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7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
1/27
u
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CUFFORD GEERTZ
J
Captulo 3
CLIFFORD GEERTZ:
LACULTURA COMO RELIGIN Y COMO GRAN PERA
No
importa cunto
se
llame
la
atencin
sobre
los
hechos
supuestamente
dur os d e l a
existencia
social -quin
po
see los medios de produccin quin tiene los caones
los
dossieres
o los
diarios-
los hechos
tambin
supuesta
mente blandos
de
esamisma
existencia e
qu imagina
la
gente que
se
trata
la vida,
cmo
piensan que
se
debera
vivir,
qu fundamenta
las creencias,
legitima
el castigo,
sostiene
la esperanza o explica la
prdida-
se
amonto
nanpara
perturbar cualquier
panorama simple de poder,
deseo, clculo e inters ,) Volcado en una olimpica cer-
teza
en un
mtodo codificable
o simplemente ansioso
po r busca r una
causa
uno
puede
ignorar,
oscurecer
o
pronunciar sin
fuerza t al es hechos .
Pero no
po r
ello se
marchan. Sean cualesquiera
las
enfermedades
del
con
cepto de cultura
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96
CULTUR
CLIFFRD GEERTZ
97
siento
incmodo cuando me
alejo
demasiado
de
la s
inmediaciones
de la
vida
socia) ,
observa.
En
sus
obras tempranas, se
hallan algunas
severas disquisicio
nes tericas, pero su inclinacin natural
es la
del ensayista en lugar
de la
del constructor
de
sistemas, como
Parsons.
Prefiere las decla
raciones del estilo
lo
tomas
o lo dejas,
apuntaladas con
la invoca
cin
a
autoridades
poderosas. Bien
entrada su carrera, ha dado en
favorecer ms
y
ms
el
uso
en
sus ensayos de epigramas, parbolas
y
metforas
extendidas.
Las
argumentaciones crecen oblicuamen
te, y el
lenguaje con
ellas,
porque
cuanto
ms
ordenada y directa
mente
se
presenta un rumbo, un
recorrido,
ms
desaconsejable pa
rece.
Apenas puede
sorprender,
pues,
la
recurrencia
de las
quejas
acerca
de
la falta
de
desarrollo sistemtico
de
las
ideas
y
mtodos
de
Geertz,
acerca
de la
vaguedad
de
sus conceptos cruciales
y de
falta
de
resolucin
de las
contradicciones que plantea
implcitamente.
sin embargo,
no
hay
duda de
que
se
debe
tomar
muy
en serio
la influencia terica
de
Geertz. Ha escrito con gran
elocuencia
so
bre una
idea concreta
de
cul tura, ha apl icado esa idea
al anlisis de
casos
particulares
y,al
hacerlo,
ha
insuflado
un
atractivo
seductor
en la
aproximacin
cultural,
despertando
el
inters
de
muchos que
de o tr a
manera habran
permanecido
indiferentes
a
los escritos an
tropolgicos. En breve, ha
puesto en
marcha una
nueva idea
de cul
tura.
Al
leer sus libros
y
ensayos,
se
puede
trazar
la trayectoria
de
la
concepcin antropolgica
de l a cul tura durante la segunda mitad
del
siglo xx.
Y no es
que
la argumentacin de
Geertz
siga
necesariamente
un
sendero determinado, llevado
po r la
lgica
de un
proyecto intelec
tual. El propio Geertz
describe
su desarrollo
profesional como
un a
serie
de
accidentes mayormente
felices (tal
vez esto sea
una
defor
macin profesional,
ya
que,
a
menudo,
los
antroplogos,
sintoniza
dos
de oficio
con desplazamientos
y
descubrimientos casuales,
tie
nen una gran
fe
en su propia suerte
y
en
su
serendipidad, en su
don par a hacer
descubrimientos afortunados
de manera
acciden
tal ). Fui al
Antioch
College,
en
Ohio.
Estuve en
la
Segunda Guerra
Mundial
y,
tras
volver,
alargu
la
GI
Bill* hasta Antioch.
Sin la GI
2. Vase Clifford
Geertz, The Interpretation of Cultures
Nueva York, Basic
Books, 1973, pg. vi i trad . cast .: La interpretacin de las culturas Barcelona,
Gedsa, 2000).
3. Vase Clifford Geertz,
Local Knowledge: Further Essays in Interpret ive
Anthropology Nueva York, Basic
Books,
1983, pg. 6 trad. cas t. : Conocimiento
local. Ensayos en la interpretacin de las culturas Barcelona, Paids, 1994 .
La GI Bill
e
GI,iniciales gov rnm nt issue asunto gubernamentah
Bill,
probablemente no habra ido
a la
universidad
en
absoluto
4
Al
graduarse
-saliendo a
trompicones
de
unos estudios en
ingls y
buscando algo ms
conectado
co n
el
mundo
real--c-, su
profesor
de
filosofa le aconsej
que,
a
pesar
del
hecho
de
que prcticamente no
haba seguido ninguna asignatura
de
ciencias
sociales,
contempla
se la
posibilidad
de ir al
Departamento
de
Relaciones Sociales
de
Harvard
y,
concretamente, que
se
pensara
si
queda estudiar
antro
pologa,
que
no se
enseaba
en Antioch.
Por casualidad,
un
amigo
de la
universidad
fue
capaz
de
arreglar
un
encuentro
de Clifford
Geertz
y su
mujer con MargaretMead.
No
nos conoca
de
Adam,
lo
nico que
saba era que ramos
dos
jovenzuelos
de
un a
universidad
del medio
oeste
que
quedamos
meternos
en el mundo de la
antro
pologa. Y
creo que
pas
cinco
horas con nosotros, mostrndonos
sus notas
de campo de Bal i,
todo tipo
de
notas,
y
urgindonos
a ir
all... As
que
salimos convencidos
y
pedimos
la
admisin en
el [De
partamento de ]
Relaciones
Sociales.
En
1949, Clifford y
Hildred
Geertz ingresaron en la Escuela
de
Posgrado
de Harvard. Su pr imer
ao en
el
escenario experimental
del Relaciones Sociales result
estimulante,
pero todava tenan que
fijar un
terreno
para su
investigacin.
A esas alturas,
otro
padrino
entr
en
escena:
En el verano posterior a mi primer ao ... otro profesor entr en la
oficina del Museo Peabody (...) Dijo (era un hombre de pocas pala
bras, en general seco : Estamos formando un equipo para ir a Indo-
nesia. Necesitamos a alguien para religin y alguien para parentesco.
Queris venir tu y tu mujer? Sabiendopoca cosa ms que donde es-
taba Indonesia, y
aun
con inexactitud, dije S. Fui a
casa
a contar-
le a mi mujer lo que haba ocurr ido y nos dispusimos a descubrir en
qu nos haba
metdo.
Se
planearon sus estudios
en
religin
y
parentesco
para encajarlos
e n un
proyecto
de
equipo
ms
amplio que
era
el sel lo y
la imagen
mismas
de la
Idea
de
Relaciones
Sociales:
un
proyecto de
campo
en equipo, bien financiado,
multidisciplinar
y a
largo
plazo, dirigi
do
al
estudio no
de un a
cultura tribal
aislada,
sino
de una civiliza-
es tal como se denomina a la orden de pago est ipulada por servir en las fuerzas
armadas estadounidenses o, en general, en algn servicio pblico . N del
t.
4. Vase Richard Handler, An Interview with Clifford Geertz. Current
nthropology
vol. 32. n S, 1991, pg. 603.
5. Vase Geertz,
After the
act pg. 98.
6. Vase Handler,
Interview,
pg. 603.
7. Vase Geertz, After the Fact pgs. 102 y 103.
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CULTUR
CLIFFORD GEERTZ
c in con
dos
mi l aos a cuestas y plenamente sumida en el trance
de
cambios
revolucionarios. A la hora de la verdad, los ambic io
sos p lane s de
colaboracin interdisciplinar e internacional
no fun
cionaron sobre el terreno. Indonesia se haba declarado indepen
diente
de
Holanda en
1945 y, aunque oficialmente
los
americanos
eran bienvenidos, en
la prctica, las
relaciones co n los
funcionarios
resultaban
pegajosas,
y las universidades locales no estaban prepa
radas
pa ra sumar fuerzas
co n
un equipo
de
investigacin extranje
ro. Pronto, Geertz
y
su mujer
decidieron
trabajar
de
hecho
po r su
cuenta,
pasando dos
aos
y
medio en
Java,
sobre
todo
en
Pare (la
c iudad que l laman Modjokuto en muchas
de sus
publicaciones).
Con todo, la concepc in
interdisciplinar
del proyecto dej trazas
en
el trabajo
de Geertz durante
la dcada
siguiente
y
se vio
reforzada
po r la interaccin, a finales de los cincuenta, con economis tas que
estudiaban el desarrollo
en
el Massachusetts
Institute
of Techno
logy
MIT , as como con socilogos y politlogos
d e l a
Universidad
de Chicago, a principios de los sesenta. Cuando escriba
sobre
los
problemas del
cambio
revolucionario,
Geertz se dirig a tanto
a
economistas y politlogos como a antroplogos, un esfuerzo pione
ro en
lo que,
po r
lo general,
er a
un a disciplina
escasamente
mun
dana.
