Post on 29-Jul-2016
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Ejemplar bimestral 14
Mayo Junio 2016
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Tema espiritualConsagrados en el Espíritu
Tema FamiliarDones del Espíritu Santo
Cumpleaños
Aniversario
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Lic. D.G. Rafael ReinerioDiseño Editorial
En Portada
Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.
Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias,
ven luz de los corazones.
Consolador magnífico, dulce huésped del alma,
su dulce refrigerio.
Descanso en la fatiga, brisa en el estío,
consuelo en el llanto.
¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sin tu ayuda, nada hay en el hombre,
nada que sea bueno.
Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.
Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío,
endereza lo que está extraviado.
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Nuestra consagración religiosa es auténtica y fructífera en el Cuerpo de Cristo porque el Espíritu Santo nos consagra. El hombre no se consagra a Dios, sino que es consagrado aquel a quien Dios ha alcanzado, sobre el que ha puesto su sello y que en adelante le pertenece de un modo especial. La consagración evoca ante todo y esencialmente, el movimiento que parte de Dios. Pertenece al orden del acontecimiento de la libre intervención de Dios y Padre de Jesús en el destino del hombre.
Nuestra comunidad apostólica es el resultado de un encuentro entre el carisma del Espíritu y nosotros, que lo hemos acogido en nuestra vida. Dicho encuentro se ha realizado, para cada uno, en el momento de la consagración que nos dispone de manera estable para realizar “las obras buenas que de antemano dispuso Dios que practicáramos” (Ef 2,10).
Pbro. Víctor Ortega Covarrubias
En elConsagradosEspíritu
En el campo bíblico, se respira la alianza con Dios que elige libremente un pueblo y dentro de éste algunos grupos o individuos (profetas, reyes, sacerdotes), destinándolos a una misión específica en su plan de salvación.
En la realidad de la Iglesia, donde el Hijo de Dios, el Ungido (Mesías, Cristo), sobre el cual en la plenitud de los tiempos el Padre ha puesto su total consagración, nos llama a participar de su misma unción:
1) En el Bautismo, “somos consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo” (LG 10a) y “hechos partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo” (LG 31a).
2) “La Virtud del Espíritu Santo, por quien hemos sido fortalecidos con la Confirmación” (AG 11a), sacramento de la edad adulta cristiana, nos compromete a crecer en la fe, esperanza y caridad y a ser miembros activos y responsables de la Iglesia, dispuestos a asumir una diaconía (servicio) en beneficio de los hermanos (LG 33c).
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3) Con la profesión religiosa, “peculiar consagración, que radica íntimamente en la consagración del bautismo y la expresión con mayor plenitud” (PC 5a), llevamos a plena realización la consagración del bautismo y el fortalecimiento de la confirmación, y, constituidos en “comunidad”, quedamos “unidos especialmente con la Iglesia y con su ministerio” (LG 44b) y delegados a una misión especial del Espíritu en beneficio de los hombres.
El hecho de la consagración indica presencia del Espíritu Santo con un carisma específico, de modo que la profesión de los consejos evangélicos no sea un hecho meramente privado en la Iglesia de Dios, sino un hecho realmente eclesial, por lo cual consagración significa acción de mediación-sacerdotal en servicio de la Iglesia, acción cultual y al mismo tiempo tensión hacia Dios Padre en el seguimiento de Cristo en virtud del Espíritu.
SIGLAS:
AG = Ad gentes / Misiones
LG = Lumen gentium / Iglesia
PC = Perfectae caritatis /
Religiosos
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En la Consagración religiosa, el Espíritu Santo toma posesión de la persona y de las actividades humanas para llenarlas de su vida divina, de modo que el religioso está más íntimamente poseído por Dios y a Dios personalmente pertenecen las potencias de su alma, lanzadas a realizar una acción mediadora para el bien común.
Para nosotros, lo que hace fermentar el pensamiento de la comunidad paulina, es la maduración integral de la persona en Cristo, siguiendo el ejemplo de san Pablo, y es el hilo conductor de nuestro compromiso apostólico. Reconocemos que la consagración religiosa, interpretada siempre, por todos, como totalidad o plenitud, es el camino más apropiado para esto.
