Post on 08-Feb-2016
UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA UNIDAD: AZCAPOTZALCO
ANOMALIA(S) URBANA(S): EL MEGA-CAMPAMENTO EN PLAZA DE LA
REPUBLICA ¿LA COLONIA TABACALERA ESPACIO ABIERTO DE CONFLICTO?,
UN EJERCICIO DE MICRO-SOCIOLOGIA URBANA.
UEA: INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA URBANA
MAESTRA: MARIA CONCEPCION HUARTE TRUJILLO
ALUMNO: MAURO TLACAELEL PURECO LARA
La colonia Tabacalera es una pequeña colonia enclavada en el corazón de la
Ciudad de México; está delimitada espacialmente por la avenida Insurgentes
centro al poniente, al norte por la histórica avenida de resonancia prehispánica
Puente de Alvarado/Avenida Hidalgo y por el sur-oriente está delimitada por Paseo
de la Reforma hasta su conexión con Insurgentes centro. La colonia vista
satelitalmente semeja un triangulo escaleno. Su extensión territorial es de tan solo
1.75 kilómetros cuadrados repartidos en 19 calles siendo las más importantes
Thomas Alva Edison al norte, Gómez Farías y Ponciano Arriaga como sendas
hacia el nodo central. Las calles que desembocan a este nodo cuentan con un
camellón arbolado. Al norte colinda con la colonia Guerrero y la colonia
Buenavista, al sur con la colonia Juárez, al poniente con la colonia San Rafael y al
oriente con el Centro Histórico. Las calles de la colonia son amplias lo que permite
que los autos circulen bien aunque algunos vehículos estén estacionados a ambos
extremos de las aceras de las calles.
Esta colonia fue fundada en el primer periodo de expansión masivo de la Ciudad
de México, a mediados del siglo XIX, hacia el poniente, desarrollos inmobiliarios
señoriales diseñados para la clase alta que buscaba salir del híper-deteriorado
casco colonial de la ciudad vieja, por lo que mediante iniciativa privada se
comenzó a fraccionar las haciendas en el extrarradio poniente de la ciudad
colonial. De ese intento colonizador nacieron adema las actuales colonias
Guerrero, Santa María la Ribera, Juárez, Roma, Condesa y Escandón. Hasta
mediados del siglo XX mantuvo más o menos intacto su abolengo. Su nombre
hace alusión a la Compañía Tabacalera Mexicana que ocupo por un tiempo el
edificio colonial tardío del “Palacio del Conde de Buenavista”, actualmente el
Museo Nacional del San Carlos.
Sus características de colonia enclavada en el centro de la metrópoli le dan un
carácter de alta conectividad para el flujo de personas que la cruzan diariamente,
así como para quienes la habitan. La estación del metro Hidalgo de las líneas 2 y
3 está situada en la esquina nor-oriente donde intersecan Paseo de la Reforma y
Puente de Alvarado. Sobre esta avenida entre las calles de Ponciano Arriaga y
José María Iglesias esta la estación de metro Revolución de la línea 2; sobre
Insurgentes y Puente de Alvarado esta la estación del autobús articulado metrobus
Revolución de la línea 1, que recorre de norte a sur (y viceversa) la ciudad sobre
la avenida Insurgentes. Sobre Insurgentes casi esquina con Gómez Farías esta la
estación Plaza de la republica también del metrobus; casi al entroncar Insurgentes
con Reforma esta la estación homónima. De la línea 4 de metrobus, que recorre la
ciudad del centro hacia el oriente (en dos rutas) se encuentra la estación Plaza de
la Republica sobre Ponciano Arriaga entre Mariscal y Thomas Alva Edison en el
noreste de la colonia. Sobre la calle de Lafragua casi esquina con Paseo de la
Reforma se encuentra la estación Glorieta de Colon. Poco antes de la esquina de
Puente de Alvarado y Ramos Arispe, frente al Museo de San Carlos está
localizada la estación del mismo nombre.