Tras un breve
pero productivo
perodo de vuelta
en
Estados Uni
dos ( toda
un a
serie de publ icaciones
sobre Java aparecieron
rpi
damente), Geertz y
su
esposa retomaron a Indonesia, donde resi
dieron un
ao
ms,
entre
1957 y 1958. La
idea
inicial
haba
s ido la
de hacer estudios
cortos
en distintas reas
hindes,
cristianas e is-
lmicas de Indonesia, empezando po r Bali. Si n
embargo,
disturbios
civiles forzaron
un
cambio
de planes
y los
Geertz
pasaron el
a o
en
Bali. En este sent ido ,
fue un
plan fallido,
aunque
pienso
que tuvi-
mos suerte; no creo
que
hubiera funcionado. No er a realista. Y
mi
trabajo en Bali habra s ido muy
insuficiente
si
slo
hubiese contado
con los cuatro
meses
[programados].
De
vuelta
un a
vez
ms en Estados
Unidos, er a
evidente que el
t rabajo no const itua
un
problema.
Despus de
un
a o
en
el
Centro
para
el
Estudio
Avanzado
en
la Cienc ias de la Conducta ,
en
Stand
ford,
Geertz obtuvo un puesto en Berkeley (vque supongo que Clyde
[Kluckhohn]
haba
arreglado ),
pero
pronto se
uni
a un nuevo
programa en la Universidad
de Chicago.
ste era el
Comit
para el
8. tus
pg. 103.
9. Vase Handler, Interview, pg 606.
10. Ibid., pg. 606.
Estudio
Comparativo
de las Nuevas Naciones, que diriga el vicario
de Parsons para el medio oeste, Edward Shils. Geertz
ib a
a conti
nuar adscrito
a
ese comit durante
los aos
sesenta,
as como al De-
partamento de Antropologa
de la
Universidad
de Chicago,
donde
participara
(junto, entre otros, co n David
Schneider,
otro
parsonia
no) en
la
creacin
de un nuevo
curso
de
antropologa,
lgicamente
parsoniano.
Conocido como el curso de sistemas, segua
la
fr-
mula de Parsons, cubriendo
los
tres sistemas, estructura social, cul
tura
y
personalidad.
En
1965, finaliz el breve
perodo
de democracia
en
Indonesia.
Una sangrienta confrontacin en
la
capital precipit
una
serie
de
matanzas
en cadena
por
todo
el pa s. C ientos de mil es de personas
fueron asesinadas, incluyendo
centenares en
las poblaciones de
Java y Bali donde Geertz haba
llevado
a cabo
su
t rabajo de campo.
La inquietud poltica
haba
restringido
su
investigacin en
Indone
si a
durante 1957, co n lo cua l haba empezado a contemplar un
cambio de terreno, pero fue el
golpe
de es tado el
que
puso un pun
to final
a
un captulo.
Y otra
vez
se
vera empujado
en su camino
por un contacto casual, un a palabra perdida. Al asistir a un congre
so en
Cambridge, Inglaterra, en 1963,
en algn intermedio en uno otro
pub
dej caer mi ansiedad por el
Yahora qu? a uno de los participantes britnicos ms jvenes y
menos mediatizado por el trato social . ..
y
me dijo: Deberas ir a
Marruecos ; es seguro, es seco,_ es abier to , es
bonito hay escuelas
francesas, la comida es buena
y
es islmico, Lafuerza lgica de este
razonamiento,
por
desprovisto
que estuviese
de
argumentaciones
cientficas,
me
result tan abrumadora que,
inmediatamente
des-
pus de que acabase el congreso, vol a Marruecos en lugar de regre-
sar a
Chicago.
Entonces,
l, su mujer y un a serie
de
estudiantes
de
posgrado tra
bajaron intermitentemente
en Marruecos
entre 1965 y 1971. Geertz
aprovech esta experiencia
para escribir un estudio comparativo
del
Islam
en
Java
y
en
Marruecos,
Observando el
Islam
1968 .
En
1970, Geertz fue invitado a montar
la Escuela
de Ciencias
Sociales en el Instituto
de
Estudios
Avanzados de
Princeton, el le-
gendario
centro de investigacin
agraciado e n su momen to
co n la
presencia
de Einstein,
von Neumann y
Godel, Acept,
en
parte por
que era
la
oportunidad de empezar algo nuevo,
en
parte para ganar
tiempo para escribir. All
cre
un a pequea escuela a
imagen
y se-
VaseGeertz, Afterthe Fact pg 7
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100
CULTURA CLIFFORD GEERTZ
mejanza de s mismo,
dedicada
al enfoque interpretativo y
dando
poca importancia
a la c iencia
social
positivista.
Un cuarto
de siglo
m s ta rde todava es t all.
En
el Instituto ha publicado, entre
otras
cosas, do s
influyentes colecciones
de
ensayos, La
interpretacin de
las culturas (1973) y Conocimiento local (1983), un estudio de
esta-
do balins clsico, Negara 1980) , y dos medit ac iones sobre la
an-
tropologa, El antroplogo
o o
autor 1988), que trata sobre otros
antroplogos, y Tras los hechos que versa sobre su propio t raba jo .
Est
claro
que
Geertz
se
tom
l as cosas
como
venan,
pero
tambin
parece evidente
que
existe un patrn en
esta
secuencia de
accidentes. Su carrera se
divide
en do s fases. Lleg a la antropolo-
ga
en e momento en
que Amrica,
en
plena
euforia por l a victoria
en l a Segunda Guerra Mundial, estaba
financiando
la
reconstruc-
cin
de Europa y
promoviendo
la
independencia
de las colon ia s
europeas en Asia
y frica.
Estaba ampliamente
extendida
la
espe-
ranza, si
no
la expectacin, de que las c iencias
sociales americanas
representaran su pape en la
configuracin
de un mundo mej or
y
pusieran
su
granito
de arena para
prevenirque
los pases pobres se
deslizaran a
manos de
los
comunistas
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102
ULTUR
LIFFRD
GEERTZ
3
El
propio
Geerz haba acabado descontento con o tr o aspecto
muy
diferente
del programa
parsoniano.
Parsons haba
identificado
las tradiciones idealista y positivista en
teora
social
y haba tratado
de
fomentar
un a
va
intermedia, urgiendo
a los cientficos sociales
a prestar
atencin
a los
constreimientos
sociales y a las
ideologas.
Pero Geertz estaba empezando a
da r
la espalda a la
sociologa.
De-
tectaba, y saludaba, un distanciamiento de la ciencia social ameri-
cana respecto
al
positivismo
y al
conductsmo, as
como
un
acerca-
miento
paralelo
a
la
interpretacin. Se
estaban abandonando
los
modelos de las
ciencias
naturales. En su
lugar,
escriba en
1973, se
estaba dando , no slo e n la antropologa, sino en los estudios so-
ciales
en
general,
un
aumento enorme del
inters po r
el
r ol de las
formas simblicas
en
la vida humana.
Ahora,
el significado ... ha
vuelto
al corazn
de
nuestra
disciplina. Diez
aos
m s tarde, en
su s iguiente coleccin de ensayos , Conocimiento local describira
una nueva configuracin
interdisciplinar;
en
la
cual la antropologa
simblica estara vinculada a la filosofa y a la teora l i teraria. Se
abandon la
sociologa y se desde
la psicologa dura. Para aque-
llos cientficos sociales
que
se estaban
moviendo
con los tiempos,
las analogas
proceden
ms y
ms
de
los
artefactos del ejercicio
cultural
y
no
de los propios de
la
manipulacin
fsica, es decir,
pro-
vienen del teatro, la
pintura,
la gramtica, la literatura, el derecho,
el juego. Al interpretar las culturas,
las
ciencias
sociales
se uniran
a las
humanidades.
Las distinciones
entre los
viejos gneros se
esta-
ban difuminando creativamente.
En
sus recientes
memorias,
Tras
los hechos Geertz reflexionaba: el movimiento hacia el significado
ha
probado ser
una
verdadera
revolucin, arrolladora,
duradera,
turbulenta y con
consecuencias.
En
la primera
dcada
de la carrera
de Geertz, legitimaba
rutina-
riamente, casi ritualmente,
sus
declaraciones tericas
mediante
la
invocacin al binomio
Parsons
/ Weber . A principios
de
los
aos
se-
tenta , Parsons y
tambin
Weber, aunque
menos
completamente)
empez a
desaparecer
de sus
textos
e incluso
de s us
notas a pie
de
pgina, para verse reemplazado por un nuevo conjunto de
referen-
cias.
Para
empezar, ci taba como
compaero de viaje
en
el
reino
del
simbolismo, del
significado
y de la
hermenutica
al crtico literario
Kenneth
Burke, a la f il sof a idealista Susanne
Langer
y al f ilsofo
francs Paul Ricoeur. Langer y Burke estaban de acuerdo
en
que el
15 Vase Geertz
h Interpretation oiCultures pg
29
16 Vase
Geertz.
Local Knowledge
pg
22
17 Vase Geertz
After
the Pact
pg J
15
rasgo
principal, definitorio, de
los seres humanos era su
capacidad
para la conducta
simblica.