Comprometidos ya radicalmente por el bautismo y la confirmación a una creciente respuesta a Dios en la fe, en la esperanza y en la caridad, nuestra consagración religiosa, resulta una profunda liberación interior en vistas del compromiso total de nosotros mismos. Nuestra consagración religiosa es ofrenda pura y simple del “todo”. Nuestro Fundador lo pone de relieve en los términos centrales de la consagración: “Me ofrezco, me entrego y me consagro todo a Dios”. Todo, es la gran palabra, nuestra santidad depende de ese todo. Si nos damos totalmente al Señor, si le entregamos la mente, la voluntad, el corazón, todo cuanto tenemos y cuanto tendremos, perteneceremos enteramente a Dios. Así lo hizo san Pablo: siguió en todo al Señor.
“La consagración será tanto más perfecta cuanto, por vínculos más firmes y estables, represente mejor a Cristo, unido con vínculo indisoluble a su Iglesia” (LG 44a). Estos vínculos son los votos o consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.
Dichos vínculos nos unifican integralmente a Cristo, en el espíritu del apóstol Pablo: “Ninguno de ustedes vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos” (Rom 14, 7-8). Ser del Señor significa, en Cristo y bajo la guía del Espíritu Santo, confiar totalmente el destino de la propia vida a la voluntad del Padre.
Ninguno de ustedes vive para sí mismo; como tampoco muere nadie
para sí mismo, si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el
Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos
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del
Explicados por el
Espíritu SantoPapa Francisco
Dones
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El Espíritu mismo es “el don de Don” por excelencia (cfr. Jn 4,10), es un regalo de Dios y, a su vez, comunica diversos dones espirituales a quien lo acoge. La Iglesia enumera siete, número que simbólicamente significa plenitud, totalidad.
Espíritu SantoVen, ven
ven
Los dones del Espíritu Santo son:
· Sabiduría· Entendimiento· Consejo· Fortaleza· Ciencia· Piedad· Temor de Dios.
Pbro. Víctor Ortega Covarrubias
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1. La Sabiduría. Es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es sencillamente ver el mundo, ver las situaciones, las oportunidades, los problemas, todo, con los ojos de Dios. Ésta es la sabiduría. Algunas veces vemos las cosas según nuestro gusto o según la situación de nuestro corazón, con amor o con odio, con envidia, etc. Esto no sería ver con los ojos de Dios. La sabiduría es lo que obra el Espíritu Santo en nosotros para que veamos todas las cosas con los ojos de Dios.Esto deriva de la intimidad con Dios, de la relación íntima que nosotros tenemos con Dios, de la relación de hijos con el Padre. Y el Espíritu Santo, cuando tenemos esta relación, nos da el don de la sabiduría. Cuando estamos en comunión con el Señor, el Espíritu Santo es como si transfigurara nuestra corazón y le hiciera percibir todo su calor y su predilección.Esto no quiere decir, que quien tiene este don, tenga una respuesta para cada cosa, que lo sabe todo, sino que sabe de Dios, sabe cómo actúa Dios, conoce cuándo una cosa es de Dios y cuándo no es de Dios; tiene esta sabiduría que Dios pone en nuestro corazón. El corazón del hombre sabio en este sentido tiene el gusto y el sabor de Dios.
2. El Entendimiento. Es una gracia que sólo el Espíritu Santo puede infundir y que suscita en el cristiano la capacidad de ir más allá del aspecto externo de la realidad y escrutar las profundidades del pensamiento de Dios y de su designio de salvación. El apóstol Pablo, en la primera carta a los corintios dice: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu” (2, 9-10).El don del entendimiento permite leer dentro, nos hace comprender las cosas como las comprende Dios, con el entendimiento de Dios. Uno puede entender una situación con la inteligencia humana, con prudencia, y está bien, pero comprender una situación en profundidad, como la entiende Dios, es el efecto de este don. Es el don con el cual Dios nos introduce en la intimidad con Él y nos hace partícipes del designio de amor que tiene con nosotros.