El uso de suelo es preponderantemente mixto, de vivienda y servicios; no se han
expedido permisos de uso de suelo industrial en la colonia, la parte norte y la zona
poniente son las aéreas más “habitacionales”, ya que la zona colindante a Paseo
de la Reforma el uso de suelo es para servicios. La mayor parte de la antigua
arquitectura decimonica de la colonia fue sustituida por edificios Art Decó al final
de la década de los veintes como el edificio de la Lotería Nacional en Paseo de la
Reforma o el edificio del Frontón México en la esquina de Ramos Arispe y Plaza
de la Republica, por mencionar a los más representativos, actualmente los
edificios departamentales de corte Art Decó utilizan su planta baja para darle un
uso de servicios: peluquerías, cibercafés, pequeños restaurantes, ópticas,
consultorios médicos o dentales, tiendas de abarrotes, de conveniencia tipo Oxxo
y Seven Eleven, etc. Lo que reafirma el carácter de uso mixto de la colonia. Así
mismo los indicadores de marginalidad son “muy bajos” en la colonia, la colonia
está equipada con todos los servicios: alcantarillado, alumbrado público, agua
corriente, cobertura total de luz eléctrica en los edificios y redes de telefonía.
La colonia según datos de la gaceta oficial del Distrito Federal es “atravesada por
una falla geológica” que aunado al suelo arcilloso del antiguo lago pone en riesgo
las construcciones ya que su vulnerabilidad aumenta con los sismos. A partir del
terrible sismo del 85 comenzó el despoblamiento de la colonia. Para el año 2000 la
colonia era habitada por 3864 personas, la población actual (datos de 2010) es de
3267 personas, es decir la colonia perdió a casi 600 personas en diez años, ahora
si estos datos los comparamos con colonias vecinas podremos apreciar mas el
fenómeno, por ejemplo la colonia San Rafael según los datos de 2010 tiene 19684
habitantes y Buenavista 15605 habitantes.
Las calles de la colonia están arboladas1, lo que le da una apariencia estética
agradable a las calles y es algo que los vecinos resaltan constantemente; muchos
de esos árboles superan los siete metros de altura lo que provoca que sus raíces
estropeen la carpeta asfáltica, lo que genera bordes y contornos extraños sobre la
banqueta, además la luminaria urbana se vuelva deficiente esto se debe a que las
ramas de los arboles cubren a los arbotantes, lo que provoca una sensación
subjetiva de “inseguridad” en los habitantes de la colonia y en quienes la cruzan
en sus actividades.
1 Imagen tomada de Google Street Viev, calle de Baranda.
La parte norte de la colonia, donde la frontera urbana está delimitada por Puente
de Alvarado se encuentra otro de los “focos problemáticos” de la colonia los
puestos ambulantes que se instalan creando un corredor hasta el Circuito Interior.
Otro de las situaciones conflictivas de la colonia es la problemática de la trata, que
se extiende a partir de la colonia Buenavista hacia el sur a Tabacalera, estos
factores influyeron en la degradación de la imagen urbana de la colonia, hasta el
remozamiento urbano de 2010.
La colonia no cuenta con un mercado dentro de su delimitación, no cuenta con
escuelas públicas de educación básica, media o superior; aunque hay algunas
escuelas privadas, no hay tampoco una iglesia católica o algún templo de
cualquier otra confesión; razones por las que los habitantes se desplazan de su
colonia hacia las colonias vecinas. Irónicamente en la colonia existen tres cantinas
“históricas” que datan de entre la década de los treintas y los cincuentas.
La colonia cuenta con parques públicos como el jardín Che Guevara, situado
detrás del Museo Nacional de San Carlos en la calle de Manuel Ramos Arizpe, la
plaza Luis Pasteur sobre Reforma frente al nuevo edificio del Senado de la
Republica, en sus límites, sobre Paseo de la Reforma encontramos el monumento
a Cristóbal Colón, La plaza de la Republica es el nodo central de la colonia la
retícula del trazo urbano hace que las calles confluyan en ese punto.
En su centro está ubicado el Monumento a la Revolución, esqueleto de lo que
sería en faraónico palacio legislativo de la dictadura porfirista y paradójicamente
se convirtió en el símbolo de la institucionalización de la revolución, el monumento
también funciona como mausoleo para los restos de Madero, Villa, Calles,
Carranza y Lázaro Cárdenas, personajes disímbolos y contradictorios que
sirvieron para legitimar a un régimen. En la parte subterránea del monumento esta
instalado un museo de sitio, dedicado a la revolución mexicana. A su vez la plaza
está rodeada de edificios sindicales, del sector obrero del “Partido”, en el espacio
público muchas veces podemos leer entre líneas los juegos y reacomodos del
poder, los nombres de las calles y las plazas, los edificios y las estatuas están ahí
para recordarnos quienes detentaron el poder o quienes fueron usados a posteriori
como parte de la amalgama que legitima al poder, también el espacio público es el
espacio de la movilización, la respuesta/confrontación y el empoderamiento del
sujeto-ciudadano.