El hombre t al como lo defina Burke,
en
cursiva,
es el
animal
que u sa
smbolos. Segn Langer
que
tambin era dada a
llamar
la atencin del lectormediante la cursiva),
esto significaba que la
concepcin empirista del conocimiento
falla-
ba po r la base: el edificio del conocimiento humano se yergue ante
nosotros,
no
como
un a vasta coleccin de informes de
los
sentidos
[con lo
cual,
aparentemente, quera decir
observaciones],
sino un a
estructura
de
hechos que son simbolos
y de
leyes que son
signifi-
codos. Lo que Geertz tomaba de Ricoeur er a la idea de
que,
ya que
las
acciones humanas conllevaban
significados,
se podan o se de-
ber an) lee r de manera simi lar a los textos
escritos.
La
clave sobre
las
acciones
era su
contenido
simblico no
sus consecuencias
ms
mundanas. En
un a
etapa posterior, Geertz pas a apelar a Wittgens-
tein, Ryle y
Rorty para avalar sucintamente sus proposiciones
teri-
cas, habitualmente
de
un
cariz relativista,mientras
que,
po r lo
que
se
refera
a los epigramas,
indagaba
en el trabajo de novelistas y poetas.
Pero, a pesar de los contras tes , si n
duda reales,
entre el Geertz
temprano y el Geertz tardo, en su carrera intelectual existe un a he-
bra argumental, un
largo razonamiento que intentar trazar a
tra-
vs de
sus escritos.
En una s er ie de estud ios de caso, ha
intentado
comprender las implicaciones
de
abordar la cultura con todo,
to-
dava ta l
como
la defina Parsons, en t an to que
sistema
simblico,
que
universo
de
significados) aislada
de
la
organizacin social. En
principio, sta era nicamente un a primera etapa y,al terminar, las
piezas tendran que encajar;
sin embargo,
ese punto final , la culmi-
nacin
de la
ltima instancia
de Parsons, tenda a ir perdindose de
vista. En
los escritos
de Geertz,
es
un a
nocin sofisticada,
pero
her-
mtica , de cultura la que se comprende a s misma,
imbricando
di-
versos
discursos
de
las
humanidades, moldeada
po r
las experien-
c ia s d e campo en
Indonesia
y en el Nor te de fri ca , a la vez que
moldeadora
de las mismas.
En l as monogra f as sobre Indones ia
que
public
durante los
aos sesenta, Geertz atacaba en varios frentes a un tiempo.
Er a
un a
18 Vase Kenneth Burke
Language as Symbolic Action Essays un Life
Literature and Methad Berkeley
University of
California Press 1966
pg
3
19 Vase Susanne K Langer Philosophy in a New Key Cambridge Harvard
University Press 1957
pg
21
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104
CULTURA
CLIFFRD GEERTZ 105
figura puntera en una
generacin
de
etngrafos que
se estaban pa
sando de los clsicos estudios tribales o insulares a los
anlisis
de
grandes
y
complejas sociedades
asiticas
inmersas
en
rpidos
pro
cesos de cambio y con historias proli jamente documentadas. Estas
sociedades
estaban atrapadas e n una turbulenta
transicin
de go-
bierno colonial a la independencia poltica. Precisamente los pol-
ticos pedan
ayuda
en el anlisis y la planificacin a
economistas
y
poltlogos. A su vez, estos especialistas demandaban impaciente
mente
explicaciones
culturales para
las
barreras que aparentemen
te se levantaban en el camino de progreso. Se planteaban nuevas
preguntas
con
urgencia: haba
alguna
plataforma
indgena
para la
racionalizacin y la modernizacin? podan diferentes tradiciones
tnicas
y religiosas encontrar un acomodo poltico o se
debera
pro
ducir una particin siguiendo e ejemplo de India y Pakistn?
Se primaba e intercambio de los parsonianos
con economistas
y e propio Parsons siempre haba estado especialmente interesado
en e problema del desarrollo capitalista. El Comit para las Nuevas
Naciones
~ e s t l e c i d o po r Edward Shils,
ellider
de los parsonia
nos en l a Universidad de Chicago- estaba adaptando el programa
de Parsons al estudio de los estados que haban alcanzado reciente
mente la
independencia.
Comentando la postura del grupo de Chi-
cago David
Apter explicaba
que sus miembros rechazaban el
deter
minismo econmico
que
er a corriente en los
estudios
de
desarrollo
de la
poca
tanto
en l a
forma ortodoxa como
en
la marxista. El Co-
mit se haca preguntas ms amplias respecto al cambio poltico y
econmico
inspirndose
en la
antropologa social britnica
en
Durkheim
y
Weber
y, po r encima de todos en
Parsons.
Su
punto de
partida
er a la
proposicin segn
la cual
los procesos
de
urbaniza
cin especializacin econmica y
secularizacin
haban desorde
nado
las
sociedades
tradicionales. La meta de la poltica
en los
nue
vos estados debera ser la de fomentar
un
orden social e intelectual
moderno.
Era
cosa
de
los antroplogos
especificar
los problemas
culturales
involucrados
o, al
menos
er a
cosa de los dos
antroplo
gos
que eran miembros
del Comit
Lloyd
Fallers
y Clifford Geertz.
Se supona de ellos que encontraran en el contraste de la tradicin
y de la
modernidad
de la
tribu
y del estado de la s comunidades sa-
gradas y de las seculares aquellas contradicciones que ayudaran a
explicar tanto la
capacidad
o la
predisposicin
al cambio como las
inhibiciones que en tal sentido poda mostrar
un a
comunidad Y
20. Vase David A. Apter, Politicol Change Collected Essays
Londres
Cass,
1973,
pg.
160.
esto
es en verdad un buen resumen del proyecto inicial de Geertz.
La
primera
publicacin importante de Geertz,
The Religion l
Java
basa da e n su estudio doctoral era fundamentalmente des-
criptiva y slo afrontaba el
tema del cambio
enun
captulo
final
que
se haba aadido a la tes is. Pero
casi desde
el principio suscriba
los problemas
de la
transformacin social
y
polt ica que Weber
ha-
ba definido: e
papel
de l as ideas religiosas en el
desarrollo
econ
mico
y en el
cambio
social, as
como
las crisis de legitimidad poltica
en
los
tiempos
de
transicin. Innovadoras argumentadas
ambicio
sas sus monografas publicadas
en los aos sesen ta componen la
contribucin ms significativa hecha
po r
antroplogo alguno a una
de las
grandes cuestiones del momento
e
futuro
de los nuevos es-
tados.
Es
importante recordar
que
ta l como l
mismo
ha recalcado
Geertz empez
sus
estudios en Indonesia justo
despus
de que
un a
revolucin
poltica
exitosa
pareciera
haber
abierto
un
amplio
aba
nico de nuevas posibilidades. Los observadores coloniales holan
deses
generalmente
argan que
en sociedades
como la javanesa e
progreso econmico se vea bloqueado
po r
la mentalidad prelgica
de la gente y po r los
arreglos
sociales obsoletos. El economista ho-
lands
J
H.
Boeke
haba aceptado sin embargo que
e
estado
de-
primido
del campesinado
javans
er a en parte el efecto de la polt i-
ca colonial de
Holanda.
Separada deliberadamente de las fuerzas
modernizadoras
la
sociedad tradicional
se habra estancado y sus
lderes tradicionales habran perdido la capacidad de organizar
grandes
proyectos. No
obstante algunos
valores
antiemprendedo
res, sobre todo
en
el sentido de los negocios
habran
sobrevivido.
En consecuencia la gente no reaccionaba a los incentivos econmi
cos de
una manera
que los economistas pudieran considerar racio
nal. Luego, pocas eran las expectativas de un desarrollo
econmico
o social sano.
Este
anlisis lanzaba un desafo a los
observadores
ms opti
mistas de
la recin
estrenada Indonesia independiente. Algunos
economistas criticaron a Boeke po r
apoyarse
en
modelos
econmi
cos pasados
de moda. Alf in y al cabo
quizs los javaneses estaban
21. Vase Clifford Geertz, Culture and Social Change: The
Indonesian
Case ,
an
n'' 19, 1984, pg. 521.
22.
Entre
sus crit icas, se
contaba
H. Higgins, que
haba
dirigido la expedi-
cin a Java
que
lanz la
carrera
de Geertz
como
etngrafo. Vase H. Higgins,
Economic Development Princples Problems and Polines Nueva York, Norton
1959.
7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
8/27
106
ULTUR
LIFFRD
GEERTZ 107
tomando decisiones
racionales,
pero los economistas haban
ma
lentendido, y tergiversado,
su
situacin econmica. Otros defendan
que las viejas ideas eran verdaderamente un a
barrera
para e pro
greso,
pero
que
la
modernizacin se las llevara
po r
delante. Geertz
adopt un a lnea muy diferente. Era cierto que las autoridades co
loniales
haban
evitado deliberadamente
que
los javaneses
sacaran
provecho de
las
oportunidades que ofreca e desarrollo de nuevos
cultivos comerciales y de nuevos mercados. Con todo,
aunque
ex
pulsados
de la
economa moderna, encontraron maneras para ha
cer frente a las restricciones
que
se les
haban
impuesto. Adems, si
uno
miraba
en
los lugares adecuados, haba
indicios
de que formas
de organizacin tradicionales y
patrones
de valor establecidos po
dan
servir de base
para
la modernizacin econmica.