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3. El Consejo. Sabemos cuán importante es éste don en los momentos más delicados, poder contar con las sugerencias de personas sabias y que nos quieren. Aquí es Dios mismo con su Espíritu, quien ilumina nuestro corazón, de tal forma que nos hace comprender el modo justo de hablar y de comportarse; y el camino a seguir.Es el don con el cual el Espíritu Santo capacita a nuestra conciencia para hacer una opción concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio. Con ello, el Espíritu nos hace crecer interiormente y nos ayuda a no caer en manos del egoísmo y del propio modo de ver las cosas. En el momento en que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos según el corazón de Dios. La condición para conservar este don es la oración. El Señor no nos habla sólo en la intimidad del corazón, también nos habla a través de la voz y el testimonio de los hermanos. Es un don poder encontrar hombres y mujeres de fe que, sobre todo en los momentos más complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro corazón y a reconocer la voluntad del Señor.
4. La Fortaleza.Con este don, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa.Este don debe contribuir la nota de fondo de nuestro ser cristiano, en el ritmo ordinario de nuestra vida cotidiana. El apóstol Pablo dijo una frase que nos hará bien escuchar: “Todo lo puedo en Aquél que me fortalece” (Flp 4, 13). Invoquemos al Espíritu Santo, para que con el don de fortaleza dirija nuestro corazón y comunique nueva fuerza y entusiasmo a nuestra vida y a nuestro seguimiento de Jesús.
5. La Ciencia. Es un don especial que nos lleva a captar, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada creatura. Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espíritu, se abren a la contemplación de Dios, en la belleza de la naturaleza y la grandiosidad del cosmos, y nos llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él y de su amor. El Espíritu nos conduce a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y
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a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros (cfr. Dn 3, 51-90).Con el don de la ciencia nos coloca en profunda sintonía con el Creador y nos hace participar en la limpidez de su mirada y de su juicio. Y en esta perspectiva logramos ver en el hombre y en la mujer el vértice de la creación, como realización de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que hace que nos reconozcamos como hermanos y hermanas.
6. La Piedad. Indica nuestra pertenencia a Dios y nuestro vínculo profundo con Él, un vínculo que da sentido a toda nuestra vida y que nos mantiene firmes, en comunión con Él, incluso en los momentos más difíciles y tormentosos.Es un vínculo que viene desde dentro. Se trata de una relación vivida con el corazón: es nuestra amistad con Dios, que nos dona Jesús, una amistad que cambia nuestra vida y nos llena de entusiasmo, de alegría. Piedad es sinónimo de auténtico espíritu religioso, de confianza filial con Dios, de esa capacidad de dirigirnos a Él con amor y sencillez, que es propia de las personas humildes de corazón. Significa ser capaces de gozar con quien experimenta alegría, llorar con quien llora, estar cerca de quien está solo o angustiado, corregir a quien está en el error, consolar a quien está afligido, acoger y socorrer a quien pasa necesidad. Con este don, el Espíritu nos hace apacibles, serenos, pacientes, en paz con Dios, estar al servicio de los demás con mansedumbre.
7. Temor de Dios. No significa tener miedo de Dios: sabemos bien que Dios es Padre, y que nos ama y quiere nuestra salvación, y siempre perdona; por lo cual no hay motivo para tener miedo de Él. Con este don, el Espíritu nos recuerda cuan pequeños somos y que nuestro bien está en abandonarnos con humildad, con respeto y confianza en sus manos. Esto hace que el Espíritu Santo en nuestro corazón, nos haga sentir como niños en los brazos de nuestro papá.En la experiencia de nuestros límites y de nuestra pobreza es donde el Espíritu nos conforta y nos hace percibir que lo único importante es dejarnos conducir
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por Jesús a los brazos de su Padre. Nuestra verdadera fuerza está únicamente en seguir al Señor Jesús, y en dejar que el Padre pueda derramar sobre nosotros su bondad y su misericordia.