El objetivo de este trabajo no está centrado en la colonia Tabacalera en sí, sino en
un fenómeno que actualmente sucede en la colonia, en su epicentro; una
anomalía urbana, la anomalía urbana que representa el campamento del
magisterio disidente establecido el trece de septiembre del presente año después
del violento desalojo de su anterior locación en el Zócalo capitalino (mediante la
legitimidad del meta-relato de las fiestas patrias). Los entresijos de la política
mexicana, el estado ausente y las antiguas estructuras corporativas, las reformas
estructurales y la resistencia a estas reformas representadas de forma material en
el mega-campamento.
Por eso en el presente trabajo decidí internarme en el campo y dirigirme
directamente a este actor que construye un espacio distinto en el corazón de la
colonia, intentando escudriñar sus motivaciones para la acción social colectiva,
este trabajo es más una etnografía que un trabajo de escritorio.
La ciudad es un conglomerado de espacios, estos espacios pueden ser públicos o
privados, a la historia de la ciudad la podríamos enmarcar en el proceso de control
de las pulsiones; en el espacio privado el individuo interactúa de forma “distinta” ya
que el proceso de ideo-socialización societal a reservado ciertas actividades a la
esfera de lo privado, la sociedad cortesana que nace junto con los burgos y el
embrionario Estado-Nación comienza a diferenciar estos dos espacios. La ciudad
capitalista del siglo XIX muestra la diferenciación más marcada entre estos dos
espacios, el espacio privado es el espacio del individuo, el espacio público es el
espacio del individuo en sociedad, donde puede este devenir en sujeto.
La Tabacalera es una colonia con pocos espacio públicos abiertos, la Plaza de la
Republica fungía como lugar de esparcimiento para propios y extraños a la
colonia, las fuentes “bailarinas” colocadas en la explanada de lado oriente en el
marco de la campaña de “recuperación” del espacio urbano durante las fiestas del
bicentenario sirvieron para que el ciudadano común se re-apropiara del espacio
público de una manera lúdica; visitar el monumento era una experiencia
francamente entretenida: el espacio fue re-significado por colonos y vecinos de las
colonias aledañas, principalmente niños y jóvenes de la colonia Guerrero que
usaban las fuentes para darse un “chapuzón”, mientras algunos mas practicaban
trucos en sus patinetas y los vecinos de la colonia paseaban a sus perros. Pero el
espacio público es también político, ese mismo espacio fue re-apropiado y re-
significado por el magisterio disidente como un medio más en su lucha contra la
reforma educativa y las leyes secundarias que emanan de esa misma reforma.
Políticamente hablando es usual que se celebren mítines políticos, cierres de
campañas políticas y que la Plaza de la Republica sea punto de salida para las
manifestaciones, en 2011 en la plaza el colectivo “Mx Toma la Calle” inspirado en
los Ocuppy Wall Street montaron un pequeño campamento a los pies del
monumento y celebraban asambleas “populares” cada sábado, en julio del año
siguiente se estableció otro campamento en el mismo lugar por parte de miembros
del #Yosoy132, y estuvo activo hasta diciembre.
La primera vez que vi las fotos del campamento en su antigua locación me pareció
extrañamente orgánico, a decir verdad no sé lo que me llevo a pensar de esa
forma, quizás fueron los colores brillantes de las lonas o sus ramificaciones por las
calles que partían de un centro, como fuera me parecía algo vivo. En mi primera
incursión al mega campamento en el Zócalo me encontré de frente con esa
entidad orgánica que semejaba una sociedad dentro de la sociedad.