Agricultural Involution publicada en
1968,
pero basada en un
informe escrito en 1956, contrastaba dos tipos ideales de agricultu
ra;
con
un atrevimiento
que
le
t raera ms
de una crtica, Geertz
asoci respectivamente estos dos tipos con sendas extensas regio
nes, la
Indonesia Interior
(sobre todo, Java, Bal iy Lombok) y la In
donesia Exterior. En e fondo, la diferencia entre
ambas
zonas era
ecolgica (siempre al
da
de las nuevas corrientes de
pensamiento,
Geertz tambin tom prestadas algunas
de
las preocupaciones
de la
ecologa cultural, que
estaba
de
moda en
la
antropologa americana
de
la poca). La economa de Indonesia Exterior,
con
un a poblacin
relativamente
dispersa
y
dominada por
los bosques,
reposaba
tradi
cionalmente sobre la agricultura de
tala
y quema, pero los holande
ses
haban
introducido grandes plantaciones comerciales. Las nuevas
explotaciones de tabaco, caf y caucho estimularon a los pequeos
propietarios de
las
Islas
Exteriores
a adoptar
esos
mismos cultivos.
Algunos llegaron a
prosperar
y Geertz discerna una propagacin
del individualismo expreso, del conflicto social y de la
racionaliza
cin cultura .
En
breve,
aunque no
sin costes,
en esta
regin exis
ta modernizacin.
La eco log a de la Indonesia
Interior
favoreca el desarrollo
de
una
agricultura
intensiva, irrigada. Es
esa
reas,
densamente po
bladas, la gente dependa del cultivo
po r inundacin
del arroz. Los
holandeses haban
establecido
unas pocas plantaciones en Java,
pero no haban permit ido
que los
labradores
nativos
adoptaran
cul
tivos comerciales ni que se aprovecharan de las oportunidades mer
cantiles. Los javaneses se vieron forzados a intensificar
su
agricul-
23. Vase Clifford Geertz Agricultural
nvolution
The Process of Ecological
Change in Indonesia Berkeley University of California Press 1963 pg 123.
tura de regado para
mantener
a
un a
poblacin creciente,
pero
a
costa de un a paulatinadisminucin de los rendimientos. El
resulta
do,
en
palabras de economista holands Boeke,
era
una expansin
esttica.
Siempre en bsqueda
de
un
neologismo rompedor, Geertz
tom
prestado el trmino involucin del terico boasiano,
Alexander
Goldenweiser,
para
describir
la
expansin esttica
de
Boeke. Lo
que Goldenweiser quera decir con involucin era una elaboracin
estril, que
no arrojaba
proceso real alguno. Como ejemplos de in
volucin sealaba e desarrollo de algunos estilos artsticos (citan
do el gtico y el maor) que
haban dejado
de
innovar porque
se
haban caracterizado po r una complicacin progresiva y un a di
versidad
dentro de
la homogeneidad,
un
virtuosismo
dentro
de la
monotona.
Geertz, po r su parte, defina involucin como aque
llos patrones culturales que, despus
de haber
alcanzado lo
que
pareceria un a forma definitiva, fracasaban de todas
maneras
tanto
en
estabilizarse
como en transformarse en
nuevos modelos, conti
nuando ms
bien
su
desarrollo convirtindose
en ms
y
ms
inter
namente
complicados. La involucin
no
slo
caracterizaba
las es
trategias econmicas de los campesinos javaneses, sino
cada
uno
de los aspectos de la vida social y cultural . Las consecuencias
eran
lo
que
Geertz,
evocativamente, aunque con cierta imprecisin,
des
criba como una riqueza
de las superficies sociales y
una monto
na pobreza
de
la sustancia socal- (cualidades que identificaba
tambin en
la vida de
las
zonas residenciales
suburbanas en
Esta
dos Unidos,
aunque raramente
se las caracterizara mediante
la
idea
de involucin).
Agricultural Involution
gener
toda
una literatura sobre la so
ciologa rural javanesa -Bail pidiendo lluvia, comenta Geertz,
y obtuve un dluvos-s-, pero
en
el contexto de la
carrera
intelec-
24. Vase AlexanderA.Goldenweiser Loose Ends of a Theoryon the Individual
Pattern and Involution in Primitive
Society,
en Robert Lowie
(comp.),
Essays in
Anthropology Presented
Alfred Kroeber
Berkeley University
of
California Press.
1936.
25 Vase Geertz
Agricultural Involution
pg 103
26. Vase Geertz Culture and Social
Change,
pg. 514. Este ensayo es larevi-
sin del propio Geertz de los debates desencadenados por su libro. Para una revi
sin crtica sofisticada y equilibrada vase
Joel
Kahn Indonesia after the Demise
of
Involution, Critique of Anthropology
vol. 5 n 1 1985 pgs. 69 96. Para una
resea que cita especialmente fuentes holandesas e indonesias vase Koenja-
raringrat Anthropology in Indonesia A Bbliographical eview La Haya Nijhoff
K TLV 1975. Vase tambinuna excelente crtica de la argumentacin ecolgica en
A.van Schaik
Agrarische
Involutie en Ecologische Processen en J W.Bakker y
7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
9/27
108
ULTUR
LIFFORO
GEERTZ
109
tua l de Geertz, el aspecto
ms llamativo del
libro es que proporcio
n un nuevo enfoque sobre el problema del desarrollo econmico y
cultural. El sistema javans se
haba
estancado,
pero
la gente ni es
taba
pasivamente
apegada
a
la s
viejas
maneras
ni
mostraba
un a
ra
cionalidad deficiente. Al impedir
los
holandeses su acceso a la mo
dernizacin, y al verse constreidos po r la escasez de t ierras y
la
l imitac in de sus tcnicas de riego,
los
javaneses le sacaron todo su
jugo a las formas de organizacin
largamente
establecidas y a las
prcticas agrarias
tradicionales.
Los efectos,
no obstante,
fueron
que la gente pudo salir a flote, pero tena que patalear cada vez
ms
rpido
simplemente para
no
hundirse.
Dada la involucin de la agricultura en la Indonesia
Interior,
pa
reca
indicada
una visin pesimista de las perspectivas econmicas
de
la
regin. O acaso existia la base par a un despegue
econmi
ca?
(Esta
metfora
espacial er a
muy
popular
po r
aquel entonces.
Era la poca ). Inicialmente,
Geertz
er a optimista:
De acuerdo con todos los indicios Indonesia est hoy [Geertz escri-
ba en 1963] en
medio
de
uno
de
esos
perodos preparatorios para el
despegue econmico. Los aos transcurridos desde 1945 y de he-
cho, desde alrededor de 192 han contemplado los comienzos de
una transformacin
fundamental
en los valores sociales y en las ins-
tituciones hacia
modelos que
generalmente
asociamos
con una eco-
no
desarrollnda.
Una [arma de ver la cuestin
un a
forma
muy americana-
estri
baba
en
buscar
a los emprendedores, los
empresarios,
los pioneros
de la modernizacin. En
Peddlers
n
Princes,
(1963) [Buhoneros
prncipes], Geertz
volva a
construirsu argumentacin
contrastan
do dos t ipos ideales, dos ciudades una en Java y la o tra en Bali- ,
que
actuaban como
ndulos de contacto cultura l
entre
Oriente y
Occidente tradicional y moderno local y
n aconal :.
En
la
ciudad
de Java (nuevamente Pare, alias Modjokuto), el liderazgo
econmico
est aba en manos
de
hombres
nuevos, mercaderes mu
sulmanes, practicantes de un Islam estrictamente ortodoxo, que ha
ban
inmigrado
desde la
costa norte.
Su t ica puritana
encajaba con
otros
comps. ,
Antropologie Tussen Wetenschap en Kunst: Essays over Clifford
Geene. Amsterdam,
VU
Uitgeverij,
1987.
27. Vase Clifford Geertz
Peddlers and Princes Social
Change and Economic
Moderniration in Two Indonesian Towns Chicago University of Chicago Press
1963,
pg.
3.
28.
tua.,
pg. 7.
el desarrollo
del
comercio
(Geertz insinuaba
que
podian llegar
a
desempear
el
papel de
los
puritanos protestantes, pioneros del
ca
pitalismo europeo segn la visin de Weber). Si n embargo, su base
social
er a
insegura, ya
que ni
las lealtades
sociales
ms tradiciona
les se [haban] disuelto del todo ni las ms modernas [haban] cris
talizado
del todo. Por
lo tanto,
carecan
de los medios para
orga
nizar grandes empresas.
En contraste, la vieja aristocracia continuaba
administrando
la
ciudad balinesa.
Actuando entonces
como
empresarios, los
anti
guos nobles eran capaces de movil izar a
los
trabajadores
manipu
lando un a tica
comunal
t radicional. Geertz concluy que varias
disposiciones culturales
y sociales
podan preparar
el
camino para
proyectos econmicos racionales y eficientes, estableciendo un
mar
co
tico
po r el
cual
se
podan organizar las
empresas.
Los
empresa
rios eran
activos
t an to en el frente cultural como en el econmico.
La
funcin del empresario en tales sociedades, de transicin pero
predespegue , es principalmente adoptar medios establecidos consue-
tudinariamente para fines novedosose.t
Tal como comen taba en
1964 el socilogo holands W.