El temor de Dios hace de nosotros cristianos convencidos, entusiastas, que no permanecen sometidos al Señor por miedo, sino porque son movidos y conquistados por su amor. Además, es una alarma,
cuando una persona vive en el mal, cuando blasfema contra Dios, cuando explota a los demás, cuando vive sólo para el dinero, la vanidad, el poder, el orgullo; el temor de Dios nos pone en alerta. Nadie puede llevar consigo al más allá el dinero, el poder, la vanidad, el orgullo. Sólo podemos llevar el amor que Dios Padre nos da, las caricias de Dios, aceptadas y recibidas por nosotros con amor.
del
Espíritu SantoDones
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Rosa Elena González Baca
Rodolfo Guzmán Rico
Yolanda Espinosa de Sánchez
José Miguel Moguél Pavón
Angeles Cañedo de Acevedo
Eva María Cruz de Vázquez
Laura Angélica Morales Ortíz
María Antonieta Maya Mendieta
Jesús Manuel Tabares Labrado
Esperanza Aguilar de Gutiérrez
Alberto Ramírez Rivero
Cecilia González de Rodríguez
Carlos Ramírez Luna
Enedina Mendoza de Vázquez
Pascual Zaragoza Martínez
Aurelia Torres
Luis Alfredo Tovar Manríquez
Sergio Arturo Fuentes Rodríguez
María Magdalena de Maciel
María Edith Zambrano de Castillo
Fernando Ortíz Muñoz Juan
Miami, Fl.
Celaya, Gto.
Tula, Hgo.
Veracruz,Ver.
Tula, Hgo.
Tula, Hgo.
Guanajuato, Gto.
Puebla, Pue.
Cd. Juárez
Coatzacoalcos
Boca del Río
Zapopan, Jal.
Guanajuato, Gto.
Tula, Hgo.
México, D.F.
Miami, Fl.
Silao, Gto.
Monterrey, N.L.
Guadalajara, Jal.
México, D.F.
Guanajuato, Gto.
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Mayo
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Gerardo Alfonso de la Maza González
Jorge Arturo Mota Moscoso
María de Lourdes Urbina de Roque
Jaime González Zamarripa
Lorena Margarita Saucedo de Tabares
Norma Barrera Banda
María Graciela Neri de Cervantes
Oscar José Marenco
Jairo Guerrero
Ma. Del Carmen Ruíz de Ramírez
Efrén Morales Moreno
María Guillermina Jasso Benítez
Alicia Martínez de Díaz
José Eugenio Bribiesca Navarro
Esteban Vázquez Pereyra
Juan Rodríguez Araujo
María Magdalena Villareal de la Maza
Ana María Hernández de Marín
Estela Baez de García
Paula Linares de Hernández
Monterrey, N.L.
Coatzacoalcos
Uruapan
Zapopan, Jal
Cd. Juárez
Boca del Río
Cd. Juárez
Miami, Fl.
Miami, Fl.
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Hidalgo
Aguascalientes
Durango, Dgo.
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Aguascalientes
Monterrey, N.L.
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Junio
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México, D.F.
Puebla, Pue.
Uruapan
Coatzacoalcos
Cd. Juárez
Uruapnan
Miami, Fl.
Uruapan
Monterrey, N.L.
Cd. Juárez
Severo García SanchezEscolástica Ortíz de García
Jos Luis Muñoz MuñozMaría Antonieta Maya Mendieta
Raúl Mora CruzMargarita Vieyra de Mora
Calos Angulo DelgadoDora Mota de Angulo
Juan de Dios Ortega EncisoEncarnación Burciaga de Ortega
Agustín Guzmán LópezMaría Trinidad Guzmán de Guzmán
Jairo GuerreroHeidi Sánchez
Eugenio Marín Suárez Ana María Hernández de Marín
José Luis Martínez ArrañazaElva Sanjuana Espinosa Vázquez
Javier Alonso Hernández OgazEsmeralda Valerio Santiago
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Mayo · Junio · 2016
Mayo
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Junio
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José Eugenio Bribiesca NavaroElizabeth Negrete de Bribiesca
Jorge Arturo Mota MoscosoEdita Díaz Herrera
David Navarro FuentesMaría Guadalupe Rodríguez Pérez
Mario García CorreaEstela Baez de García
Fernando Ortíz Muñoz JuanMaría Mercedes Zamarripa Rocha
José de Jesús Maciel CarrilloMaría Magdalena de Maciel
Heriberto Ramírez NevarezLeticia Loza de Ramírez
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Uruapan
Coatzacoalcos
Silao, Gto.
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Guadalajara, Jal
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