El mega-campamento magisterial es un desafío franco al poder, es un grito de un
sector ciudadano que encara al poder político, en el paisaje urbano es una
“fractura” que no puede ser normalizada del todo. Para el filósofo norteamericano
Peter Lamborn este tipo de fracturas temporales son las denominadas “Zonas
Temporalmente Autónomas”, según Lamborn estas zonas pueden nacer de forma
espontanea; pero también pueden ser planificadas por los actores que las
habitaran, de facto se transforman en pequeñas sociedades: “proyecto que puede
convertirse en una gesellschaft organizada para la actividad abierta” después de
hacer algunos ejercicios de observación participante en el campamento y de
experimentar de forma transversal su organicidad me pareció ver la relación entre
el campamento/Zona Temporalmente Autónoma como un medio, no un fin de la
lucha magisterial; esto pareciera obvio pero para la construcción racional del
mundo de vida de muchos ciudadanos no es así, para muchos “analistas” de los
medios el campamento no tiene sentido alguno y por ende llaman a que sea
desalojado, para “recuperar” el espacio público que nos ha sido “secuestrado” por
los “radicales”; el campamento marca un contorno material y simbólico dentro de
la lógica del espacio público “para todos” que dicen defender sus privatizadores.
La primera “incursión” que realice al mega campamento de Revolución fue horas
antes de que se erguiera el viernes trece de septiembre, después de haber sido
desmantelado en anterior en el Zócalo. Provisionalmente tiendas de campaña,
lonas y enseres estaban colocadas sobre la lateral de las fuentes, un equipo de
sonido se había instalado en el contorno de la plaza y la calle de Vallarta/José
María Iglesias, debajo de la cúpula del monumento más personas se
resguardaban de la lluvia que arreciaba, se corría el rumor de que se trasladarían
a Ciudad Universitaria.
Recorrí el contorno de la plaza, buscaba aprehender la situación para explicarla,
desde la parte alta de la plaza se observaba el movimiento policial sobre Reforma.
Camine hacia Avenida Juárez, observe como se re-articulaba el magisterio, se
agrupaban las secciones dispersas después del desalojo.
Entre Plaza de la Republica y la calle de Alcázar me encontré con una “barricada”
que cortaba mi camino. Las barricadas remiten (por lo menos a mí) al París
decimonico post-1789, la re-estructuración urbana ejecutada por el Barón de
Haussman buscaba abortar una revolución urbana, esa que inspiraría años
después a Lefevbre. Con el fin de las callejuelas medievales se vio el génesis de
las marchas como forma de articular el disenso colectivo. Una barricada corta el
flujo de las mercancías, también puede cortar el tránsito de las personas y de los
vehículos y establecer barreras simbólicas, cruce el terreno, por alguna razón
pensé que los restaurantes establecidos en la acera norte estaría cerrados,
continuaban abiertos.
La barricada era custodiada por unos 40 individuos apostados en los costados,
llevaban el rostro cubierto y portaban banderas rojas de la UJRM, la barricada
tenía un gran cartel escrito que decía “en principio fue el caos”.
Me quede uno instantes observando hacia el monumento, sobre la calle, a ambos
lados aun había vehículos estacionados, especulo que de vecinos; aunque es una
colonia con poca población los espacios para estacionamiento son disputados
entre los vecinos y los visitantes de la colonia.
Regrese hacia el monumento y presencie una estampa surreal, mientras la lluvia
arreciaba habían llegado y se establecieron a los pies del monumento vendedores
informales de todo tipo de alimentos; de lado poniente de la plaza, hacia
Insurgentes la vida urbana continuaba con completa normalidad, el paisaje
urbano contrastaba completamente con el lado oriente del la plaza, como un
viernes cualquiera los cafés y pequeños bares estaban llenos de personas,
principalmente jóvenes que charlaban animosamente, lo mismo sucedía en los
negocios establecidos sobre Insurgentes, no prestaban atención a la tensión que
se vivía en la plaza, experimentaban lo que Simmel catalogo como actitud blasé
ante el sobre-estimulo de emociones que se vivía afuera, se ensimismaban
ignorando lo que acontecía a su alrededor.
Mientras tanto el campamento se empezaba a articular, era obvio que ese espacio
iba a ser ocupado y re-significado.
Para el 15 de septiembre el campamento ya se había levantado, ocupaba la plaza
y se ramificaba sobre las calles aledañas invadiendo el espacio y quebrando la
normalidad urbana de modo análogo a las raíces de los arboles que quebraban las
banquetas de las calles de la colonia.
Para Mackenzie las comunidades son distribuciones ecológicas de personas y
servicios, donde la ubicación espacial de de cada unidad está determinada por su
relación con las restantes unidades. Para los ecólogos urbanos de la escuela de
Chicago la lucha por los recursos era fundamental para entender la dinámica de la
ecología urbana.