F.Wertheim, no dejaba
de se r algo ro
mntico esperar que buhoneros o principes se convirtieran en
los
agentes de la
transformacin
capitalista y
er a
definitivamente ex-
cntrico excluir
la
posibilidad
de
que
los
empresarios
surgieran de
la filas de l os
burcratas
educados, de los mayoristas y financieros
chinos o (reconociendo el
beneficio de hablar a posteriori
de la fa-
milia inmediata de
los
miembros de la cpula poltica.
Cuando dej
la economa
para
ocuparse del cambio
poltico,
Geertz atribuy un rol ms b ien distinto a
las
ideas tradicionales,
representadas
paradigmticamente
po r la religin. En el
ancien r-
gime
-vagamente
identificado
y
de
una
duracin
incierta-,
la re
ligin haba
dado
sentido a la vida y haba
apuntalado
las disposi
ciones polticas
y
sociales.
Durante
un
per odo de
cambio
social
rpido, las ideas tradicionales ya no sostenan un diseo adecuado
para vivir. En realidad, en los
nuevos
escenarios
urbanos,
las dife-
rencias
religiosas exacerbaban las
tensiones
sociales y polticas. El
9
tu, pg.
16.
30.
Ibid., pg.
152.
31. V ase W.
Wertheim. Peasants.
Peddlers and Princes in Indonesia
Pacic Aflairs,
vol. 37, n 3. 1964, pgs. 309 y 310.
7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
10/27
110
ULTUR
LIFFORD GEERTZ
problema
en las ciudades no era el estancamiento, sino el peligro de
que el cambiopudiese
adquirir
formas destructivas y, en
lugar
de fo
mentar un nuevo
sistema
de valores propagase
una anomia
insen-
sibilizadora.
En The Religion ofJava Geertz haba
propuesto
un a serie
de
tipos ideales, correspondientes a las variedades de orientacin reli
giosa presentes
en Modjokuto.
Cada un a
estaba
asociada al
mismo
t iempo con
un o
de
los tres principales ncleos socio-estructura
les de
la
Java actual:
el
pueblo
[en
el
sentido
de asentamiento],
el
mercado
y
la burocracia
gubernamental-v
La
religin de la gente
ordinaria de l os
pueblos, incluso
cuando
se
trasladaban
a
la ciu
dad,
era
sincrtica. Su
teologa
trataba sobre todo
de
espritus y
estaban muy interesados
en las curaciones,
la brujera
y
la
magia.
Los mercaderes,
que procedan mayoritariamente de l norte de la
isla,
pract icaban un
Is lam ortodoxo
y reformista.
La lite buro
crtica
derivaba
d e u na clase de
funcionarios
gubernamentales en
las antiguas
cortes
javanesas, pero hab an asumido nuevos roles
bajo
la dominacin holandesa. Favorecan los
rituales
hinduiza
do s
del priiaji
Siguiendo un modelo durkheimiano, Geertz sugera que
cada
orientacin religiosa
mantena los valores
y los
intereses
sociales de
su
congregacin.
El ritual central de las poblaciones rurales, o aban-
gan e ra l a
slametan
la
versin
javanesa de lo que tal vez sea el r i
tual
religioso ms corriente
del
mundo, la fiesta comunal que, como
casi en todos sitios, simboliza la
unidad
mstica y social de los que en
ella partcpans.P 0, tambin: La slametan concentra, organiza y
resume las ideas de
orden
de la generalidad de los abagan su dise
o de vida . E n u na apagada forma dramtica, af irma los valores
que animan la cultura javanesa tradconal. Los musulmanes,
aunque
divididos entre
tradicionalistas
y modernizadores, insistan
en su
lugar
en
un a comunidad islmica ms amplia. Sus
vidas
se or
ganizaban alrededor de
instituciones
islmicas: partidos polticos
musulmanes,
escuelas
religiosas, tribunales islmicos, mezquitas y
casas de
oracin.
La costumbre de
la
lite
burocrtica
urbana
er a
organizarse en tomo a tipos de estructura social ms b ien diferen
te s y expresar clases
de
valores tambin bastante distintos. Apre-
32 Vase Clifford
Geertz, The Religion
ol v Glencoe Free Press 1960
pg
5
33
lbid p
11 Sobre la
slametan
en los p ue bl os de Java vase Robert
Hefner Hndu Javanese Tenngar Tradition
nd
Islam Princeton Princeton
Unversity
Press 1985 captulo 5
34 Vase Geertz
The Religion
of ava p 29
35 Ibid
pg. 234.
ciaban la
expresin
escrita,
la etiqueta,
los criterios estticos, la je
rarqua, la tradicin y la estabilidad.
As pues,
hasta
cierto punto,
Geertz ofreca ejemplos paradig
mticos de integracin
durkheimiana
parsoniana-, de grupos
sociales mantenidos
juntos
mediante la expresin de valores
com
partidos.
De
hecho, este resumen
hace justicia a los primeros vein
tin captulos
del libro,
pero,
antes
de su publicacin, Geertz
aa
di
un
captulo
f inal a su tesis original,
en
el que
apuntaba
que
no
haba
tres sociedades
en
la
ciudad, sino tres e lementos de
una
co
munidad.
Si Modjokuto o
Java
e ra un campo
social
nico, el
he
cho de que a lbergase t re s
comunidades religiosas poda promover
el
conflicto
y la desintegracin social,
as como
invitar al recurso
poltico al
chivo
expiatorio.
Haba
fuerzas que contrapesaban
estos
riesgos. Los
habitantes
de la
ciudad
compartan
una cultura
comn,
impulsada
po r el
na
cionalismo indonesio y
javans.
En l tima instancia, nuevas insti
tuciones de m s alto nivel podan mantener a raya algunas formas
de conflicto.
Vnculos
transversales podan incitar
lealtades
y filia
ciones de
mayor
alcance,
conteniendo tambin el conflicto. Final
mente, Geertz
llamaba
la atencin sobre los rituales panjavaneses,
en
particular
sobre el Rijaja el m s autnticamente nacionalista
d e s us rituales,
que
quizs, como tal, indicaba la realidad y la ac
cesibilidad de lo que hoy constituye el ideal explcito
de
todos losin
donesios, unidad
cultural y progreso social continuado. 36
El libro se
cerraba con
un a
nota
optimista. Cinco aos ms
tar
de, sin embargo,
adoptaba
un tono
m s
sombro
en
The Social His-
tory
of
an Indonesian Town que apareci
en vsperas
del
colapso
de l
primer
rgimen republicano
indonesio. Haba
vuelto a
visitar
Indo
nesia
entre
1957 y 1958, Ydeba
haber
resultado evidente
que
el va
lor integrador
deseado en The Religion
of
Java no
haba
estado pro
gresando adecuadamente. Aunque todava describa
Modjokuto tal
como
era hasta
1954,
Geertz defenda
que para aquel
entonces, sus
ciudadanos
estaban
padeciendo un a
bancarrota de
valores. Modjo
kuto careca de identidad.
La
bsqueda
de
un a
forma
viable
es
de
hecho un leitmotiv
de
la historia
urbana
de
Modjokuto
...)
result
m s fcil disolver las antiguas
formas que estabilizar unas
nuevas.
Cada principio tradicional de organizacin
ceda pronto
el
paso
a
otro
en
un desconcertante
torbel l ino de cambios s in
direccin.
La
ciudad
y
su s
alrededores,
como
el pas en
su
conjunto, qued en
roscada,
encallada,
en
un
estado continuo de transicin ...) y
las
fa-
36.
Ibid pg.
381.
7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
11/27
112
CULTUR
CLIFFORD
GEERTZ
s es rec ientes de la historia de la ciudad
pasaron
a constituir un
avance
ininterrumpido hacia
la
vaguedad. 37
Esta
caracterizacin es en s misma notablemente vaga.
Los
te
r icos l i terarios nos han acostumbrado a t ener en cuent a la
signifi
cacin de una ausencia pero qu es un avance ininterrumpido
hac ia la vaguedad? Y. con
todo, Geertz no
vacil en extender
su
diagnstico a
toda
Indonesia. El pas
entero
sufra de vaguedad.
Desde
un cierto punto de vista y sin
descuidar
el cariz
dinmico
de
la riqueza el
poder y
el prestigio es posible ver todos los
procesos
so-
ciales recientes en
Indonesia
como modelados
de
manera
importan-
te
por
un
sentido
de
desorientacin
intelectual moral y
emocional
si
no
una
impresin de falta de significado s al
menos una
absoluta
confusin
acerca de
ese
slgnficado.:
Aparentemente, la
vaguedad
er a el
resultado
de l a
confusin
de va
lores, un a
babel
lingstica, un a ausencia
de postes indicadores . La
gente ya
no sab a
hacia
dnde
se encaminaba o cul er a el prop
s it o d e
su
viaje. En los trminos
ms generales,
Geertz defenda
qu e
se haba
abierto un a disyuncin
entre las estructuras
social
y
cultural.
Para
ilustrar
esta
falta
de
armona
entre
el
cambio ri tual
y el
cambio social, Geertz ofreca el e st ud io de c as o de un funeral en
Java.: ? La gente
implicada
eran gente
simple,
pueblerinos,
los aban-
gan
de Geertz. Como otros rituales
abangan
un funeral era normal
mente un asunto
sincrtico. Los
parientes organizaban un a fiesta,
la slametan para los vecinos, fuesen quienes fuesen; y tambin se
llamaba a un funcionario
musulmn
para inspeccionar
ciertas
pre
paraciones
del cadver y para hacer la
oracin
durante el entierro.
