy importantes.
Sus jefes, revolucionarios auténticos, generalmente terminaron sintiendo deslizar
sobre sus cuellos la misma guillotina con que cortaron la cabeza a la vieja sociedad.
Los sans-culottes parisinos, como los 662 Vencedores, supervivientes de la Toma
de La Bastilla el 14 de Julio de 1789, lejos de ser "la hez de la sociedad", como se los ha
querido presentar, eran en su mayoría, casi dos tercios del conjunto, "personas de oficios,
artesanos y obreros…pertenecientes a una treintena de oficios (en primera fila los de la
madera, 49 carpinteros y 48 ebanistas, luego 41 cerrajeros, 28 zapateros…).
Aproximadamente una cuarta parte se relacionaba esencialmente con el pequeño
comercio, con las tiendas(21 tenderos, 11 mercaderes de vino, 3 cabareteros…). Los
asalariados, difícilmente identificables a través del vocabulario de la época …, aparecen
en clara minoría: 150 aproximadamente (de ellos 25 mozos de cuerda, porteadores,
identificables con toda seguridad). Una sola mujer: Marie Charpentier, mujer de Hanserne,
lavandera de la parroquia de Saint -Hipolite en el barrio de Saint-Marcel" 19.
Los sans-culottes predominaron en estas jornadas, "pero también participaron en
las jornadas pequeños grupos de "burgueses", rentistas, miembros de las profesiones
liberales…las mujeres desempeñaron también un papel particularmente importante con
motivo de la marcha sobre Versalles, en las algaradas a causa de las subsistencias y en
los saqueos de 1792 y 1793, en las jornadas de Pradial"20
Es probable que una relación de los Guardias Rojos que asaltaron el Palacio de
Invierno en San Petersburgo, en Octubre del 17, no entregue resultados muy diferentes
en cuanto a su origen social, aún cuando es probable que el mayor desarrollo relativo de
la industria capitalista en la Rusia de entonces aportara un destacamento obrero algo mas
significativo.
Los campesinos, "fuese cual fuese la importancia y la eficacia del movimiento
revolucionario de las masas urbanas, la revolución burguesa no se hubiese impuesto si
las masas campesinas, la inmensa mayoría de la nación, no hubiera entrado, a su vez,
en la Revolución…Si bien es cierto que las masas parisinas desempeñaron un papel
esencial desde el 14 de julio hasta las jornadas de octubre de 1989, luego a partir de la
primavera de 1792, fue sin duda la revuelta campesina la que, en el intervalo, impulsó a la
revolución hacia adelante" 21.
¿No parece bastar un cambio de fechas para que el párrafo anterior sea
enteramente aplicable a los campesinos rusos?
Los Jacobinos, Marat, Danton, Saint-Just…Robespierre, los revolucionarios que se
apoyaron en el pueblo y condujeron su sublevación. Desde 1792 hasta el 9 de termidor
del año II (27 de julio de 1794) dominaron la escena revolucionaria. Se liquidaron unos a
otros y fueron guillotinados todos ellos el 10 de termidor del año II.
En el intertanto condujeron el gobierno revolucionario, hicieron rodar las cabezas
del rey, de la reina y del feudalismo, abolieron la esclavitud en las colonias, derrotaron la
intervención de todas las potencias de la época. Crearon la República Francesa "una e
indivisible" y la dotaron de un registro civil, una ley de divorcio, un nuevo calendario, la
19 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 225. 20 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 229. 21 Soboul, Albert; "La Revolución Francesa" Crítica, Barcelona, 1987; p. 274.
educación primaria obligatoria y gratuita, el Conservatorio Nacional de las Artes y Oficios y
la Ecóle Normale Superieur. Legaron al mundo una nueva era, La Marsellesa y el sistema
métrico decimal.
Al hablar de los revolucionarios franceses no se puede dejar de mencionar a los
militantes, que dirigían las actividades populares en los campos y en los barrios de París y
a los Conjurados de la Igualdad de Babeuf, "quién al perecer en el cadalso de la plaza de
Vendôme había contribuido a abrir las puertas del porvenir"22, pero son ciertamente los
jacobinos quiénes representan en la gesta clásica la voluntad humana de transformar al
mundo en su expresión más elevada.
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