A partir de la permanencia, decidida por los actores, en esa ubicación la dinámica
urbana comenzó a cambiar. El campamento se articuló en torno a un centro, en
este caso era la cara oriente a pies del campamento, de ahí surgen cuatro sendas
que confluyen en ese punto.
El primer problema del campamento era conseguir agua, para el aseo personal y
del campamento. En el campamento del Zócalo los miembros del magisterio
tenían varios tinacos de mil litros lo que solucionaba el “problema del agua”, en
voz de sus actores ese es el principal problema, la pérdida de los tinacos durante
el desalojo era de las peores cosas que les había pasado. En los primeros días
los(as) miembros del magisterio se las arreglaron para conseguir agua comprando
garrafones en las tiendas de conveniencia (principalmente las tiendas Oxxo) del
perímetro, me relataron también que conseguían agua en los estacionamientos
cercanos, según lo que me contaron en el estacionamiento de Ponciano Arriaga
casi esquina con Mariscal les cobran 15 pesos por el agua y 5 pesos por usar el
sanitario. Para ellos esta era una buena alternativa ante la disyuntiva de usar los
(colapsados) sanitarios portátiles del GDF (localizados en la acera frente al
Frontón, sobre la plaza) y las letrinas improvisadas que ellos armaron en las
coladeras adyacentes al campamento.
Casi al finalizar septiembre estos actores abrieron una tarjea del sistema de agua
de la ciudad que está a unos metros del Oxxo localizado en Ponciano Arriaga, y se
conectaron a esas válvulas para conseguir agua. Hasta el momento esta conexión
irregular no ha significado desabasto para los vecinos de la colonia que están
habitando actualmente en el “contorno” de campamento.
En el arco debajo del monumento se estableció una cocina/comedor comunitario
junto al centro de acopio levantado el 13 de septiembre, el comedor está abierto a
todo el mundo; del centro de acopio se desprendían los recursos para las distintas
secciones del campamento. Según los actores “es una especie de tienda que
surte al comedor central y a los campamentos” se dividen en dos secciones una
de alimentos y otra de ropa, la cocina funciona desde “temprano” que es
aproximadamente a las seis de la mañana hasta aproximadamente las 11 de la
noche.
Los actores resaltan que el centro de acopio era de vital importancia ya que en el
desalojo habían perdido muchas cosas, principalmente ropa y enseres de cocina.
La solidaridad de la “ciudadanía”, destacan los actores, fue de vital importancia en
los primeros días de reorganización, los “primeros días” dicen que “sobrevivieron”
del centro de acopio y de la “remesas” que les enviaron sus familias; destacan
también que el cambio de sitio ayudo en parte a que tuvieran mayor movilidad en
cuestión de la autonomía de sus vehículos ya que en el Zócalo se veían
“impedidos” de usar sus camiones. Actualmente la calle de La Republica está
cerrada al paso vehicular desde su inicio en Paseo de la Reforma, su paso está
bloqueado por varios camiones de turismo atravesados en diagonal, hasta la
esquina con José de Emparan hay estacionadas camionetas pick up con las siglas
de la coordinadora escritos con plumón para ventanas. En la esquina de Lafragua
y de La Republica hay también un micro-estacionamiento para camionetas de la
coordinadora, destaca entre ese conjunto de autos una pequeña ambulancia de la
sección XXII de Oaxaca, según mi informante pertenece a los docentes de la
región de Juchitán. En la salida hacia insurgentes, al poniente de la plaza sobre la
calle de Gómez Farías se concentran actualmente también vehículos de la
coordinadora principalmente camiones de turismo, destaca que en las noches
entre las calles de Edison y Mariscal, sobre Ponciano Arriaga en la parte norte de
la colonia se ven estacionados alrededor de una docena de autobuses de las
líneas AU, Transportes Rápidos de Veracruz, Fletes y pasajes de Oaxaca, con el
paso de tiempo se comienza a observar la aparición de camionetas tipo Suburban
que también dan servicio de transporte hacia Oaxaca, Tlajiaco, Tuxtepec,
Miahuatlan, Cordoba y Xalapa; los precios de los viajes bajan hasta en un 60%,
esa cuadra por las noches se transforma de facto en una pequeña estación de
autobuses, es de entender que ocupen esas calles debido a su posición
estratégica en el oriente y poniente del campamento.