En su ejemplo concreto, las
disposiciones
habituales fallaron: el
clrigo se neg a prestar sus servicios Era
miembro
activo en un
partido
poltico
islmico
y
haba
tens in entre ste y un partido
anti-islmico
abangan Los parientes del difunto
participaban
acti
vamente
en
este
ltimo
partido
y el
clrigo
quera
dejar c lara su
po
sicin poltica. As pues, rehus cumpl ir con su par te a menos que
los primeros hicieran profesin pblica de
su
adherencia al Islam. Fi-
37 Vase Clifford Geertz The Soc ia l His tory of an Indonesian Town
Cambridge, MIT Press, 1965, pgs. 4
y
5.
38 lbid pg. 207.
39 Vase Clifford Geertz Ritual and Social Change: A Javanese Exemple,
publicado por primera vez en 1957 y recogido posteriormente en interpretacin
de las culturas
nalmente, tras
un
serio retraso en el r i tua l, la
crisis
se resolvi me
diante un compromiso negociado. .
. .
A
un
cierto nivel.
ste
er a
un
incidente en la competieron
polti
ca
partidista. Evidentemente,
era bastante e x c e p c i ~ n l ya
Geertz
no
sugiere qu e
hubiera casos semejantes. Los v e c m ~ s l?clUldos los
comerciantes y tenderos musulmanes, se smneron mcomodos con
la
confrontacin
y se mostraban ansiosos
po r ve r
concluido
ade
cuadamente el
ritual.
Aparentemente,
slo
el funcionario musul
mn actuaba
como
si
un a
cuestin de principios
estuviese
en
juego.
Con todo, Geertz present la interrupcin del ritual
como
un sign?
de que
la s
viejas prcticas religiosas ya no coinc id an con
la s
reali
dades
de
los
vecindarios
mixtos,
instalados
en marcos urbanos .
Los
rituales no podan cont inuar t ranspor tando el viejo mensaje de la
solidaridad vecinal. Esto poda parecer
evidente
para el observador,
pero no
haba
signo alguno de que el ritual en s mism? hubiera per
dido su
coherencia
desde el punto de vista de
los
participantes. Con
la
sola
y crucial
excepcin
del
clrigo musulmn,.
la congregacin
no aceptaba que el ritual fuera inapropiado a partir de ese momen
to. Todos los dems
queran
que las cosas se hic iesen adecuada
mente,
como
siempre se haban hecho, y
no pod an
entender
po r
qu
estaban surgiendo
problemas
en aquel la
ocasin.
.
La amplia proposic in de Geertz er a que
los
recursos r ~ t u l e s de
las ciudades
de
J ava ya no
podan
hacer
frente
a la experiencia so
cial de sus ciudadanos. La investigacin de l progresivo
malestar
de
Modjokuto finalmente se reduce a un a
investigacin del jueg?
rec
proco entre las formas de asociacionismo humano en evolucin (es
tructura social) y los
no
menos cambiantes vehculos del pensa
miento
humano (smbolos
culturales). La polarizacin religiosa
y
poltica
haba
erosionado
la solidaridad
qu e un a vez existi entre
vecinos
rurales. Las
comunidades religiosas
se haban convertido
en aglutinadores de nuevas
rivalidades
i n t e r c o m u n a l e ~ As, los
agrupamientos sociales
urbanos estaban
politizados: antiguamente
unacoleccin de
estados,
y se haban
transformado
en una
mes
colanza de faccionesv.
Los
rituales que antes haban promovido
la
unidad en el
kampong
fomentaban entonces las divisiones. Las
viejas instituciones polticas se revelaban incapaces y, en cualquier
caso, los
desarrollos
polticos nacionales, generadores de un a
com-
40 Vase Clifford Geertz TheSocial History oian lndonesian Town pg 5
4 . Ibid., pg. 10.
b
*
Kampong es la denominacin malaya para pueblo recinto. complejo ha
ita
cional. N. del l.
7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
12/27
ULTUR LIFFORD GEERTZ
115
peticin generalizada
po r apoyos sociales, la s estaban
socavando
seriamente.
Las facciones polticas correspondan estrecha que no perfec
tamente
con las
tres orientaciones
religiosas
descritas
en The reli-
gion
of
Java.
Geertz pretenda que estaba simplemente formalizan
do categoras sociales nativas
pero
diferentes estudiosos indonesios
criticaron
estos
tipos
ideales
po r simplificar
un a
realidad mucho
m s compleja. De acuerdo con el
distinguido
antroplogo indone
sio,
Koentjaraningrat
en Java
los
vocablos santri y abangan se
usaban de varias maneras pero la referencia clave er a el grado de
participacin
en el Islam no un a
oposicin
entre mercaderes y
campesinos;
por otra
parte
la palabra prijaji
se refera a un a clase
ocupacional de
funcionarios
ms
que
a un a orientacin religiosa y
los miembros
de
esta
clase podan ser
musulmanes sincretistas
o
ms bien secularizados estando en cualquier caso muy influidos
po r los
modelos
holandeses. Estudios
recientes
tambin han sa
cado a
la
luz las variaciones
regionales
javanesas
en
todas estas
materias.
Sea como
sea, en aquel
momento
Geertz
presentaba
la
distin
cin entre islmico y no islmico como la principal fuente de pola
rizacin poltica y social en la
ciudad.
La lite islmica educada su
ministraba
los
lderes
a
unos nada
sofisticados
santri
musulmanes.
Al otro lado de la hendidura cada vez ms
ancha
los abagan sin
cretistas seguan
a la
lite burocratizada.
Ahora,
los trminos
aba-
gan
y
santri
han pasado a denotar dos adaptaciones alternativas a la
sociedad
urbana y los
rituales diseados
para integrar la
sociedad
rural estn apresurando
su
desaparicin.
Despus
de la revolu
cin anticolonial cada un a de esas facciones se escindi en
un a
ala
tradicionalista y otra
modernizadora aliadas
respectivamente a ten
dencias polticas
-islmica
comunista o nacionalista.
A fin de
cuentas
la propuesta del anlisis de Geertz er a
que
las
concepciones
culturales y
rituales
de los
javaneses
ya no
eran
ade
cuadas para
da r
sentido para configurar el significado de su expe
riencia
social,
velozmente
cambiante.
El
nico camino hacia
ade
lante de los javaneses er a el de reajustar sus smbolos culturales. Y,
a medida
que
una comunidad surga de
elementos
disparejos
que
se
42 Vase Koentjaraningrat
Anthropology in Indonesia:
A Bibliographical
Review, La Haya. KITLV,1975, pgs. 200-202.
43 Vase por ejemplo Hefner
Hindu Javanese
empezando por la larga nota a
pie de pgina inserta en las pgs 3 y 4
44 Vase
Geertz. Religion oJava
pgs 111 y 112
haban visto obligados a
asociarse
en la moderna Modjokuto sus
miembros haban empezado de hecho a construir
un nuevo
modelo
de su
organizacin
social. Este
modelo
es esencialmente un a es
tructura simblica es decir, un
sistema
de
ideas
y
actitudes
p
blicas materializadas en palabras
cosas
y en un a conducta conven
cional... no slo se entenda la
accin
social en
funcin
de su
estructura social, sino que tambin hasta
cierto
punto se la
juzga
ba
y
regulaba
en esos trminos.
Los elementos de este nuevo
paradigma
cultural tal
como
Geertz
lo denominaba se extraan de l as orientaciones religiosas del pasa
do. Pero una ligera puesta al
da
no era suficiente. Un nacionalismo
modernizadorbuscaba reemplazar los valores y lealtades tradiciona
les, proporcionando objetivos y propsitos renovados. No obstante
y
precisamente
debido a
que
la
ciudad
no er a una
ciudad cerrada
sino que estaba abierta a la s corrientes nacionales de pensamiento y
a la
manipulacin
de polticos externos, la solidaridad local se poda
quebrar
siguiendo
las
lneas
de las diferencias polticas y religiosas.
Con cada temblor del nivel nacional el equilibrio local se
perturba
ba y
todos los
acuerdos disposiciones y
entendimientos duramente
conseguidos se veandesplazados
para
se r reconstituidos en ot ra for
ma levemente distinta a veces, incluso radicalmente
distinta.
La
nica esperanza
de
Geertz
er a que
la s facciones religiosas en
contraran
un a
causa comn que un a religin laica, un a ideologa
nacional modernizadora
las uniese. Los
acontecimientos
no
tarda
ro n
en disiparesta
esperanza. En
1965, tras
algunos
disturbios en la
capital activistas locales masacraron en
Java
a
decenas
de miles de
personas que ident if icaron como comunistas.
En
1972,
Geertz
comentaba que la s matanzas
sacaban
a la vista de
todos
el desa
rraigo cultural que
haban creado avanzado dramatizado y
nutri
do cincuenta aos de cambio poltico. La matanzas se repitieron
en Bali y,en este caso Geertz sugiri que
expresaban
un apetito de
violencia, profundo y reprimido que ya haba discernido
en la s
pe
leas de gal los balinesas. En el mbito nacional la teora de Sukar
no
segn
la
cual
el
eclecticismo nativo
de la
cultura indonesia
producira fcilmente un modernismo generalizado ... qued defi
nitivamente
desaprobadas.
45 Vase Geertz
The Social History an Iridonesian Town p
8
46. Ibid. pgs. 150
y
151.
47 Vase Clifford Geertz
The Politics
of
Meaning, p
322 publicado por
primera vez en 1972 y recogido posteriormente en
interpretacin de las culturas
48 Vase Geertz
The
lnterpretation Cultures p 246
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13/27
116
ULTUR
LIFFRD
GEERTZ
117
Con
todo,
tratar
un a
pequea
ciudad javanesa como un micro
cosmos de Indonesia era obviamente problemtico. Las interpreta
ciones
locales de los terribles eventos
podan
se r auxiliares en el me
jo r de los casos, y redundantes en el peor. La c ri si s
empez
en la
capital,
en
un
momento de hiperinflacin, de dificultades en la di
plomacia internacional y de confrontacin militar
con
Malasia. El 30
de septiembre de 1965, oficiales simpatizantes
del
Partido
Comunis
ta, favorecido po r el presidente Sukarno, asesinaron a seis generales.
El ejrcito,
bajo
el
mando
del rival de
Sukamo,
el
general
Suharto,
orquest matanzas en todo el pas en l as que murieron entre medio
milln
y un
milln
de comunistas. Se
encarcel
a otro
milln
y me
dio. Entonces, Suharto tom las riendas del poder en tanto que dic
tador efectivo de Indonesia,
con
el apoyo de las fuerzas armadas.
Tambin hubo un a intervencin
fornea significativa. Segn W.
W.Rostow, que estaba all, desde el punto de v is ta de la Casa
Blanca,
entre
1964 Y 1965
en Asia estaban
pasando muchas cosas [adems,
c laro est, de la
escalada
de la crisis v ietnamita] .
Sukarno
dej las
Naciones Unidas el 7 de enero de 1965 y se ali con Hanoi y Pekn.
En
interiorde Indonesia, trabajaba estrechamente conAidit,el jefe
del Par tido Comunis ta del pas. Y
desencaden una
confrontacin
con
Malasia,
justo
al
mismo tiempo
que regulares del ejrcito
-
vietnamita se infiltraban en Vietnam del Sur.
49
Cuando ocurra el golpe,
Max
Frankel inform en el
New York TI-
mes a la
administracin
Johnson le
ha resultado
difcil
esconder
lo encantada
que
est con las noticias
procedentes
de Indonesia oo.
Tras un largo perodo de
paciente
diplomacia
diseada
para ayudar
a que el
ejrcito
tr iunfase sobre los
comunistas,
los funcionarios es
taban
eufricos al ve r cumplidas sus expectativas-. Pocas dudas
puede
haber de que la CIA haba llevado a
cabo
mucha de esa pa
ciente diplomacia.
Ciertamente, Geertz era consciente de estas fuerzas externas,
pero
su
marco
analtico
no poda
abarcar la interaccin entre pol
tica
internacional, nacional
y local .
Estas cuestiones
estaban ms
all
del alcance y de los objetivos del conocimiento local. Todava
49. Vase W.W. Rostow,
The
Case for the
ar
How American Resistance in
Vietnam Helped Southeast Asia to Prosper in
Independence, Times Literary u -
plement 1995.
n
4810,
pgs.
3-5.
50. Citado por Vincent
C
Pecara,
The
Limits of Local
Knowledge.
en H. A.
Veeser
comp. , The New
storicsm
Londres, Routledge, 1989, pg. 251. Pecora
tambin aporta evidencias de la clandestina implicacin americana en el golpe.
no se
comprende bien
el golpe e n l a
capital, pero tuvo
poco que
ver con las tendencias locales, polticas y culturales, que resultaban
evidentes
en
Modjokuto.
Y
tampoco
se
puede
explicar en
trminos
puramente
locales la violencia que
dispar, incluso
en
la s
reas
ms
remotas. El
propio
r elato que Geertz h izo de unas elecciones en
Modjokuto
sugiere
que los
lderes
del
lugar podan
cerrar pactos
efectivos y estaban preparados
para
t raba jar en torno a diferencias
ideolgicas. 51 Las matanzas slo empezaron despus de que los sol
dados propagasen
y
animasen
la violencia po r todo el
pas,
supervi
sando incluso las masacres. Explotaronodios locales y encontraron
colaboradores
voluntariosos, pero
no hubiese
habido
semejante
carnicera a lo largo y ancho de todo el pas s in s u intervencin.
Adems, al volver al pas aos
ms
tarde, Geertz se encontr
con
que la crisis
haba pasado:
Si en 1971,
seis aos despus
de
los acontecimientos todo esto
no
era
sino
un mal recuerdo, para 1986, veintin
aos
despus,
apenas
pareca un recuerdo
propiamente dicho
no era
n ad a m s q ue u na
pieza rota de la his toria, evocada en
ocasiones como
ejemplo de lo
que trae
consigo
la poltica ... en general, la ciudad era como un es
tanque, barrido en
una ocasin
por
una
terrible tormenta, hace mu
cho
t iempo, en un
clima
distinto. Para alguien que lo hubiera cono
cido antes de la tormenta, el lugar pareca haber intercambiado las
energas ~ l u t i n o r s de la poltica por las energas dispersoras del
comercio.
2
Ms generalmente, esos terribles acontecimientos exponan los lmi
tes
de un
anlisis
cultural
de
la poltica. En la introduccin de un
conjunto de ensayos sobre la poltica indonesia, en 1972, Geertz es
criba
en
un
tono
aprobador sobre la
adopcin
de un a perspectiva
cultural
po r parte de los autores, sacando a la
luz
la estructura
del
significado a travs del cual los hombres daban forma a sus expe
renciasv. ste
era
el
camino correcto porque
la
poltica no con
siste
en golpes e instituciones, sino que es
un a
de las arenas en las
cuales
se
despliegan
pblicamente
tales estructuras.
Si la
poltica
se redefine como
una arena
en la
cual
los hombres
da n
forma a sus
experiencias, entonces, uno se debe preguntar qu hombres y
tambin
qu
mujeres ?
y
qu experiencias?
Los diplomticos y los
polticos en la capital,
los
soldados e n sus barracones,
los
habitan-
51. Vase Geertz,
The Social History
an Indonesian Town
pg. 153-208.
52. Vase Geertz,
Aiter the Faet
pgs. 10
y
11.
53. Vase Geertz,
The Interpretation of ultures
pg. 312.
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118 CULTUR
CLIFFORD
GEERTZ
119
tes
pobres
de los
distritos
rurales,
todos
ellos se
movan
a conse
cuencia de experiencias
diferentes
y todos
ellos
tenan capacidades
diferentes para moldear la poltica
de manera
que resul tara conve
niente
a su s propsitos.
Paralelamente
a la s
monografas aparecidas con llamativa
re
gularidad
durante
los
aos
sesenta,
se
encontraban
los
ensayos de
Geertz, muchos de ellos recogidos en La interpretacin de las culturas
1973).
Las monografas estaban construidas
a
partir de problemas
concretos, centradas en las cuestiones de la
estabilidad
poltica y la
modernizacin
econmica,
los temas
urgentes
del
debate
del desa
rrollo
en
el
primer arrebato descolonizador de
la
posguerra mun
dial. El tono er a brioso, los
objetos
de estudio eran
empricos,
el n
fasis se
pon a en
los hechos. El
antroplogo
atraa y
engranaba
al
economista,
al agrnomo y a
los
tcnicos
de desarrollo, instndolos
a
tener
en cuenta los hbitos y tradiciones
locales,
el factor cultural.
ste
no
constitua una
materia
perifrica,
de inters
exclusivo para
estetas y anticuarios. La
cultura, en
la
forma
concentrada
de la
reli-
gin,
modulaba el cambio poltico y
econmico, ta l
como haba
ar
gido
Weber.
Tres oposiciones
polares
trespares
de
t ipos ideales
contrasta
os dominaban
las
monografas sobre Indonesia.
La
primera era
la
oposicin
entre
la cultura
y
la
estructura social. La segunda se es-
tableca entre
el
estado tradicional --en
el cual, la
cultura
y
la
es-
tructura
social formaban
un sistema
nico
reforzndose mutua-
mente y la modernidad en
la
quelas
viejas
ideas
y valores ya no
se
armonizaban
con los nuevos
contextos
sociales, y se
enfrentaban
al
desafo de nuevas
ideologas-.
Finalmente,
el
eptome de la
cul
t ura en l a
sociedad
tradicional er a la
religin,
mientras que en l a so-
ciedad moderna era
la ideologa. Esta
somera
sntesis es
sin
duda
injusta con
un
autor
ta n sutil
como Geertz.
A veces, presentaba las
principales
oposiciones
audaz
y
escuetamente,
pero,
ms
a
menu
do, las calificaba
como conjuntos de
parntesis encapsulados o las
desperdigaba en imgenes
evocadoras.
Pero sa e ra l a e st ructura
del argumento.
En los primeros ensayos,
stas eran
las ideas resultantes, pero,
c ad a v ez m s
pas a ins is ti r en
distintas
cuestiones
tericas as
como
en
problemas conceptuales: la naturaleza de la cultura o de la
expresin
simblica y la
proyeccin de
la traduccin. Asimismo, los
ensayos
tenan
un a
estructura muy
diferente
de
las
monografas.