El campamento puede parecer uniforme pero es una suma de campamentos, cada
campamento tiene un representante no hay jerarquía entre los campamentos,
están organizados por lugar de origen geográfico, por sección sindical y por la
especialización del actor (educación física, educación indígena, Etc.) cada
campamento tiene control autónomo de su población así es como hay
campamentos con mas personas que otros.
No todos los campamentos cuentan con cocina, según mis informantes las
mujeres son la clave para la re-organización del campamento en los días más
duros después del desalojo del Zócalo, es necesario resaltar que las mujeres no
están relegadas y se han logrado empoderar sobrepasando las condiciones
adversas.
Debido a la presión de los salarios congelados por los gobiernos estatales muchos
miembros de la coordinadora, principalmente mujeres2, se emplearon como
lavacoches en los estacionamientos dispersos por la colonia; también comenzaron
a vender café y té “democrático” a bajo costo (5 pesos) dentro del campamento,
no he sabido de “innovadores” que se hallan atrevido a expandirse más allá del
contorno del campamento, digamos a las calles de la colonia.
El comercio ambulante ha encontrado una especie de “oasis” en el mega
campamento, zona temporalmente autónoma, y se han establecido en el centro
del mismo, en el punto donde los senderos intersecan justo debajo de los pies del
monumento del lado oriente se concentran puestos de discos de música, playeras,
libros y revistas, películas y documentales, cinturones y relojes despertadores de
plástico y luminosos de colores; mención aparte los puestos de comida también
instalados en esa sección. Para mi resalta mucho la precaria tortillería que está
estable sobre el sendero que dirige hacia la calle de Ramírez, al preguntar sobre
la tortillería simplemente me contestaron con un escueto: “es nuestra”.
2 Esto me lo comentó una profesora de la sección XVIII
En el centro de esos cuatro caminos de forma itinerante se ha colocado un
templete donde se organiza la “mesa” para las asambleas, pero también es usado
para los eventos culturales y musicales; antes del mega-campamento era usual
que se organizaran eventos musicales masivos en la plaza, actualmente se siguen
llevando a cabo, usualmente los fines de semana, cuando esto sucede el espacio
ocupado en sobre la plancha de la plaza se re-ordena para permitir el evento.
En cuanto a la “población” del campamento no hay datos concretos de cuantas
personas lo habitan, tanto quienes acampan como los medios masivos y los
informes de la Secretaria de Seguridad Publica del D.F. exageran las cifras,
maximizando o minimizándolas. Sé que los miembros de la coordinadora hicieron
(hacen) censos continuamente para ver los números de su “población”, no hay 20
mil personas (cifra que tal vez se alcanzo con el Zócalo ocupado), basándome en
la observación de la extensión del campamento, las conversaciones sostenidas
con los actores e informantes y la información de los diarios se puede hacer un
estimado de que hay una población relativa de entre 4000 y 7000 docentes;
resulta casi irónico que en el centro de la pequeña colonia se concentre mas
población que en las 19 calles restantes.
La población es flotante, lo que impide hacer un conteo formal, los datos “reales”
de los censos que hace la coordinadora están reservados, los tiempos de
“estancia” en el campamento son cada vez más cortos, la sección XXII que en el
antiguo campamento tenía una enorme presencia ha reducido sus campamentos e
implemento un “programa” de rotación de 8 días. Debido a esto los números
fluctúan y podemos darnos cuenta de esto debido a la expansión o contracción del
campamento, las dos semanas siguientes al viernes trece de septiembre el
campamento se ramificaba sobre la calle de La Republica hasta la esquina con
Barranda, sobre Ponciano Arriaga hacia la casi esquina con Mariscal, Gómez
Farías casi al llegar a Insurgentes, esta parte del mega-campamento está ocupada
por los profesores disidentes de Chiapas, hasta el momento no había visto que se
re-significara el espacio con el uso de pintura, los profesores de Chiapas han
armado stenciles y los han pintado sobre las columnas metálicas con los nombres
de los estados (que fueron colocadas en 2010 junto con el elevador en el
monumento y las fuentes) la consigna “en lucha”, realmente esta re-apropiación
simbólica de los componentes del espacio no resalta entre el vórtice visual que se
experimenta en el campamento, pero si se observa con cuidado resaltan las
composiciones “Durango en lucha” o “Mexicali en lucha”.