Cada uno mencionaba
un a
respuesta
a un a pregunta filosfica,
para la cual, Geertz ofreca
ilustraciones
etnogrficas. El presumi
do lector
no
er a el experto en desarrollo o el
planificador
indonesio,
sino
un a
audiencia
intelectual
ideal
compuesta
ms
y
ms
exclu-
yentemente a medida que avanzaba el tiempo) po r humanistas, con
l os cua le s Gee rt z
comparta
referencias a la teora literaria, a la
filosofa
de
la literatura y a
poetas
y
novelistas contemporneos,
americanos
o
europeos stos generalmente
anteriores).
La
proposicin
parsoniana
fundamental
era
qu e
la
accin
social
tena
muchos ingredientes,
uno de
los
cuales
er a la
cultura.
En un
primer momento, cada ingrediente deba se r
aislado y
estudiado
po r
la clase apropiada de cientfico. En es ta gran
reparticin,
al an
troplogo le tocaba
la cultura. Pero
el
estudio de
la
cultura
esta po
bremente
desarrollado
y
requera
refinamiento.
En
1973,
Geertz
es-
criba que esta redefinicin
de
la
cultura
ha sido probablemente
mi inters
ms persistente
en
mi
calidad
de
antroplogo. La pri
mera exigencia er a recortar
el
concepto de cultura hasta su
[ver-
dadero] tamao, asegurando, po r consiguiente, su continuada
im
portancia
ms
qu e
mnndolo. Siguiendo
la direccin fijada po r
Parsons
la
teora parsoniana de
la
cultura
adecuadamente
en
mendada, es un a de nuestras herramientas
intelectuales
ms pode
rosas),
los
antroplogos deberan
poner
a
punto
un
concepto de
cultura
estrecho, especializado y, al menos as lo imagino,
teorti
camente ms
potente,
para reemplazar al
famoso todo
ms
com
plejo de E.
B.
Tylor.56
Geertz ofreci un a serie
de
definiciones ms o menos coheren
tes. La
cultura
es un
s istema ordenado de significado
y smbolos
...) en cuyos trminos los individuos
definen su
mundo, expresan
su s
sentimientos
y emiten sus juicios; un
patrn de significados
transmitidos histricamente
y
materializados en formas simbli
cas, mediante
las
cuales los hombres se comunican, perpetan y
desarrollan su
conocimiento
sobre
la
vida
y sus
actitudes
hacia
ella; una
serie de dispositivos
simblicos
para
controlar
la con
ducta
fuentes extrasomticas
de
nformacn.
Como la
cultura
e ra un sistema simblico, se
deba
leer, traducir
e
interpretar los
procesos culturales:
54.
[bid
pg. vii.
55 lbd pg. 4.
56 Ibid
pg. 254.
7 Ibid pgs 245 89 Y 52 Para una revisin completade la concepcingeert-
ziana de cultura llena de referencias vase Kenneth Rice
Geertz n ulture
Ann
Arbor University of Michigan Press 1980
7/26/2019 Adam Kuper - Clifford Geertz
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120
CULTURA
CLIFFORD GEERTZ
121
Al creer con Max Weber que el hombre es un animal suspendido en
telaraas de significado que l mismo ha tejido, entiendo que la cul
tura
son
estas telaraas estas redes
y entiendo
que su a n li si s no
puede
constituir
una
ciencia experimental en
busca
de leyes
sino
una ciencia interpretativa que busque significados. Es la explicacin
lo que persigo interpretando expresiones sociales sobre la superficie
enigmtica [de dichas redes].58
El
lenguaje
de la
cultura er a
pblico
y,
consecuentemente,
el
analis
ta
no
deba
pretender
conseguir percepciones
en los
rincones
oscu
ros de
las mentes humanas.
La funcin simblica
er a universal
y
los
seres humanos no
se las
arreglaran
sin
este segundo cdigo,
que
operaba paralelamente
a
propio cdigo gentico.
En realidad,
se r
humano
era poseer
una cultura. Pero
no ten a
sentido ir a la
caza
junto
con
estructuralistas y formalistas) de principios unversales
que
puderan
subyacer
toda
cogncin, ya
que
la clave resida en
que
todas
las
culturas
eran diferentes. Luego, aqu,
se r
humano no
es
se r todos
y
cada uno
de
los humanos,
es
se r un
tipo particular
de
hombre
y,
naturalmente,
los
hombres difieren.
Los smbolos que
constituan
una
cultura
eran vehculos
de
con
cepciones
y
er a
la
cultura quien suministraba
el
ingrediente intelec
tual
del
proceso
social.
Pero las proposiciones culturales simblicas
hacan algo ms que articular
una
descripcin del mundo, tambin
proporcionaban una gua para
la
accin e n su seno. Proporciona
ba n modelos tanto
de lo
que afirmaban que er a real como patrones
para
la conducta.
Y
er a en calidad
de
guia
de
conducta como
se in
troducan en
la
accin
social. Era por 16
tanto esencial distinguir
analticamente los aspectos sociales
y
culturales
de la
vida humana,
as como tratarlos como variables independientes
a la vez que fac
tores mutuamente nterdependientesv.
Particularmente en sus ensayos tempranos, Geertz
se
preocupa
ba
de
responder
a la
crtica, segn
la cua l, el
anlisis cultural poda
explicar muy poco,
incluso que
er a
un lujo, una evasin
de
la
vida
real. Se
objetaba que
el
anlisis
cultural estaba demasiado
dispues
to a que lo sedujesen las cualidades
estticas,
y que se inclinaba a
rehuir los graves asuntos
de la supervivencia o las realidades
mun
danas
del
poder
o las constricciones ineludibles aunque
frecuente
mente
escondidas de la b io loga. A veces, Geertz
contestaba
segn
8 Vase
The Interpretation
of
Cultures
pg
9
tua
pg.
83.
60 [bid pg. 144.
una lnea parsoniana.
La
cul tu ra era uno
de
los determinantes
y
constrientes de la
accin
y
la perspectiva cultural er a
un ingre
diente necesario en
un
anlisis ms amplio, que debia se r obligada
mente
de
carcter interdisciplinar. Obviamente, toda aportacin
se
ra parcial. Pero incluso
po r s misma,
la c ultura no e ra m era
decoracin.
En
todas partes,
la
gente
lidiaba
con las grandes cues
tiones
de la v ida, la muerte, el destino y
otras
por el estilo. Cada cul
tura se
refera
a la
condicin humana en
s misma, un objeto lo su
ficientemente vasto
en toda
conciencia.
Un
asunto ms enojoso tena
que
ver con
los lmites insoslayables
del
conocimiento
loca Se acusaba al etngrafo de
permanecer
demasiado cerca del
terreno,
sin
prestar
atencin a
los
cambios a lar
go plazo ni a las influencias externas. De vez en cuando,
Geertz
acep
taba
la naturaleza especfica, local y localizada, del conocimiento et
nogrfico; inc luso poda l legar a
vanagloriarse
de ella.
Tambin,
a
menudo,
presionaba
para expandir su
marco
referencial.
En sus mo
nografas tempranas,
estaba
dispuesto
a
generalizar
a
toda Java ---o
incluso
a
Indonesia-
a
partir
de la
ciudad
de
Modjokuto
y,
con
fre
cuencia,
lo
haca sugestivamente aunque, claro
est, se
topaba
cons
tantemente con protestas vehementes: [Pero no en el sur Pero no
en
el este ...).
Sin embargo, cuando analizaba
los
procesos
polticos
y
econmicos
en
la
ciudad, resultaba patente
su
incapacidad
de ten
de r puentes,
de
demostrar
vnculos,
entre
Modjokuto
y
Jakarta,
Pero, incluso aunque pudiera contrarrestar estas objeciones,
el
reto parsoniano original
an
estaba
all. Si se
poda
definir,
aislar
y
estudiar
la
cultura con
los medios
adecuados, quedaba
el
problema
-insistentemente
planteado
po r Parsons- de cmo
haba
que es
tablecer las conexiones entre la cultura
y el
proceso
socia .
Cmo
funcionaba la
cultura en
calidad de modelo
para l a accin? era
la
cultura
un
elemento puro,
independiente,
que sumaba fuerzas con
otros
institucionales
o psicolgicos) para
generar
la accin social?
Si
er a
as, cmo se
poda abstraer
el elemento
cultural, dado
que
slo
se observaba en el
curso
de la accin social? La cuestin
er a
to
dava
ms
compleja
ya
que
la propia cultura
se vea
moldeada po r
los
procesos
sociales
y
polticos.
61. Este tema lo explora Geertz particularmente en esa coleccin de ensayos
que es Local Knowledge 1983. Para algunas reflexiones recientes vase Clifford
Geertz Local Knowledge and Its Limits: Sorne Obiter Dicta The Yale oum l 1
Criticism vol. 5 n 2 1992 pgs. 129 135. Para algunos comentarios crticos van-
se Jack Goody, Local Knowledge and Knowledge
Locality: The Desirability of
Frames, The Yale oum l
oi riticism
vol. 5 n
2 992
pgs. 137 147 y Pecara
The
Limits of Local
Knowledge.
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CULTURA
CLIFFQRD GEERTZ
123
Frecuentem