Los vecinos han mantenido una actitud ambigua al respecto de sus nuevos y
coyunturales vecinos parecería que debería desencadenarse una lucha abierta por
los recursos entre los vecinos y quienes acampan; las primeras semanas se
sentía un cierto clima de “apoyo” hacia los nuevos inquilinos de la Plaza, el apoyo
estaba cimentado en la desaprobación generalizada de la represión, con el paso
del tiempo los vecinos desesperaban por los erráticos movimientos de
expansión/contracción del campamento, sumado a que el servicio de metrobus
hacia desaparecido virtualmente y que cuando había alguna manifestación
“grande” el servicio en los metros cercanos se interrumpía, pero hasta el momento
no se puede hablar de una oposición ni organizada ni explicita al campamento.
Los negocios aledaños a la Plaza de la Republica son antiguos, muchos son
restaurantes, en general los restaurantes de la colonia son antiguos, el flujo de
personas que acude a ellos usualmente es la que va a las oficinas del CTM, la
CNOP o del CEN del PRI; el (histriónico) Consejo Coordinador Empresarial y la
CANACO hablan de las pérdidas millonarias en el corredor de Paseo de la
Reforma entre el Ángel y el edificio de la Lotería, yo he observado algo interesante
en los restaurantes: muchos han bajado los precios de sus comida corridas,
actualmente el promedio ronda los 45 pesos en las inmediaciones del
campamento, antes del campamento una comida corrida “barata” en ese mismo
perímetro podía costar 75 pesos.
Más allá de las marchas y bloqueos de avenidas como forma de presión al
gobierno federal, no se ha experimentado algo así como una dispersión de los
miembros del magisterio por la ciudad (antes de agosto hubo un efímero intento
de levantar un campamento en el Congreso de la Unión), muchos de los actores
(si no es que la mayoría) desconocen la ciudad y se les dificulta moverse de forma
individual por la urbe, en voz de los actores con los que hable esto es una traba.
Por eso la forma-colectiva en cómo se apropian/re-apropian del espacio es
distinta, digamos de movilizaciones estudiantiles o urbano-populares. La forma en
cómo articularon el campamento nos muestra un mecanismo de defensa frente a
un entorno desconocido/hostil, donde para asegurarse era necesario re-ensamblar
los mundos de vida del (os) actor(es), en torno al campamento.
Es interesante ver también como fueron reconstruidos los espacios públicos y
privados, cada campamento es una unidad donde lo público y lo privado se
entremezclan, lo realmente privado está delimitado por la estructura de las casas
de campaña; en una estructura superior de organización se encuentran los
espacios públicos “comunes” donde se realizan las asambleas abiertas y los actos
“culturales”.
Este espacio es intermitente debido a los procesos de contracción/expansión del
campamento, por eso algunas veces la tarima “de los eventos” aparece sobre el
extremo oriente de la plaza o reaparece a los pies del monumento, forzando a la
reorganización del comedor comunal y de los puestos de venta informal.
La expropiación del espacio público de la colonia Tabacalera es un proceso que
emerge a ambos lados de este juego político, se puede contrastar el mega-
campamento sobre la Plaza de la Republica y las calles aledañas con las calles de
Madrid y Paris que bordean el Senado de la Republica, para el habitante de la
colonia estos dos focos representan situaciones análogas, son espacios públicos
que les han sido arrebatados, los camiones de la coordinadora que bloquean el
paso no son muy distintos de los camiones de la policía federal que igualmente
bloquean las calles.
Actualmente la situación, política, se mantiene estancada el gobierno del Distrito
Federal presiona a los dirigentes seccionales del magisterio disidente para que
dejen de invadir las calles y se restablezca el tránsito vehicular y del metrobus, la
coordinadora no cede un centímetro en la negociación, en sus bases esta
rondando el temor de un nuevo desalojo, varias noches de esta semana (el lunes
4 de noviembre y el miércoles seis de noviembre) el campamento ha sido rodeado
por la policía antidisturbios del D.F. quienes han acordonado las calles aledañas,
incluso estableciendo puntos de revisión para dejar pasar a los vecinos (no pude
confirmar esta información que me dio un vecino de la calle de José de Emparan).
Esta situación nos refleja la arista más conflictiva de la ciudad como construcción
social, ¿Qué otro espacio sino la ciudad para expresar el conflicto dentro de una
sociedad?.